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¿Cuánto cuesta un bebé su primer mes?

Jaime recién nacido.

Jaime recién nacido.

Tengo a tres compis que se estrenarán en la paternidad este mes de abril y a otra que lo hará en la maternidad en agosto. En ellos pensé cuando, estando en el trabajo, me llegó el cálculo que la Federación de Usuarios Consumidores Independientes (FUCI) ha hecho sobre el coste de un bebé durante su primer mes.

FUCI ha recogido el precio de «los productos que se podrían considerar indispensables cuando se produce el feliz acontecimiento, en un centenar de establecimientos comerciales de distintos tamaños a lo largo de la geografía española». Una vez recopilado  el rango de precios (que en algunos casos varía enormemente, ojo al cochecito de paseo) ha calculado la media.

Con todos esos productor que FUCI considera imprescindibles y con el precio medio, ha calculado que el coste medio de un hijo durante el primer mes asciende a 1.910 euros «cantidad que puede suponer los 2.500 euros en el caso de comprar otros productos no completamente necesarios como los intercomunicadores, humidificador, hamaca, extractor leche…»

Os dejo el cuadro de precios que han elaborado:Sin título

* El presupuesto para la ropa, unos 260 €, se ha calculado en base a una primera puesta del bebé, seis pijamas, seis bodies y seis conjuntos de ropa de calle.

Realmente esos 1.910 euros, como os contaba, suman el gasto medio. Pero qué pasa si lo que se suma es el gasto mínimo. No hay por qué comprar los archiperres más caros del mercado, creedme. Un cochecito de paseo puede durar entre uno o dos años (a veces menos) antes de pasar a una silla de paseo. ¿De verdad merece la pena desembolsar casi 1.000 euros?

Sumando los productos más baratos de la lista la cosa cambia y asciende a 1.155 euros (sumando los más caros son 2.645 euros).

Pero es que a mi parecer hay aún más ahorro posible. Muchos de los productos que ha estudiado FUCI yo no los usé ni los eché en falta:

  • La cuna me la ahorré gracias al colecho, con una barrera abatible de 20 euros me sobró hasta que pasaron a su propia cama.
  • Los biberones y la leche con lactancia materna exclusiva tampoco hicieron falta.
  • La bañera, lo mismo: usé el lavabo y un barreñito. Cuando eran más mayores me metía yo con ellos en la bañera, yo era su soporte y pasábamos un buen rato juntos piel con piel.
  • La silla de seguridad del coche al principio era la maxicosi que venía con el carrito, que con Jaime fue heredado y con Julia de los baratos. La que compramos fue más adelante y más crecedera.

Es decir, que en mi caso el gasto (sin contar con que haya regalos o herencias) ascendería a 826 euros. Y la trona no es que sea imprescindible el primer mes, aunque no la he restado de mis cuentas. Recalco: sin contar regalos y herencias, más de mil euros menos del cálculo medio.

Otro cálculo interesante que se puede hacer es el del gasto mensual en pañales, cremas y demás, dejando los archiperres aparte. Si hacemos eso, con los precios de FUCI (aunque mucho me parece 26 euros en cremas al mes la verdad, yo con Julia apenas las usé y tiene la piel mejor que Jaime) la suma de toallitas, pañales, cremas, leche y biberones es de 173 euros al mes. Si quitamos leche y biberones de la ecuación la cosa se queda en 112.

Eso me recuerda un post que escribí nada menos que en enero de 2008 con mis propios cálculos para un bebé de un año: ¿Quieres saber cuánto dinero cuesta un bebé al mes?. A mí me salía que en pañales, toallitas y cremas, usando primeras marcas y tirando por lo alto, el gasto mensual era de 79,36 euros. Y si se añade el precio de una dieta irreal enteramente basada en productos industriales (cajas de cereales, potitos, leche, fruta en tarro…) subiría otros 148,25 euros.

Por cierto, me resulta curioso del análisis de FUCI que en determinado apartados no haya un precio barato y uno caro. Hay mucha diferencia entre los pañales más anunciados y los de marca blanca o entre cremas.

