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¿Vacaciones en coche con niños pequeños? Probad a hacer un mapa

Es una manualidad, y es mucho más. La idea de hacer mapas  me ha parecido tan buena que no he podido resistirme a traerla aquí ahora que se nos vienen encima tantos viajes con niños.

La verdad es que no sé si es algo generalizado, pero a Julia los mapas le encantan. Con frecuencia ha jugado con papeles que ha encontrado en el coche a que eran mapas y a que nos guiaba a nuestro destino. Tal vez sí que sea bastante común, teniendo en cuenta lo mucho que salen mapas del tesoro y similares en las series infantiles de dibujos animados. Incluso es un personaje con canción propia en la serie de Dora.

De hecho, creo que puede ser una buena idea no solo para ir en coche rumbo a nuestro destino de vacaciones. Es una bonita actividad dibujar con ellos un mapa que lleve hasta casa de los abuelos, hasta el colegio o la piscina, aunque sean lugares a los que vamos andando.

Nosotros, desde luego, vamos a hacernos nuestros propios mapas.

Os dejo con el post de @TrastadasdeMamá:

mapa

Hoy os presento una manualidad muy fácil de hacer y muy divertida que hará más fácil los viajes vacacionales.
Es una mapa muy sencillo que llevaremos en el coche y que los niños podrán interpretar fácilmente, así sabrán por donde van y cuánto queda para llegar al famoso destino.
En este caso nosotros lo hemos hecho del viaje al pueblo porque es un camino que mi hijo habitualmente hace despierto y con mucho nerviosismo, «¿cuánto falta?, ¿ya llegamos?» son frases que se repiten hasta la saciedad y este sencillo mapa nos ha facilitado las cosas.
Como veis es una simple tira de papel escrita por los dos lados con los hitos o puntos más significativos del recorrido. Deben ser puntos muy llamativos, que los niños puedan identificar fácilmente.
Recomendaciones: letra clara y en mayúscula para que los peques pueda ir identificando los nombres, dibujos sencillos y muy representativos. Colores vistosos. Si queréis se puede plastificarlo para que dure más. Usar un tipo de papel algo más duro que un folio normal, para darle mayor consistencia. Nosotros hemos dibujado todo pero también se pueden  imprimir fotos de lugares o incluso trozos de mapa reales de carreteras.
En nuestro caso el mapa lo ha diseñado Papá pero si vuestros peques son algo más mayores pueden realizarlo ellos mismo, con vosotros, indicando lo que deben dibujar en cada lugar.
Lo bueno es que como ocupa poco, se dobla sobre si mismo, podéis guardarlo fácilmente en la guantera del coche y llevarlo siempre que vayáis de viaje.
 Si vais a sitios diferentes podéis tener varios mapas y al final conseguir un buen número que servirá de recuerdo tanto para los peques como para vosotros. Creo que sería muy bonito incluirlo en el álbum de fotos de las vacaciones.

Y aquí os dejo el mapa que estuvo dibujando Julia, encantada, con la ruta andando a casa de los abuelos. Es muy curioso en lo que se fijan y recuerdan de las rutas que más conocen. Y también de lo que no se han dado cuenta y que para los adultos son referencias obvias.
mapa2

Coches de familia, coches de infancia

Volviendo del cole con Jaime y la bici plegable

Volviendo del cole con Jaime y la bici plegable

¿Cuántos de vosotros habéis cambiado de coche al convertiros en padres recientes o futuros? Muchos, seguro. Algunos cambian de coche ya durante el embarazo. Otros al poco tiempo de nacer su primer hijo. O el segundo. Algunos no han necesitado cambiar de coche porque fueron jóvenes con cerebro y pese a que aún no estaban pensando en tener niños, compraron previsoramente un cuatro o cinco puertas de un tamaño razonable en lugar de uno pequeñito con tres. Muchos han cambiado de coche pese a que podrían haberse apañado con lo que tenían.

