Un colegio no se puede llamar inclusivo si expulsa a los niños que no avanzan según sus expectativas #AdrianNoEstasolo

María quiere que Adrián, su hijo de seis años dentro del espectro autista, pueda seguir estudiando en su colegio, un centro equipado con un aula TEA, en el que lleva los tres años de Infantil, con sus amigos y sus rutinas establecidas.

A María le han hecho lo que a muchos otros padres, también a mí en su día. Le han dicho que el centro supuestamente inclusivo al que acudía su hijo, supuestamente equipado con recursos para atender a niños con autismo, ya no es el lugar óptimo para Adrián y que tiene que irse a un colegio especial; que su paso por un colegio ordinario (un colegio normal, hablando sin complejidades), que la integración, ha terminado.

Leía la carta de María que hoy os traigo y recordaba nuestra experiencia con Jaime hace seis años, que fue muy similar. Jaime entró en un centro con aula TEA, estuvimos allí tan contentos, hasta que mediado el tercer curso de Infantil nos invitaron a irnos. Jaime no evolucionaba tan satisfactoriamente como ellos establecían que podían manejar, sus progresos eran lentos, no era suficientemente autónomo.

Incapacidades todas del centro escolar, que no de mi hijo. No de nuestros hijos. Incapacidades de gestión que normalmente responden a falta de medios, manos y preparación, pero también demasiado a menudo a falta de voluntad.

Reconozco que nosotros optamos por marcharnos. Lo hicimos antes incluso de lo que nos tocaba para asegurarnos la plaza en un centro específico para niños con autismo que nos gustaba. Creímos entonces, y aún lo creo, que Jaime iba a estar mejor atendido en la vía especial. Pero también reconozco que no pelear no abre precisamente las puertas a los que vienen por detrás. Claro que, guerrear muchas veces implica usar a tus hijos como escudo, como bien dice Daniel Comin, y no quisimos.

En estos seis años me he encontrado muchos más casos semejantes. Muy pocos han salido en los medios, la mayoría hemos aceptado el cambio de modalidad educativa y nos hemos descolgado de esa inclusión de mentira que solo admite a los más aptos para seguir el currículo y manejarse con las ayudas justas. Nos hemos ido aunque complique la intendencia, aunque separe hermanos, aunque suponga más costes.

(GTRES)

El modus operandi es siempre el mismo y se repite con demasiada frecuencia: niño entra en Infantil por la vía inclusiva, niño va pasando cursos, niño va quedándose descolgado, niño es invitado a marcharse del centro. Ergo, lo que tenemos es una inclusión de pacotilla.

Es un éxodo constante. Un goteo interminable. Muy pocos jóvenes con discapacidad acaban en la vía ordinaria. La mayoría se van cayendo poco a poco de un sistema que les exige una evolución curricular que no pueden ofrecer (algo absurdo, van a estar inmersos en un mundo, no en un ghetto, en el que tampoco tendrán esa evolución), que se la exige además sin facilitarles los apoyos necesarios.

La inclusión en el plano de la escolarización es un derecho de los niños que no se está cumpliendo, porque la inclusión de verdad no debe depender ni del nivel que llegan a alcanzar esos niños ni de los recursos que se destinen al colegio para apoyarles.

Hablamos, además de colegios que no tienen derecho a llamarse inclusivos, de una elección de escolarización de unos padres que no se está respetando. Esa es otra. Los padres de niños con discapacidad tienen poquísimas opciones y capacidad de elegir centro para escolarizarlos, a veces no tienen ninguna. Son lentejas. Y ni siquiera es posible a veces dejarlas.

En cualquier caso, sea cual sea el camino que se tome, el de la pelea por permanecer en colegio ordinario o la marcha a uno especial, es la decisión de cada familia en función de sus circunstancias y poco pueden opinar los demás. Ni están unos renunciando a luchar por sus derechos por escoger la vía especial o específica, ni los que se empeñan en pelear la vía inclusiva son unos cabezotas que no asumen la situación de su hijo.

No se pueden extraer conclusiones precipitadas y obvias de situaciones complejas. Pero sí que se puede apoyar las reivindicaciones que son justas. Como la de María.

