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«Una regla muy importante: los adultos no pueden jugar con tus partes íntimas, sólo si te tienen que curar o no sabes limpiarte»

No sé si conocéis a Aspasi, la Asociación para la Sanación y Prevención de los Abusos Sexuales en la Infancia, los medios de comunicación acudimos a ella con frecuencia buscando opinión experta. Entre otras muchas cosas, elaboran talleres de prevención para niños de entre 3 y 9 años y de entre 10 y 17, y justo este mes salen a la venta sus primeros dos cuentos, dos libros que emplean la experiencia de su impulsora, la psicóloga clínica Margarita García Marqués, para facilitar a los padres y tutores herramientas con las que abordar este tema con los niños.

Necesitamos instrumentos porque no siempre es fácil plantear a niños pequeños que existe algo como el abuso infantil, porque tememos empañar su maravillosa inocencia, pero como guardianes que somos de su bienestar estamos obligados a intentar dotarlos de conocimiento y estrategias.

Los cuentos son ¿De qué color son tus secretos? y Tu cuerpo es tu tesoro, el título de mi post está extraído de uno de los consejos que ofrecen en el segundo de los cuentos. Así explican desde Aspasi el motivo por el que los han creado:

Pretenden dar a los niños los conceptos básicos que deben conocer para identificar una situación de abuso, poner límites, contar cualquier cosa que les suceda y pedir ayuda».

Ambos están hechos desde la experiencia, la sensibilidad y el respeto a la infancia y su libertad, conociendo en profundidad las necesidades y carencias de este problema. Sabemos que los menores pueden vivir libres de miedos y sintiéndose capaces de reaccionar y buscar soluciones, siempre que les informemos con un lenguaje cuidado, adaptado a su edad y que les de fuerza.

Como apoyo familiar, los dos contienen una guía para madres y padres con consejos para la familia y dar respuesta a las preguntas y dudas que se puedan generar en los peques.

¿De qué color son tus secretos?, publicado por la editorial Sentir, estará a la venta en librerías este mismo sábado. Hay una presentación en Madrid, en la Casa del Libro de Fuencarral, el día 25 de mayo a las 12.

¿Tienes secretos? ¿Sabes de qué color son? Aprende con Alma cómo te hace sentir cada secreto, qué puedes hacer con ellos y con quién has de compartirlos.

El secreto y el silencio son los mayores aliados de los abusadores y la mayoría los utilizan para conseguir que los niños guarden silencio. Este cuento está creado para que los niños compartan los secretos que les hacen sentir mal y ofrecerles un espacio de confianza donde poder expresarlos.

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¿Qué hacer si un niño nos cuenta que ha sufrido abusos sexuales en el entorno familiar?

PREVENIR-ABUSO-SEXUAL-INFANTIL-5Existen los monstruos y caminan entre nosotros. Más temibles que la bruja que hizo morder la manzana a Blancanieves o aquella otra que quería devorar a Hansel y Gretel. Monstruos porque en lugar de proteger y asegurar la felicidad de sus niños, lo que hacen es utilizarlos para satisfacerse sin preocuparse de si están rompiendo por dentro para siempre a ese pequeño.

Los abusos sexuales a menores son demasiado frecuentes. Aún se esconden demasiados en el seno de la familia, aún demasiados quedan enquistados en niños que no hablan o en padres que lo solucionan a su manera, dejando de hablar y apartando al tío, primo o padre que lo hizo, pero sin denunciar. Y hay que denunciar, no se puede dejar ese comportamiento impune. Puede haber nuevas víctimas.

Las cifras son escalofriantes, según informa Prodeni, únicamente se llega a detectar entre un 10 y un 20% de casos de maltrato, y menos de un 5% en abusos sexuales. En esta asociacion hicieron un cálculo basado en el estudio de Félix López, de la Universidad de Salamanca (1996) sobre abusos sexuales a niños y niñas en España, cuyos porcentajes del 15,2% en niños, y 22,7% en niñas; porcentajes que son similares a otras investigaciones y de los que se pude extrapolar que más de un millón de niños en España sufren.

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Julia sabe que existen monstruos semejantes desde que era muy pequeña. Es una conversación que debemos tener, sin insuflar miedos innecesarios, sin alarmismos. Ojalá no fuera así, pero no queda otro remedio. De hecho con mi otro hijo es una charla que lamento no poder tener porque su autismo lo impide.

Mi hija sabe que nadie debe tocarla sin su consentimiento. Sabe también que puede contarme cualquier cosa y que si alguna vez encuentra a alguien que le dice que si me cuenta algo que hayan hecho me enfadaré, debe desconfiar de esa persona, porque no es verdad; sabe que no hay secreto que no pueda compartir conmigo, por oscuro que crea que es. Yo siempre la ayudaré, defenderé y protegeré.

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Y no sólo a ella, porque todos somos los guardianes de nuestros niños.

Pero… ¿Qué hacer si esos abusos se producen? ¿Qué hacer si llega un día y nos cuenta que ha sucedido?

Lo explica José Carlos Avenaño es abogado de Le Morne Brabant  y experto en estas situaciones.

