Archivo de enero, 2017

Que nadie crea que ‘Ballerina’ es una película «solo para niñas»

Ballerina una es la primera película de animación infantil que Julia y yo vemos este año, una coproducción muy francesa que hace tiempo teníamos en el radar. Pues bien, hemos empezado 2017 con buen pie en este sentido.

La cinta de Eric Summer y Eric Warin es sin duda un buen entretenimiento familiar. A ambas se nos pasó la hora y media en un suspiro, entre piruetas, persecuciones, música e inventos de la mano de dos huérfanos con los sueños intactos y la ilusión propia de la juventud por llevarlos a cabo. Todo ello con la verde Bretaña y la monumental París como telón de fondo.

Sobre todo la ciudad de las luces, con la torre Eiffel en plena construcción, y también la amable región del norte del país vecino, son dos de las protagonistas de la película y conviene estar atentos a ellas.


Los otros dos son Felicia y Víctor. La primera es una pequeña pelirroja toda pasión y energía cuyo sueño es ser bailarina y que hará todo lo que esté en su mano para conseguirlo, no todo éticamente aceptable, todo hay que decirlo. Su fiel amigo aspira a ser un gran inventor y se mueve con éxito por la estrecha y peligrosa línea entre ser un personaje gracioso, necesario y entrañable o simplemente un payasete comparsa condenado a ser un ‘pagafantas’. Lee el resto de la entrada »

No hay pregunta que más deteste que la de «¿Tienes novio?» dirigida a los niños pequeños

No puedo con ello. Y no me callo, todo hay que decirlo. No hay pregunta que mas deteste que esa dirigida a niños pequeños, da igual que sean mis hijos, mis sobrinos o la nieta de los del quinto. Es relativamente frecuente encontrártelo, además.

Que no, que estás hablando con niños de tres, cinco, siete o nueve años. ¡Que no procede, demonios! Que lo mismo el niño te contesta siguiéndote el juego, pero no tiene ninguna gracia, ni te hace ser más chachi ni más moderno sino todo lo contrario. A esa edad no tienen novios ni tienen que preocuparse siquiera en ese concepto. A esa edad tienen que tener amigos con los que jugar. Nada más (y nada menos).

Hay una variante aún peor: «Con la guapa/o que eres, seguro que tienes muchos novios en el cole, ¿verdad?». Una variante que además incluye el concepto de la belleza como detonante para tener muchos pretendientes, para ser merecedor del afecto ajeno. No puede sonar más decimonónico.

(GTRES)

Pero es que luego, además, he podido comprobar algunos casos en los que son precisamente esos que preguntan por los novios a niños de Infantil y Primaria los mismos que despotrican con lo de que la juventud de hoy en día es un desastre, que si ya están borrachos con doce años, que si se meten mano cuando aún no tienen ni pelos y vuelven a las tantas de la madrugada metiendo bulla e impidiéndoles el sueño.

¡Pues no les metáis tanta prisa cuando son niños pequeños, diantres! Os puede resultar muy gracioso ver a niños que son poco más que bebés en actitudes que remedas las de los adultos, pero tal vez riéndoles esas gracias y con esos comentarios estéis precisamente empujándolos.

Dejadles ser niños en paz.

Las mejores películas de animación de 2016 según los #Oscars2017

imageEste martes se anunciaban las películas candidatas a los Oscars, y tenía especial curiosidad por conocer a los nominados en la categoría de animación.

A mi parecer, las mejores películas de animación del año han sido Zootrópolis y Kubo y las dos cuerdas mágicas. Dos cintas que son un disfrute para niños y adultos, que tienen un buen guion, que perduran en la memoria. La primera gana en puro entretenimiento, la segunda en su concepción artística.

