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Cambiarás más profundamente de lo que crees si tienes hijos

Una conversación por correo electrónico con una amiga que es madre y que vive muy lejos me ha recordado otra conversación que tuve hace ya bastante tiempo de viva voz con una amiga que también es madre y que vive muy cerca.

Ser madre te hace cambiar más profundamente de lo que crees posible cuando te planteas tener hijos.

Ya hace tiempo hablé de las cosas que dejé de hacer tras ser madre, también de las que hago mucho más. Pero no me refiero a eso hoy. Hoy no se trata de si irás menos al cine o más al parque.

Creo que aquel que piense que seguirá siendo el mismo sólo que con otras rutinas y un bebé en la casa, se equivoca muy mucho.

Convertirse de hija en madre no es algo trivial.

Tras tener hijos se produce una transformación fundamental, que afecta a tus fibras más íntimas. Te hace ver la vida de otra manera, te altera tus prioridades vitales, te hace evolucionar…

Te pareces mucho a la persona que eras antes. Pero no eres la misma. Y es algo que ni siquiera te imaginas durante el embarazo. Como mucho lo intuyes.

Luego no digáis que no os he avisado.

¿Y convertirse de hijo en padre? Ahí no nos poníamos de acuerdo: imagino que depende de cada hombre, de su sensibilidad y de cómo viva la paternidad.

Toca cambiar de coche

Eso dice un amigo que es periodista especializado en motor. Que tener un bebé y cambiar de coche es todo uno.

De joven compras un coche sin pensar en que tendrás que meter un niño dentro, y luego te encuentras con un tres puertas incomodísimo o con un micromachine en el que no cabe nada, sobre todo en viajes largos.

Y mirando a mi alrededor (empezando por mí) la verdad es que tiene razón.

Yo me resistí, llegamos a hacer un par de viajes con el coche viejo, pero al final tuve que rendirme y buscar un coche en el que entrara carrito, bebé, trastos de bebé, nuestro perro (que no es pequeño) e incluso mi santo y yo y alguna maleta nuestra.

A los 25, cuando compré mi primer coche nuevo toda contenta, parecía que la maternidad me pillaba muy lejos.

Ilusa que era. Los años corren que vuelan.

Un consejo gratis: si estáis pensando en comprar un coche, tenéis más de 25 años y queréis niños, tened muy presente si entrará el carrito en el maletero.

Claro, que si tenéis 25 años y aún no tenéis hijos, dudo mucho que me estéis leyendo. Así que os tocará pasar por lo mismo…

Cosas que hago más a menudo desde que tengo un bebé

Cantar. A mi peque le chifla que le canten, como a todos los bebés imagino. Y yo le canto sin parar y en cualquier sitio superando mi miedo a hacer el ridículo.

Además me ha servido para recordar un montón de canciones infantiles que tenía casi olvidadas. Aunque también le canto Tahures Zurdos, La Quinta Estación, U2 o lo que haga falta.

Leer cuentos. Tampoco me acordaba de cómo se desarrollaba «El traje del emperador».

Ir a comprar. En el pasado muchas veces no iba hasta que la nevera no era un erial y estaba a punto de tener que usar el papel de cocina como papel higiénico. Ahora todos comemos mejor y más sano gracias al peque.

Dar abrazos, besos y caricias. Los últimos 16 meses he dado y he recibido más abrazos, besos y caricias que durante todo el resto de mi vida. Estoy deseando llegar a casa para que mi enano se me tire al cuello.

Quedar en plan tranquilo, sobre todo con los amigos que también tienen hijos.

Ver a la familia. Por que les necesito más y porque quieren ver al peque. Y sobre todo por que queremos.

Pasear. Prácticamente todos los días, haga malo o bueno, salimos sin rumbo, sin entrar en tiendas, sólo a pasear y relajarnos.

Jugar. ¿Por qué los adultos apenas jugamos si no estamos con niños? Tirarse por el suelo, hacerse cosquillas, jugar a esconderse, a hacer ruidos… cualquier cosa vale con tal de reirnos.

Y mi enano sólo tiene 16 meses, acaba de empezar a darse cuenta del mundo que le rodea.

La cosa promete ir poniéndose mucho más divertida.

Cosas que ya no hago o hago menos desde que tengo un bebé

Ir al cine. Iba mínimo una vez por semana, a veces dos. Desde que nació he visto tres películas.

Viajar bien lejos. Antes de tener al enano nos escapábamos cuanto más lejos mejor: China, Egipto, México… Ahora con él seguimos viajando mucho pero cerca: Cádiz, Asturias, Galicia, Sevilla…

Salir de marcha, sobre todo si es con nocturnidad y alevosía. Desde que tuve al peque la vez que más tarde llegué a casa fue a la 1:30, para encontrarme con el enano desvelado por no estar su mamá sentado ante la tele viendo vídeos musicales con su padre.

Ir al gimnasio, a danza del vientre, a dar larguísimos paseos con el perro, a yoga….

Pasar un fin de semana de sofá, tele y manta.

Acostarme sin saber qué haré el día siguiente. Tener un bebé es vivir con un horario o enmarronando a terceros si quieres improvisar planes.

Irme un día entero de compras sola o con amigas.

Ver la playa como un sitio en el que relajarse tomando el sol y leyendo un buen libro.

Siempre me repito que es temporal. Y sinceramente lo creo. Ya veremos.

En cualquier caso el peque lo merece y yo no me quejo, que reconozco que lo tengo mejor que muchas otras mamás.

Sólo tengo un bebé, una jornada laboral de lo más razonable y ayuda de mi familia.

Pero con más hijos, más horas de trabajo o sin familiares cerca, no quiero ni imaginar cómo debe cambiarte la vida.