‘Solo palabras’, un cuento para entender que ni el bien ni la felicidad son posibles sin respeto por los demás

Las palabras son mucho más que solo palabras. Evocan conceptos e incluso colores, describen realidades, nos ayudan a entender el mundo y a relacionarnos. Las palabras son, además, las protagonistas del último cuento escrito por María José Rodríguez e ilustrado por Marta Chicote cuya premisa es: «Las palabras tienen el poder de influir en el corazón ¿Qué pasa cuando una se pierde?».

El libro, en proceso de autoedición en Verkami y recomendado para niños a partir de siete años, se llama Solo palabras y puede aspira a ayudar a construir un mundo más tolerante y empático, en el que ser respetuoso con los demás para poder avanzar juntos. Unos valores que permanecen activos en muchas personas, pero que otras tantas parecen haber olvidado, contribuyendo a hacer de la sociedad un lugar más sombrío.


María José, este es tu sexto cuento, pero tal vez al mismo tiempo es el primero, ¿verdad? Cuéntanos cómo surgió.
M.J.R. Sí, efectivamente. Este cuento es probablemente el primero que escribí para niños. La idea surgió porque mi esposo y entonces novio quiso que participáramos en un concurso de cuentos. Trabajamos juntos un boceto inicial, jugando con las palabras; poco a poco comenzó a adquirir profundidad y perfilamos lo que fue la base de la historia. No ganamos, pero a mí me gustaba muchísimo el proyecto y sobre todo el potencial que tenía para transmitir. A partir de esa base comencé a desarrollar y pulir la historia y a explorar qué era lo que estaba buscando decir realmente. Y por supuesto tuve que buscar un ilustrador que me gustara, y Marta fue mi elección. Es muy perfeccionista y profesional en su trabajo, y sabía que iba a darle personalidad y dulzura a los personajes a partes iguales.

Todos tus cuentos tienen mensajes de tolerancia y respeto, pero en este tal vez sea el que lo dice de manera más obvia. ¿Es lo más importante que quieres transmitir a los niños?
M.J.R.  Es uno de ellos. La búsqueda de Respeto es, además de un objetivo en sí, una excusa para mostrar las “palabras importantes” (o algunas de ellas al menos). Esas palabras que son las necesarias para ser realmente feliz. Y, por supuesto, unas influyen en las otras de manera que no se tiene pleno alcance a unas sin la existencia de las otras. ¿Podría existir Amor sin Respeto? ¿Comprensión sin Respeto? ¿Verdad sin Valor? ¿Compasión sin Amor?. El Respeto está en la base de muchas palabras importantes. ¿Y cómo le explico esto a los niños? ¿Cómo podrían llegar a entenderlo sin palabras técnicas o conceptos abstractos? Dando personalidad a esos conceptos: ahora son personajes que sienten, tienen un problema y viven una aventura emocionante y llena de significado. Pero hay otros elementos fundamentales en la narración: los obstáculos, que son precisamente los que dan pleno significado a nuestras heroínas. En ellos los niños pueden ver cómo funcionan las palabras importantes, si se usan con el corazón. Entre los obstáculos, el más peligroso es sin duda El Bosque de las Palabras Huecas y las Frases Sin Sentido, también conocido como el Bosque de las Mentiras, el Engaño y la Traición. También tenemos el Páramo de los Signos de Puntuación, que representa el miedo, el Muro de la Ignorancia, el Río de la Indiferencia y, por supuesto, la Casa del Olvido.

¿Marta, cómo ha sido el proceso de creación del cuento junto a María José?
M.C. Ha sido bastante cómodo. Algo que me parece muy importante es que ambos autores nos demos libertad para expresarnos, cada uno en nuestra parte y con lo que sabemos: ella con los textos y yo con las ilustraciones. Así es como salen los proyectos bien hechos, si hay sintonía entre ambos autores. Aparte, ambas hemos también sido abiertas para dejarnos aconsejar por la otra: MariJose ha opinado y me ha aconsejado en algunas ilustraciones para mejorarlas de la misma manera que yo la he aconsejado cuando había algún texto que creía que también podía quedar mejor de otro modo. Así todo el proceso es algo muy enriquecedor y el resultado, sin duda, va a ser mucho mejor. Cuando haces un trabajo de coautoría tiene que haber muy buena disposición por parte de ambos autores porque el resultado no va a ser el trabajo de uno ni el trabajo del otro solamente sino la unión del trabajo de los dos.

¿Qué es lo que quieres que transmitan tus ilustraciones?
M.C. Pues es muy difícil para mi responder a esta pregunta… No tengo una intención clara de que quiera que transmitan algo en especial. Sí que necesito que expresen lo que en cada momento busco que transmitan: a veces paz, a veces enfado, a veces ternura, a veces quieres reivindicar algo… lo que sí quiero, lo que sí que es interesante, es que «funcionen». Pero en general simplemente dibujo como siento en cada momento e imagino que luego a cada persona que la vea le transmitirá algo diferente porque luego cada persona es un mundo. Quizás, aunque suene egoísta, cuando trabajo lo que necesito es que me llene a mi, que yo crea que funciona. Soy muy crítica conmigo misma y necesito quedarme yo contenta con lo que he hecho. Que luego mis ilustraciones transmitan algo a la gente y gusten, ya es la magia de este trabajo y un plus que da muchísima satisfacción y hace que todo el esfuerzo merezca la pena.

¿A partir de qué edad lo recomendaríais?
M.J.R.  Lo recomendaría a partir de los 7 años, la edad de la razón. Pero el cuento crece a medida que crece el lector: los más pequeños disfrutarán y entenderán la aventura e intuirán los significados. A medida que crezcan el cuento ganará en profundidad y los significados se harán más evidentes. Para los adultos los significados serán mucho más profundos y se percatarán de que son temas de rabiosa actualidad.