Os dejo con su carta:

Mi nombre es María y tengo un hijo de 6 años con TEA (Trastorno del espectro del autismo) que se llama Adrián.

Mi hijo fue diagnosticado con autismo con año y medio. Para mí, como madre, fue un palo muy duro, la vida te cambia de la noche a la mañana, pero poco a poco lo vas superando. Mi hijo es lo más maravilloso que me ha pasado en la vida y por el cual lucho todos los días.

Adrián empezó en la guardería Lope de Vega en Leganés con 7 meses, ya que yo trabajaba. Fueron los años más maravillosos que vivimos. Ahí, con año y medio, fue diagnosticado con TEA. Desde el minuto 1, tanto su profesora como el equipo de la guardería nos apoyaron a mi familia y a mí, pero claro, la guardería acabó y con 3 añitos tenía que empezar en un cole, su cole, Francisco de Quevedo en Leganés, un gran cambio para él y para nosotros.

El primer año fue genial
, estaba en su aula TEA con los mismos compis de la guardería y la misma PT. Superamos el primer año.

El segundo año, que fue 2º de infantil, fue diferente.
 A los pocos días de empezar, la orientadora me citó para una reunión con ella y con la PT. Al llegar, yo pensaba que iba a ser una reunión como todas las que tuve de Adrián, pero no fue así. En dicha reunión me sacaron el tema de que mi hijo estaría mejor y más atendido en un colegio especial, el Alfonso X el Sabio. Yo me quedé sin palabras, acababa de empezar el curso y esto no me pareció normal. Ese año luché y conseguí que viniera el equipo específico a valorarlo, gracias al apoyo de la plataforma 5poraula (hoy Teaincluye) y a la asociación PROTGD que, desde que lo supieron, me ayudaron. Adrián ese año pudo quedarse en su cole con sus amigos y amigas.

Y llegó el último año de Infantil.
Yo estaba tranquila porque creía que ya nos iban a dejar tranquilos, pero me equivoqué. El día 30 de marzo me citó el equipo directivo de su colegio para leerme el informe psicopedagógico de Adrián. Hay que decir que yo creía que ese informe era para pasar a Primaria, pero me equivoqué de nuevo, ya que era para cambiar a mi hijo de modalidad educativa. Como el año anterior, me sentí impotente, frustrada y cabreada, firmé en desacuerdo y me fui a la DAT para poner una queja. Buenas palabras recibí, pero nada más.

Allí empezó mi batalla como madre.

Al firmar en desacuerdo, tuve que poner varias quejas ayudada por mi asociación PROTGD y la trabajadora social, Marijose, que desde el principio me estuvieron apoyando.

A los pocos meses tuve una reunión con el inspector de educación. A esa reunión no fui sola, Marijose me acompañó. Como madre de un niño con TEA fue frustrante, como hablar con una pared, dijera lo que dijera, ese señor tenía muy claro lo que quería. Sus palabras me rompieron el corazón. Me dijo que él me iba a quitar la plaza de Adrián en su colegio porque él lo decidía y que yo no tenía ni voz ni voto, que el curso siguiente, mi hijo no estaría en su colegio con sus amigas y amigos. Yo le dije que eso no estaba bien, que no podía hacerlo, que él me ofrecía cualquier colegio de Educación Especial, pero no un aula TEA en su colegio, que era lo que quería para mi hijo. Al salir de la reunión lloré por impotencia, ¿Cómo una persona desconocida puede decidir la vida de mi hijo?

Hablamos con la asociación PROTGD y Marina, su presidenta y, unos días después, nos pusimos en contacto con unos abogados de la asociación SOLCOM, que lucha por la inclusión, y que nos brindaron su ayuda.

Presentamos todas las quejas posibles y solicitamos unas medidas cautelares, las cuales fueron desestimadas. Creíamos que la Comunidad de Madrid sería más comprensiva y, una vez más, nos equivocamos.

El pasado 15 de noviembre, a las 13:30h, la directora del colegio de mi hijo me llamó para citarme a las 15:55h. Era para comunicarme una notificación recibida de la Comunidad de Madrid. Yo ya andaba con las mosca detrás de la oreja así que llamé a Mar de SOLCOM y se lo dije. Rápidamente, llamamos a Carolina de la asociación, que vive en Madrid, para que me acompañara al colegio. Al llegar, nos recibieron la directora y la jefa de estudios, me entregaron la notificación en la que decía que mi hijo Adrián ya no tenía asignada la plaza en su colegio, que había causado baja y que su nuevo cole era el Alfonso X el Sabio de Educación Especial.