Por último os dejo con las recomendaciones que ha elaborado la Federación de Consumidores Usuarios Independientes para ajustar gastos, todas de sentido común:

  • Comparar precios en los distintos establecimientos. Internet puede ser una gran ayuda para evitar los desplazamientos a los comercios más caros.
  • No ahorrar en materia de seguridad, este requisito es indispensable cuando hablamos de menores. Todos los productos deben cumplir la normativa vigente para evitar accidentes indeseados.
  • Acudir a los productos de segunda mano, que en muchas ocasiones están nuevos y en perfectas condiciones de utilización y seguridad.
  • En caso de tener familiares con hijos que ya no usen su cuna o trona, se pueden aprovechar y dar un segundo uso.
  • Aprovechar las ofertas 3×2, segunda unidad al 70% o al 50%, etc para la compra de pañales, toallitas y demás objetos de higiene.
  • Antes de comprar ropa es bueno esperar a ver que regalan la familia y amigos, o pedirles que cojan tallas un poco más grandes.
  • No dejarse llevar por la emoción. Pensar si realmente se necesita el producto, en su utilidad y si se le va a sacar partido.

Y ahora que cada cual haga lo que considere conveniente o pueda.

El peligro de colgar demasiado peso en la silla del niño

En el post de ayer, en un comentario, Carla contaba lo siguiente.

Ayer una chica con un carrito salía del supermercado con un montón de bolsas que fué colgando del manillar. Con la última bolsa el peso hizo volcar el carrito y el niño casi sale volando. Como hace frío iba sujeto con la funda del nido. Sino acaba en el suelo.

¿A qué madre reciente no le ha pasado tener demasiado peso colgando de la trasera de la silla de paseo, ir a sacar al bebé y ver con el niño en brazos como la silla se encabritaba mandando al suelo todo lo que llevaba colgado?

A mí unas cuantas desde luego. Pero la cosa puede ser más peligrosa de lo que parece.

El mayor susto que me he llevado con mi hija
fue precisamente por excederme usando la silla para llevar la compra.

Fue el verano de 2009, ella tenía unos seis meses, volvíamos de comprar en el coche con mi santo y su hermano. Como tenemos el garaje a unos minutos de la casa me descargó cerca del portal con la niña y yo colgué de las asas del carro tantas bolsas como pude. Tantas que Julia no era suficiente contrapeso. Cai en la puerta misma comencé a sacar las llaves con una mano mientras seguía empujando el carro con la otra, pero se me escapó. En un segundo el peso de las bolsas hizo que el carro se tumbara sobre sus ruedas traseras. Julia que iba dormida se despertó gritando asustada. Yo más asustada tal vez que ella la tomé rápidamente en brazos. No salió volando porque iba bien atada con un arnés de cinco puntos, si hubiera llevado sólo sujetas las piernas tal vez se hubiera deslizado hacia atrás dando con la cabeza en el suelo a través de la lona de la silla. No quiero ni recordarlo. Un par de obreros me ayudaron a enderezar el carro y a cargar las bolsas en el asiendo de la silla.

De verdad que fue un buen susto. Desde entonces me he pensado muy mucho cargar demasiado el carro. Nunca tanto como para que el peso del niño no lo compense, aunque sea cuesta arriba.

Y lo mejor, siempre que se pueda, la mochila que deja las manos libres. Julia tiene casi dos años y la ergobaby ha dado tan buen resultado que raro es el día que llevo su silla. Cuando no quiere ir andando, siempre tiene un hueco junto a mí.

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En la foto unos colgadores que han inventado para que se puedan colgar bolsos y bolsas en los carritos con manillar entero, sin asas.

Cuidado con las bolsas que cuelgan de los carritos de bebé

En un periodo muy breve de tiempo a dos madres recientes que conozco les han birlado la cartera de la bolsa del carro.