Aquí un inciso para dejar un consejo: si tenéis más de 25 años, no habéis descartado tener hijos y os toca comprar coche, plantearos uno en el que pueda caber cómodamente una sillita de bebé con un maletero razonable. ¡Nunca un tres puertas!

Sea como sea, lo cierto es que la paternidad/maternidad va unida con frecuencia a pasar por un concesionario (o por un vendedor de coches de segunda mano). A mí me pasó. Teníamos un Ford Focus algo vetusto y que nos había salido estupendo que cambiamos, después de un viaje a Asturias cuando Jaime tenía pocos meses, por un Honda de seis plazas. Lo cierto es que podríamos habernos apañado con el pobre Ficus (así le bautizamos por su color verde) si no hubiera quedado otro remedio, pero en mi familia además de dos niños tenemos un perro tamaño grande, y ya eran muchas apreturas en los viajes largos.

Sí, en los viajes largos. El maletero era para nosotros el quid de la cuestión de la compra del Honda, la razón por la que no aguantamos con nuestro anterior coche. La prueba es que ahora tenemos un segundo vehículo, un viejo y diminuto Kia Picanto que compré a un amigo de segunda mano y que por lo duro que nos ha salido y su color naranja llamamos ‘El Centollo’, que es el coche que más usamos.

Es frecuente que se nos vea salir de ese minicoche a toda la familia: marido de casi 190 cms, servidora, niño, niña y perro. Y cabemos. Y vamos cómodos. Y así ahorramos combustible y aparcamos más fácilmente. El Honda lo usamos muy poco en comparación. Solo si necesitamos hacer uso del maletero, que en el del centollo no cabe prácticamente nada.

Segundo inciso y segundo consejo: A menos que claramente necesitéis cambiar de coche porque tenéis un Smart o un cacharro de hace 20 años, esperad a que pasen los primeros nueve meses del bebé antes de tomar la decisión de comprar otro. Los agobios de archiperres, cacharros y adminículos infantiles pasan pronto y tal vez os sirva perfectamente lo que tenéis.

Aquí dentro rodamos con frecuencia dos adultos, dos niños y un perro

Aquí dentro rodamos con frecuencia dos adultos, dos niños y un perro

De hecho estoy convencida de que será el centollo el primer coche que Julia y Jaime recordarán. Es curioso lo de nuestros recuerdos infantiles de los coches de nuestros padres. Yo me acuerdo perfectamente, pese a ser muy pequeña, el Ford Fiesta color dorado de mi padre. Ellos también se pasaron a un coche mucho más grande: un Peugeot 505 que era como un barco, larguísimo. En aquella época no existían los monovolúmenes, los típicos coches familiares que ahora llenan las carreteras y garajes.

Ahora es cuando os confieso, desde mi ignorancia automovilística, los tipos de coches existentes para mí. Obviamente nada que ver con cualquier clasificación profesional:

  • Los coches de familia. Inconfundibles. Altos, frecuentemente con la posibilidad de tener más asientos de los 5 estándar. Esos en los que puedes imaginar perfectamente el DVD integrado para entretener a los niños. El Honda FR-V es un típico coche de familia. Hace muy poco he tenido la oportunidad de probar otro Kia diferente, el nuevo modelo de Carens. Otro coche de familia robusto y fiable en el que llevar perro, niños, abuelos y maletas de diferentes maneras, mucho más divertido de conducir que el que nosotros tenemos (pena que no estaba a la venta entonces).
  • Los barcos. Largos, más bajos. Berlinas de señor, también las llamo. Por lo que parece la opción ideal para aquellos que gustan de vehículos grandes y que, con frecuencia, ya no llevan niños dentro.
  • Deportivos. Ahí meto de todo, desde el Ferrari hasta el Hyundai Coupe. Así soy yo…
  • Albóndigas (con la variante «albóndigas volantes» cuando los vemos pasar a toda velocidad por la autovía). Es una denominación que no solo uso yo, varios miembros de mi familia la utilizamos. Son esos coches pequeñitos, desde mi Picanto hasta un Mini o un Smart pasando por el Clio, el 106, el Toyota Aygo y similares, que llevan primerizos al volante, gente que quiere aparcar fácil…
  • Los medianos. El segmento
  • Todoterrenos. Creo que es la única categoría en la que coincidiría con las revistas y páginas webs profesionales.
  • Esos que parecen todoterrenos pero no lo son. Creo que el nombre que le doy los describe perfectamente. Podrían parecer un todoterreno, pero son tan urbanos como las chicas de Sexo en NY. 