Por mi boca salieron cosas de las que, a día de hoy, me arrepiento. Para nada quería ofender a nadie, pero como madre me sentí muy mal e incomprendida. No culpo al colegio, culpo a la Comunidad de Madrid.

Me niego a que mi hijo vaya al nuevo colegio, ya que creo en una educación inclusiva, en la que todos y todas puedan decidir su educación y su futuro.

Lo que más me ha dolido es la impotencia y las caras de sus amiguitos al verle marchar así como el trastorno, para él y sus amigos, que supone cambiarle de la noche a la mañana de colegio.

El viernes mi hijo se levantó de su cama y cogió su mochila de la piscina, porque los viernes iba allí con sus compañeros de clase.
Le tuve que explicar que no podía ir, fue muy duro, ¿Cómo es posible que esta gente no tenga corazón? Mi hijo no es un objeto, es una personita y han vulnerado su derecho a una educación inclusiva y de calidad, reconocida en la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, ratificada por España en 2008 y, por tanto, de obligado cumplimiento.

Por eso, desde aquí les digo que voy a ir hasta el final, que no me rendiré, porque #TodosSomosAdrián, hoy es mi hijo pero mañana puede ser cualquier otro niño o niña. Ya está bien de tantas injusticias, son nuestros hijos y nosotros, como padres y madres, decidimos su educación.

Solo me queda dar las gracias a todas las personas que nos están apoyando.

Gracias de corazón.

María

(GTRES)

Hoy hay una concentración de apoyo a Adrián, pero podéis apoyarle desde vuestras redes sociales con el hashtag #TodosSomosAdrián.

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15 comentarios

  1. Dice ser LaCestitadelBebe

    Hola,

    el sistema no favorece a todos por igual, deberían tener clases o profesores preparados para todos los alumnos pero no es así. Yo tengo una amiga que es profesora y la verdad es que no sabe como tratar bien los niños con autismo, tiene uno en su clase, y hay días que no consigue ni que habrá el libro.

    Besos!

    Anabel

    21 noviembre 2017 | 08:14

  2. Dice ser Marta O.

    Vivimos un momento de transición educativa muy importante para el futuro de nuestros hijos. Tenemos a nuestra disposición un montón de teoría redactada en formato decreto, ley mil y articulo tropecientos. Tenemos las herramientas teóricas suficientes como para imaginar un mundo ideal donde la escuela es de todos y la diferencia es fruto de riqueza, donde la cohesión social es el pilar fundamental de la comunidad.
    La realidad inclusiva aún dista mucho de esta bella teoría. Vuestro camino como padres de pequeños con dificultades, se hace más esperanzador pero no menos duro. No me puedo imaginar el sufrimiento que deriva del enfrentamiento ante cada barrera educativa.
    Creo que tenemos muchas herramientas en la actualidad y debemos empezar a utilizarlas, debemos concienciar a la sociedad, debemos hablar de este tema, debemos informar a la todo el mundo que todo está cambiando. Que no se trata tan solo de aspiraciones, que se trata de derechos. Debemos de poder cambiar la mentalidad incrustada y carente de sentido de tanta gente que ha vivido en un sistema educativo selectivo y elitista, demasiadas ocasiones marginador y exclusivo.
    No es posible que una sociedad avanzada como la nuestra seleccione a los niños como si fueran frutos de diferentes árboles, poniéndolos en diferentes apartados. Todos nos criamos del mismo árbol y todos tenemos derecho a estar en la misma cesta.