¿Por qué las palabras son mucho más que simples palabras?
M.J.R.  De nuevo es un juego de palabras. No son “solo palabras” por que las palabras tienen un peso específico. Por un lado, no se pueden decir y pretender que no tienen efecto. Si dices algo con rabia, esa rabia puede herir al otro de forma que no se cierre la herida, y la relación con esa persona habrá cambiado. De la misma forma algo dicho con cariño puede cerrar heridas o predisponer hacia la comprensión. Por otro lado, cuando se abusa de las palabras sin decirlas con el corazón, su significado muere. Y las palabras vacías también hacen daño, quizás no tan evidente, pero es un daño real. Se nos puede llenar la boca pidiendo Respeto para nosotros y nuestras opiniones, pero si ese Respeto que pedimos no lo pedimos con educación, con respeto, estamos matando vilmente el significado de esa palabra. Es más, estamos engañando sin pudor a nuestros interlocutores, porque estamos usando el Respeto como excusa para lanzar nuestro odio a los demás. La convertimos en una palabra hueca y a nosotros en unos mentirosos. El significado de cada palabra depende en realidad de las verdaderas intenciones del que habla. Por eso el Bosque de las Palabras Huecas y las Frases Sin Sentido es tan peligroso: porque atrae a las buenas personas con esas palabras para usar a esas personas para exactamente lo contrario. Son palabras con el aspecto de las palabras importantes pero con unas intenciones oscuras. Cuidado con ellas. No nos dejemos engañar.

¿Cuáles serían tus palabras favoritas de este cuento?
M.J.R. Como podréis imaginar, una de ellas es Respeto, porque está en la base de muchas otras. Es la base de Amor y de Comprensión, por ejemplo. Es una de las palabras importantes y más en estos días, en los que parece que lo único importante es mi opinión y mis opciones, y las de los demás están equivocadas. Si no se ama con respeto, no se comprende con respeto, no se sabe compadecer con respeto, no se actúa con respeto o no se busca la verdad con respeto… no estarás amando de verdad, no estarás siendo realmente comprensivo, no podrás ponerte plenamente en el lugar del otro, no actuarás correctamente y no encontrarás la verdad que buscas (sino la que quieras encontrar). Y otra es Comprensión, por un doble motivo: por el saber y por el sentir. Cuando me aceptaron en mi primer laboratorio me hice grabar en un anillo de plata una frase dicha por un científico “Trato de Comprender”, que me gustaba por su doble significado. Soy científica y se me nota, me gusta comprender cómo funciona la vida y el universo. Y también estoy convencida de que el tratar de comprender al otro – sus motivaciones, su historia, sus opiniones- es el vehículo para que nos llevemos mejor a pesar de nuestras diferencias. No todo es “comprensible” por supuesto, pero nos sorprenderíamos de lo razonables que podríamos llegar a ser si escucháramos a los demás intentando comprenderles.

¿Alguna ilustración preferida? ¿Alguna que costara especialmente?
M.C. Sí, desde luego. Siempre hay ilustraciones que, como quien dice, salen solas y otras que se atascan y cuestan muchísimo. No sé la razón de esto, la verdad, pero da mucha rabia (risas). Una ilustración que salió a la primera y que me gusta mucho es la que representa a varias palabras cruzando el río sobre los hombros de Amor una encima de otra. Salieron solos los colores, la gama, la composición… es como si fuese fluyendo según la hacía. Apenas me hizo falta un boceto y ¡listo! En cambio, alguna otra se ha hecho de rogar bastante. Unas cuantas las tuve que repetir porque no me llenaban. La del muro, por ejemplo, la hice como me salió en ese momento, pero nunca me gustó. Y por más pruebas y bocetos que hice, no daba con lo que quería. Así que, la dejé como estaba porque no terminaba de dar con ella. Estuvo años de la manera en que la dejé hasta que, un buen día, y también porque me animó MariJose, la cambié y por fin, salió sola. Se ve que simplemente tenía que reposar. Al final una enorme mancha blanca cruzando la doble página representa al muro que divide, según nos dice el texto, dos paisajes diferentes y esto lo representé con una gama de colores muy diferente en cada uno de los paisajes: uno con colores fríos y otro con colores cálidos. Al final el resultado me gustó mucho. Pero me costó ¡vaya si me costó!

Me llama la atención que el cuento está dominado por colores muy fríos, al menos eso me parece a mí, ¿a qué responde?
M.C.  No creo que el cuento en general esté dominado por colores fríos (risas). Algunas ilustraciones sí son predominantemente azules, por ejemplo la ilustración de cubierta o la de la partida de las palabras, pero otras muchas no. En cualquier caso, no he tenido en mente darle una intencionalidad de colores fríos por alguna causa en especial. Cada ilustración me pedía, según el pasaje que quería representar, un tipo de tonalidad de acuerdo a lo que he querido expresar o hacer sentir con cada una. Cierto es que determinadas ilustraciones, si quiero representar según qué cosas, me piden colores más fríos o más cálidos. Pero, como digo, no he tenido preconcebida una intencionalidad de dotar de colores fríos al cuento.

Imagino que es complicado dotar de aspecto a las distintas palabras. ¿En qué te inspiraste para presentárnoslas de esta manera que, en ocasiones, a mí me da un aire al universo de Ghibli?
M.C. ¡Puf…! ¡Me resultó dificilísimo! El proceso de creación de personajes me llevó mucho tiempo y muchísimas hojas de bocetos y pruebas. Por increíble que parezca -quizás viendo que el resultado son unos personajes a simple vista muy, muy sencillos- llegar a ellos me costó un triunfo. Según leemos el texto, los personajes -que son palabras- parecen personas: hablan, sienten, se expresan, viajan y hacen todo como nosotros… Pero representarlos como personas me parecía como una opción fácil y muy evidente. No quería que fuesen personas, no son personas, son palabras ¿cómo las iba a representar? Otra opción fácil que me surgió en seguida era representarlas como animales. Éstos en todo el imaginario colectivo tradicional han representado siempre, en fábulas, cuentos e historias a los sentimientos, estados de ánimo, valores etc. que representan las palabras del cuento. Pero me seguía pareciendo una opción muy fácil y recurrente. Tanto en diseño como en ilustración, no puedes recurrir a la primera idea que te viene a la cabeza, Así que, tras muchas vueltas, decidí que tenían que ser antropomorfas, tener algunos rasgos que expresen los sentimientos o ideas que representa cada una de ellas y así es como llegué a ellas. Y sí… soy amante del universo Ghibli. Tengo especial predilección por El viaje de Chihiro y es evidente que uno de mis personajes favoritos, que me cautivó desde el primer momento, fue el Sincara. Creo que es evidente su peso en mi trabajo y ha sido una inspiración muy fuerte en él. Es un personaje antropomorfo, que se expresa de una manera muy especial, y te atrae e inquieta a la vez. Es maravilloso y me alegra muchísimo que haya podido quedar algo de él en mis personajes.