Sé que es algo que sucede con relativa frecuencia. Muchas madres recientes aprovechan la bolsa del carro para no tener que llevar encima su propio bolso. También es habitual que se cuelgue el propio bolso del carrito. Y es fácil que se despisten un momento, el niño reclame su atención, se sienten en una terraza poniendo el niño hacia ellas y el bolso hacia fuera…

Sobre los dos casos que conozco: uno era un centro comercial atestado de gente. En el segundo era una calle céntrica, tranquila, peatonal y con pocos viandantes. En ambas situaciones las madres estaban acompañadas de otro adulto, sentadas al lado del carro con sus hijos y al ladito del bolso.

Se despistaron unos pocos segundos y la cartera desapareció.

Así que ya lo sabéis, cuidadito.

Y ya que estamos, aunque no tenga que ver con la maternidad, cuidado también con esa costumbre tan femenina de entrar en el coche, ocupar el asiento del conductor y dejar el bolso de solitario copiloto sin bloquear las puertas. También conozco un par de casos en los que aprovechando un semáforo en rojo los cacos han abierto la puerta y salido corriendo con el bolso.

Los carritos en los portales

Ayer por la tarde, cuando regresamos del paseo con los peques, nos encontramos con una nota firmada por la comunidad que decía que estaba prohibido dejar carritos de bebé en el portal.

La nota ya no está. No la puso el presidente. Desconozco quien la colocó allí. Tal vez directamente un vecino molesto y demasiado impulsivo.

En cualquier caso en un par de semanas toca cambio de presidente y por tanto reunión, así que saldrá el tema seguro.

Como propongan votarlo creo que me va a dar la risa.

El tema me ha molestado. Y eso que la silla de paseo de mi hija jamás está en el portal. Ya me busqué una pequeñísima, que me costó bastante, para no verme obligada a hacerlo.

Y es que el ascensor, además de viejo, es diminuto. Si entran dos adultos, van a estar de lo más íntimos ahí dentro.

Pero es que para que la cosa sea más sangrante aún el portal es muy grande. Hay un hueco bajo la escalera en el que no molestan los carritos. No se ven desde la calle. No impiden para nada el paso.

Así que me fastidia porque la única explicación es que hay gente que es muy prepotente, que está muy aburrida o que directamente es mala persona.

Sólo nosotros tenemos niños. Ya ya he dicho que nuestra silla nunca está abajo. Hay alguna pareja joven sin hijos y sobre todo muchos mayores.

Y sí, alguna vez hay algún carrito durante un rato. Algún nieto que viene a ver a un abuelo, algún familiar o amigo con bebé de visita.

A veces las visitas han sido nuestras. Mi cuñada por ejemplo viene mucho a ayudarme. Cosa que le agradezco enormemente. Tiene un carro enorme y una niña de cinco meses.

No es raro que, como es para un rato, el carro se quede abajo y os aseguro que se va a seguir quedando cuando venga a verme.

La cosa es que hoy toca en mi portal, pero he oído esta historia muchas veces.

Creo que la ocasión en la que más me indigne fue cuando una de mis mejores amigas me contó que sus vecinos la increparon por dejar su carrito un rato abajo, viviendo en un tercero sin ascensor.

O cuando otros amigos se encontraron con vecinos molestos por los lloros de un bebé.

Os juro que no lo entiendo.

Buscando desesperadamente el carrito más pequeño del mercado

Cuando nació mi peque, como carrito para los seis primeros meses usé un Jané Carrera que me prestó mi prima.

Realmente cualquier carro que me hubiera prestado me hubiera servido: vivía en un tercero sin ascensor pero con un gigantesco cuarto de contadores en el bajo en el que dejar el carro y subir al enano en brazos. Además, yo sabía que viniendo de ella, no sería malo.

Pero ahora es distinto, la pasada primavera nos mudamos a otro piso algo más grande y con ascensor. El problema es que el ascensor es francamente pequeño.

Tuvimos que cambiar la silla de paseo de Chicco que teníamos por una Brevi Grillo, que es lo más pequeño que encontramos.

Y ahora que espero otro bebé, necesitamos encontrar un carrito diminuto para sus seis primeros meses. Lo demás es secundario.

En el catálogo de Prenatal no he visto ningún que encaje con las medidas del ascensor. Aún nos quedan unos meses para seguir buscando.