Pues bien, las películas de animación nominadas a los Oscars este año han sido:

  • Kubo y las dos cuerdas mágicas
  • Moana (Vaiana)
  • La vida de Calabacín
  • La Tortuga Roja
  • Zootrópolis (Zootopia)

Estaba claro que el bombazo en taquilla de Mascotas (Pets) no iba a tener cabida aquí. Igual que otros estrenos infantiles que nos han acompañado en 2016 como Cigüeñas, Canta o Trolls.
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Federico García Lorca y los niños: ‘Romance de la luna, luna’

En el colegio al que acude Julia trabajan por proyectos y no tienen deberes, pero para este pasado fin de semana trajo una tarea: copiar una poesía que le gustase y decorar el papel con dibujos.

– ¿Qué tipo de poesía quieres?
– No sé..
– ¿Qué te parece La canción del pirata? Esa te gusta.
– Pero es muy larga.
– ¿Y la de la princesa que está triste que os recitaba a ti y a la prima cuando erais pequeñas?
– No, no quiero princesas.
– Hablando de la prima. A lo mejor puedes leer la que escribí a la prima Alba cuando nació.
– Mamá, tiene que ser de un escritor, no de una mamá.
– Vale, ¿quieres que leamos algunas de Gloria Fuertes? Es la autora del libro Coleta la poeta de cuando yo era pequeña.
(Leemos unos cuantos poemas de Gloria Fuertes sin que ninguno le haga tilín)
– Pues volvemos al principio. Dime de qué te gustaría que hablara la poesía y buscamos una por su tema.
– De la luna.

Y ahí fue cuando llegamos al Romance de la luna, luna, de Federico García Lorca, con su maravillosa música y su tono de cuento mágico.
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¿Un nombre original o un nombre más común para nuestros hijos?

¿Un nombre único (o casi) o un nombre más común para nuestros hijos? ¿Qué os gusta más? ¿Un nombre que haga que no gire la cabeza al oírlo o uno que tenga que repetir tres veces cuando se identifique?

Nosotros huimos de la lista de los diez más puestos en el INE, lo confieso. Pero una cosa es huir de esos diez y otra muy distinta tener un nombre demasiado original, tanto que sonara extraño la primera vez que otros lo oyeran. Eso no era santo de nuestra devoción.

Cada familia tiene sus propias reglas, todas respetables. La verdad es que a nosotros nos preocupaban más otras cosas: que no estuviera repetido en la familia, que no fuera compuesto, que no tuviera diminutivo fácil, que no hubiera personajes muy populares con ese nombre si era distintivo…

Respeto a esto último, os confieso que desde antes de tener aún claro si quería ser madre tenía claro que, de tener una niña, la llamaría Leonor. Y entonces, cuando estaba embarazada de Jaime, nuestros entonces príncipes tuvieron a su primogénita y decidieron llamarla así y me lo chafaron.

No obstante, en estos tiempos el tema de la marca personal está muy de actualidad y hay expertos en branding que aseguran que conviene añadir como  norma la originalidad, incluso siendo el primero en algo, desde que naces. Te ayuda a ser encontrado en redes sociales y en buscadores y hace que te recuerden mejor, lo que puede implicar beneficios personales, sobre todo en tu carrera.

«Alguien con un nombre único destacará del resto y será más recordado», comenta Raúl Ituero, de la empresa AVÁN & ERA que salió a los medios en otoño ofreciendo como servicio buscar un nombre único para su hijo a los padres que requirieran sus servicios. Una empresa que es un spin-off del estudio Damenáme y que asegura toda la dedicación del mundo para proponer nombres originales y a gusto de los padres.

Lo que me lleva a otra pregunta: ¿Qué te parecería que una empresa experta en marcas te ayudara a elegir el nombre de tu hijo?

Yo no lo haría la verdad. Es algo que me parece demasiado personal. Julia y Jaime se llaman así por decisión de su padre y mía, pero ni siquiera buscamos consejo en la familia más cercana. Pero me consta que, aunque hay gente que lo tiene muy claro o no lo tiene pero no necesita recursos externos, otros muchos tiran de libros y páginas webs que incluyen todo tipo de nombres y significados. Así que tal vez no resulte algo tan descabellado permitir que una empresa te lo proponga.