María José, eres una veterana de la autoedición, ¿qué te aporta esta manera de publicar?
M.J.R. En primer lugar independencia, puedo publicar lo que quiera sin que una editorial decida por mí si es correcto o está de moda. Se puede oír mi voz sin que tenga que depender de que otros decidan si merece la pena ser escuchada o no. Las editoriales hacen un gran trabajo publicando contenido de calidad, pero no tienen la capacidad de publicar todo el contenido de calidad que existe actualmente. Hay muchos autores de autopublicación que procuran que sus proyectos tengan una altísima calidad tanto en el texto como en la ilustración, pero no a todos se les puede dar salida desde las editoriales. Por otro lado la cercanía y el trato directo con los lectores es mucho mayor que publicando a través de una editorial. Literalmente son los lectores los que consiguen que un libro se publique y se suelen implicar directamente en conseguir que salga adelante. Esa sensación de apoyo y ese entusiasmo del lector no tienen precio, y desde luego son maravillosos para controlar la típica inseguridad del escritor!. Por eso pienso que el sentido de la responsabilidad hacia los lectores por parte de un autor autopublicado ha de ser incluso mayor de lo habitual: por esa implicación personal del lector, que no debería ser defraudada, y por una razón práctica: porque no hay filtros que te avisen de que algo puede ser mejorado o no está bien hecho, al no haber una editorial detrás. Tienes que saber respetar a tu lector y ofrecerle tu historia de la mejor manera posible, por tanto tienes que estar atento a todo lo que puedas mejorar.

¿Algún nuevo cuento en marcha del que quieras contarnos algo?
M.J.R. Hay dos proyectos en marcha, aunque no sé para cuándo estarán listos. Uno de ellos habla de la belleza que nos rodea y a la que deberíamos prestar más atención. Es además una historia de diferencias que se superan para conseguir un objetivo más elevado. La está ilustrando de nuevo Fernando Cascales, el ilustrador de Un Amigo Diferente. Y el segundo proyecto es un cuento más divertido, más ligero, aunque habla de lo que es verdaderamente importante en la educación de los niños y a quienes debemos estar agradecidos por el peso que tienen en esa educación. Pero está contado desde la perspectiva inocente y entusiasta de los niños, con un tono desenfadado con el que estoy muy ilusionada, la verdad. Lo está ilustrando Ruth Handayani, es la primera vez con esta ilustradora pero me están gustando mucho los bocetos que está haciendo para el cuento.

 

“Los parques infantiles han sido el primer espacio donde hemos sufrido una verdadera discriminación con nuestro hijo“

Los parques infantiles están siendo protagonistas de muchas noticias estos meses por si se abren o se cierran, por si se permite que los niños jueguen en ellos o si se clausuran para intentar frenar la Covid, frente a muchos hacen la justa reflexión de si tiene sentido que los niños se queden sin estos espacios de ocio mientras siguen abiertas las terrazas para disfrute de los adultos.

Los parques infantiles son importantes. Lo son, sobre todo, en las grandes urbes. Los niños necesitan salir, hacer ejercicio, explorar el entorno, jugar y socializar al aire libre con una libertad vigilada, con seguridad. Y en nuestras ciudades no abundan los espacios así.

Son importantes para todos los niños, también los niños con discapacidad, motórica, sensorial o intelectual, para los que con demasiada frecuencia estos entornos no son accesibles.

(EUROPA PRESS)

El pasado viernes Cermi publicó en su boletín semanal un estudio  que precisamente aborda esta problemática, la accesibilidad de los parques para los niños pero también para los adultos con discapacidad que los acompañan. Hablamos de un total de 3,8 millones de personas en España, un 8,5% de la población, que deben ser tenidos en cuenta también en estos espacios, que como bien dice el presidente de CERMI Comunidad de Madrid, Óscar Moral «son un espacio muy interesante de socialización de todos, en ese primer momento de la vida en el que los niños mantienen su mente libre de prejuicios».

Sandra Pereira, arquitecta que colabora con distintos colectivos relacionados con la discapacidad y autora del estudio, hace en su presentación una afirmación demoledora: «Los parques infantiles han sido el primer espacio donde hemos sufrido una verdadera discriminación con nuestro hijo. Ver cómo juegan los demás niños y no poder participar porque no se ha tenido en cuenta sus necesidades, puede implicar unos efectos psicológicos y emocionales muy negativos«.

Una adaptación que, según el estudio, no tiene que traducirse en un gato mayor, basca con «diseñar desde el principio con inteligencia» para asegurar los  puntos que se deben asegurar, destacando por ejemplo la necesidad de que esté delimitado para que los niños no se puedan escapar o desorientar; que facilite juegos con esperiencias sensoriales; también cooperativas y que animen al juego simbólico. El estudio incluye además un test con casi 30 preguntas al final para poder dilucidar la accesibilidad de un parque.

Ojalá siempre que se encarase la construcción o reforma de un parque infantil se tuviera en cuenta todo lo que Sandra Pereira apunta.  El juego es un derecho de todos.

‘Érase una vez’, un libro nacido del doble reto de hacer una ilustración y un microcuento cada día durante un año


‘Erase una vez, 365 ilustraciones que fueron cuentos’ es un libro nacido de un reto; es un cuento que son cientos; una agenda en la que ver, leer y soñar de la mano de las acuarelas de Esther Voltà y las breves historias con las que la cuentacuentos Patricia del Castillo las arropa. Es también un compendio de esfuerzos e ilusiones en momentos difíciles y un logro conseguido y aún creciendo en Verkami al que podemos sumarnos.