 

¿Qué hacer para que se entretengan en los viajes en coche?

Un viaje largo en coche puede hacerse muuuucho más largo si vamos con bebés o niños de pasajeros. Me atrevería a decir que casi cualquier padre reciente recuerda con horror determinado viaje en el que seis horas parecieron quince.

Los pobres se cansan de estar tanto rato inmovilizados en sus sillitas de seguridad. Es comprensible.

Recuerdo los larguísimos viajes a Asturias cuando yo era niña y lo que agradecía poder tumbarme en el asiento trasero, asomarme entre los asientos delanteros o cambiar de sitio para ver variar el paisaje.

Recuerdo ver a madres en el asiento trasero dando el pecho a su bebé o tumbadas junto a ellos.

Eran otros tiempos. Los coches no tenían siquiera cinturón de seguridad trasero. Lo de las sillas de seguridad sonaba a ciencia ficción.

Pero ahora somos conscientes de la importancia de estar bien sujetos en caso de accidente. Eso es bueno. Así debemos viajar siempre con ellos. Se salvan muchas vidas y muchas lesiones. Pero también se hacen más pesados los viajes.

Pero todos los padres recientes tenemos nuestros trucos para llevarlo lo mejor posible.

A nosotros nos gusta salir de viaje justo tras la comida, para aprovechar la siesta, o tras la cena. El ronroneo del coche les ayuda a dormir y si es un momento en el que su organismo pide sueño es fácil que trascurra gran parte del viaje con los niños dormidos.

También preparamos cuentos, pinturas y papel, algún juguete especialmente entretenido y comida de esa poco saludable pero atractiva tipo patatas fritas, gusanitos o chuches. Nuestro arsenal se redondea con unos cuantos discos de música infantil sonando a todo trapo.

«¡Mamá, esa música no, quiero mi música!» es algo que se suele oir en nuestros viajes cuando, saturados de Cantajuegos, ponemos alguna otra cosa.

Y en el último viaje tiramos también de portátil. Cargado con alguna serie infantil o simplemente mostrando las fotos y los vídeos de nuestras vacaciones distrae bastante. De hecho hay coches familiares que incorporan DVDs portátiles en los respaldos pensando en eso. Y conozco a quien usa el iPad enganchado al reposacabezas como medio de distracción.

Otra buena costumbre es parar con cierta frecuencia. Nosotros tenemos comprobado que un viaje de cinco horas hecho del tirón, algo que a un adulto le puede parecer muy asumible, a un niño le machaca. Simplemente parando una o dos veces a tomar algo y estirar las piernas lo afrontan de otra manera.

¿Cómo lo hacéis vosotros?

Niños solos en el coche, llamadita al 112

Así más o menos se titula el último post del blog personal de Armandilio, en el que cuenta que prefirió pecar de celo antes que seguir su paseo y dejar a dos niños pequeños dentro de un coche.

Creo sinceramente que eso es lo que hay que hacer. Y noticias como la de hoy, de dos ancianos muertos tras ser olvidados en una furgoneta, me lo recuerda.

Raro es el año en el que no hay algún caso de bebé o niño pequeño muerto deshidratado por quedarse a solas en un coche, por distracción o dejadez consciente de sus cuidadores.

Así que estoy contigo Armandilio, 112 al canto ante la más mínima duda. Probablemente alguno de esos casos no hubiera acabado así de haber llamado alguien al verlos…

Mientras realizaba la llamada, sonó la alarma del coche sin que nadie viniera, hecho que me reafirmó en la decisión de alertar de que dos niños estaban solos dentro de un coche.

