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‘A silent voice’, una historia de lobos y corderos

En mi último post os hablaba de acoso escolar, de ser lobos o ser corderos, de que no quisiera ver a mis hijos convertidos ni en lo uno ni lo otro.

He leído en los últimos tiempos varias publicaciones que hablan del bullying desde diferentes perspectivas y narrativas distintas. Y tengo pendiente escribir más pausadamente de todas ellas, porque a través de la literatura también se puede aprender a ser asertivo, a identificar situaciones de riesgo y entender cómo reaccionar.

Hay sobre todo dos de las que en el futuro próximo habrá reseña. Una es El club de los Kakamonstruos, de Ana Coto. 176 páginas aptas para niños a partir de 9 o 10 años que se publicó hace justo dos años. Yo di con la historia de Marco y los monstruos que pueblan su colegio en el Festival de Fantasía de Fuenlabrada, dónde pude charlar un poco con su autora que, por cierto, estará este fin de semana en la Héroes Cómic Con de Madrid.

La otra es La lección de August, de Raquel Jaramillo, que se publicó en España hace pocos meses y aborda el bullying a un niño con deformidad en el rostro. En este caso una lectura para niños más mayores, como poco a partir de doce años.

No son las únicas lecturas recomendables, como os contaba. Queda claro que el acoso escolar nos preocupa mucho, cada vez más, y es tiene representación en la ficción. Si existiera algo así como un CIS con los motivos de preocupación de los padres, en la última década había escalado muchos puestos.

Hoy la protagonista va a ser otra obra, un premiado manga de siete tomos llamado A silent voice (Koe no Katachi) de Yoshitoki Ōima, que la editorial Milky Way ha publicado en España. Un éxito en Japón que también ha propiciado la existencia de una película.

La particularidad de esta historia, es que el protagonista que nos la narra es acosador y víctima a la vez. Shōya Ishida empieza siendo un lobo, un niño de doce años inquieto, que se aburre, que por pura carámbola se convierte en la pesadilla de una niña que llega nueva a su clase, una niña con discapacidad auditiva. La dulce y contenida Shouka Nishimiya no habla, solo emite ruidos extraños; lleva audífonos; los signos que conoce para expresarse nadie más los entiende e intenta usar sin demasiado éxito una libreta de comunicación. Ahí, en el acoso nacido de la discapacidad, está el otro aspecto diferenciado de estos libros.

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Álvaro López (Generación Ghibli): «La animación japonesa aporta diversidad y honestidad al niño»

¿Es Álvaro López Martín el mayor experto en Ghibli de España? Es imposible asegurar tal cosa sin margen de error, pero no me extrañaría si así fuera. Álvaro es el artífice del blog Generación Ghibli y de sus redes sociales, referencia indiscutible en nuestro país para todos los que disfrutamos con las películas procedentes de este estudio japonés con la impronta del artista Hayao Miyazaki.

No se me ocurre mejor manera de llegar a ser experto en cualquier materia que el camino del goce, que es el que ha recorrido Álvaro López. Un goce que se amplifica compartiendo pasión y conocimientos. Y no solo desde el blog y sus redes y desde colaboraciones en otros medios y páginas, Álvaro tiene tres libros publicados relacionados directamente con Ghibli: Mi vecino Miyazaki, Antes de Mi vecino Miyazaki. El origen de Studio Ghibli y, recientemente, El viaje de Chihiro. Nada de lo que sucede se olvida jamás (Ediciones Diabolo).

¿Cuántas veces has visto El viaje de Chihiro? ¿Es la película que más has visto? ¿Es tu obra de Ghibli favorita?
Perdí la cuenta. Sí, es una película que he visto muchas, muchas veces, pero no te sabría decir si es la que más. ¿Sabes qué pasa? Que tengo la manía de dosificar los visionados de las películas que más me gustan, para no machacarlas demasiado en mi cabeza, por lo que no las veo miles de veces seguidas, dejo un tiempo prudencial. Obviamente, escribiendo un libro sobre El viaje de Chihiro (y los libros anteriores sobre Studio Ghibli) he tenido que verla mucho y muy detenidamente. Pero la disfruto siempre porque es una película con muchísimas lecturas y detalles. Es mi película preferida de Studio Ghibli, aunque (casi) todas tienen algo especial que las hace únicas. Pero su director Hayao Miyazaki creo que llegó a la cumbre de su creatividad con ella.