    21 noviembre 2017 | 10:18

  3. Dice ser Lin

    Sigo pensando que la inclusión depende a partes iguales de la capacidad social del niño, de la capacidad de atención que le puede ofrecer el centro y de la madurez del resto de niños de la clase.
    Por mucho que le digas a un niño de 6 años que ese niño es normal y se merece su amistad, si el niño que es quien lo vive a diario decide que no, cuando llegue su cumpleaños no querrá que lo inviten y si lo invitan, puede ser mucho peor.
    Porque los niños de 6 años ya saben hablar entre ellos sin necesidad de que un adulto les digan lo que tienen que decir y lo que no se puede hacer es exigirles que maduren antes de tiempo. Luego la madre de ese niño acabará deprimida por la discriminación que sufre en la clase su hijo por el resto de niños y el niño lo pasará peor si cabe.
    Estoy a favor de la inclusión pero cuando todas las partes están preparadas para ello y en primaria no lo están.

    21 noviembre 2017 | 10:37

  4. Dice ser Marta O.

    Vivimos un momento de transición educativa muy importante para el futuro de nuestros hijos. Tenemos a nuestra disposición un montón de teoría redactada.. Tenemos las herramientas teóricas suficientes como para imaginar un mundo ideal donde la escuela es de todos y la diferencia es fruto de riqueza, donde la cohesión social es el pilar fundamental de la comunidad.
    La realidad inclusiva aún dista mucho de esta bella teoría. Vuestro camino como padres de pequeños con dificultades, se hace más esperanzador pero no menos duro. No me puedo imaginar el sufrimiento que deriva del enfrentamiento ante cada barrera educativa.
    Creo que tenemos muchas herramientas en la actualidad y debemos empezar a utilizarlas, debemos concienciar a la sociedad, debemos hablar de este tema, debemos informar a la todo el mundo que todo está cambiando. Que no se trata tan solo de aspiraciones, que se trata de derechos. Debemos de poder cambiar la mentalidad incrustada y carente de sentido de tanta gente que ha vivido en un sistema educativo selectivo y elitista, demasiadas ocasiones marginador y exclusivo.
    No es posible que una sociedad avanzada como la nuestra seleccione a los niños como si fueran frutos de diferentes árboles, poniéndolos en diferentes apartados. Todos nos criamos del mismo árbol y todos tenemos derecho a estar en la misma cesta.

    21 noviembre 2017 | 10:42

  5. Dice ser marian

    No hay fondos para continuar.
    Tal vez si se hubiera informado antes, el niño habría ido desde primero de infantil al colegio especial y entonces todo hubiera sido mucho más sencillo, sobre todo para el crío, quien seguiría con sus amigos, su colegio y sus profesores no?
    Luego ya cada uno que reclame lo que crea necesario, pero al menos hacerle la vida más fácil al chaval desde un principio, aunque eso implique aceptar sus limitaciones.

    21 noviembre 2017 | 10:43

  6. Dice ser Maria Luisa

    Pero….¿Qué tiene de malo la educación especial? Allí también hay niños, con los que podrá relacionarse y hará tareas y actividades motivadoras y probablemente más cercanas a sus intereses, se buscarán objetivos más personalizados….tendrá la ocasión de hacer nuevos amigos y los antiguos, si son amigos de verdad, se pueden mantener en otros entornos en los que la inclusión realmente es posible. A lo largo de la vida, por diferentes circunstancias, todos vamos conociendo a personas nuevas, perdiendo el contacto con las antiguas, y nos da pena, y echamos de menos….creo que un cambio de colegio puede ser una experiencia muy normalizada.

    21 noviembre 2017 | 12:49

  7. Dice ser Nuria

    Hola ,

    respecto al comentario anterior tienes toda la razon.
    Los profes , incluso aquellos con la mejor voluntad, no están formados.
    Tu comentario, querida Anabe,l es teriiblemente esclarecedor, porque esa profe va de ala si pretende que ese crio abra un libro.
    Lo que menos necesita esa criatura, supongo, es un libro de texto al uso.
    Necesita , con toda probabilidad, una agrenda de anticipación, pictogramas, tareas cortas y bien estructuradas, rincones de trabajo con pocos estimulos, método teach, adaptación curricular… imposible sin formación y apoyos.
    Lo malo es que el papel lo sostiene todo y España ha firmado todos los convenios y acuerdos que hablan de derechos de estos niños con capacidades diversas, pero la realidad es mucho más cruel y mezquina con estos niños y sus familias.
    Para bilingüismo (mal hecho y atropellado ) y marketing , si que hay presupuesto,; no sigo porque me echo a llorar…….
    Nuria

    21 noviembre 2017 | 13:23

  8. Dice ser Sonia

    Somos unos padres q acabamos de ganar un proceso judicial por el mismo tema si alguien necesita nuestra ayuda marconeti@hotmail.com juntos somos más fuertes

    21 noviembre 2017 | 15:14

  9. Dice ser Rosa

    Lo importa es el niño no el centro ni donde vaya. sí el sistema no está preparado para que estos niños se arreglen todas sus capacidades en un colegio o en un centro escolar ordinario igual lo mejor para ellos es un centro especial.

