Me gusta la gente que camina con los ojos abiertos, que no se mira solo a sí misma, que contempla el mundo tal y como es, sin tomar por invisible aquello que no le toca. Gente que sabe que no todo gira en torno a ellos.
Me gusta la gente que se conmueve, que vibra con lo que no le afecta; gente que hace suyo lo ajeno, hasta la rabia, hasta las lágrimas, hasta la acción.
Me gusta la gente que se alegra por el éxito de los demás, que no se encierra en mezquindades, que no necesita hacer de menos a los otros para hacerse de más ellos.
Me gusta la gente imperfecta, que asume sus errores, que sabe que es imposible ser consecuente en todo y todo el tiempo y que es capaz de perdonarse y perdonar.
Me gusta la gente con causa, la gente que no sólo se preocupa por sus deseos y su bienestar, sino que hace suya alguna causa que merece la pena defender. Da igual la que sea: frenar el acoso escolar, perseguir la igualdad de derechos de las personas con discapacidad, evitar la discriminación por la orientación sexual, defender la biodiversidad, luchar contra el abandono y maltrato de perros y gatos…
No hay causa pequeña, que cada uno elija la suya (o las suyas), lo que es ser pequeño es pasar por este mundo mirándose el ombligo.
Con tener una causa no me refiero a dejarlo todo e involucrarse por completo, no es abandonar trabajo y familia e irse a otro país. Que si se desea, bien está. Me refiero simplemente a hacer algo, lo que podamos, lo que mejor se nos dé, lo que sepamos compatibilizar con nuestra vida.
Por poco que sea, si esa fuera la actitud general, este mundo sería muy distinto.
Me gustaría que mis hijos crecieran interiorizándolo, que crecieran para aportar y no para restar. Me gustaría que fueran gente con causa.
¿Y vosotros?
me gusta mucho tu reflexión de hoy
estoy segura de que tus hijos serán personas con causa porque tienen de quienes aprender
01 febrero 2016 | 08:32
Sí a todo. Añadiría que me gusta la gente que no se conforma con un «esto es así» y va tan allá como puede, a veces para descubrir por qué es así, y otras para descubrir que no eran tan así como otros creían. Una curiosidad u asertividad que hacen falta para no dejarse arrastrar por la poderosa presión de pares.
01 febrero 2016 | 15:25
El problema es que las «causas» tienen dos caras, una positiva, como compromiso social y motivo vital, y otro de lucha, de posible fanatización incluso, del que nacen los enfrentamientos, los conflictos sociales y las guerras entre naciones o entre grupos humanos. Cuidadín con las causas, que no es oro todo lo que reluce.
01 febrero 2016 | 20:11
Muy buena reflexión. Todos intentamos que nuestros hijos crezcan por dentro y por fuera, a veces no es fácil pero teniendo las ideas tan claras como tú seguro que logras alcanzar tu meta 🙂
http://www.elperiodicodetudia.com
03 febrero 2016 | 11:37