El viaje de Chihiro está protagonizado por una niña. Ese recurso de acudir a la infancia o al menos a personajes muy jóvenes, poco más que niños, es una constante en Ghibli. ¿A qué crees que se debe?
El eje de Studio Ghibli es Miyazaki, y Miyazaki tiene una visión del mundo bastante pesimista, sin embargo no lo traslada a sus películas, al contrario: él promueve la esperanza en ellas, porque es consciente del mensaje que quiere enviar principalmente a los niños. Para él, en el mundo hay bastantes cosas que están mal, pero cree que los más jóvenes pueden cambiarlo. A través de sus películas trata de promover esa idea. Por eso sus protagonistas son niñas y adolescentes, porque quiere que se vean reflejadas en ellas, personajes que superan obstáculos y adversidades para finalmente evolucionar y creer que un futuro mejor es posible si luchan por él.

Pese a ese protagonismo no es una película infantil, al menos no para la primera infancia. ¿a partir de qué edad crees que es recomendable?
A través de mi blog Generación GHIBLI llevo más de siete años leyendo historias de aficionados de todo tipo, y también de gente que tengo alrededor, y me cuentan de todo en cuanto a la edad en la que los niños se fascinan por ella. Dos de mis sobrinos fueron fans absolutos teniendo entre 4 y 8 años, mucha otra gente me dice que la película de pequeños les daba miedo, especialmente la bruja Yubaba. Hay que tener en cuenta que estamos ante una película algo oscura y compleja en su forma, pero absolutamente recomendable para los niños en su fondo, con un mensaje magnífico para ellos que es necesario transmitir sobre el valor de ser una misma, la importancia del esfuerzo para conseguir algo, la amistad, la superación personal… Es una película muy honesta con los niños, y por eso es tan apreciada por los adultos.

Tienes dos libros previos, Mi vecino Miyazaki (2014) y Antes de Mi vecino Miyazaki. El origen de Studio Ghibli. ¿Cuál será tu siguiente proyecto literario?
Pues acabo de publicar El viaje de Chihiro. Nada de lo que sucede se olvida jamás con Diábolo Ediciones, en el que repaso detalladamente la película de Hayao Miyazaki, probablemente su obra cumbre, para que sea entendida en su totalidad tanto por los que la han visto decenas de veces como para los que no; y luego hay algunas ideas que veremos si se llevan a cabo. Siento no poderte decir mucho más, porque son cosas que no están confirmadas y el mundo editorial es complejo. De momento mi libro sobre El viaje de Chihiro está gustando mucho a la gente por los comentarios que me llegan y sus buenas ventas, y me quedo con eso, que para mí es lo importante en mi labor de divulgar la animación de Studio Ghibli en español y que sea cada vez más conocida, extendida y normalizada en nuestro idioma. Y, en cualquier caso, siempre nos podemos encontrar a través de mi blog Generación GHIBLI y sus redes sociales, donde estoy en contacto permanente con la gente.

La animación japonesa arrastra muchos prejuicios, muchos padres creen que es violencia y sexo. ¿Qué les dirías?
La animación japonesa es una forma de contar historias, por tanto no es posible definirla como un modo único de expresión. En la animación japonesa puede (o no) haber violencia y sexo, como puede haber amor, amistad, belleza, poesía, comedia, drama y todo lo que se pueda imaginar. Como lo hay en cualquier medio de expresión artística. Lo de que el anime es violento y sexualizado forma parte de una mirada muy restringida y prejuiciosa, por desgracia aún muy extendida. Te puedo poner ejemplos televisivos occidentales que todos conocemos: si Pocoyó no es lo mismo que Padre de familia, aunque ambas sean series de animación, ¿por qué van a serlo las series y películas de animación japonesas? En Japón se hace animación para niños, para adolescentes, para adultos, para todo tipo de públicos. Y, además, con estilos muy diversos.

Mi hija, que tiene 8 años, adora desde hace bastante a Totoro, Arrietty, Ponyo, Nicky… pero no ha visto Mononoke hasta este año. Justo estoy pensando en ponerle ahora Chihiro. ¿Qué películas de Ghibli recomendarías para iniciar a los niños más pequeños?
Para los más pequeños, Ponyo en el acantilado es una gran opción, una película de lo más inocente pero a la vez de enorme belleza, vistosidad y valores como el amor, la amistad y el cuidado de la naturaleza. Mi vecino Totoro es la película infantil por anotonomasia en Japón, pero es cierto que a niños muy pequeños puede asustarles un poco la estética de Totoro o el Gatobús (salvando esto en casos puntuales, encandila a cualquier niño). Haru en el Reino de los Gatos también gusta mucho a los niños de menor edad.