Lo que está claro es que es una decisión importante. La primera tal vez que tomamos por nuestros hijos más allá de decidir traerlos a este mundo. Algo que admite pocos experimentos, porque es cierto que va a marcarles de por vida.

 

 

 

¿Qué hay de malo en besarse delante de los hijos?

GTRES

El mes pasado hablamos en este blog de besos. De los besos que muchos padres dan a sus hijos en los labios. Piquitos inocentes que algunas mentes enfermas ven como algo sucio. Algo que vivió la cantante Hilary Duff en sus propias carnes, el detonante de aquel post.

De nuevo la manía de la gente de meterse en la vida de los demás sin necesidad ni justificación. Ya entonces os contaba que yo no daba esos besos a mis hijos, pero no se me ocurre censurar a los que lo hacen. No es más que una demostración de afecto. Y el afecto es algo que los niños necesitan en su desarrollo tanto como el alimento, y no estoy exagerando.

De aquel debate (innecesario, realmente) sobre el tipo de besos que damos a nuestros hijos nace otra reflexión sobre los besos que nos damos los adultos delante de ellos. Me consta que muchos padres se sienten incómodos besándose ante sus hijos, y que también los hay que no aprueban que dos adultos se besen ante los niños. Con frecuencia son los mismos.

Ante lo primero poco puedo decir. Si se sienten incómodos haciéndolo entiendo que no lo hagan. No me meto. Algo así les pasaba a mis padres y crecí sin verles unir sus labios, claro que hablamos de otra generación. Pero, de nuevo, que no censuren a los demás que sí lo hacemos. Nada hay de malo en que nuestros hijos vean que nos tratamos con cariño. Mejor besos que discusiones, gritos y reproches. Mejor besos y discusiones, que solo discusiones.

Es verdad que suele pasar que los niños más pequeños quieran monopolizar a uno de sus progenitores y si ven besos entre ambos protesten y los quieran apartar. Es normal, no hay que darle más importancia. Es anecdótico, acaba pasando y no debe frenar nuestras muestras espontáneas de cariño.

Y que nadie saque los pies del texto. Obviamente no me refiero a darnos el lote delante de ellos. Hablo de besos en los que no haya una carga erótica. No debería ni ser necesario recalcarlo.

A los niños les da mucha seguridad ver a sus padres queriéndose. Y crecer viendo una relación de pareja saludable es también beneficioso.

Que una relación de pareja sea saludable no sólo se basa en que se demuestren cariño, también en el ejercicio de la corresponsabilidad, en que si nos equivocamos, lo reconozcamos y pidamos perdón, y, sobre todo, en no faltarse al respeto, no insultarse en ningún caso, no menospreciar al otro ni gritarse.  Que crezcan viendo que no consentimos en el otro ese comportamiento me parece fundamental, pero ese, probablemente, es otro tema.

Algunos consejos para comprar cuentos (porque no todo vale)

GTRES

A raíz de mi reciente post, sobre «un cuento ideal para las niñas», hablaba con otra madre reciente sobre los libros infantiles y que no todo vale. Pero hay mucha gente que cree que todo cuento es bueno por definición, por ser un libro. Si sirve para leer, bien está. Y no es así.

Igual que hay maravillas que nos emocionan a los adultos cuando se las leemos a nuestros hijos pequeños y que atesoraremos siempre, hay muchos productos poco cuidados, para salir del paso, para vender sin más.

No se puede comparar la cuidada selección editorial de Siete Leguas, Cuento de luz, Lóguez, Idampa o Kalandraka con un montón de cuentos que proliferan en mercadillos y supermercados, pero también en librerías, sin calidad ninguna o muy poca.

No son libros que traigan necesariamente mensajes lesivos, simplemente son pobres, anodinos. Cuentos que apenas se leen, que pasan rápidamente al fondo de la estantería y que, cuando nuestros hijos crecen y sus lecturas son más complejas, descartamos rápidamente porque no compensan el espacio que ocupan.

