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Hay niños que piden juguetes, hay otros que necesitan agua potable

Acnur está recabando fondos para poder abastecer Sahel de agua potable. Un euro equivale a 10 litros de agua y su objetivo es lograr un millón de litros. Les faltan 88.000 para obtener su objetivo. Me han pedido ayuda con la difusión de su petición de ayuda, así que aquí os dejo lo que me cuentan:

El Sahel es una zona geográfica que se extiende al sur del desierto del Sahara, va de lado a lado del continente africano, y abarca total o parcialmente Senegal, Mauritania, Argelia, Burkina Faso, Chad, Sudán, Eritrea y Mali. Y ha sido en este último país donde la guerra abierta entre el gobierno y los radicales islamistas ha obligado a más de 400.000 personas a dejar sus hogares y buscar refugio en otras zonas más seguras del propio país o en países vecinos.

Desgraciadamente, la inmensa mayoría de estos refugiados son mujeres y niños. Los hombres han permanecido en sus hogares para cuidar del ganado y de los pocos bienes que poseen y están siendo víctimas de todo tipo abusos por parte de los rebeldes, cuando no asesinados.

En el Sahel hace falta de todo, pero lo más urgente es agua potable. Porque la desesperación empuja a los refugiados a beberla de cualquier lugar o a obtenerla a cualquier precio: incluso teniendo que recurrir a la prostitución. Agua que además, al estar contaminada, es el origen de las enfermedades diarreicas que causan la muerte de miles de niños al día en todo el mundo. Se necesitan más pozos, y cada vez más profundos, porque los acuíferos están agotados en la zona; hay que reacondicionar los existentes, construir duchas y letrinas, y en último caso, llevar camiones cisterna, que tienen que recorrer cientos de kilómetros por caminos sin asfaltar, que cuando llueve quedan completamente anegados. Y esto en un territorio donde la seguridad de los refugiados y los trabajadores humanitarios está amenazada por los grupos armados que operan en toda la región. Se necesita agua ya, porque el número de refugiados crece sin cesar y esto invalida incluso los cálculos más pesimistas.

El objetivo del Comité español de ACNUR es conseguir 1 Millón de litros de agua potable, y para ello ha puesto en marcha una campaña de captación de fondos llamada Yo tambien tengo sed que cuenta con la colaboración de Elena Anaya, Anne Igartiburu, Maxim Huerta y Marta Etura que han prestado su voz y su imagen desinteresadamente a esta iniciativa.

La importancia de aprender a nadar

Casi todo los niños, por lo que he visto, son bichos bastante acuáticos. Les encanta estar a remojo, ya sea en la playa o en la piscina. Se meten con alegría en aguas que para nosotros están poco acogedoras de puro frescas. Y aguantan allí hasta que están como pasistas azules.

El mío al menos es uno de esos, y este año ha tenido un buen verano de piscina, con clases de natación (matronatación) incluidas.

Y estos meses se ha soltado mucho, tanto que ya nada con su burbuja. No muy lejos, no mucho rato, con un estilo muy particular, pero él solito que es lo importante.

También le encanta saltar desde el borde de la piscina a nuestros brazos.

Tanto le gusta el agua que seguiremos acudiendo a clases este invierno en la piscina municipal un día por semana. Además, creemos que es importante que aprenda a nadar bien lo antes posible, aunque sin forzarse.

Los ahogamientos son una de las principales causas de accidentes mortales en la primera infancia, y precisamente una de las recomendaciones que se suele dar para evitarlo es enseñarles a nadar.

No es la única claro: nunca hay que dejarles en el agua, aunque sea en la bañera con 20 centímetros de profundidad, sin vigilancia. En las piscinas que cubren hay que estar metidos con ellos, aunque lleven churros, burbujas, flotadores o manguitos. Si tenemos piscina propia, debemos cercarla con una valla de al menos metro y medio para que no puedan colarse allí en un descuido…

En una página de pediatría chilena hay un artículo titulado Los niños se ahogan en silencio que os recomiendo leer para ampliar información.

Mis padres tienen unos conocidos cuya hija de tres años (edad de máximo riesgo) se ahogó hace ya muchos años en la piscina que unos amigos tenían en un chalé. Bastaron cinco minutos de despiste: lo que dura un chiste.

Y a mí casi me arrastra la corriente de un río extremeño que no parecía gran cosa cuando tenía cinco o seis. Afortunadamente pude gritar antes de tragar agua y mi padre era un excelente nadador y saltó con ropa y todo a por mí. Me habían dicho que me quedase en la orilla y yo era una niña bastante obediente, pero vete a saber por qué ese día desobedecí.

La fascinación de nuestros peques por el agua es estupenda, verles disfrutar como patitos aprendices es maravilloso para cualquier padre reciente, pero también puede ser muy peligrosa.

El momento del baño

Si hay un acto especial en la rutina diaria que rodea a un bebé, es el momento del baño.

Hablando con distinta gente, todo el mundo tiene sus pequeñas costumbres en torno al remoje diario del niño.

Os voy a contar cómo es en nuestro caso y, si os apetece, pues hacéis lo propio.

Para nosotros el baño ha variado bastante desde su nacimiento hasta ahora, que tiene dos años y medio.

La primera razón es bastante obvia: su tamaño creciente. Primero le bañábamos en el lavabo. Al poco tiempo le pasamos a una bañera de plástico muy apañada que compramos en los chinos. Y cuando ya no cabía tocó el turno de nuestra bañera grande. Normalmente en esta última etapa me baño yo con él y sus juguetes.

El baño también ha variado en frecuencia: recién nacido le bañábamos a diario. En cuanto empezó a ser un bebé mayor empezamos a distanciar los baños, pueden pasar uno o dos días entre uno y otro, algo que nos recomendó la enfermera de pediatría ya que tiene la piel algo atópica y que le vino muy bien.

Pero hay algo que siempre hemos conservado: es un momento en el que estamos los tres: padre, madre y niño.

También la hora ha permanecido estable. Hay quien prefiere bañar a los niños por la mañana, cuando se despiertan, pero me da la impresión de que son los menos. Nosotros siempre le hemos bañado por la noche, antes de ponerle el pijama y cenar, cuando su padre ha llegado ya de trabajar.

Su padre es el encargado de que la toalla esté calentita en invierno y el receptor. También lo seca. Y a mí me toca el masaje con crema hidratante y vestirle.

No se quién disfruta más del baño, si él o nosotros.

Imagino que la rutina cambiará de nuevo cuando llegue la niña (hoy comienzo la semana 39), pero procuraremos que siga siendo un momento placentero para todos.

Otro truco para que los bebés se calmen

A mediados de diciembre os contaba en ¿Qué tienen que ver las campanas extractoras con los bebés? cómo conseguíamos calmar los llantos de mi peque durante sus primeros meses de vida con el ruido de la campana.

Más gente me ha hablado de trucos similares, con secadores, lavadoras…. que recuerdan a los bebés a los sonidos dentro del útero y les relajan.

Hoy mismo un padre reciente (gracias Armando), me ha mandado un vídeo en el que muestra una variación del mismo principio.

Y como es mucho más ecológica (el agua la puedes usar luego para fregar o regar las plantas), aquí la tenéis.