Después ya, para edades a partir de los 6 ó 7 años, podrían disfrutar perfectamente de muchas otras como Arrietty y el mundo de los diminutos, Nicky, la aprendiz de bruja, Porco Rosso o El castillo en el cielo sin problema. Desde los 8 ó 9 ya se podría probar con El viaje de Chihiro y quizás hacia los 10, La Princesa Mononoke si les gusta el estilo de Miyazaki, ya que esta es más compleja y seguramente haya que explicarle alguna cosa en su visionado, pero es una película tan apabullante y enriquecedora, que merece la pena. Sin olvidar Nausicaä del Valle del Viento, Susurros del corazón (recomendadísima, una oda a la creatividad), El castillo ambulante
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‘¡Yotsuba!’, un buen ejemplo de que el manga también puede ser para niños pequeños

De pequeña leía muchísimo. Muchos libros, pero también leía y releía una cantidad ingente de tebeos en diferentes formatos. Los libros de películas de Disney, mortadelos, súperhumores, zipizapes, al tío gilito y los sobrinos de Donald, tintines, Asterix, Súperlopez… de todo. Y todos los buenos ratos pasados leyendo bocadillos también contribuyeron a desarrollar mi amor por la lectura y a convertirlo en un hábito.

Más tarde llegó algo de Marvel y DC (aunque nunca he sido una fan acérrima ni mucho menos), las revistas Creepy compradas en el mercadillo de segunda mano y Ralf Konig. Luego me hice adulta y las novelas ganaron a los cómics, pero Maus sigue pareciéndome una obra maestra más apetecible que Proust y últimamente me ha dado por hacer incursiones en el manga.

Fruto de esas incursiones descubrimos en casa a Yotsuba, de Kiyohiko Azuma, que es en estos momentos uno de los personajes literarios favoritos de mi hija de siete años y la prueba evidente de que el manga también es cosa de niños pequeños. Y de adultos, porque tanto mi santo como yo también disfrutamos con las aventuras de esta niña de cinco años con el pelo verde.

Sobre el manga sobrevuela mucho prejuicio, pese a contar con obras que son auténticas maravillas con todo tipo de temática. A mucha gente la palabra manga le sugiere poco más que altas dosis de violencia y sexo junto a colegialas de ojos grandes. Claro que hay de eso, pero también mucho más. No hace mucho os recomendé aquí mismo una manga para adolescentes que contribuía a luchar contra el acoso escolar, Mi amigo Capricornio y las versiones en manga de clásicos como Hamlet o El Quijote. Y no es el único de los que he leído recientemente que recomendaría a chavales de instituto.

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‘Mi amigo capricornio’, un manga con el que trabajar el acoso escolar

Últimamente estoy muy japonesa. En mi anterior post os hablaba de las películas de animación procedentes de aquel país con las que más ha disfrutado mi hija de siete años, una recopilación que también es una recomendación para que podáis ver con vuestros niños. Son historias hermosas cuya calidad supera con frecuencia a muchas de las cintas infantiles de grandes estudios occidentales que nos meten a carretadas en los cines.

Hoy os traigo un manga de Otsuichi y Masaro Miyokawa editado en España por Milky Way Ediciones que he disfrutado leyendo este fin de semana y que creo que puede ser una buena herramienta para que nuestros chicos reflexionen sobre el acoso escolar, sobre si el papel que desean ocupar es el de meros observadores cuando vean a un compañero abusar de otro.

imageSe trata de Mi amigo capricornio y no es apto para los niños más pequeños. Lo recomendaría para chicos a partir de unos catorce años. Y no porque haya violencia o sexo, en absoluto, sino porque en él se lleva al extremo la situación de acoso, con un matón que acaba siendo asesinado, un suicidio en el aire y otro en el pasado.

Así es la sinopsis de la contraportada:

Una noche, Yuya Matsuda se topa con su compañero de curso Naoto Wakatsuki, que acaba de cometer un asesinato. Wakatsuki, agobiado por el horrible acoso escolar al que es sometido, acaba matando a su maltratador. El sentimiento de culpabilidad que atenaza a Yuya, que hasta ahora no había hecho nada para evitar ese acoso a pesar de haber sido testigo a menudo, le insta a tomar la decisión de huir con él. Una impactante verdad espera a los dos jóvenes al término de su huida. ¿Se cumplirá el predestinado desenlace…?

En Mi amigo capricornio también hay magia, un viento que sopla trayendo noticias del futuro que el protagonista querrá evitar, personajes conmovedores y un misterio a resolver, porque no todo es ni mucho menos lo que parece en este libro francamente recomendable que puede abrir la puerta a una buena charla.

