Archivo de julio, 2016

Yo también fui una chica con el bañador verde

a00508540 950Jessica Gómez me invita a compartir su reflexión en su página de Facebook Que no me falte, un lugar de reflexiones que merecen la pena teniendo en cuenta que más de 20.500 personas la siguen. Se llama la Querida chica del bañador verde, y claro que la quiero compartir, porque siguiendo con el juego polisémico, la comparto por completo.

Yo también pasé de ser una chica del bañador verde a la madre de la toalla de al lado casi sin darme cuenta. Yo también dirigiría a la chica del bañador verde las mismas palabras que Jessica le dedica, también se las diría a mi hija. Os digo más, también me las diría a mí misma. De hecho tengo que repetírmelas de vez en cuando.

Me atrevería a decir que todas somos chicas con el bañador verde en un momento u otro. A todas nos han convertido en esa chica con el bañador verde que retrasa el momento de quitarse el pareo o la camiseta, que mete tripa, que en lugar de relajarse y disfrutar de la playa o la piscina piensa en qué postura es poco conveniente si quiere disimular aquello de su cuerpo que no la convence.

Nos perdemos la brisa, la arena, las risas… metidos en nuestra pequeña jaula absurda, cuyo barrotes proceden de todas partes: de las redes sociales, de las revistas, de nuestros amigos, de las novelas que leemos, de  nuestras propias madres…

Yo no quiero ser una de esas madres que crean complejos, que priman lo superficial sobre lo esencial. Menos aún en esta época que me da la impresión que prima aún más el aspecto físico sobre tantas otras cosas mucho más relevantes, con la tiranía de los móviles siempre presente, con sus cámaras fotográficas ubicuas y sus tiranas redes sociales.

No, no lo quiero. No quiero que mi hija sea la chica del bañador verde. Probablemente no podré evitar que alguna vez caiga en ese no salir de la toalla, en ese no desprenderse de la camiseta, en ese tumbarse en la postura más favorecedora y no menearse. Pero os aseguro que haré todo lo que esté en mi mano para evitarlo.

Y ahora sí, aquí tenéis el texto de Jessica:

a00473071 1017Soy la mujer que está en la toalla de al lado. La que ha venido con un niño y una niña.

Primero que nada, decirte que estoy pasando un rato muy agradable junto a ti y tu grupo de amigos, en este trocito de tiempo en el que nuestros espacios se rozan y vuestras risas, vuestra conversación ‘transcendental’ y la música de vuestro equipo me invaden el aire.

¿Sabes? He alucinado un poco al darme cuenta de que no sé en qué momento de mi vida he pasado de estar ahí a estar aquí: de ser la chica a ser “la señora de al lado”, de ser la que va con los amigos a ser la que va con los niños.

Pero no te escribo por nada de eso. Te escribo porque me gustaría decirte que me he fijado en ti. Te he visto, y no he podido evitar verte.

Te he visto ser la última en quitarte la ropa.

Te he visto ponerte detrás de todo el grupo, disimuladamente, y quitarte la camiseta cuando creías que nadie te miraba. Pero yo te vi. No te miraba, pero te vi.

Te he visto sentarte en la toalla en una cuidada postura, tapando tu vientre con los brazos.

Te he visto meterte el pelo tras la oreja agachando la cabeza para alcanzarla, quizá por no mover los brazos de su estudiadísima posición casual.

Te he visto ponerte en pie para ir a bañarte y tragar saliva nerviosa por tener que esperar así, de pie, expuesta, a tu amiga, y usar una vez más tus brazos como pareo para taparte: tus estrías, tu flaccidez, tu celulitis.

Te vi agobiada por no poder taparlo todo a la vez mientras te ibas alejando del grupo tan disimuladamente como antes lo hiciste para quitarte la camiseta.

No sé si tenía algo que ver, en tu descontento contigo misma, que la amiga a quien tú esperabas se soltaba su larguísima melena sobre una espalda a la que sólo le faltaban unas alas de Victoria’s Secret. Y mientras tanto tú ahí, mirando al suelo. Buscando un escondite en ti misma, de ti misma.

Y me gustaría poder decirte tantas cosas, querida chica del bañador verde… Puede que porque yo, antes de ser la mujer que viene con los niños, he estado ahí, en tu toalla.