He querido traerlo para que lo conozcáis, para que comprobéis que no todo lo que nos ha traído 2020 es entre regular y malo y que desafiarnos a nosotros mismos, embarcarnos en nuevos proyectos, nos puede ayudar a alcanzar logros que ni imaginábamos, y nadie mejor para presentarlo que sus creadoras, Esther y Patricia. Os dejo con ellas.

Este es un cuento que nace de un reto, hacer una ilustración cada día. ¿Esther, por qué embarcarse en elaborar una ilustración al día? ¿Dónde encontrabas la inspiración?
En el mes de junio de 2018 conocí la historia de un ilustrador, David Litchfield, quien el 1 de julio de 2010 tomó una decisión, hacer un dibujo al día durante un año y mostrarlos al mundo a través de Internet, 365 Drawing Challenge se llamaba el reto. David, que hasta el momento se había dedicado a otra cosa, quiso hacer un cambio de rumbo en su vida, dedicándose a lo que realmente le apasionaba, la ilustración. Ocho años más tarde, el 1 de julio de 2018 me puse ese mismo reto, realizar una ilustración al día y publicarla en las redes sin saltarme ni un solo día durante un año, con este reto quería probarme a mi misma, probar mi constancia y fuerza de voluntad, y obligarme a reservar cada día una parte de mi tiempo para hacer algo creativo, aunque me dedico a la venta de productos ilustrados a veces me paso el día haciendo facturas, preparando pedidos y termina el día con la sensación de que no he creado nada… así me obligué a crear un poquito cada día, y en una técnica bastante desconocida para mí en ese momento, la acuarela

¿Patricia, por qué te sumas a escribir textos para cada ilustración? ¿Cómo nació esa necesidad?
Descubrí las ilustraciones de Esther por casualidad y al verlas sentí que esos personajes no estaban completos. Necesitaban tener una historia detrás, un pequeño cuento, que nos narrase algo más de ellos. Cada día era un reto porque no sabía con qué nos sorprendería Esther. Una vez que publicaba el dibujo lo miraba durante un momento y buscaba dentro mí lo que me gustaría que me contase y así surgían las pequeñas píldoras de cuento.

 ¿Hubo algún momento en el que el reto estuviera a punto de tambalearse? ¿Alguna anécdota?
Esther.
 Sí hubo días complicados, recuerdo uno en el que me encontraba fatal, tenía fiebre y estaba medio agonizando en el sofá diciéndole a mi marido: «¡El reto!, ¡Tengo que hacer el reto!». Y él me respondía: «No pasa nada si un día no lo haces, descansa». Pero vaya si lo hice, cuantos más días llevaba con el reto, más fuerte era mi compromiso conmigo misma para no fallar. Otro día estábamos de viaje con la familia y estábamos en una misma habitación los cuatro, recuerdo que llegó la hora de dormir de las peques y apagamos las luces para no molestar y yo sin tener mi ilustración del día, así que encendí la linterna del móvil y empecé a dibujar.
Patricia. Uf, yo tuve épocas de mucho trabajo en los colegios y algunas historias se atragantaron y fueron con retraso pero siempre tuve claro que quería acabarlo.

¿Cuándo y cómo ese reto compartido empezó a tomar forma de proyecto de libro?
Esther.
 Cuando Patricia empezó a escribir los microcuentos me enamoré de ellos pero no sabía si ella seguiría escribiendo esos textos o era algo temporal, esperé un par de semanas y al ver que sus historias eran constantes  contacté con ella y le dije que yo veía claro que de esto se podría hacer un libro, su reacción fue muy bonita y se ilusionó tanto como yo.
Patricia. Cuándo Esther me propuso terminar el reto e intentar convertirlo en libro no lo dudé ni un momento, me lancé a la piscina. Me pareció una idea fantástica desde el primer minuto.

No es un cuento convencional, a mi modo de ver son píldoras poéticas que invitan a la reflexión. ¿Cómo lo describiríais vosotras?
Son bocaditos de cuento que cada uno interpretará, dependiendo su edad y su momento de vida. Son pequeñas historias que invitan a ser tejidas por cada lector. Píldoras poéticas nos parece una definición perfecta.

¿Qué tipo de lector tenéis en mente?
Esther.
Yo siempre digo que es un libro para todas las edades, hay tanta variedad de textos y de temas que quizás en algunos un niño lo interpretará de una forma y un adulto le encontrará otro sentido, pero todos lo disfrutarán.

¿Cómo aconsejáis acercarse a este libro? ¿Tal vez disfrutando una ilustración con su texto al día?
Esther.
 Una forma divertida puede ser elegir cada día una ilustración con su texto al azar. Si no quieres que se te pase ninguna y las empiezas a leer ordenadas te aseguro que hay tantas que cuando termines de leerlas, si empiezas de nuevo, te volverán a sorprender. A mí me ha pasado, revisando ilustraciones y textos yo misma me sorprendo viendo ilustraciones de las que ya ni me acordaba y releyendo textos y volviéndome a emocionar.
Patricia. Hay tantas posibilidades como lectores. Habrá quién lo lea de salto en salto, otros lentamente deleitándose en los detalles, otros lo leerán día a día, o incluso estarán los que lo lean de una sola sentada. Todas son absolutamente válidas.

¿Hay alguna enseñanza en el libro o es tal vez en exclusiva un recorrido disfrutable por el arte?
El único fin de este libro es el de poder disfrutar de la literatura sin ninguna otra pretensión. Es un libro para degustar día a día. Un libro que invita a soñar y a perdernos entre las palabras e ilustraciones para dejar volar nuestra imaginación.