Mi amiga me contaba: «con los juguetes he logrado que miren la calidad, que entiendan que no todo vale, pero con los cuentos parece que cuesta más». Es cierto. Regularmente aparecen distintos tipos de informaciones sobre cómo elegir los juguetes óptimos para los niños, del peligro de determinados productos o incluso su retirada. Tal vez se deba a que la industria juguetera está mejor organizada que la editorial, pero lo cierto es que esas recomendaciones no llegan respecto a los cuentos y libros infantiles.

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Examina tus limones, una campaña para la detección precoz del cáncer de mama

Mi abuela paterna murió por un cáncer de mama. Primero lo superó, cuando yo era niña y ella rondaría los sesenta años. Recuerdo su lucha contra la quimioterapia, el pelo a la fuga, la peluca que nunca le acabó de gustar y el brazo que se le quedó hinchado para siempre. Mucho después, cuando ya hacía tiempo que se había convertido en octogenaria, volvió a dar la cara. Pero era ya muy mayor y la lucha era vivir el mayor tiempo posible sin sufrimiento y sin medidas drásticas. Acabó llevándosela, pero no por ello dejó de ser una superviviente.

Mi bisabuela paterna también murió por un cáncer de pecho. Más joven. Mi abuela me contó que se le hundió el pezón, luego el pecho se puso negro, luego murió. Eran otros tiempos, más duros. Tenemos mucho que agradecer a los avances médicos.

A mi alrededor ha habido y sigue habiendo otros casos más o menos cercanos. Madres recientes, abuelas, chicas muy jóvenes, que se enfrentan al monstruo cuyo rostro más veces he tenido la desgracia encontrarme. La mayoría han acabado bien. La batalla se ha librado y se ha ganado, o se está ganando. De hecho estoy convencida de que esta guerra la vamos a ganar. Ya os lo dije hace años y lo mantengo: el ser humano es implacable cuando tiene un enemigo claro, y el cáncer lo es. No sé cuánto tiempo llevará, no sé cuándo se logrará, pero venceremos.

Pero aún no podemos cantar victoria siempre por desgracia.

El último caso que he conocido, hace muy poco, se ha quedado en susto, en un bulto que no ha resultado ser nada peligroso. Una suerte. Y justo estos días me encuentro con la campaña de World Wide Breast Cancer protagonizada por limones y ampliamente aplaudida, con razón. Ojalá estuviera en español.

Y llegó el momento de salir de un armario. Imagino que todos tenemos unos cuantos.
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Prefiero que mi hija vea al youtuber Luzu que algunas series de Disney Channel o muchos vídeos musicales

Los mismos que no paran de soltar tacos en cualquier sobremesa familiar, que hacen chistes cuestionables delante de los niños, que ven Sálvame mientras ellos juegan o hacen los deberes a su lado y que dejan a sus hijos en libertad ante la tele o los vídeos musicales que puedan aparecer en Youtube, se niegan de entrada a que sus hijos vean a youtubers.

Absurdo. Pero así es.  Percibo en muchos padres la sorpresa, la reprobación, cuando comento que mi hija ve a Luzu, uno de los youtubers españoles que más éxito tiene.

Prejuicios. En parte fomentados por los medios de comunicación que casi siempre que hablamos de youtubers es para recoger cuando sacan los pies del tiesto.

No debería ser preciso recordar que hay que ver las cosas antes de censurarlas. Hay muchos youtubers, muchísimos. Algunos son comunicadores estupendos. Y no se puede meter a todos en el mismo saco ni ignorar tanta variedad.

En Disney Channel hay contenidos de mierda llenos de estereotipos de género y que ensalzan aspectos superficiales (protagonizados por adolescentes y que ven niños de cinco años), y también otros divertidos y educativos. Hay vídeos musicales que son obras de arte y muchos que presentan a las mujeres como cachos de carne y están llenos de mensajes cuestionables.

Exactamente igual hay youtubers cuya calidad deja mucho que desear o que están orientados a un público adulto y no deberían ver niños y otros que son perfectamente aptos para niños de la edad de mi hija (que en marzo cumplirá ocho años).