Me gustaría poder decirte que, en realidad, he estado en tu toalla y en la de tu amiga. He sido tú y he sido ella. Y ahora no soy ninguna de las dos –o acaso soy ambas aún- así que, si pudiera dar marcha atrás, elegiría simplemente disfrutar en lugar de preocuparme -o vanagloriarme- por cosas como en cuál de las dos toallas, la suya o la tuya, prefiero estar.

Quisiera poder decirte que he visto que llevas un libro en tu bolsa, y que cualquier vientre que ahora tenga tus dieciséis años perderá, probablemente, su tersura mucho antes de que tú pierdas la cabeza.

Me gustaría poder decirte que tienes una preciosa sonrisa, y que es una pena que estés tan ocupada en ocultarte que no te quede tiempo para sonreír más.

Me gustaría poder decirte que ese cuerpo del que pareces avergonzarte es bello sólo por ser joven. ¡Qué coño! Es bello sólo por estar vivo. Por ser envoltorio y transporte de quien en realidad eres y poder acompañarte en cuanto haces.

Me encantaría decirte que ojalá te vieras con los ojos de una mujer de treinta y pico porque quizás entonces te darías cuenta de lo mucho que mereces ser querida, incluso por ti misma.

Me gustaría poder decirte que la persona que algún día te quiera de verdad no amará a la persona que eres a pesar de tu cuerpo, sino que adorará tu cuerpo: cada curva, cada hoyito, cada línea, cada lunar. Adorará el mapa, único y precioso, que dibuja tu cuerpo y, si no lo hace, si no te ama así, entonces no merece que le ames.

Me gustaría poder decirte que –créeme, créeme, créeme- eres perfecta como eres: sublime en tu imperfección.

Pero, ¿qué te voy a decir yo, si sólo soy la mujer de al lado?

Aunque, ¿sabes qué? Que he venido con mi hija. Es la del bañador rosa, la que juega en el río y se está untando en arena. Hoy sólo le ha preocupado si el agua estaría muy fría.

A ti no te puedo decir nada, querida chica del bañador verde…

Pero todo, TODO, se lo voy a decir a ella.

Y todo, TODO, se lo diré a mi hijo también.

Porque así es como todos merecemos ser queridos.

Y así es como todos deberíamos querer.

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  • Fotos: GTRES

Toys “R” US y ‘La patrulla canina’ premiados en el festival #ElChupete

La idea de El Chupete, el primer festival internacional de comunicación infantil, es buena. Parte de la autorregulación, de premiar aquellas marcas que llevan a cabo una buena comunicación, cuyos mensajes deben manejarse aún con más tiento si están dirigidos a los niños.

Ellos mismos cuentan que nacieron porque creen que «premiar cada año los mejores trabajos creativos con valores, dirigidos al público infantil» es una buena idea, no solo andar persiguiendo y poniendo en la picota a los que lo hacen mal, a los que en su publicidad dirigida a los niños hacen precisamente lo contrario.

La vieja historia del látigo y la zanahoria, el poli bueno y el poli malo…

Yo también lo creo. Siempre he visto con mejores ojos las zanahorias y los tipos amables que los látigos y los malencarados, aunque a veces sean distinta cara de la misma moneda e incluso necesarios ambos.

Doce años lleva ya El Chupete reuniendo agencias, anunciantes y profesionales de la comunicación que se dirigen al público infantil y juvenil para entregar zanahorias en un evento en el que hay de todo: mesas redondas, celebridades, actuaciones… porque «además de premiar los mejores trabajos creativos, El Chupete pretende crear un foro de reflexión sobre los problemas y oportunidades del mercado publicitario y de la comunicación infantil».

Llevo algunos años queriendo ir algún día al festival sin encontrar la ocasión, porque lo cierto es que amigos que conozco bien y en cuyo criterio confío me lo recomiendan como muy interesante y no lo pongo en duda.

En redes sociales podéis echarle un ojo a fondo si tenéis curiosidad tras el hashtag #ElChupete e #Iluminados.

Volvamos a los premios.

Pues probablemente las dos zanahorias más gordas de las 38 que se entregan este año han ido a una empresa líder mundial en juguetes y productos infantiles y a la serie de televisión que, aunque en mi casa no se vea, ha liderado las ventas de productos infantiles últimamente como ninguna otra antes.

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‘Mascotas’, la película en la que los animales se contagian del humor y la ternura de Gru y los Minions

Este martes he podido ver con Julia y con un mes de antelación Mascotas, la apuesta de Universal para el verano: se estrenará casi exactamente dentro de un mes, el 5 de agosto.