¿Hay alguna ilustración/texto que sea especial para vosotras?
Esther.
 Hay muchas ilustraciones muy especiales que siguen significando mucho para mí. Hay una luna llena con una niña y un gato encima; cuando la hice pensé «esta va a ser la protagonista de mi primer álbum ilustrado, una niña que vive en la luna» y en octubre de 2019 se publicó NONA, de Carambuco Ediciones, mi primer cuento. Otras ilustraciones las hice en función del estado emocional en el que me encontraba ese día. Sin duda la ilustración de caperucita es una de las más especiales para mí, por eso la elegí como portada del libro, esa ilustración y muchas otras con referencias de cuentos clásicos las convertí después en productos ilustrados que comercializo con mi marca.
Patricia. Hay muchas ilustraciones que tienen un gran significado para mí, las que muestran libros o la de la pizpireta Pippi. Pero si tuviera que elegir una sería la del hada.

Catorce ventanas abiertas a la diversidad del autismo

Entre abril y junio, entre el confinamiento y empezar a recuperar cierta normalidad que nunca fue tal, la asociación Autismo de Madrid estuvo recogiendo historias de personas con TEA y, sobre todo, de sus seres queridos, por la IX edición de su certamen de relatos Cuéntame el autismo. Relatos cuyo nexo en común era ‘Desde mi ventana’ y que nos ayudan a entender cómo ha sido, cómo está siendo, el tránsito por esta pandemia que tiene al mundo en jaque para las personas con autismo y sus familias.

Hoy se ha conocido el relato ganador, el poético El buscador de polvo de estrellas de María Elena del Río, madre de un niño con autismo de 7 años al que la arena le relaja, pero como los parques estaban cerrados, tuvieron que idear la manera de llevarle el brillo de la arena a casa.  Os dejo un pequeño fragmento:

Para que entiendas un poco sobre polvo de estrellas, coge un puñado de arena y déjala escapar de entre tus dedos. Aprende a escuchar su sonido al caer, al escaparse de tus manos, y trata de deleitarte con la relación del sonido-movimiento en cada grano caído; mira su resplandor pues refleja a las estrellas en sus innumerables cristales. A veces brilla como una piedra preciosa, y a veces es sólo opaca, pero con colores únicos en cada porción de arena que cae de tus manos, de tus dedos

Todos los relatos se han convertido en un libro para el que me pidieron escribir un prólogo que titulé  y quiero compartir con vosotros  hoy, invitándoos a leerlo para entender mejor la diversidad del autismo atisbando por catorce ventanas azules.

El libro que tienes en las manos es un recorrido multicolor, marcado por la pandemia que ha sacudido todo el mundo, que es el perfecto reflejo caleidoscópico de la variedad y complejidad de este trastorno. Las catorce vivencias que te aguardan ponen de manifiesto que la persona está antes que las etiquetas, que todos construimos nuestros propios universos y todos ellos son valiosos, algo que no deberíamos olvidar jamás.

A lo largo de sus páginas conocerás a Samanta, Javi, Petra, David, Ángel, Alicia, Ayla o Santi. También a sus familias: madres, padres, hermanos, hermanas y abuelos. Te identificarás con su forma de afrontar el confinamiento. Compartirás sus reflexiones, sus problemáticas, miedos y descubrimientos. Sobre todo comprenderás que el nexo que nos une es la búsqueda de la felicidad bajo cualquier circunstancia; una felicidad que aguarda en los pequeños detalles, en la capacidad de pararse, respirar hondo y apreciar lo que tenemos.

Así deberías afrontar también la lectura de este libro, sin prisa por terminarlo, poniéndote en la piel de aquellos que han hecho el esfuerzo de abrir sus ventanas, de dejarnos entrar en sus vidas. De esa manera podrás saborear lo distinto que es en todos los sentidos, humanos y literarios, cada hogar y cada corazón al que nos han permitido asomarnos.

Si lo haces así encontrarás textos escritos con la poesía propia de un buscador de polvo de estrellas, con la honestidad de un diario abierto bajo la luz de un faro, con la precisión de un registro de llamadas que van y vienen, con una primera persona desplazada y con el añorado sabor ‘proustiano’ de las magdalenas de los abuelos.

Solo la carencia absoluta de empatía impedirá que toda suerte de emociones germine durante su lectura.

El coronavirus lo trastocó todo. Igual que el autismo se cuela a sacudir nuestros cimientos, pero también a convertirse en maestro de resiliencia, en un aliado para entender aquello que realmente importa, que estamos aquí para aguantar a lomos del imprevisible dragón azul y disfrutar del vuelo.
Y si siete veces nos caemos, ocho nos levantaremos.

GTRES

«Necesito un mundo que se haga cargo de mi forma diferente de hablar» #SoloTartamudeo

Es causa de acoso escolar, de risas ajenas, de motes impuestos (Cacarlos), de insultos, de incomprensión y malentendidos («no estés nervioso», «tú tranquilo»), que arrastra prejuicios y estereotipos infundados («será que es un poco lento», «no podrá ser profesor»…), de discursos interrumpidos porque hacemos callar o porque terminamos por ellos.

Hablo del tartamudeo.

Hoy, 22 de octubre, es el Día internacional de la tartamudez. Y hoy os traigo una campaña de la Fundación Española de la Tartamudez que ojalá alcance toda la difusión que merece, porque ayuda a entender todo por lo que pasan las personas que tartamudean y lo importante que es que la sociedad cambie y limpie la percepción que tiene sobre ellos, una percepción con frecuencia injusta.

En el vídeo hay dos niños, Alejandro y Rocío; también una maestra, María Vigueras; y la veteranía de José Vicente Carretero. Por favor, escuchad lo que tienen que deciros. Un mensaje que es a la vez un recorrido vital y de aceptación que ojalá cale y que podría resumirse en el lema de la campaña de concienciación: «Cuando tartamudeo, solo tartamudeo», acompañado del hashtag #SoloTartamudeo.

Alejandro:

Querido diario: a veces no me salen las palabras. Pensaba que le pasaba a todo el mundo, la verdad. Pero alrededor mío siempre veo alguna cara rara y alguna risita cuando hablo. Si hubiera un ‘entrenador de palabras’ me encantaría ir. Se lo voy a decir a mis padres a ver si ellos saben algo, porque cuando sea científico y tenga que dar discursos, no quiero que me pase esto.