Una de las muchas responsabilidades que tenemos los padres es ver lo que nuestros hijos quieren ver y decidir si son apropiados. Mi experiencia además me dice que, al menos a la edad que tiene mi hija, agradecen que compartamos sus intereses.

Yo he visto muchos vídeos del canal de videojuegos de Luzu, LuzuGames, junto a Julia y son entretenidos y completamente blancos. Hemos visto vídeos de Pokemon Go, de Pokemon Sol y Luna antes de ponerlo en la carta a los reyes magos, de sus visitas al parque temático de Harry Potter, que ya sabéis que Julia es muy fan, o adivinando pokemons junto a su novia Lanita.

Y no ha pasado nada, salvo que hemos pasado un buen rato. Prefiero con mucho que mi hija vea a Luzu que Violeta o el vídeo de Piki Piki.

Hay otros vídeos de Luzu que muestran videojuegos más adultos o experiencias que a Julia no le van ni le vienen. Esos no se ven y punto. Ella lo sabe y, además, no le llaman la atención. De todas formas, como los vemos juntas no hay peligro. Y si Julia tuviera ya doce o catorce años y le interesaran, no habría el menor problema. Ni mucha diferencia con cuando yo leía a esa edad Micromanía.

He visto a Luzu, en sus vídeos, abogar por jugar limpio, por hacer las cosas como es debido, le he visto explicarse con pasión y de forma amena, se le percibe un tipo sensato y capaz de reírse de sí mismo y es, sin duda, un comunicador fantástico al que imagino muy consciente de que entre los seis millones de seguidores de su canal hay un porcentaje muy elevado de niños (sobre todo en los de Pokemon) y tiene que cuidar en extremo lo que cuenta y cómo lo cuenta.

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‘Mother Goose Club’ y ‘Super Simple Songs’, alternativas en inglés a ‘Cantajuegos’, ‘Pica Pica’ o ‘Dubbi Kids’

Normalmente el tiempo que unos padres ven los vídeos musicales infantiles de Cantajuegos (que hace ya mucho que mantiene los mismos integrantes y dio un salto de calidad al amancebarse con Disney), Pica Pica (los que más y mejor incorporan el humor), Juan D y Beatriz (tal vez los hayáis visto en Clan) o Dubbi Kids (los más rockeros y diferentes) es limitado. Unos pocos años durante la primera infancia de sus hijos, que pronto pasarán a querer ver otro tipo de música. No sé si mejor, esa es otra cuestión, pero seguro que distinta. Y con bastante seguridad una música que escucharán a solas, por lo que no nos encontraremos cantando internamente «todos los monstruos van al peluquero» o «para dormir a un elefante» cuando vamos camino al trabajo.


Os confieso que yo soy como un perro de Pavlov por culpa de Pica Pica. Es oír «melocotón» y cantar por dentro «melocotón, melocotón, manzana, pera, piña… ¡y plátano!». Y antes que El baile de la fruta hubo otros grandes hits condicionados.

Jaime tiene autismo y uno de sus pocos intereses es la música. Él tiene diez años, así que llevamos una década escuchando todo tipo de vídeos de música infantil y probablemente seguiremos mucho tiempo con ese tipo de banda sonora en casa a diario.

Pensad en mí cuando llevéis un par de añitos con Cantajuegos y os sintáis hartos…

Jaime cada vez tiene más claro qué canciones sí quiere escuchar y cuales no. Vamos, además, por rachas. Durante un tiempo le encanta Dubbi Kids y un par de semanas después se satura y prefiere otra cosa. Por eso conocemos bastantes grupos infantiles, no solo los que os he mencionado más arriba, hay mucho más, desde las simpáticas Zascanduri a los voluntariosos (y necesitados de entonación) VideoKids TV, pasando por los ‘indies’ Billy Boom Band o Jim Jam & Sunny, aunque en rigor esos últimos no sean un grupo infantil.


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