No se puede tener todo. Mis hijos aún no lo saben, pero lo aprenderán como lo hacemos todos. No se puede tener todo en esta vida. Pero se puede ser feliz sabiéndolo.
Lo que es muy difícil es ser feliz mientras te empeñas en abarcar todo, en hacerlo todo bien en casa con los niños y en el trabajo, en ser una ‘superwoman’. Eso dicen en un estudio estadounidense que incide en que las mujeres que creen poder con todo tienen más posibilidades de acabar deprimidas y que me creo.
Es más realista pensar que se pueden tener muchas cosas buenas y hacerlo bastante bien, pero asumir que nos equivocaremos, que nos cansaremos, que se nos escaparan vivencias, que a veces se nos hará muy cuesta arriba llegar a casa después del trabajo y jugar, atender y educar a nuestros hijos hasta la hora de irnos a dormir, sin haber tenido ni diez minutos para sentarte en el sofá a ver la tele o leer un libro.
Tengo una amiga y sin embargo lectora que además tiene su propio blog: El diario de Superwoman y que en una vieja entrada contaba:
La primera vez que escuché hablar sobre el síndrome de Superwoman fue en este artículo del periódico El Mundo. Por aquel entonces tenía un lustro y dos hijos menos de los que tengo ahora y la cosa me pareció un poco exagerada. Somos la generación que creció escuchando que es posible tenerlo todo: estamos preparadas, llevamos toda la vida estudiando para ser reconocidas y desde luego, tenemos que tener ambiciones profesionales para serlo.
Cinco años y dos hijos más tarde me topé de narices con una tozuda realidad. El tiempo no es flexible a no ser que logres viajar a la velocidad de la luz. Siempre hay algo a lo que tienes que renunciar, siempre demasiadas cosas que hacer. No puedo ser la madre perfecta (tema del que hablaré mañana), la esposa perfecta, la ingeniera perfecta y la bussines woman perfecta, todo ello en la misma vida.
Yo no quiero ser una ‘superwoman’, no quiero vivir persiguiendo un imposible con el que soñaron otras mujeres. ¿Y vosotras?