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Un descubrimiento maravilloso cada día

la foto(7)Hoy le he explicado a julia lo que son los renacuajos, cómo las ranas ponen unos huevos de los que eclosionan unos bebés-rana que parecen pequeños peces negros. Esos bebés se esconden bajo las rocas del río (no, en el mar imposible, se morirían) para que no se los coman y, poco a poco, van apareciendo las piernecitas y los bracitos y achicándose la cola. Al final son una pequeñas ranitas perfectas que ya solo tienen que crecer y hacerse grandes, como ella.

Le he contado que yo, de pequeña, cogía renacuajos y los guardaba hasta que se hacían ranitas. Luego volvían al río. Es muy importante devolverlos al río. De hecho es incluso preferible hoy día no cogerlos y observarlos en su habitat. Y también que cada vez hay menos ranas porque los ríos están más sucios. Ha descubierto además que las ranas no solo son verdes, que las hay de muchísimos colores.

Youtube es una herramienta de descubrimiento fantástica, si se sabe usar.

Y a las pruebas me remito:

No es que quiera que Julia sea una experta en batracios. No nos ha llevado mucho tiempo, han podido ser diez minutos en total. Y no creáis que ha sido nada especialmente preparado: se lo he contado en el vestuario de la piscina. El vídeo lo hemos visto luego en casa.

Me encanta hacerlo, me gusta muchísimo descubrirle todas las  maravillas cotidianas que hay en el mundo. Esas pequeñas cosas que los adultos sabemos y pasamos por alto y que para ellos son casi magia.

Es un bonito propósito procurar explicarles el mundo en el que viven, gotita a gotita, día a día, aprovechando cuando ellos muestran interés por algún tema o contestando de la manera más ajustada posible a sus inquietudes.

Alguno hay que me dice que estoy creando una ‘marisabidilla’, prefiero creer que ayudo a que mi hija tenga una mente inquisitiva y predispuesta al aprendizaje. Tener interés por saber durante toda la vida es más importante incluso que saber.

Ojalá pudiera hacerlo con Jaime.

La opción de la educación en casa

Tengo un amigo que no ha tenido hijos pero que siempre dijo, desde hace muchos años, que si los tuviera les educaría en casa. Homeschooling lo llaman los angloparlantes, que tienen un idioma que se presta bien a ser retorcido y adaptado a las necesidades de un mundo tan velozmente cambiante como el nuestro.

Ya no creo que vaya a ser padre, pero no sé si imaginaba la de problemas que podría haberse encontrado de haber optado por esa opción.

Ya hablé una vez hace tiempo en este blog de ese tema de pasada, que resultó ser bastante polémico. Y llevaba tiempo queriendo dedicarle más tiempo.

La actualidad se me ha adelantado: este lunes hemos publicado una entrevista con los padres de un niño alicantino de doce años que recibe instrucción en casa de mi compañera María Salgado.

Si os interesa el tema os la recomiendo, igual que también merece la pena leer un tema titulado Cuando el colegio empieza en el momento que papá y mamá deciden de hace algún tiempo de otra compañera, Diana Sánchez, que hablaba con partidarios y detractores de este sistema.

Os dejo un fragmento:

Son los alumnos que estudian en casa, tutelados por sus padres, que han decidido no inscribirlos en ningún centro educativo. No existen cifras de cuántos son, aunque son muy activos en Internet, donde comparten recursos y vivencias; pero oficialmente no existen para el Ministerio de Educación.

Las razones que argumentan los padres para optar por esta forma de enseñanza son variadas. Algunos, como los que se engloban en Educandoenfamilia, buscan “una educación personalizada y completamente flexible en espacio, forma y tiempo”. Otros, como las familias reunidas en la Asociación para la libre educación, entienden que “la educación debe responder a un abanico de necesidades” y buscan cambiar el marco legal actual, de manera que esta forma de enseñanza reciba el reconocimiento del que goza en países como Francia, Inglaterra o EEUU, donde el homeschooling está ampliamente establecido.