Hablé con la operadora, que me preguntó las edades de los niños, dónde se encontraban, qué coche era, etc. y mientras le explicaba la situación apareció una mujer que se acercaba al vehículo con bolsas en las manos.

– «Perdona, que ya está, que ya ha aparecido la madre».
– ¿Ya ha venido la madre?
– Sí, sí, ya ha venido la madre – repetí delante de ella para que me oyera.

– ¿Pasa alguna cosa? – me preguntó la mujer.
– No, que he llamado a la policía porque como he visto a dos niños solos dentro de un coche al sol y no me ha parecido muy normal…
– Ah, bueno…, es que, he ido tres minutos aquí, a la panadería.
– No, si yo no te juzgo. Yo solo he visto dos niños solos en un coche y nadie alrededor, con unas llaves encima del techo, ha sonado la alarma y nadie aparece…
– Bueno, gracias – me dijo semiasustada por la situación.
– Bueno, coge las llaves, que las tienes ahí (la señora ya se metía en el coche sin ellas).
– Vale, uhmmm, gracias,…

Probablemente la señora se asustó un poco al oír «he llamado a la policía». No era mi intención asustarla, pero sí hacerle saber que dejar a los niños solos dentro de un coche no es algo demasiado normal (o al menos no demasiado recomendable) y sí era mi intención velar por la seguridad de esos niños (llamé pensando en ellos).

Al final pasó lo que era más probable que pasara, que apareciera la madre, se montara en el coche y se fueran todos tan contentos. Ahora bien, lo más probable no es lo que sucede siempre y son varias las ocasiones en que hemos oído en las noticias que un niño fallece al quedar olvidado dentro del coche.

Unos viajes muy largos

Ir en coche con un bebé recién nacido puede ser una odisea. O les encanta y se duermen nada más empezar a rodar, o berrean como locos y se retuercen queriendo salir de la silla de seguridad.

Y claro, no los puedes sacar. Tienes que intentar contentarlos como puedes o acabar haciendo el viaje a paso de procesión de tantas paradas como te ves obligado a hacer.

Mi peque tuvo las dos etapas: con dos y tres meses nos aguantó dos viajes de quinientos kilómetros sin rechistar y también hubo trayectos de diez minutos en los que tardamos una hora.

Ahora que es mayor le encanta ir en coche y va la mar de entretenido con sus cuentos, mirando el paisaje, con sus juguetes o el cantajuegos sonando y todos cantando a grito pelado.

La peque es otra historia. Si no se duerme estás perdido. Y entretener a una niña con cuatro meses recién cumplidos. Ya no recordaba lo que era un bebé a grito pelado y tú conduciendo de los nervios y buscando desesperada el primer sitio en el que poder parar con seguridad.

Y piensas que cuando nosotros éramos bebés los viajes eran sencillísimos en brazos de nuestras madres, aunque estábamos muy expuestos a los accidentes de tráfico.

No hay que volver a aquello, está claro. Pero estoy temiendo irme de vacaciones…

En el auto de papá (o de mamá)

Por su coche los reconocerás. A los padres recientes digo. Basta con echar un vistazo al interior para saber si ese coche transporta peques con frecuencia o no.

Lo más obvio es la sillita de seguridad, pero aunque la silla no estuviera, también habría pistas suficientes.

Cada coche tiene las suyas. En nuestro caso sería fácil llegar a la conclusión de que tenemos bebés observando algunos gusanitos en el piso del coche, los bolsillos de los asientos delanteros llenos de cuentos y juguetes para entretener los viajes.

Y si encendieran el reproductor de CDs sonaría el tercer volumen del Cantajuegos en lugar de U2 o Chenoa (por poner un par de ejemplos antagónicos de música para adultos).

En otros será el parasol de los lunnies o Pocoyo para los asientos traseros, la pegatina de bebé a bordo en cualquiera de sus mil modalidades o el espejito que se adapta al retrovisor para controlar lo que sucede en el asiento trasero que nosotros no usamos.

Desde luego nuestro coche por dentro ha cambiado bastante desde que no teníamos hijos.

