Archivo de mayo, 2017

¿Llegará el día en que las entrevistas de trabajo de las mujeres serán iguales a las de los hombres?

Una amiga ha formado parte de un proceso de selección justo esta semana para un puesto para el que está perfectamente cualificada. Mientras me hablaba sobre ese posible trabajo, me contó que como parte del proceso de selección tuvo que entrevistarse brevemente con uno de los responsables del área de esa empresa del sector informático y, llegado un punto, se produjo la siguiente conversación.

–  ¿Puedo hacerte algunas preguntas personales? ¿Estás sola? ¿Tienes familia?.

– Estoy divorciada y tengo dos hijas.

– ¿Qué edad tienen tus niñas?. ¡Ah!, once y catorce años. A esa edad ya no se ponen malos todo el rato, ¿verdad?.

Es rarísimo que yo diga tacos, tanto que cuando lo hago todo el que me conoce y me escucha me mira extrañado. Según la escuché se me escapó un “¡Qué hijo de puta!”.

Porque sí, porque lo es. Sabe que es una pregunta inadecuada y aún así la hace. Fórmula una pregunta injusta que no haría a un hombre. Y es una pregunta que muestra lo cargado que tiene el cerebro de prejuicios.

Sí, son prejuicios porque está equivocado. Sé bien lo que hablo. Llevo varios años encargada de anotar en un sistema informático todas las guardias, libranzas, días por enfermedad y permisos de toda la redacción y no se aprecia ninguna diferencia entre aquellos trabajadores que tienen hijos y aquellos que no.

Es inevitable que recuerde que en enero de 2008, hace casi una década, una mujer de mi familia ya me contó algo semejante:

Esta persona acaba de regresar a España sobradamente preparada después de más de una década viviendo, estudiando y trabajando en el extranjero. Ha vuelto con sus dos hijos pequeños. A los tres días de llegar ya tenía una oferta trabajo.

El empresario, mientras la contrataba, le dijo que lo único que no le gustaba de su perfil es que era madre de hijos pequeños, que esperaba que no faltase al trabajo.

Un comentario que sobra se mire por donde se mire. Ya le había dado el trabajo, así que calladito estaba más guapo.

Y ella ha conseguido el puesto. Cuántas habrá que se han quedado fuera por ser madres… no quiero ni imaginarlo por que se me calientan los cascos.

Entre aquella entrevista de trabajo de hace casi diez años y la que se ha producido recientemente y de la que os he comenzado hablando en este post, he conocido más comentarios semejantes en alguna que otra entrevista de trabajo a madres recientes o a mujeres en edad de ser madres.

Parece que no hemos avanzado mucho desde 2008:

No me imagino a ese tipo de empresarios españoles, que por desgracia aún hay demasiados, diciendo de un candidato hombre cosas como:

“Lo único que no me gusta de tu perfil es que tienes hijos pequeños, eres asmático, un juerguista, toda tu familia vive a 800 kilómetros, tienes a tu anciana madre enferma… espero que no faltes mucho al trabajo”

Me sulfuro. No puedo evitarlo. La mayoría de las madres trabajadoras que conozco son tan productivas o más que sus compañeros varones o que otras mujeres sin hijos. Y lo son en parte porque son muy conscientes de que con frecuencia las vigilan más por su condición.

¿Cuándo dejaremos de escuchar comentarios así? ¿Cuándo las entrevistas de trabajo de las mujeres jóvenes y las madres recientes serán iguales a las de los hombres jóvenes o los padres recientes?

(GTRES)

«Si pensáis que hay pocos recursos para los niños con autismo, ya veréis cuando lleguen a la edad adulta»

Así habló el mes pasado una persona que conoce bien la realidad existente en torno a las personas con autismo y sus familias. Y todos los que estábamos allí presentes asentimos. La mayoría éramos padres de niños o adolescentes y aún estábamos lejos de toparnos con ello, pero ya éramos conscientes de que será una travesía por el desierto. De hecho, no es que nos pille tan lejos. A mí al menos los primeros once años de Jaime se me han pasado en un suspiro.

«Es un erial», recuerdo que dijo otro profesional de otra asociación diferente hace un par de años, en otra charla diferente. Cuando acaba el periodo de escolarización, acaban en gran medida los recursos existentes. «Tienen derecho a trabajar, a vivir con el mayor grado de autonomía posible, pero es raro que pase. Lo que es frecuente es que acaben en casa con sus padres o internados».

No hay una adaptación en módulos profesionales, no hay apenas plazas adaptadas que les faciliten el desempeño de un oficio y hay menos recursos aun para que puedan trabajar.

Atención a los daros que facilita la asociación Autismo España:

Según datos de Autismo Europa, entre el 80 y 90% de personas con TEA en edad de trabajar no disponen de un empleo.