Nosotras teníamos muchas ganas de verla, ya lo había comentado en este mismo blog en el pasado. Mi hija se sabía los tráilers de memoria y a mí el planteamiento me parecía original y apetecible. ¿Qué hacen nuestros animales de compañía mientras nosotros estamos en el trabajo?

Pues suponiendo que esos animales tuvieran una inteligencia humana y solo les faltara hablar, algo que hemos oído muchas veces a nuestro alrededor por cierto, harían cosas así:

¿Divertido, verdad? Pero poco más sabíamos de la película salvo que se desarrollaba en un Nueva York otoñal e impoluto. Y tampoco quiero desvelar mucho más, la verdad, que últimamente los periodistas que hacen spóilers en los medios reciben comentarios más duros que los corruptos que mangan del erario público.

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Carta a uno de los 20 directores puestos a dedo para aplicar la LOMCE en Madrid

coleEstáis saliendo mucho en las noticias, sobre todo en los locales. Tú y el resto de directores que completáis la veintena que la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid ha impuesto en otros tantos colegios públicos. En su mayoría colegios especiales, peleones, con profesores que no se quitan la camiseta verde, un porcentaje muy grande de padres implicados y que desaprueban la LOMCE.

Te escribo esta carta a ti, y no a los otros, porque tú estás destinado a entrar en el colegio de mi hija. Uno de esos coles especiales y peleones, tanto que acogió en su patio a las marchas de la dignidad que se dirigían desde el sur de España a manifestarse a Madrid, un colegio en el que no hay libros de texto, no hay deberes, los profesores buscan y elaboran los materiales, trabajan por proyectos involucrando a los alumnos en el querer saber, que tienen talleres (de cocina, reciclaje, creación de juguetes, pintura, huerto…) por la tarde con la ayuda de las familias que los niños disfrutan más que cualquier otra cosa, en el que no creen en esas pruebas de evaluación injustas que se han sacado de la manga, se arremangan más de lo que les corresponde y los padres entramos hasta la cocina.

Tiene un consejo paritario, un bibliopatio, un aula TGD en el que estuvo mi hijo mayor, con autismo, durante tres años y una cooperativa gestionada por los padres y familias que acuden a él desde otras poblaciones buscando eso que lo hace especial.

Llevo seis años hablando de él, desde este altavoz que tengo en 20minutos y con mis amigos y compañeros de trabajo. Cuando explico cómo funciona, cómo enseñan a los niños, me encuentro envidia sana, expresiones de «¡qué suerte, ojalá en mi colegio las cosas fueran así!».

No es un colegio perfecto, claro que no. Ninguno lo es y el que defienda lo contrario, miente. Ojalá a lo que vengas es a mejorarlo respetando lo que es, los motivos que lo hacen único y por los que los padres lo hemos elegido y ahora estamos protestando. Protestamos porque nos da miedo que entres como un elefante en una cacharrería, rompiendo todo lo construido con tanta ilusión. Nos da miedo encontrarnos a alguien que no tenga la mente flexible, que piense más en hacer carrera que en los niños, que se empeñe en aplicar la LOMCE hasta el último detalle aplastando lo que hace brillar a este viejo centro público que ha logrado que niños, padres y maestros lo sintamos tan nuestro. Lo tememos porque estamos acostumbrados a que nos pongan zancadillas y a pelearlas. No hace mucho ya salimos a la calle porque querían cerrar una línea de infantil pese a que había demanda de plazas.

Molestamos. Lo sé. Molestamos a muchos porque pensamos y no bajamos la cabeza y porque enseñamos a nuestros hijos a hacer lo mismo. Juntos, padres y profesores. Molestamos a los rígidos, a los que no piensan en el bien de los niños en primer lugar y a los que no se atreven a innovar o a llevar la contraria a los que hacen y deshacen a su voluntad, poniendo a dedo por ejemplo a 20 directores de una tacada y a última hora para que no hubiera capacidad de reacción y vetando las propuestas que habían partido de los centros.

Quería escribirte esta carta para pedirte que hagas tuyo también este colegio, su proyecto educativo, su originalidad, su querer hacer las cosas de manera diferente. No tienes un camino fácil por delante, soy consciente, pero acabas de llegar y estás a tiempo aún de hacer bien las cosas. Está en tu mano.

Seguro que tenemos una camiseta verde de tu talla. Estoy convencida de que tenemos camisetas que os sentarían bien a los veinte.

Fragmento de la nota de prensa de la Asamblea de Familias:

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