Lo primero es acudir a un centro médico de manera inmediata, ante la mínima sospecha de abuso, sin dejarse influenciar por cuestiones de ningún tipo. El tiempo, explica, es fundamental en estos casos para que un médico pueda detectar el mínimo signo de agresión.
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Cuidado con los hombres de algodón de azúcar

Lo he descubierto por una amiga, una de mis lectoras más veteranas y también bloguera. «Sin miedos pero SIEMPRE alerta», decía sobre esta campaña de Unicef. Totalmente de acuerdo.

No es cuestión de volverse paranoico, pero hay que estar vigilante. Ya os he contado en alguna ocasión que a mí Jaime, por su autismo, me da especial miedo. Para un monstruo que desee abusar de un niño, uno con discapacidad está aún más indefenso. No puede hablar o no puede expresarse con claridad, puede que incluso le favorezcan sus problemas de movilidad.

Distintos estudios corroboran que los niños con discapacidad son más vulnerables. Uno de Nebraska con 50.000 participantes aseguraba que un niño con discapacidad intelectual tenía cuatro veces más posibilidades de padecer abusos.

Esos monstruos (me niego a llamarles de otra forma) a dos patas no tienen escrúpulos, pero no van por la vida con una camiseta que diga «soy un pederasta» o «soy un pedófilo». No tienen uno de esos rostros de malo de telefilme, que hace que les calemos desde el primer fotograma. Ojalá fuera tan fácil identificarlos. Pero como bien dice el vídeo, lo que es muy fácil es acceder a los niños.

Por eso no podemos bajar la guardia con nadie, por eso sobre todo hay que dar a los niños recursos para que sepan defenderse, hay que enseñarles a decir no, que son dueños de su propio cuerpo,  que pueden contarnos cualquier cosa y les comprenderemos y explicarles que los lobos feroces existen.

Cuidado con los hombres de algodón de azúcar. Uno de los peores se suicidó ayer, pero son legión.

Sí, es posible educar a los niños para que detecten cuando están sufriendo abusos. Por eso, la Asociación para la Sanación y Prevención del abuso Sexual Infantil (Aspasi) recomienda empezar a enseñar a los niños, desde los tres años, «desde que hablan», a reconocer lo que les gusta y lo que les molesta, que partes del cuerpo son suyas «con cosas sencillas, como cosquillas, y juegos» explica la psicóloga Margarita García Marqués.

Según la experta «la negación del problema y la creencia de que es algo que le puede suceder a otros niños, pero nunca a los nuestros, conduce entre otras cosas a bajar la guardia y descuidar uno de los pilares de la lucha contra el abuso sexual: la prevención familiar».




Los niños discapacitados sufren cuatro veces más malos tratos que los no discapacitados

Es un teletipo de EFE con el que me he topado y que confirma lo que ya había leído y oído con anterioridad. De hecho no solo sufren más violencia física, es que además son en mayor medida víctimas de abusos sexuales, sobre todo en aquellos niños con problemas para comunicarse.

Como siempre, hay seres despiadados caminando a dos patas. No existe un animal en el mundo capaz de tanta crueldad hacia sus congéneres como el hombre. Afortunadamente también hay seres humanos capaces de generosidad y entrega sin límite hacia los demás (os invito a leer este post, este y este del Blog Solidario que también alojamos en 20minutos.es).

Los niños que padecen algún tipo de discapacidad sufren actos de violencia con una frecuencia casi cuatro veces mayor que aquellos sin discapacidad, según una evaluación realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Según explicó hoy en rueda de prensa el experto en Discapacidad y Rehabilitación de la OMS, Tom Shakespeare, ese resultado se ha obtenido a partir del análisis de 17 estudios en los que se recogen datos de un total de 18.374 niños con discapacidad procedentes de España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Israel, Reino Unido y Suecia.

Los resultados del informe ponen de manifiesto que los niños con discapacidad son víctimas de alguna forma de violencia con una frecuencia exactamente 3,7 veces mayor que los no discapacitados, mientras que en el caso de violencia sexual los niños con discapacidad la sufren con una frecuencia 2,9 mayor que el segundo grupo de niños.

Se demuestra así que los niños con discapacidad son vulnerables a la violencia de una manera desproporcionada y que sus necesidades están desatendidas.

«Esto prueba con datos científicos lo que siempre habíamos sospechado», explicó Shakespeare, quien recordó que en todo el mundo existen 93 millones de niños con algún tipo de discapacidad.

El estudio preparado por la OMS se publicará en la edición de hoy de la revista médica «The Lancet».

Por su parte, el experto en Prevención de la Violencia de la OMS Christopher Mikton explicó que si bien la violencia contra los niños con discapacidad «ocurre en todas partes», en los países con ingresos medios o bajos los índices de discapacidad son más altos y los factores de riesgo más importantes, por lo que el riesgo de violencia «es probablemente mayor».

Explicó que existen estrategias para prevenir la violencia contra los niños con discapacidad, entre las que está retirar a los niños discapacitados de las instituciones de cuidado -donde se producen muchos de los abusos- y tratarlos en el seno de la comunidad.