Según los datos de la Encuesta de Población Activa (2015) revelan que la tasa de actividad de las personas con discapacidad en España es del 38%, frente al 77% que existe en el caso de las personas sin discapacidad. Asimismo, según esta misma fuente, la tasa de desempleo de las personas con discapacidad se sitúa en el 31%.

En el caso concreto de las personas con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA), en España no se dispone de datos oficiales sobre su situación laboral. Estudios realizados a nivel internacional específicamente sobre empleo y personas con TEA (National Autistic Society, 2016) ponen de manifiesto un lento avance en relación al empleo en este colectivo. En el año 2007, en el Reino Unido sólo el 15% disponían de un empleo a tiempo completo. Casi diez años más tarde (2016) este porcentaje se mantenía prácticamente invariable, situándose en el 16%. Asimismo, el 77% de las personas con TEA que fueron consultadas se encontraban en situación de desempleo, aunque el 53% manifestaba el deseo de trabajar.

No obstante, este colectivo es uno de los que manifiesta mayores dificultades de acceso al empleo en comparación con las que experimentan personas con otro tipo de discapacidades (Dudley, Nicholas, y Zwicker, 2015).

En cualquier caso, diferentes programas especializados han demostrado que las personas con TEA son excelentes trabajadoras con los apoyos y recursos necesarios, y que el empleo con apoyo es una fórmula eficaz y exitosa para favorecer la incorporación de la población adulta con TEA al mercado ordinario de trabajo (Howlin, 2013).

Se habla mucho de los niños con autismo y no tanto de los adultos con autismo, de aquellos que son mis contemporáneos (tengo 41 años) y se encontraron en su infancia con una falta atroz de profesionales formados, sin diagnósticos claros, sin recursos educativos (la EGB tan añorada por algunos era un infierno para todos los alumnos con necesidades especiales) incluso con aquella teoría terrible y trasnochada de las madres nevera imperando, que decía que la frialdad de las madres causaba el autismo (lo decían los psiquiatras y se quedaban tan panchos soltando culpas sin contrastar y olvidando el papel del padre en sus teorías de doctor chiflado).

En esa generación de personas con autismo y sus familias hay muchos luchadores, que abrieron caminos que otros ahora nos ahorramos tener que desbrozar. Pioneros reivindicando, creando asociaciones, levantando colegios específicos, pegándose con las administraciones… Gente a la que hay mucho que agradecer.

En nuestra generación somos muchos más los que estamos en esa pelea, en diferentes direcciones y con distinto grado de intensidad. Y no tengo duda de que no nos quedaremos quietos cuando nuestros hijos vayan creciendo.

A veces pienso que tal vez nuestros niños tengan que crecer, los de la generación de padres que a día de hoy tenemos blogs, sacamos libros, hablamos con los medios, nos asociamos, exigimos, visibilizamos… para que esa visibilización, esas reivindicaciones, lleguen a los adultos con autismo.

Y contando con las personas con autismo. Es importante escuchar y atender a lo que ellos expresen que necesitan o desean. No son mochilas que llevemos a cuestas, son los protagonistas y tienen voz, incluso aunque no hablen.

El problema es que el tiempo que transcurra se va a medir en oportunidades perdidas. Hay muchas personas que no se pueden permitir esperar.

Para terminar os dejo con las reivindicaciones de Autismo España a los diferentes agentes implicados, enmarcadas con el cercano Día del Trabajo. Autismo España está realizando una investigación social sobre el empleo de las personas con TEA en el contexto español, con el objetivo de conocer la realidad actual del empleo para las personas con TEA y aportar propuestas sobre cómo promover oportunidades laborales y mantener el empleo de las personas con TEA.

• Promover la adecuación y adaptación de la normativa que regula el empleo con apoyo
• Favorecer el desarrollo de programas dirigidos a conocer la situación de las personas con TEA en edad laboral.
• Fomentar medidas que faciliten el acceso al empleo de personas con TEA, favoreciendo los apoyos dirigidos al trabajador, a la empresa y a las entidades promotoras de los programas, así como a los propios servicios públicos de empleo.
• Facilitar el acceso de las personas con TEA al empleo público, desarrollando alternativas flexibles para conseguirlo.
• Facilitar a las personas con TEA el acceso a una variedad de experiencias laborales, oportunidades de empleo y formación continuada contando con los apoyos necesarios accediendo a una variedad de alternativas, a través de itinerarios personalizados coordinados por las diferentes administraciones implicadas.