La situación en España es de vacío legal. Por un lado, el ministerio de Educación “no contempla la escolarización en casa” y habla de “una escolarización del 100%” para justificar la falta de un registro de las familias que educan a sus hijos en casa. “La escolarización en España es obligatoria, lo dice la LOE, y además esta escolarización se entiende como relación con otras personas” explican a 20minutos.es desde el ministerio. Es decir, la educación sería sinónimo de escolarización, sinónimo a su vez de socialización.

Sin embargo, los padres apelan a la Constitución Española y a la Declaración de Derechos Humanos para hacer valer su derecho a elegir libremente la educación que consideren mejor para sus hijos. Estas posturas, aparentemente enfrentadas, provocan situaciones conflictivas y denuncias que se archivan, precisamente por la falta de regulación al respecto.

Hemos hecho una encuesta al respecto en la que las opiniones parecen abogar por permitir este sistema de enseñanza en casa. Un 41% están de acuerdo con esta opción, un 33% no y un 26% dicen que depende de la disponibilidad de los padres, lo que yo entiendo que es también un sí.

Yo creo que debería poder hacerse, siempre asegurándose de que el niño efectivamente está siendo instruido adecuadamente y socializado. Probablemente no valga para todos los niños ni para todos los padres, por mucho que tengan tiempo y conocimientos.

¿Qué os parece? ¿Estáis de acuerdo con la enseñanza en casa de los niños?

Que nuestros hijos sepan inglés: ¿la obsesión de los padres recientes españoles?

No es que lo diga yo, lo dicen estudios, empresas de recursos humanos, extranjeros que vienen a hacer turismo… el nivel de inglés de los españoles es entre regular y malo. Tampoco es un secreto la causa: un sistema educativo que no lo fomentaba, televisión y cine doblado, academias de inglés arcaicas y poco viaje a otros países en la infancia.

La cuestión es que ahora los padres recientes españoles, conscientes del grave inconveniente que es no aprender inglés convenientemente en la infancia, andamos como locos queriendo que nuestros niños lo hablen.

Buscamos colegios bilingües, clases de inmersión en inglés para niños pequeños (academias como Kids & Us tienen buena pinta), les ponemos el Clan y las películas de Disney en versión original, les cantamos en inglés e incluso les hablamos en inglés a ratitos.

Me da la impresión de que somos muchos los que vamos como pollos sin cabeza.

Me gustaría saber si vosotros estáis esforzándoos por enseñar inglés a vuestros hijos y de qué manera, sobre todo si estáis teniendo éxito.

Yo creo que voy a obligarme a hablar al menos dos horas dos días a la semana con Julia en Inglés. Y creo que lo voy a instaurar de manera oficial como en otras actividades tipo piscina.

Por ejemplo, los martes y jueves, de 17:00 a 18:00 jugaremos y cantaremos en inglés por mucho que mi acento no sea de Oxford precisamente. Y luego procuraré poner sin doblar a ratos los dibujos.

¿Alguna idea más que pueda aplicar?

Cuándo y cómo comenzar a aprender inglés

Veo un nuevo post (ultimamente se hacen de rogar) en el blog personal de Armandilio sobre cuándo deben los niños empezar a aprender inglés.

No puedo estar más de acuerdo con su exposición.

Os dejo con una buena parte de lo que cuenta (las negritas son mías) y con una preciosa canción infantil en inglés que me encanta ponerle a mis peques para que disfruten:

Un niño puede aprender sin problemas una segunda (o tercera) lengua desde pequeñito y, aunque suelen tener más problemas para iniciar el habla, pronto diversifican las palabras según la lengua que estén hablando.

Ahora bien, un niño puede aprender inglés de forma natural si tiene esa lengua como un idioma familiar (que lo hable el padre o la madre), si vive en un país donde hablen el idioma durante un par de años o más, si es cuidado por una canguro que habla inglés durante varias horas al día o si asiste a un colegio en que se impartan gran cantidad de materias (por no decir la mayoría) en esta lengua.

En cambio, un niño progresa muy despacio con el modelo de enseñanza actual en que los niños reciben una o dos clases de inglés por semana.

La misma UE, en el estudio que comento, afirma que “la evidencia sugiere que para el aprendizaje temprano, para que sea adecuado, no puede dejarse solamente en manos de los profesores y las escuelas”.

