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‘Ponysitters Club’, la apuesta de Netflix para los niños pequeños amantes de los animales

Este agosto Netflix ha estrenado una serie infantil de producción propia a la que le tenía echado el ojo hace tiempo. Me daba la impresión de que podría ser del gusto de mi hija y, tras verla juntas, os puedo asegurar que no me equivocaba.

Julia adora a los caballos. Es una fascinación que, por el motivo que sea, aparece sobre todo en las niñas, da igual el país. Lo tengo comprobado (en cierto sentido porque yo también fui una niña fascinada por los Caballos y lo mío no fue heredado). A muchas les gustaría montar a caballo y las que lo logran son mayoría en los clubs hípicos. Por eso hay tantos ponis y caballos en series pensadas para niñas, por eso Barbie y muñecas semejantes tienen caballo.

Pero volvamos a Netflix. Esa plataforma ya disponía de una serie ubicada en un club hípico que ya habíamos visto. Se titula A rienda suelta, este verano han estrenado la segunda temporada, y en casa también gustó mucho. Es una serie protagonizada por adolescentes, pero muy blanca, sin entrar casi apenas en amoríos y en la que no se cae en la superficialidad de otras series semejantes. La cosa va de montar a caballo, hacer amigos y desentrañar algunos misterios.

Ponysitters Club es más blanca aún. Rosa incluso diría yo. En este caso los niños protagonistas son aún más pequeños y también lo es su público objetivo. A partir de cinco o seis años la pueden ver sin problemas. En cambio, al adulto que pudo ver en familia A rienda suelta, es probable que esta serie le resulte demasiado infantil, demasiado plana.

La niña protagonista, Skye, tiene que luchar contra una dislexia que hace que le cueste mucho leer y escribir. Vive con su madre y su abuelo, veterinario retirado, en un rancho que rescata animales necesitados y les busca nuevos hogares. De hecho se llama Rancho Rescate.

El club que da nombre a la serie es una iniciativa de esta niña y tres amigos para recaudar fondos y hacer buenas obras. Uno de esos amigos es Ethan, un chico tímido y que dibuja muy bien; otra es una Trish, con visos de artista; y la tercera es Olivia, una estupenda estudiante que ayuda a Skye. A ellos se sumarán más niños, empezando por una vecinita brasileña Isabella, Shelby, que tiene un caballo en propiedad, o Kyle, un primo de Olivia en silla de ruedas.

Los niños de Ponysitters Club montan muy poco a caballo, pero los cuidan mucho. A los caballos y a todo tipo de animales que habitan ese rancho. Veremos pasearse conejos, cabras, burros… todos adorables en extremo.

Una serie amable y breve que seguro gustará a los niños pequeños que se declaren amantes de los animales, que son la mayoría.

La terapia ecuestre y los niños con discapacidad

Troteando.

Troteando.

Adoro a los caballos. Monté mucho cuando era niña y he procurado que Julia y Jaime se aproximen a ellos para ver si sentían por estos animales la afinidad que yo tengo. A Julia le encantan y en cuanto sea algo más mayor procuraré, si puedo permitírmelo, que aprenda a amarlos y a disfrutar con ellos. Jaime, en cambio, no ha querido ni acercarse a los caballos cuando los ha visto, pero es algo que tengo pendiente probar con él más en serio.

La terapia con caballos está ampliamente extendida en niños con distintos tipo de discapacidad. Sinceramente, no creo que vaya a ser la panacea en su evolución, salvo en casos muy concretos, pero sí que pueden disfrutar, entablar nuevas relaciones, experimentar nuevas sensaciones y enriquecerse mucho en el proceso. 

Pues bien, hay un proyecto de terapia ecuestre para niños con autismo en León que está haciendo mucho por 10 niños desde  2007. Me escribe la amiga de una madre que lleva a su hijo a esa terapia y me cuenta que necesitan costear las becas para que los niños continúen acudiendo en 2014. Quieren recaudar 5.000 euros y llevan casi 1.600. El proyecto se llama #Troteando y tras el enlace tenéis mucha más información sobre cómo ayudar. Os animo a ver el vídeo que han elaborado:

Este proyecto está promovido de forma conjunta por la Fundación Carriegos y la Asociación Autismo León. Ambas entidades colaboran estrechamente desde el año 2007 con un objetivo común: la integración de las personas con transtorno del espectro del autismo (TEA). Ante los buenos resultados del programa de terapia ecuestre, las familias apuestan por su continuidad.

El Centro Ecuestre El Caserío, de la Fundación Carriegos, fue el primer centro Equinoterapéutico reconocido como Centro Sanitario en España. En 2005 recibió la Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social. Por su parte, Autismo León, entidad fundada en León en diciembre de 2003 cuenta con la declaración de utilidad publica desde 2010, siendo actualmente la única entidad que proporciona servicios especializados para personas con autismo en la provincia.

Diez niños forman parte actualmente del proyecto Troteando. Una vez a la semana acuden al Caserío a una de sus actividades preferidas: estar con los caballos. Siempre siguen la misma rutina: trabajan los contenidos aprendidos tanto en casa como en el cole y otras actividades, establecen una rutina y trabajan los objetivos marcados entre todos.

Las específicas necesidades de las personas con autismo (comunicación, habilidades sociales e intereses) suponen un continuo e importante esfuerzo económico para sus familias. Por ello, iniciamos esta campaña de captación de fondos.

A cambio de las aportaciones, hemos establecido las siguientes recompensas. Queremos que formes parte del proyecto, y por eso hemos pensado en darte a cambio:

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