Cuando no es el coche entero el que cambia claro, que esa es otra.

Malos impulsos

Seguro que no soy la única madre (o padre o abuelo) reciente que ha sentido la tentación de sacar las llaves del bolso y decorar a fondo un coche fatalmente aparcado.

Nunca lo he hecho y nunca lo haré. La cosa se queda en acordarme de los muertos del tipo incívico que lo ha dejado en medio de esa manera.

Pero confieso tener esos malos impulsos.

El viernes pasó de nuevo: volvíamos a la una y media de la tarde con un sol de justicia camino a casa. Llevaba el carrito con Julia dentro de mal humor porque comenzaba a tener hambre y la patineta anexionada con el peque encima.

Íbamos sin sombrilla. Como ya dejásteis dicho en los comentarios de un viejo post, todas las sombrillas de carro que conozco son una castaña (se giran, no se orientan bien…). Así que andaba buscando constantemente las aceras de sombra.

Y ya muy cerca de casa, resulta que la acera de sombra era impracticable por culpa de un Seat Toledo allí encaramado.

Con la patineta no es precisamente fácil echar marcha atrás o salvar bordillos grandes, pero tuve que hacerlo como pude. Lo mismo un abuelete con bastón y poco equilibrio que venía tras nosotros.

Por que claro, el señor del Seat Toledo podía haber aparcado al otro lado, en la acera del sol que había sitio y no molestaba. Pero entonces al subirse al coche tendría que haberse tomado la molestia de encender el aire acondicionado a tope. Y eso es impensable. Mejor dejar a los peatones sin acera fresquita.

Un día me hartaré, olvidaré mis modales cívicos y desenfundaré mis llaves de justiciera y ya verán, ya….

Sólo me queda decidir el símbolo vengador que estamparé al estilo de la Z del Zorro. ¿Tal vez un chupete?

La seguridad de los niños en el coche y la campaña de la DGT

En todas las visitas de control de edad o vacunación que he hecho a mi pediatra o a mi enfermera de pediatría, siempre me han preguntado e insistido en la necesidad de que mi hijo viaje con una sillita adecuada a su peso, ya sea en trayectos cortos o largos.

En mi caso no hacía falta que lo hicieran. Yo no me subo a un coche sin ponerme el cinturón y mucho menos llevo a mi peque si no está bien asegurado.

Pero parece que es necesaria tanta insistencia: la verdad es que si te fijas bien en el interior de los vehículos, es relativamente frecuente ver niños sueltos dando botes en el asiento trasero o en brazos.

Igual que nos llevaban a nosotros nuestros padres en una época en la que ni adultos ni niños iban sujetos.

El 25% de los niños fallecidos de entre 0 y 13 años en accidentes de tráfico entre enero y octubre en España no llevaba ningún dispositivo de seguridad.

A mí me parece de traca que ésto siga sucediendo.

Si eres capaz de conducir un coche y tener un hijo, deberías serlo para comprar la sillita de seguridad correspondiente.

Y por eso me parece fantástico el polémico anuncio de la DGT. Dicen que equipara un accidente con el maltrato infantil.

Yo no estoy de acuerdo en que llame maltratadores a esos padres, lo que se dice precisamente es que no lo son pero sí son culpables de que el niño esté en esa situación por no haberle asegurado.

Aunque es verdad que busca ser duro como todas las últimas campañas de tráfico y para ello recurre a un tema sensible como el maltrato.

Hablaba con una compañera el viernes que decía que este anuncio le parecía mal, que podía hacer mucho daño a aquellos padres cuyos hijos hayan tenido un accidente sin ir sujetos.

Yo creo que esos hipotéticos padres tienen bastante drama encima. Con un hijo muerto o grave por no haberle puesto en su sillita de seguridad, poco importa un anuncio de televisión.

Y lo más importante. Estamos hablamos de una campaña de prevención, de concienciación, por tanto va dirigida a aquellos que no han tenido un accidente para que espabilen.

¿Qué os parece a vosotros?