Os cuento una vivencia personal: En una visita a un colegio hace un año cuando buscábamos cole para Jon nos explicaron que los niños iniciaban las clases de inglés a los 4 años. Una madre se quejó al director de la escuela de que no empezaran a los 3 años, pues su hija iba a perder la continuidad de las clases de inglés que había iniciado en la guardería. A mí se me quedó cara de pajarito, claro.

El director respondió que la realidad es que este año empezaban inglés a esa edad por petición de los padres (antes empezaban en primaria), pero no porque aprendieran realmente demasiado.

En un estudio publicado hace dos años y realizado por la Universitat de Barcelona valoraron el nivel de inglés alcanzado en niños que habían iniciado las clases a los ocho años y en niños que habían empezado a los once años. El resultado fue que los de once años tenían un mayor nivel tanto en escritura como en conversación.

La directora del estudio concluyó que “en condiciones de inmersión los niños pequeños son como las esponjas, que absorben la lengua a su alrededor. Pero en condiciones de aprendizaje escolar su contacto con la lengua es tan reducido que no pueden absorberla”.

Resumiendo: aprender inglés es beneficioso para el léxico general de los niños, ayuda al conocimiento de otras culturas y permite entender la información que nos llega desde la mayor parte de rincones del mundo y, cuanto antes se empiece, mejor. Sin embargo para aprenderlo se necesita vivir con el inglés, como si fuera un idioma más con el que comunicarse.

Las clases semanales que tanto están solicitando los padres y que tanto publicitan algunas escuelas no son el método adecuado para aprender inglés.

Personalmente no veo ningún problema en que los niños pequeños hagan inglés si estas clases son divertidas y las hacen jugando, pero si no son así casi preferiría (yo, personalmente) que aprovecharan sus altas capacidades de aprendizaje para jugar (y aprender jugando).

Un paso atrás, para coger carrerilla

Alguna amiga, madre menos reciente que yo, me había hablado de las regresiones: de cómo un niño que ya domina un superpoder, de repente parece volver sobre sus pasos.

Pues bien. Ha ocurrido.

El peque era cuando comencé con este blog en noviembre todo un charlatán. El 9 de enero repasaba la lista de palabras que ya dominaba con 16 meses, y era bastante extensa: agua, papá, mamá, teta, no, sí, nene, caca, guau guau, peces…

Pues ahora, a punto de cumplir 22 meses, no dice nada comprensible. Parlotea mucho, pero en su propio idioma. Que se pueda entender, apenas dice «pá» y «má».

Está más ocupado en practicar el superpoder de la movilidad que en el de el lenguaje: corre por todas partes, trepa, salta, se tira por los suelos, se lanza contra la gente…

No me preocupa, ya acabará hablando. Pero me resulta curioso ese mecanismo de marcha atrás para coger carrerilla en el aprendizaje.

¿Ha tenido tu hijo regresiones de este tipo?

La pared no tiene culpa

Lo he visto ya varias veces: con amigos, en un familiar y en varias ocasiones con desconocidos en la vía pública.

La escena es casi idéntica: siempre sucede con niños muy pequeños, entre un año y medio y cuatro años.

El peque va corriendo sin mirar o jugando como un loco. Se pega un trompazo contra una pared, un escalón, una farola….

Con más daño que susto, empieza a llorar desconsolado.

Su madre le consuela mientras el padre le dice algo del tipo:

La pared te ha hecho daño. ¡Pared mala! ¿Quieres que papi pegue a la pared por haberte hecho daño? ¡Toma, toma y toma!.

Y ahí tienes a un señor hecho y derecho dándole sonoros cachetes al objeto inanimado en cuestión.

En ocasiones el niño se anima y arremete también a pataditas y con cara de asesino.

En todas las ocasiones me ha provocado el mismo estupor. Me reiría a carcajadas si no me quedara con los ojos como platos.

Mis padres eran de los que, una vez consolada, me decían «a ver si así aprendes a ir con más cuidado».

Tal vez por eso lo que a mí me saldría es explicarle que la pared no tiene la culpa de nada, que no pasa nada, que en esta vida se aprende tropezando.