Gastaban bromas a sus hijos para ganar seguidores y acabaron perdiendo su custodia

La exposición de los niños en YouTube, Instagram y demás redes sociales es algo que me preocupa. Y ojo, he dicho ‘en’ y no ‘a’. Es cierto que hay que andar con pies de plomo respecto a la actividad y el tiempo dedicado de los menores a Internet, pero siempre he defendido que son instrumentos que piden resultar muy útiles y motivadores si se saben gestionar. En cambio, los niños que están en esas redes, como protagonistas, es algo que me parece que encierra muchos más riesgos.

En Internet primero fueron los blogs de maternidad. Blogs como éste, que pronto cumplirá una década. Los había que mostraban imágenes de los niños, pero la gran mayoría compartíamos reflexiones, trucos, consejos, experiencias, anécdotas, planes… La explosión de Instagram y de YouTube hace poco ha cambiado el foco. Ahí lo importante no es lo que se escriba, sino lo que se vea. Todavía en YouTube se puede comunicar más, pero sobre todo Instagram está centrado en el consumo de fotos, sin que el texto importe, limitando sus caracteres, impidiendo enlaces… y favoreciendo que se exponga en exceso a los niños. Niños que no pueden dar su consentimiento o que no entienden lo que implica darlo. Niños que se convertirán en adolescentes y en adultos que no sé qué pensarán de esa exposición pública de su infancia. Haciendo también que muchos padres, que estamos ahí más o menos, manejemos esas herramientas con cierta incertidumbre y distinto grado de conservadurismo, con nuestras propias reglas que nada aseguran.

Pero por mucho que cada padre tenga distintos límites, para mí hay una exposición que sin duda excede cualquier dictado del sentido común, que es la de usar a los niños para reírse, ridiculizarles, gastarles bromas que les hacen pasarlo mal, da igual el calibre. En algunos casos me atrevería a decir que roza el maltrato infantil y que pone en peligro el vínculo entre padres e hijos.

Hace ya tiempo que abundan, sobre todo en YouTube. Dudo que haya alguien medianamente conectado a redes sociales que no haya visto, por poner un ejemplo, los vídeo se con las reacciones de los niños que encuentran porquerías dentro de los paquetes que les trajo Santa Claus.

Un ejemplo de esta práctica llevada al extremo (por la fama y el dinero todo vale) ha ocurrido hace escasos días en Estados Unidos. Lo recoge estupendamente de Abby Ohlheiser en dos reportaje para The Washington Post. Está en inglés, eso sí, pero os invito a leerlos porque aunque sea un caso extremo genera unas cuantas reflexiones.

Os resumo un poco el asunto:

Unos padres con un canal en Youtube con casi 800.000 suscriptores se dedican a gastar bromas a sus cinco hijos o hacer que los hermanos se las gasten unos a otros, incluso en venganza. Bromas con frecuencia de mal gusto, que les hacen llorar, les ridiculizan, les hacen pasarlo mal… y que sorprendentemente tiene cientos de miles de visionados porque parece ser que todo es muy divertido de ver.

Ya no es algo que podamos comprobar, en caso de que hubiera curiosidad por hacerlo. Esos vídeos ya no existen por la polvareda que se levantó. «Justicia colectiva viral» lo llamó Ohlheiser. Incluso reconocidos youtubers como Keemstar o Philip DeFranco reprobaron el canal tras ver algunos de los vídeos. YouTube reaccionó tibiamente, eliminando la publicidad del canal.

En esta captura del canal podéis ver cómo era antes. Ahora solo están visibles esos padres, a los que les han quitado la custodia, defendiéndose.

Ohlheiser describe uno de esos vídeos: los padres acusando a dos de sus hijos de haber derramado tinta en la alfombra, haciendo llorar a los niños que no dejan de jurar que no han sido ellos. Tres minutos después la madre saca riendo un frasco de tinta para hacer bromas, que se elimina fácilmente. Los niños siguen sentados en la cama, con los rostros rojos y entre sofocos mientras sus padres siguen riendo. Y los hay peores, hay uno en el que obligan a uno de los niños a abofetear a su hermana.

Cody y Emma, de apenas 9 y 11 años respectivamente, eran los que se llevaban la peor parte. Ambos están ahora con su madre biológica que ha obtenido la custodia de emergencia, ya que eran hijos del anterior matrimonio de padre youtuber, mientras las autoridades de Carolina del Norte siguen investigando el caso, tal vez el primer caso que trasciende por abuso a menores en pro de un mayor número de visualizaciones.

Ante la duda, nuestros hijos siempre deberían estar por delante de un puñado de desconocidos. O de cientos de miles de desconocidos. Y deberíamos acostumbrarnos a dudar siempre antes de darle a publicar. Da igual que busquemos la fama en esas redes o simplemente un poquito de popularidad social y ficticia entre los pocos que nos siguen.