Rocío:

Necesito un mundo que se haga cargo de mi forma diferente de hablar y un altavoz para gritar. Si tartamudeo no es porque esté nerviosa. Si tartamudeo, no pongas en duda mis capacidades. Si tartamudeo, no es culpa mía. Si tartamudeo, no me cortes las frases. Si tartamudeo, solo tartamudeo.


María:

Con 20 años, de tartamudez, uno no se muere, más bien se convive. Deja huella, marca y moldea la personalidad. No eres tú, eres lo que ella te deja ser. Durante muchos años he ocupado el último lugar de la fila. Hoy dusfruto ocupando el primero, el de maestra. Y ya no odio escucharme, ya no me esfuerzo por no tartamudear, pero necesitaría que a ti tampoco te molestara, porque tu mirada crítica aumenta mi dificultad. En cuanto a mi trabajo, tranquilos, lo puedo desempeñar con la misma eficiencia que tú.

José Vicente:

Ya no busco tu aceptación, ya no necesito tu aceptación. Al fin soy libre de mi mochila y de tus prejuicios.Y he llegado hasta aquí, después de admirar el valor de mis palabras y de elminar el deseo de cambiarlas. Esto me llega cuarenta años tarde, pero me sirve sin con ello entiendes que cuando tartamudeo, solo tartamudeo.

¿Eres la misma persona tras convertirte en madre o en padre?

Lo sé, es una de esas preguntas que no tienen respuesta. Pero también es una de esas preguntas que, al hacértela, te invita a reflexionar, a intentar conocerte. Suele pasar que la persona sobre la que menos pensamos es precisamente la nuestra. Las cuestiones sin contestación clara no son estériles.

Lo planteé en redes hace un par de semanas. ¿Eres la misma persona tras convertirte en madre o en padre? Lo hice tras charlar con una amiga embarazada de su primer hijo, tras hacerlo con un amigo padre reciente. Somos los mismos, por supuesto, pero al mismo tiempo ya en el embarazo vas descubriendo que tener un niño es como si te reprogramaran. Evolucionas de una manera imposible de comprender hasta que no lo vives. De una manera que además es diferente para cada uno, que para eso somos individuos únicos.

Desde mi punto de vista el mayor cambio, una vez ha pasado el nacimiento y algo de tiempo para asimilarlo, creo que es darte cuenta de que no eres dueña de tu tiempo, que lo que haces y cuándo lo haces depende de cómo y dónde está tu hijo, es casi como tener conciencia de dos cuerpos. Si tu hijo no está contigo, sabes con quién está y donde, haciendo qué, en cada momento. En la mayoría de los casos esa sensación termina con la adolescencia de tus hijos, en el mío probablemente será así toda la vida, dado que Jaime es y será siempre altamente dependiente.

Yo sería una persona completamente diferente si hubiera escogido la senda de no ser madre. Sé que todo en la vida nos transforma, lo que estudiemos, qué parejas tengamos, en qué trabajemos, los golpes que te dé la vida… pero de verdad creo que nada tanto como la maternidad.

Si estáis a punto de descubrirlo, bienvenidos al viaje más sorprendente. Con todos sus vaivenes, dudas, limitaciones y malos ratos, si se afronta de la manera correcta aporta tanto que lo compensa todo, en todas sus etapas. Relajaos, si podéis, y disfrutad de todas ellas.

(GTRES)

@Psic_Jazz
No. Soy más fuerte, más creativa y descubrí miedos que ni creí que existían pero sin duda soy más feliz 😉

@Criando247
La maternidad me revolucionó y sigue haciéndolo. Sumado a ello, tener un niño atípico me ha convertido en activista, luchadora y ha impulsado mi creatividad. Me fuerza a revisarme continuamente, a cambiar la mirada, a ser más empática y solidaria; a aprender sin descanso.

@mercheborja
Yo creo que la misma persona sí. Mi vida es totalmente diferente y mis prioridades son muy distintas, pero en esencia -mis valores, creencias, las cosas que me gustan…- no han ambiado. A lo mejor tengo un poco de mala leche que antes no tenía, pero por lo demás….

@_Alazne_
Yo siempre digo que a todxs se nos va un pco la pinza sobre todo al principio. Cambias muchísimo y muy rápido.

@haddhar
No. Soy más más sensible, sobre todo a los dramas familiares. He desarrollado mucha paciencia, constancia y me he vuelto más pragmático y aprovecho mejor el tiempo. También soy menos divertido y creativo, más predecible y conservador, y más gruñón.

@TweetAna2
Si que cambias. Incluso antes de dar a luz. Yo intento ser mejor cada día para poder enseñar con el ejemplo, mis prioridades han cambiado y das mucha menos importancia a cosas que igual antes te preocupaban. Una parte de ti sigue siendo igual claro. En mi caso creo que soy mejor.

@GrettelGreene
Básicamente soy la misma de siempre, pero veo la vida de una manera completamente distinta y eso me ha hecho descubrir aspectos de mí, que desconocía

@PatriciaVeraG
Soy 90 por ciento distinta. Algo queda. El cambio ha ido a mejor, en mi opinión.

@VidasPixeladas
Toda experiencia te cambia un poco, un trabajo, una amistad, tener hijos, enfermar, etc. Nunca he sido la misma persona que ayer y no voy a ser la misma persona mañana, lo contrario me preocuparía, significa que no avanzo, no aprendo, no pienso. Soy la misma persona evolucionada.

@Metamorflosis
Yo creo que todo lo significativo te cambia (lo positivo y lo negativo también)… la esencia está pero uno va mutando…

@alfonsin
Eres la misma persona, lo que te cambia es la vida y el orden de las prioridades Cara sonriente con boca abierta y sudor frío

@josrame
Yo no me acuerdo, solo sé que desde los 20 años pienso en todo lo que hago, porque no estoy sola y mis actos y sus consecuencias las pueden pagar mis hijos, incluidos mis malísimas épocas de depresión y ganas de desaparecer, eran ellos los que me hacían no dar un último paso Rostro ofreciendo un abrazo

@madre_de_2
No, pero tampoco era la misma persona con 25 que con 20. Las experiencias vitales nos cambian. Si no me hubiera cambiado la maternidad me habrían cambiado otras vivencias. Quién sabe si para mejor o para peor Mujer encogiendo los hombros Yo creo que la maternidad me ha cambiado a mejor.