Asimismo, recalcó la necesidad de destinar recursos económicos a las familias con niños discapacitados y generalizar los programas de enfermeras a domicilio para evaluar la situación familiar del niño y enseñar a los padres como suplir sus necesidades.

Mikton opinó que estas estrategias «ahorrarían a la sociedad muchísimo dinero».

Recordó que por cada dólar invertido, por ejemplo, en un programa de enfermeras a domicilio el retorno es de 3 a 17 dólares en servicios de asistencia que la sociedad ya no tiene que proveer en el futuro.

Esos monstruos que caminan entre nosotros

Me refiero a esos adultos que usan a los niños como objeto de su deseo sexual, forzándolos, engañándolos, traicionando su confianza, dejándolos tocados para siempre.

Los niños con discapacidad son una presa especialmente atractiva para muchos de esos monstruos de pesadilla. Los niños que tienen problemas de movilidad, de comunicación y por tanto de expresar lo sufrido o señalar al culpable, prometen una mayor impunidad.

Distintos estudios lo corroboran: uno de la universidad de Pensilvania de 2004 decía que el 18,5% había sufrido abusos sexuales, otro de la Autism society dos años más tarde hablaba del 13%. Otro de Nebraska con 50.000 participantes aseguraba que un niño con discapacidad intelectual tenía 4 veces más posibilidades de padecerlos.

Aún así es difícil conocer los números exactos. No olvidemos que muchos de esos niños no son capaces de hablar o tienen severas dificultades.

Una pesadilla que nos obliga a los padres a extremar los cuidados. Sin caer en la paranoia, hay que ser especialmente vigilantes y dar a nuestros hijos todos los instrumentos que podamos.

Ojalá fuéramos capaces de detectar a esos monstruos que caminan entre nosotros acechando a nuestros niños.

Si os interesa el tema os recomiendo el extenso artículo de Autismodiario.org titulado Abusos sexuales a niños con autismo y cómo detectarlos.



Somos los guardianes de nuestros niños

Sí, es posible educar a los niños para que detecten cuando están sufriendo abusos. Por eso, la Asociación para la Sanación y Prevención del abuso Sexual Infantil (Aspasi) recomienda empezar a enseñar a los niños, desde los tres años, «desde que hablan», a reconocer lo que les gusta y lo que les molesta, que partes del cuerpo son suyas «con cosas sencillas, como cosquillas, y juegos» explica la psicóloga Margarita García Marqués.

Según la experta «la negación del problema y la creencia de que es algo que le puede suceder a otros niños, pero nunca a los nuestros, conduce entre otras cosas a bajar la guardia y descuidar uno de los pilares de la lucha contra el abuso sexual: la prevención familiar».

Esos son solo dos párrafos de una noticia publicada hoy en 20minutos.es con motivo del Día Mundial contra la Prevención del Abuso contra los Niños. En esa noticia se facilitan diez consejos para prevenir o atajar estas situaciones desde el ámbito familiar, consejos elaborados por los profesionales de la Asociación para la Sanación y Prevención del abuso Sexual Infantil (Aspasi).

Os recomiendo su lectura, también la de los artículos que están enlazados en esa misma pieza. Casi todo es sentido común, pero no está de más darle un repaso.

Yo conozco tres adultos a los que, siendo niños (no niños pequeños, es cierto, pero sí niños aún), vivieron intentos de abusos sexuales. Y como suelen decir los expertos, eran familiares o personas cercanas, gente de la que los padres de esos niños jamás hubieran sospechado.

Saber de esos tres casos me hace sospechar distintas cosas: que es algo demasiado frecuente, que no es casualidad que los tres que hablan hayan sufrido sólo intentos truncados, que he conocido mucha gente que también los ha sufrido pero no es algo que confiese…

Sin volverse un paranoico por supuesto, hay que procurar dar a nuestros pequeños los instrumentos necesarios para defenderse: saber que no deben consentir caricias o contactos no deseados con los adultos, que deben desconfiar especialmente si esos adultos les amenazan o les hacen jurar que será un secreto entre ambos, que pueden contarnos cualquier cosa que un adulto haga y les violente…

Yo con Julia comenzaré pronto. Ya tomé nota hace tiempo, y os lo conté aquí, de que no conviene obligar a los niños a dar besos o abrazos a los adultos. Con ello les estamos enseñando a supeditar sus apetencias de contacto físico a los deseos de los mayores.

Y con Jaime, al que por desgracia no puedo dar esos instrumentos y que además difícilmente podrá contarme si algo sucede, tendremos que ser como halcones. No queda otra. Los niños con alguna discapacidad tienen una indefensión mucho mayor y hay monstruos a dos patas por el mundo que lo saben perfectamente.

Tendemos a pensar que algo así no puede pasarle a nuestros niños, que es algo que le pasa a los demás, que sucede en familias desestructuradas o poco vigilantes. No es cierto.

En nuestras manos de padres recientes está intentar prevenir esos abusos. Entre muchas otros roles, también somos los guardianes de nuestros niños.