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Ojalá no hubiera niño en el mundo al que le faltasen los besos

Más de diez años de blog dan para mucho. También para hablar varias veces de besos.

Os he contado el momento en el que Jaime, con siete años y autismo, entregó espontáneamente su primer beso, mi niño de oro que entrega felizmente besos en la mejilla diciendo “puá” en cuanto se le piden. Os he hablado de cómo a mi hija no le gusta dar besos, como a muchos niños, y de la insistencia injustificada de muchos adultos por recibir esos besos infantiles, aunque sean obligados y a desgana y por tanto no valgan nada. Por eso también os hablé de que no deberíamos enseñar a los niños a aceptar las peticiones de besos y caricias de los adultos en contra de lo que sienten o les apetece.

He recordado la primera vez que intuyes la magia que puede encerrar un beso. También esos besos fugaces que sentimos el impulso de dar a nuestros bebés y niños pequeños, un momento de rapto, un impulso, una ráfaga de amor punzante. No poder evitarlo. Acercar el rostro a la cabecita de tu hijo, a su mano, a su carita y depositar un beso tierno, suave.

Os he explicado que no beso a mis hijos en los labios, porque no nace de mí. Pero que hacerlo si es con agrado y amor por ambas partes no debería incomodar a nadie. Igual que tampoco hay nada de malo en que los adultos se besen delante de los niños. Mostrarse amor con un beso y con  naturalidad es una forma de que nuestros hijos vean ante sí una relación normal de pareja. Y a los niños les da mucha seguridad ver a sus padres queriéndose.

Me dicen que este viernes, 13 de abril, es el día internacional del beso. Un día en el que os he resumido todo lo que os he ido contando respecto a besarse a lo largo de una década pidiéndoos que veáis los besos siempre como como una muestra de cariño que no hay que esconder; un precioso regalo por parte de un niño si nace de él darlo, y algo vacío si se fuerza o se exige.

Mejor para cualquier niño recibir demostraciones de amor que crecer en un entorno en el que no hay besos, no hay abrazos, no hay “te quieros”, en el que siempre es un invierno emocional.

Ojalá no hubiera niño en el mundo al que le faltasen los besos. Ojalá todo lo que vieran los niños de los adultos fueran gestos de amor.

FOTOS: (GTRES)

Carta a todos aquellos que exigen besos a los niños

(GTRES)

Sé que no hay nada malo, que lo único que quieres es demostrar afecto a ese niño. Tal vez pidas ese beso por una convención social sin más importancia a la que crees que es de buena educación que el niño aprenda a plegarse.

Para ti es algo automático, saludas y te despides con besos casi sin pensarlo. Así que, según ves al niño, te agachas buscando una mejilla tierna. Y es más habitual de lo que parece que el niño no reciba con agrado a ese gigante, tal vez desconocido, que se cierne sobre él. Se escabulle tras unas piernas de confianza, gira la cabeza, protesta, incluso llora.

No le gustan los besos. O no le apetece en ese momento o a tu persona. No te lo tomes como algo personal, simplemente respétalo. Eso de insistir en ser besado, de negociarlo, de llamar al niño antipático (o raspa o poco cariñoso) aunque sea medio en broma o de intentar comprar el beso con dulces o regalos, no es ni adecuado ni elegante.

Vale que no es agradable que le hagan a uno una cobra, aunque sea un niño de tres, siete o diez años, pero no pasa nada. Apechuga, sonríe y a otra cosa, que tampoco es para tanto.

De hecho, si te paras a observar a partir de ahora, lo mismo descubres que muchos de los niños que han accedido a besarte no lo han hecho precisamente con agrado. Se han dejado hacer, tal vez aleccionados por sus padres o abuelos que han querido inculcarles lo que creen que son unas buenas maneras obligatorias.

Que un niño esté bien educado es algo muy distinto a dejarse besar.

Es posible incluso que, si haces memoria, descubras que fuiste uno de esos niños que escamotean los besos, pero que tuviste que aprender a hacer de tripas corazón. Ojalá también te hubiera dejado en paz.

Cuando un niño quiere darte un beso se nota, créeme. Te rodea con sus bracitos y te besa feliz. Y es un regalo maravilloso que no puede ser forzado. Alégrate si te llega, que si es algo obligado, esa sensación de calidez no se va a producir.

No cuesta tanto preguntar antes de agacharse ante el niño aquello de «¿me das un beso?». Y si ves reacio al pequeño, se puede dar la mano, un abrazo o dedicarse una buena sonrisa.

Piensa que es bueno que nuestros niños sean capaces de rechazar las aproximaciones que no desean, que no les inculquemos que hay que plegarse a los deseos de besarles o tocarles de los adultos, que aprendan a reconocer las situaciones que no les agradan y hacerse respetar. Hay que ayudarles a pisar fuerte, no hacerles mas vulnerables.

¿Te incomoda ver que una madre besa a su hijo en la boca como ha hecho Hilary Duff?

Yo no beso a mis hijos en la boca. Les beso en muchos otros sitios, en la mejilla, en la coronilla, en la frente, en las manitas… Doy besos que suenan para hacer reír a Jaime; doy besos al asalto a Julia para evitar que me haga la cobra, algo que le divierte mucho; doy besos que cazan la fiebre y otros que velan los dulces sueños.

No beso a mis hijos en la boca.
No lo hago porque nunca me ha nacido hacerlo. No lo hago porque nunca recibí besos así de mis padres. No lo hago porque tampoco me he saludado nunca con piquitos con mis amigos.

No lo hago. No beso a mis hijos en la boca. Pero si lo hiciera, no veo qué habría de malo en ello. Miro la foto de Hilary Duff besando a su hijo de cuatro años en Disney y no veo más que una demostración de afecto. Pero esa foto ha desatado una (la enésima) polémica en redes sociales.

Es simplemente una demostración de amor maternal, no hay nada sucio ni sexual en ello y el que vea algo inapropiado y erótico en esa imagen tiene, como ha respondido la cantante, «una mente retorcida». Respecto a los que dicen que es antihigiénico. Ni vivir ni amar es algo estéril. Y tampoco exageremos, que no es precisamente un beso francés (que, obviamente, sí sería inapropiado), es simplemente un pico con los labios cerrados.

¡Qué puñetera manía de juzgar a los demás por chorradas! ¡Y qué polémicas más absurdas se montan online de tanto en cuanto! Como si no estuviéramos hartos de ver celebridades haciendo lo mismo que Duff, como si la cantante estuviera obligando a alguien a hacerlo.

Claro que todo esto engarzaría con otro debate distinto, que es el de la exposición de los niños en redes sociales para obtener más seguidores, más repercusión, tanto por parte de celebridades como de aspirantes a serlo. Pero eso es otro debate para otro día.

Mejor para cualquier niño recibir demostraciones de amor que crecer en un entorno en el que no hay besos, no hay abrazos, no hay «te quieros», en el que siempre es un invierno emocional

Y que besemos a nuestros hijos no quita que les enseñemos que no tienen que dar ni un besito a la fuerza, que no tienen que consentir contactos que no les agraden en ningún caso. Somos los guardianes de nuestros niños. Y eso también es otro tema.