@justiammyself
Creo que si. Tener hijos me ha reafirmado en mis valores, en lo que le pido a la vida. No he cambiado mi forma de ser, quizas tengo mas paciencia. Eso do estoy mas cansada y a nivel mental mas lenta y mis hobbies estan en penultimo lugar. Asik modo de vida si forma de ser no

@mamaymas
Ni de coña. A veces me da una mezcla de ansiedad y lástima el haberme perdido tanto a mí misma, pero he ganado mucho a cambio. Según el día lo llevo mejor o menos mejor Cara guiñando un ojo

@elisabethmssz
No, no eres la misma persona, porque tus prioridades cambian radicalmente y tu mundo ya no gira entorno a ti o tu pareja, sino en q gira entorno a esa personita que depende de ti enteramente…

@mami_meeple
Sí. Salvo cosas. O sea que no. Se puede ser la misma persona a los 44 años que a los 29? Madurar te hace una persona distinta? O eres la misma pero más madura? Ains… qué bonitos interrogantes.

@TreceBicis
No no lo soy. Ahora me dan respeto cosas que antes no y me fijo en cosas que antes no, no todo yo ha cambido pero si parte de mis intereses y eso me hace distinto. Además ahora duermo mucho menos con los cual soy más irascible

@ulisesolg
·Eres diferente, es como una versión nueva. Que definitivamente te hace ver TODO diferente

@neferlp
La esencia está ahí, pero intento mejorar aspectos día tras día para ser un buen ejemplo. He cambiado cosas que nunca pensé que podría cambiar. Los hijos tienen el poder de demostrarte que nada es imposible, si le echas un par, especialmente si lo haces por ellos! Bíceps flexionado

El caos de los coles

«No va mal el arranque de los coles pese a la Covid», escucho a políticos y tertulianos, que ven como un éxito la vuelta a las aulas más extraña que nadie recuerde me atrevería a decir que desde el fin de la Guerra Civil.

Hombre, no está siendo una apocalipsis vírica que haya obligado a cerrar colegios a cientos. Si nos permitimos las generalizaciones, los maestros y el personal no docente de los centros están aprobando en el manejo como buenamente pueden de la situación pese a las muchas dificultades (hace poco fue su día, ánimo para todos ellos), y los niños están teniendo un comportamiento digno de aplauso.

En ese sentido es cierto que no va mal, pero a veces me pregunto si esas declaraciones las profieren adultos que tienen que bregar con la escolarización de sus hijos, con los grupos de whatsapp del cole, las circulares informativas de los centros y los mocos y toses infantiles.

Los coles siguen abiertos, prestando su doble servicio de educar niños y permitir a sus adultos que trabajen, pero también hay un caos en los coles formado por una legión de pequeños caos personales que están gestionando las familias como mejor pueden.

Solo en mi entorno, que no es tan extenso, la jornada continua ha sido fuente de todo tipo de problemas, como que no se ponga sin permitir votar a los padres, o que se vote y se decida casi in extremis obligando a nuevos bailes para conciliar. El comedor es otro escenario de guerra, porque no caben todos los niños, porque muchos se han quedado fuera por sorteo o por el orden de solicitud. Los cambios de horarios y lugares para entregar y recoger a los niños suponen aprender un nuevo juego de malabares para conciliar, sobre todo cuando tienes a un hermano en un ciclo y a otro en otro saliendo casi simultáneamente por puertas opuestas. Extraescolares que no se hacen, o se hacen ‘aburbujando’ niños y dejando a muchos fuera, obligando a recoger a los niños cuando a ti aún te quedan dos horas currando. La adaptación de los colegios para aligerar las aulas y mantener distancias se ha traducido en algunos casos en clases montadas en lugares poco apropiados, como un gimnasio dividido por colchonetas o un espacio cedido en alguna instalación municipal fuera del centro. Clases que se dan con las ventanas abiertas de par en par por aquello de la necesaria ventilación, que a ver cómo se sostiene cuando arrecie el invierno, y niños que se resfrían. Sobre decir que a ver quién manda un niño al cole con un poco de mocos y toses, aunque esté como una rosa.

Y no entremos ya en el caos de las cuarentenas y de las pruebas PCR. Las pruebas que no mandan, las que mandan y no llegan, las que mandan y tardan tanto que no tenía sentido mandarlas, con los profesores quejándose de que no reciben instrucciones sanitarias claras, que no les cogen el teléfono siquiera. Y tu vecina del 3ºA te cuenta que como su hijo pequeño estuvo con un positivo tenía que guardar cuarentena pero el mayor podía seguir acudiendo al cole; pero a tu compañera de trabajo le dejaron a los hermanos también cuarentenados. Y tu prima solo tuvo al niño una semana sin salir, pero a ti te lo enclaustraron dos… De nuevo, a ver cómo concilias con semejante berenjenal.

No va mal el arranque de los coles este curso pese a la Covid.  Eso dicen…

(Eduardo Sanz Nieto/EP)

“¿Mamá, quién es Mafalda?”

Estaba con mi hija en el coche, esperando que fueran las 17 en punto para que pudiera entrar en el polideportivo para jugar al voleibol con distancia, gel y mascarilla, al aire libre, cuando en la radio nos dieron la noticia: Quino ha muerto, el padre de Mafalda, el lúcido argentino universal que abrazó sabiamente el escepticismo y entendió que los niños no son menos que nadie

“Ha muerto Quino”, repetí para mí. “¿Quién es Quino mamá?“. “Un viñetista genial, el autor de Mafalda”. “¿Y quién es Mafalda?”.

