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Rebajas crecederas

90355-944-550Los niños crecen muy deprisa cuando son muy pequeños y luego destrozan mucho cuando son algo mayores. Por eso necesitan bastante cambio de vestuario de un año para otro. A mí me encanta heredar ropa de otros padres recientes con niños mayores y dar la ropa de mis niños a los que tienen hijos más pequeños.  Estando en crisis, antes de estarlo y si alguna vez logramos salir de ella.

Estamos en rebajas, estamos en época de aprovechar todo lo aprovechable para equipar a nuestros peques a buen precio de cara al próximo invierno. Yo lo llevo haciendo desde que Jaime nació: recorrer las tiendas que me gustan y que sé que ahora tienen mejores precios para comprar y, si tengo suerte y hay prendas que me cuadren a buen precio, cargar.

Luego compro poco para ellos. Puntualmente lo que necesiten. Por ejemplo, antes justo de la Navidad Jaime pegó tal estirón que le quedaron todos los pantalones pesqueros, así que hubo que hacer renovación. Pero no soy de las que van picoteando a lo largo del año en las tiendas infantiles. En gran medida porque no me sobra el tiempo para ir de compras. Y puede que soltar mucho dinero de golpe duela más, pero yo al menos tengo comprobado que al final del año gasto más de la otra manera.

Pero comprar rebajas crecederas para niños es un deporte de riesgo. Puede ser que calcules mal y algo le quede muy pequeño o muy grande cuando llegue el momento de ponérselo. Es especialmente difícil acertar durante los dos primeros años, luego, entre que crecen más despacio y tú conoces mejor lo que les queda bien y mal, es más sencillo.

Y además están los riesgos inherentes a cualquier compra en rebajas, sea para niños o para adultos. Para que sea menor no está de más recordar los consejos de la OCU al respecto:

¿Vas a aprovechar las rebajas para comprar lo que necesitas? Ten en cuenta que en las rebajas se recortan los precios, pero nunca tus derechos.

Para sacar partido a los buenos precios de las rebajas sin tener problemas, desde la OCU te recordamos algunos consejos.

* Piensa de antemano lo que necesitas: hacer listas es una buena manera de evitar compras impulsivas.
* Las normas establecen que los productos deben haber formado parte de la oferta habitual del establecimiento durante, al menos, un mes y su calidad no puede diferenciarse en nada de la que tenían antes de estar rebajados.
* Los objetos rebajados deben mostrar su precio original junto al rebajado, o bien indicar de forma clara el porcentaje de la rebaja.
* En algunos establecimientos se establecen unas condiciones especiales para las compras en periodo de rebajas (sobre la aceptación del pago con tarjeta, las devoluciones, etc.). Pueden hacerlo, están en su derecho, pero esas condiciones deben indicarse expresamente. En caso de duda, pregunta al responsable del establecimiento.
* Conserva el tique o factura simplificada de las compras, pues los necesitarás para cualquier posible reclamación, cambio, etc.
* El servicio postventa y la aplicación de la garantía son iguales, independientemente de que compres el producto durante las rebajas o fuera de ese periodo.
* Si tienes algún problema durante las rebajas, lo mejor es actuar igual que en cualquier otro momento. En el periodo de rebajas se recortan los precios, pero nunca los derechos que tienes como consumidor: intenta llegar a un arreglo en el propio comercio. Si no consigues una solución amistosa, pide la hoja de reclamaciones (debe tenerlas cualquier establecimiento) y plasma en ella su queja. Al hacer valer sus derechos beneficia a los demás consumidores, pues hace que los comercios se esfuercen por mejorar la atención al cliente.
* El consejo de la OCU es que, en lo posible, procures elegir establecimientos adheridos al sistema arbitral de consumo, que ofrecen más garantías al comprador (en caso de desacuerdo se prestarán a resolver sus diferencias con el cliente de una manera rápida y gratuita).

La fruta antes del plato principal

El otro día un especialista infantil que sabe muy bien lo que se trae entre manos le dijo a una madre reciente de una niña de poco más de un año que es preferible dar la fruta antes del plato principal.

Es importante asegurarse de que los niños toman fruta y esa costumbre que tenemos de dejarla para el postre hace que muchas veces les pille ya saciados y se vea como una obligación.

Decía que era mejor ofrecer al comienzo de la comida, cuando más hambre tienen, la ración correspondiente de naranja, fresas o manzana y luego ya sacar el plato de lentejas, arroz o macarrones.

Me consta que a muchos les sonará entre tontería y anatema, pero a mí me pareció de lo más razonable. De hecho mi santo que ya tiene poco de niño pequeño ha tomado nota, ya que es de los que nunca toma postre porque cuando acaba el plato principal apenas le cabe nada.

¿Qué os parece la sugerencia?

La teta no necesita ayudas

El domingo hablamos con un amigo que ha sido padre hace un mes de una preciosa niña.

Su mujer tenía mucho empeño en darle el pecho, pero ni cuatro semanas ha llegado a hacerlo.

Tenía problemas con el estómago, muchos gases, y lo primero que hizo el pediatra fue quitarle la teta.

Unos diez días antes me encontré por la calle con una vecina de mis padres. Acababa de ser abuela de nuevo, su nieto había perdido 400 gramos, y el pediatra había dicho que la leche materna no era suficiente y que le dieran una «ayudita» de biberón.

Me temo que insistí demasiado animándola a seguir con la teta. De hecho mis padres me regañaron al despedirnos «no puedes echar esas charlas a la gente» me dijeron.

Y tienen razón, pero me pongo en el lugar del bebé y la mamá y me sulfuro.

Harta estoy de que la primera solución ante cualquier inconveniente o consulta sea quitarle la teta al bebé y/o ponerle una ayudita de biberón/papillas.

Da igual que sea por que el recién nacido no coge peso suficiente (el que el pediatra con su curva informática considera suficiente), no hace caca, hace demasiada caca, llora mucho, llora poco, no duerme nada, duerme demasiado, pide comer cada poco tiempo o no quiere comer cuando los demás dicen que le toca…

Esas supuestas ayudas son el principio del fin de la lactancia materna la mayoría de los casos.

Y oir que las llaman así, «ayudas», como si fuera algo positivo, me hierve la sangre.

A un niño a biberón no le quitan la leche artificial nunca y dicen a la mamá que le dé una ayuda de teta. Y la leche artifical sí que da problemas: estreñimiento, empachos, más gases, menos inmunidad, alergias varias…

De hecho hay muchos casos de niños enfermos, algunos con dolencias graves, a los que no han mirado a fondo hasta que se han cargado la lactancia materna.

Las madres no deberíamos dejarnos. No deberíamos creernos las milongas con las que nos vienen mucha gente, ya sea la abuela, la vecina o un señor con bata blanca.

Pero nos pillan con la guardia y la autoestima baja y la inexperiencia y las hormonas altas.

Todas tenemos leche suficiente. Nuestra leche es buena, no hay leches malas.

El bebé tiene que mamar a demanda. Tantas veces y tanto tiempo como quiera. Si a alguien le parece demasiado a menudo o demasiado tiempo, que muerda la lengua antes de opinar.

No todas las palabras y los consejos equivocados se los lleva el viento, por desgracia.

Lo único que debería escuchar una madre primeriza es «¡ánimo, que todo va bien y tú puedes!«.

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En las tres fotos estamos mi peque y yo. El primer día en el hospital, con dos semanitas en casa y con 10 meses.