No es que no quiera jugar contigo, no es que no quiera ser tu amigo, es que tiene autismo

(Jorge París)

(Jorge París)

Sonia es madre, maestra y psicopedagoga, da charlas formativas en escuelas de padres y otras asociaciones educativas. Y corre, ¡vaya si corre!. No como yo que me limito a calzarme las zapatillas un par de días por semana mientras Julia está en la escuela de atletismo (y que algún día hago pellas, ejem). Sonia tiene además un blog fantástico llamado Equilibrium y que os quiero recomendar. No dejéis de leer su decálogo sobre cómo entiende la maternidad, no dejéis de leer cualquiera de sus posts.

Pero hoy vengo a hablar de otro de sus contenidos, que está relacionado con el autismo, porque como ella misma me dijo: «Tengo el privilegio de trabajar con niños fascinantes».

En el post Un mundo fascinante en el que explicaba a su hijo porqué un niño con autismo no había querido jugar con él, casi ni mirarle. Así empiezan todos sus posts, escuchando a sus hijos, contestando y reflexionando:

– Me hubiera encantado gustarle.

– ¿Y quien te ha dicho que no lo has hecho?

– Ni siquiera me ha hablado mamá.

– Que no te haya hablado no significa que no le haya gustado conocerte. No a todo el mundo le resulta fácil expresar lo que siente.

– Cuando le hablaba no me miraba.

– Sólo necesitáis más tiempo para poder congeniar.

– Me hubiera gustado jugar un rato con él al balón.

– Estoy convencida que el próximo día lo pasareis bien.

– A ti si que te ha dado un beso cuando le hemos dicho adiós.

– Hace mucho tiempo que nos conocemos. Poco a poco hemos conseguido crear un mundo maravilloso en común. ¿Te gustaría volver a verle?

– !Claro mamá! ¿Y seré capaz de lograr que sea mi amigo?

– Sólo necesitará saber que quieres estar a su lado y estará encantado de compartir contigo lo mejor de él.

Podría empezar explicando que Pablo sufre un trastorno generalizado del desarrollo. Que no le dirigió ni una palabra ni un gesto a Xavier. Que no le miró ni se despidió de él. Seguiría aclarando que está diagnosticado como alguien que padece un trastorno autista. Podría explicar que comprendo la desilusión que sentía Xavier ese día sentado en el parque sin entender porque no querían jugar con él.

Pero prefiero empezar contando que Pablo es un niño muy especial, al que todo el mundo le gustaría conocer. Podría asegurar que si tu mirada logra entrelazarse con la suya no podrás dejar de desear saber más sobre él. Un niño al que le fascina jugar al igual que a todos los compañeros de su edad, no para de reír cuando le haces cosquillas sin avisar y se enfada cuando no entiendes lo que te quiere decir. Al que le gusta que le achuches cuando las cosas no salen bien y le animes a intentar cosas nuevas que probar. Que te pide protección cuando el ruido empieza a aumentar y te expresa su miedo cuando no entiende lo que va a pasar. Al que le gusta soñar y construir.

Podría concentrarme en hablar de todo lo diferente que es de los demás, en describir todo lo que nunca podrá llegar a hacer, en los problemas que presenta a la hora de comunicarse con los demás. Elijo focalizar mi energía en explicar todo lo que día a día es capaz aprender, de sentir, de intuir. Nunca llegará a la universidad pero ya es un licenciado en el arte del querer. Jamás formará una familia pero posee el máster en lograr que a su alrededor todos lo quieran sin condición. No conseguirá conducir un coche pero encarrilará su vida para llegar a descubrir todo lo que le haga feliz. No acabará un doctorado pero será capaz de vivir en un mundo hecho a medida lleno de emoción y bienestar.

Y sigue, y os merece mucho la pena que lo leáis entero.

No sé quién es ese niño, podría ser perfectamente Jaime. Y no conozco al hijo de Sonia, pero podría ser cualquiera de los niños que vienen a casa, hijos de amigos, amigos de Julia… que se encuentran a un niño que apenas interactúa con ellos, que no contesta cuando le hablan, que ríe aparentemente sin motivo, disfruta de su música en el sofá mientras ellos juegan e incluso cambia de habitación buscando un lugar más tranquilo si arman mucho alboroto.

Mi experiencia es que siempre, en todos los casos, los niños que vienen a casa tardan muy poco en aceptar y entender a Jaime y su comportamiento. Algunos hacen preguntas abiertamente, otros las hacen luego a sus padres, unos pocos me han mirado extrañados esperando una explicación. La naturalidad es lo mejor, decir la verdad sin enredos innecesarios, explicar que no está enfermo, que su cerebro funciona de manera diferente, pero que no deja de ser un niño que quiere ser feliz, igual que ellos.

Es decir, hablar como Sonia lo hizo con su hijo.

Gracias Sonia, por profesionales, para personas como tú escribí esto.

 

1 comentario

  1. Dice ser nancy Zapata

    Mi hijo tiene un retardo en el desarrollo seguido con autismo severo;ya mi hijo tiene 15 años y se le ha dado por golpearse la cabeza ,a el lo evalúa su psiquiatra cada 3 meses para darle sus pastillas ya q es hiperactivo ;pero en esta ultima cita al comentarle a la dra que se esta golpeando muy fuerte ; ella me ha doblado la dosis de pastillas a lo cual ,si mi hijo con su dosis normal se queda dormido todavía no intento darle con su nueva dosis peor seria ,trato de distraerlo bastante a Roberto le gusta su guitarra ,ahora lo q yo no se es hasta cuando el se va golpear me dicen q es por su adoledcencia.gracias no se si me pueden dejar una sugerencia.

    20 marzo 2016 | 23:19

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