Pero nos vendría muy bien que me recomendárais carritos pequeños. ¿Sabéis de alguno?

Los carritos dan para mucho

He visto en varios blogs este carrito tuneado para simular un vehículo de Star Wars.

La verdad es que los carritos y los niños dan mucho juego en esto de los disfraces.

Hacía años, décadas, que no me disfrazaba. Me alegra haber recuperado esa costumbre con el peque, ya no recordaba lo divertido que era.

El año pasado nos presentamos de esta guisa que véis en el concurso de perros sin raza de ANAA.

Sí, ya sé, hubo un pequeño problema de diseño con los dos lados del carruaje que no se repetirá.

Y ya deberíamos empezar a pensar en cómo será el disfraz de este año.

¿Alguna sugerencia?

¿Que hiciste con tus trastos viejos?


No es extraño, por eso, que el objeto más extraviado en Parquesur sean carritos de bebé. Al final de la jornada suelen aparecer en el parking, junto al hueco vacío que ocupó el coche familiar, olvidados por descuido con las prisas de última hora. Así lo explica un miembro de seguridad.

Lo leí hace tiempo en un artículo del dominical del País sobre Parquesur, probablemente el centro comercial más monstrenco de España.

Y la verdad, no me extraña. Nosotros no nos lo hemos dejado en alguna ocasión de milagro, con las prisas y el agobio de tener varias bolsas y un bebé llorando entre manos. Lo que sí me sorprendería es que no regresen por ellos. ¡Con lo que valen!

¿O es una nueva forma de abandonar carritos viejos como a perros y abuelos? Tal vez eran padres desesperados con los trasteros a reventar.

La verdad es que con un bebé son muchos los chismes que pasan brevemente por tu casa.

Algo que te parece imprescindible, puede tener una esperanza de vida de un par de meses. No es plan de ir acumulándolos todos.

Muchos de los míos eran heredados y los he devuelto. Los que estaban bien o los presté/regalé a amigos o directamente los llevé a Cruz Roja. Alguno que otro ha guardado mi suegra, que tiene la casa más grande que yo. Por si acaso…

Los hay que los subastan. Hay un mercado de segunda mano enorme (lo de la foto lo he sacado de un anuncio de Segundamano).

¿Tú que hiciste con tus trastos viejos?

Los carritos «aquí estoy yo», segunda parte

El segundo tipo de carritos «aquí estoy yo» son los que más me horrorizan a mí.

Son los carritos decimonónicos. Esos carros enormes, siempre azul marino y con grandes ruedas que, en los modelos más puros, son de un sólo eje.

Suelen adornarse con sábanas con puntillas y grandes lazos a los lados: rosas si llevan una niña y azules si llevan un muchachito, por supuesto.

Cuando llevan un capazo es imposible ver a la criatura. En su versión silla para bebés mayores, los niños suelen ir ataviados de tiroleses y las niñas con nidos de abeja en el pecho y lazos.

Un atraso y un cantazo. Recuerdo el día que vi a un pobre padre sudar para desmontar uno de esos carros en dos piezas mas bien inmanejables que apenas cabían en el maletero del mono volumen.

Pero esta gente de los carritos se lo monta muy bien.

Yo decidí heredar el discreto y funcional carrito de mi prima mayor, un Jané Carrera, y cuando mi peque cumplió los seis meses compré rebajada una silla de paseo de Chicco de otra temporada.

Y así fue como descubrí que las marcas, muy cucas ellas, cambian más o menos radicalmente de un año para otro los colores y formas de operar de los accesorios para intentar complicar la existencia a los que queremos ahorrar (o hacer que nuestros familiares empeñados en regalarnos algo ahorren, que esa es otra).

Mi silla es amarilla y gris claro. La bolsa de la silla es gris oscuro. No pegan ni con cola. ¿Y qué?

En las fotos, el carrito Lord de Arrue y el Carrera Pro de Jané.

¿Qué carrito prefieres tú? ¿Vanguardistas, decimonónicos o normalitos?