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¿Los artistas que se dirigen a los niños están peor considerados?

Tuve ocasión de hablar con Juan D, la mitad de Ciudad Arco Iris, por el lanzamiento de un cuento que a Julia le ha encantado en el que se combinan canciones, bailes e historia. La única pega que se me ocurre (en realidad no lo es) es que es larguito y tiende a activarles. Es más adecuado para contarlo de día que de noche. Y ya aprovecho para recomendar en todas esas casas en las que la lectura de los cuentos es una actividad circunscrita a los momentos antes de dormir, que no hay ninguna ley ni maldición bíblica que impida leer los cuentos de día.

Portada del cuento de Juan D y Beatriz.

Portada del cuento de Juan D y Beatriz.

Me contó que, desde el primer momento, ellos quisieron tener una línea diferenciada que apostase por la calidad: “son canciones propias, hemos creado un mundo, nuestra propia historia”. Me habló con pasión de cómo ambos son los artífices de todo el proceso creativo, “unas canciones las compone Beatriz y otras yo. Yo hago los arreglos musicales de todas las canciones y Beatriz se encarga de la coreografía”. Y más allá del arte está el aprendizaje y para ello se rodean de psicopedagogos e incluso profesionales en educación especial.

Ambos son artistas. Beatriz ha estudiado y enseñado canto, ha hecho danza. Juan D me explicó que es músico autodidacta desde muy pequeño. Ambos saben de manera innata cómo tratar a los niños, tienen una especial afinidad con ellos. Y sobre todo: «Queremos perdurar y ser un referente, y para eso hay que hacer las cosas bien. Como los payasos de la tele, que hacían buenas canciones y siguen sonando modernos».

Explicándome el mimo que ponen, acabamos hablando de cómo para un artista parece que dedicarse a los niños resta puntos. Un cantante convencional que se dirige a un público adulto parece de entrada más serio, de mayor calidad, que otro dirigido al público infantil aunque no sea en absoluto así. Una pena. «Es cierto», me dijo «pero la culpa es en gran parte del propio gremio de artistas que se dedica al mundo infantil. Hay mucha gente que, como es para niños, no cuidan la música, ponen tres telas y cuatro globitos y creen que ya está bien. Pues no. Es una falta de respeto al público, a los niños y a sus padres, que luego nos repercute al resto».

Pero no son los únicos culpables. Coincido con Juan D en que también es responsabilidad de los padres no recompensar esa forma de obrar. Hay que premiar con nuestra presencia y nuestras compras a aquellos que se lo trabajan con cariño.

Los padres notamos perfectamente cuando un producto de entretenimiento dirigido a los niños está hecho con interés, con cuidado, con un mínimo exigible de calidad. Y eso no tiene que ver necesariamente con tener muchos medios. Yo he sabido, como cualquiera, cuando he tenido delante un espectáculo que había dicho “total, son niños y no se van a dar cuenta”. Lo que mis abuelos llamaban un “sacacuartos”.

¿Los niños también lo notan?
No lo tengo tan claro. Tienen menos bagaje, más ganas de pasarlo bien y menos capacidad crítica. Pero mi opinión personal es que, aunque disfruten con productos de baja calidad, sí que se dan cuenta.

Hablamos de la música, los personajes y las historias que llegan a nuestros hijos, a lo que más queremos. Ya va siendo hora de que nos hagamos valer. ¿No os parece?