Eso sí, tal vez la historia hubiera mejorado si mostrara algunos grises en el acosador, algunos claroscuros. Si ese personaje no fuera eminentemente un monstruo habría ganado en profundidad.

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«Fuimos nosotros quienes optamos por sacrificarlo a él para poder vivir seguros»

Son 224 páginas en edición rústica con sobrecubierta de 13×18 centímetros. Cuesta ocho euros.

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Las películas de anime son país para niños

Me gusta la animación japonesa, me gusta mucho. No soy ninguna experta, pero procuro ver todo lo que sé que tiene éxito y buenas críticas y no dejo que se me escape nada de los estudios Ghibli. Esa forma sutil de narrar, la estética, los personajes reflexivos incluso en la épica, el romanticismo sosegado, los desenlaces abiertos… me encantan.

No por nada a mi hija la llamamos desde que era bebé «princesa Mononoke».

Julia tiene siete años, así que aún es pronto para ver con ella La princesa Mononoke. Tampoco le queda mucho para disfrutarla, es una niña que no se asusta fácilmente ni tiene pesadillas, que está acostumbrada que organicemos en casa noches de cine en familia en las que hemos visto desde clásicos como Dentro del laberinto, Cristal oscuro o Los Goonies hasta estrenos que no están pensados para niños como El marciano cuando el proyecto de su cole iba del espacio.

Y también largometrajes animación japonesa, claro. Este fin de semana estuve viendo con ella un estreno reciente que tuvo mucho éxito en su país de origen, El niño y la bestia, de los mismos creadores de otra belleza que ya había visto con ella: Los niños lobo. Ambas, es cierto, para niños a partir de la edad de mi hija y que digieran bien el cine. A partir de los diez años ya las puede ver cualquiera.

Con frecuencia me he encontrado a otros padres recientes sorprendidos cuando lo cuento. Hay una creencia muy extendida por ahí de que la animación que viene de ese país es apta solo para adultos, por compleja, por su alto contenido en violencia y/o sexo.

Hay mucho de eso, claro que sí, Akira o Ghost in the shell no las veremos hasta dentro de muchos años. Pero también hay auténticas obras de arte que podemos disfrutar junto a nuestros hijos. Incalculablemente mejores que la enésima versión de Ice Age o Kung fu panda.

Si tenemos dudas sobre si se trata de una película indicada para nuestros niños, la solución es tan sencilla como verla nosotros antes a solas.

Pero cuidado, que engancha.

Os voy a dejar aquí las favoritas de Julia, todas aptas para todos los públicos. Si tenéis más sugerencias, aquí me tenéis.

Arriety y el mundo de los diminutos. Probablemente la que hemos visto en mayor número de ocasiones. Con una protagonista valiente, sensible, inteligente y que mide unos pocos centímetros. También un niño humano al que le duele el corazón. De los estudios Ghibli, pero no del genio Miyazaki sino de Hirosama Yonebayashi, que se estrenó en la dirección con esta película de 2010.

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Mi vecino Totoro. Esta sí es de Miyazaki y más antigua, de 1988. Solo con escribir esa primera línea ya tengo la cancioncilla de Totoro sonando en mi cabeza, y es probable que me acompañe media mañana en la redacción. Dos niñas, el entorno rural japonés y un mundo mágico y amigable. Deliciosa.

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Nicky, la aprendiz de bruja. Nicky y su gato buscando su independencia, entendiendo lo que es la amistad y viviendo un montón de aventuras al meterse a mensajeros. Miyazaki, 1989.

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Ponyo en el acantilado.Un niño pequeño (ve acabo de dar cuenta de que es el único varón protagonista del listado), que encuentra un pez que es mucho más de lo que parece. Una cinta marcada por el mar. Miyazaki, 2008.

PONYO

Nausicaa del valle del viento. De nuevo una protagonista femenina decidida y con recursos, piloto y exploradora. Un canto al entendimiento con la conservación del entorno muy presente. Tal vez requiera niños más mayores que las anteriores. Miyazaki, 1984.

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Hay otras películas que hemos visto juntas, no solo de Ghibli, pero estas son las que más le han gustado y las que creo que mejor pueden servir para iniciar a los niños. Y hay otras que me reservo para descubrírselas más adelante, como la terrible y hermosa La tumba de las luciérnagas, el último (y romántico) éxito Your name.

Creedme, la animación japonesa no es un nicho para frikis, también es país para niños.