    21 noviembre 2017 | 20:17

  10. Dice ser Anna

    Me pregunto si ese «Adrián» no irá a JESUÍTAS, porque entonces estamos hablando del mismo niño que el año pasado le rompió las gafas a una niña por segunda vez, le tiró encima una mesa a otro crío y este año LE TIRÓ UNA PIEDRA A UNA NIÑA EN LA CARA. Lo que no se puede permitir es que este tipo de niños VIOLENTOS, que interrumpen el trascurso normal de una clase entorpezcan el aprendizaje de 25 niños que no tienen culpa de nada.

    Los niños con necesidades especiales han de estar en clases adecuadas a ellos, con profesores cualificados y en contínua vigilancia, no pueden incluirse en una clase normal con el resto. Mucho menos si son VIOLENTOS.

    22 noviembre 2017 | 00:47

  11. Dice ser noseparaqueescribosimelovasacensurar

    lo que pasa es que no tendria que ser inclusiva en iningun momento y punto. Un tea no puede estar con niños de desarrollo normal en una primaria no es viable y ya bajaria mas el nivel de los demás, todo lo demás sonpolitiqueos correctos.+

    22 noviembre 2017 | 17:55

  12. Dice ser Paz

    Y los derechos de los otros niños, ¿donde quedan?
    Que en la clase no esta solo su hijo, hay otros niños que tambien necesitan atencion y que a lo mejor no se sienten atendidos porque hay que ayudar a los especiales. ¿Es que hay niños mas especiales que otros?
    Cuando los niños son pequeños puede ser mas sencillo, pero con la edad puede ser mas dificil de llevar y a lo mejor se cae en la cuenta de que hay que seguir otro camino. Y eso no tiene por que ser malo para el niño. Es malo para sus padres que no quieren ver sus limitaciones.

    23 noviembre 2017 | 07:04

  13. Dice ser (no digo ser) soy Fabio Cortés Sánchez

    Mucho ánimo María y muchas gracias por compartir la experiencia y los contactos.
    Sin duda es indignante y hay que alzar la voz y hacer todo lo posible.
    Hablar de inclusividad y no hacer más que basarse en campanas de Gauss es muy triste.
    Es mucho más enriquecedor o normalizador trabajar en valores de compañerismo en vez de excluir basándose en progresos tipificados… ¿qué es el progreso? ¿La individualidad, el fomento de la soledad y el egoísmo?
    Todo el sistema está pervertido y solo se consiguen etiquetas, guetos, prejuicios y falta de entendimiento.
    Difundo!
    Un saludo.

    23 noviembre 2017 | 10:12

  14. Dice ser marian

    Un niño con TEA en un colegio «normal» tiene que sentirse fatal, un bicho raro, totalmente distinto a los otros niños, aislado en su propia forma.
    Creo que es horrible hacer sufrir así a tu hijo solo por la frustración de no tener un hijo sin problemas.
    Porque no nos engañemos, quien sufre las consecuencias de los actos de los padres, son ellos, sus hijos con unas dificultades que otros comparte y con quienes no les quiere juntar…qué pena.

    24 noviembre 2017 | 12:52

  15. Dice ser Laura

    La inclusión es avanzar hacia una sociedad en la que quepamos todos. Necesitamos una educación mejor, más sensibilizada y más capaz, para construir un sistema más justo.

    Es costoso cambiar la cultura de la discriminación en la que hemos sido educados, también es dura la pelea por la implicación de cada una de las personas del sistema escolar, y apoyo las palabras de Carlos Skliar ante una profesora que le decía no estar preparada para la inclusión «No te he preguntado si estás preparada, sino si estás dispuesta a aprender»

    04 diciembre 2017 | 11:35

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