Tras ver sonreír a mi hija de once años al mostrarle alguna de sus tiras, acabo de comprar el libro que las contiene todas para que ambas las disfrutemos. Mañana llegará a casa y no soy capaz de entender cómo no lo tenía ya en lo biblioteca.

Sinceramente, era mi obligación que mi hija supiera quiénes eran Quino y Mafalda.

Quino y Mafalda son cultura, sentido común, filosofía y risas.

No puede ser que nuestros niños crezcan sin conocerlos. No se me ocurre mejor homenaje al genial creador y mejor regalo para ellos.

Quino posa en su estudio de Madrid en 2018.
Firma: JORGE PARÍS

De niño a tiarrón (con autismo)

Jaime tiene autismo, que en su caso es severo, por lo que apenas pronuncia unas pocas palabras a su manera y necesita ayuda para casi todo: ducharse, lavarse los dientes, vestirse (si queremos que vaya con la ropa al derecho)…

Jaime tiene 14 años y ya pesa y mide más que yo. De hecho, además de superarme en tamaño también tiene más fuerza y lo sabe. A veces se para frente a mí, muy cerca, con nuestros rostros casi tocándose, y se ríe. No hace falta que diga nada, bien sé lo que está pensando: «¡Qué pequeña se me ha quedado mi madre!».

No tenía ninguna prisa porque pasara de niño a tiarrón. Intuía que íbamos a encontrarnos con nuevas dificultades y así ha sido.
Tiene buen carácter y suele ser obediente, pero cuando se rebela es más complicado controlarlo y esta primavera hemos tenido que recurrir por vez primera a la medicación. Los abuelos hace tiempo que no pueden echarnos una mano en su cuidado, es preciso ser joven, fuerte y con recursos, para evitar que un simple paseo por la calle suponga un riesgo si decide pisar la carretera. Su afán por hacer nudismo en casa ya no resulta gracioso sin más a las visitas. Trabajar la intimidad es una prioridad que tal vez hubiéramos tenido que iniciar antes.

Siempre hay retos, siempre estamos aprendiendo siendo sus padres. Tenemos asumido que, al contrario que su hermana que es cada vez más autónoma, Jaime va a requerir toda su vida que estemos volcados en él, cuidándole y procurando su bienestar.

Pero ser madre de un Jaime adolescente también tiene sus ventajas. Por ejemplo, no voy a tener que preocuparme porque una noche no haya vuelto a casa a la hora del toque de queda; jamás pisará la cárcel o será cruel y hará sufrir a otras personas; es feliz y tiene mucho más fácil que muchos el seguir siéndolo. Y volando a ras de suelo, lleva las camisetas que a mí me gustan sin rechistar y va de mi mano encantado de la vida.

Cuando Jaime tenía dos años y me dieron el diagnóstico de autismo, rompiendo nuestra imaginaria foto de familia y pintando nuestro futuro de incertidumbre, me ayudó escribir todos los días una pequeña buena noticia, un pasito adelante, un avance mínimo, momentos del día que habían merecido la pena.

Ya no necesito hacerlo. Nuestra vida no es ningún drama como parecen creer muchos cuando saben del alto grado de dependencia de Jaime. Simplemente es nuestra y única, como la de cualquier otro. Hay que aprender a apreciarla. Nada más. Nada menos.

Hola cole, adiós abuelos

Madrid anuncia «medidas drásticas» y «confinamientos selectivos» por la Covid. Es una de las grandes noticias del día y  no es algo que extrañe a nadie; de hecho somos muchos los que ya habíamos adoptado nuestras propias «medidas drásticas», moviéndonos mucho menos de lo que las restricciones permiten.

No se les ve o se les ve poco, pero son legión los mayores y personas de riesgo que solo se están moviendo el mínimo imprescindible. Para comprar, ir al médico y estirar las piernas mínimamente a las horas y en los sitios más solitarios. También los jóvenes y adultos sanos y responsables que no han vuelto a ir por el centro de la ciudad, a pisar sus garitos preferidos o a quedar de fiesta, aunque sea íntima, desde marzo. Y la vuelta al cole ha traído de la mano que muchos padres hayamos interrumpido el contacto con los abuelos, por doloroso o complicado que resulte.

Nosotros somos de esos. Desde que Jaime empezó sus clases el pasado martes no hemos vuelto a ver a nuestros mayores. Tampoco a otros amigos y familiares. Por mucho que nos echemos de menos, por mucho que nos gustase encontrarnos, hemos preferido prevenir y esperar a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos, en qué resultaba tanta vuelta presencial al trabajo tras las vacaciones y el retorno a las aulas.

Somos muchos. Sin buscarlos he encontrado numerosos padres que han adoptado medidas similares, que no ven a los abuelos, que no quedan para que los primos jueguen, que no van a terrazas, cuyos planes con niños son cine en casa, paseos al aire libre o juegos de mesa.

También hay muchos que no pueden evitarlo, que necesitan a los abuelos, para los que la tribu sigue siendo imprescindible. Pero los cuidan y se cuidan todo lo que pueden.

Hay miedo, claro que hay miedo. Los récords de contagios se suceden, las Unidades de Cuidados Intensivos se llenan, los muertos están en ascensoUna mayoría se cuida tanto como sabe o es capaz, pero también los hay que lo hacen de manera negligente o no lo hacen en absoluto, convirtiéndose en un peligro para los demás. El domingo, detrás de mi coche, iba una furgoneta cuyo copiloto llevaba en brazos a un bebé de pocos meses sin ningún sistema de sujeción. Personas que no siguen normas tan básicas de seguridad, dudo mucho que entiendan la necesidad de protegernos entre todos ante la Covid.

No sabemos como se desarrollarán los acontecimientos, qué va a suceder, cuantas semanas irán presencialmente los niños al colegio, el número de semanas que no veremos a los abuelos…

Seguimos desde marzo matriculados en un máster para gestionar la incertidumbre al que nunca nos hubiéramos apuntado voluntariamente y que es imposible saber cuándo terminará y de qué manera.

Ánimo, cuidado y paciencia.

Jesús Hellín/EP