Archivo de marzo, 2015

‘La Cenicienta’ de Branagh, que ha tenido más suerte con el príncipe, «es muy triste»

El pasado fin de semana estuvimos viendo el último estreno infantil de Disney. Y los dos comentarios de Julia tras verla fueron: «Es muy triste» y «me ha gustado mucho, pero no muchísimo». Tiene seis años, así que tampoco puedo pedirle mucho más como crítica cinematográfica, pero creo que lo que ha dicho es bastante significativo. Además coincide con lo que otras niñas de su edad han contado después de verla.
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La película, en la que no hay canciones pero sí canturreos homenaje a la original de Disney, es muy triste en todo su largo arranque con la madre muerta, luego el padre muerto y después la madrasta y hermanastras puteando. Mientras tanto, Cenicienta aguantando estoicamente rebosante de bondad. Nada que no sepamos por el clásico de dibujos animados, pero es que en esta versión se recrean en ello. Sobre todo en la parte de acabar huérfana. Por otra parte, en la película de dibujos, la futura princesa tenía un puntito insolente y contestón que eché en falta en esta versión que ha elegido como mensaje demostrar el poder de la bondad (tú aguanta mecha y sigue siendo bueno, que al final tendrás tu recompensa. Ejem).

Es una película bonita en el sentido de bien rodada, con actores correctos y bien elegidos (los protagonistas proceden de dos populares series: Juego de tronos y Downtown Abbey), un vestido extremadamente azul y una puesta en escena muy cuidada. Se nota el oficio de Kenneth Branagh. Y fue un acierto poner a Helena Bonham-Carter como madrina y a Cate Blanchett de madrastra de Blanchett. Lo contrario hubiera sido demasiado fácil. Ojalá a Blanchett le hubieran dejado soltarse más la melena, te quedas con ganas de conocer mejor a la madrastra y sus motivaciones.

La historia es la que ya conocemos con más desarrollo de alguna de las partes y unas cuantas pinceladas diferenciadas, pero no esperéis en esencia otra cosa que el cuento clásico. El mayor cambio viene de la figura del príncipe, un Rob Stark más limpito, con mallas blancas y los ojos tan azules como el vestido de ella. Esta Cenicienta ha tenido más suerte que su predecesora dibujada, cuyo príncipe siempre sospeché que no tenía ningún interés por las mujeres y estaba siendo el pobre obligado a pasar por el aro. Ojo a estos detalles de la primera película de Disney:
– Rey y chambelán, desesperados por casar a un príncipe que pasa del tema organizan un baile con todas las jóvenes casaderas.
– Príncipe bostezando con desinterés mientras todas esas jóvenes desfilan ante él. ¡Qué veinteañero heterosexual haría eso!
– Príncipe queda boquiabierto ante la joven del vestido fabuloso. ¿O es ante el vestido fabuloso?
– Joven huye perdiendo el zapato, príncipe no la alcanza. Ni siquiera lo intenta. Chambelán recoge zapato.
– Rey y chambelán de nuevo maquinando para encontrar a la única mujer que ha despertado un mínimo interés en él.
– Chambelán recorriendo casas con el zapato mientras el príncipe está tranquilo en palacio.

Blanco y en botella. Por eso al príncipe es a quién más ha metido mano Branagh en la cinta. Y para bien.

Resumiendo: una película mayoritariamente para niñas, pero que al menos con las más pequeñas puede hacerse larga, con un arranque muy extendido y dramático.

No creo que vaya a convertirse en un fenómeno como Frozen, que por cierto el corto del cumpleaños de Ana que proyectaron antes de La Cenicienta también me pareció flojito. A ver qué hacen con esa segunda parte de Frozen ya aprobada, espero que no echen por tierra lo conseguido en la primera parte.

Para contrarrestar esa noche le conté la historia de Joan Trumpauer, la joven heroina contra el racismo en Estados Unidos cuya historia recogieron mis compañeros del blog Trasdos coincidiendo con el estreno de la película de disney.

Un selfie, vestir de azul y una carrera popular por el día internacional del autismo

Se acerca el jueves 2 de abril, el día internacional de la concienciación sobre el autismo, un día para lograr una visibilidad con frecuencia inexistente, un día para comprender mejor lo que es este trastorno y cómo afecta de manera muy diferente a las personas que lo tienen.

Se acerca el 2 de abril y también las iniciativas para mostrar nuestro apoyo. Hoy os voy a hablar de tres, dos de ellas ya clásicas en este blog por estas fechas. La tercera es nueva. Os voy a hablar de ellas animándoos a que os suméis.

La primera es la carrera popular por el autismo que lleva ya cuatro años celebrándose en Getafe. Una carrera don una distancia muy asequible para hacerla andando que es en realidad un día de fiesta en el que los niños, los que tienen discapacidad y los que no, coinciden y disfrutan. Si podéis ir, no os arrepentiréis. Nosotros hemos acudido en todas sus ediciones y también lo haremos en ésta. Y también llevo anunciándolo en el blog desde el primer año.

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La segunda es la petición, también habitual, de que vistáis algo  azul ese día. El azul es el color oficial del autismo, por eso muchos edificios emblemáticos se iluminan con ese color, hay sueltas de globos azules o se atan a las terrazas. Puede que acudir a una carrera un domingo por la mañana en la zona sur de Madrid sea complicado para muchos, pero resulta muy sencillo vestir de azul el 2 de abril y explicar a la gente el motivo.

La tercera es nueva: hacerse un selfie por el autismo. Si es con ropa azul, ya es de nota, pero si no es así, pues también perfecto.

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¿Nos apoyaréis de alguna de estas maneras?

 

‘Tiny Thief’, el juego favorito de Julia (seis años) para tablet

imageQue el ocio de nuestros niños ya incluye las aplicaciones y juegos de móviles y tabletas es algo incuestionable. Algún caso habrá por ahí de niños del primer mundo ajenos por la voluntad de sus padres a estas tecnologías, pero son pocos.

Nosotros en casa lo permitimos. Creemos que, como muchas otras cosas, puede ser muy beneficiosa si se usa con criterio y sin exceso. Estoy convencida de que el reto de los padres no es mantenerles aislados de la evolución tecnológica, sino enseñarles a vivir con ella. Se la van a encontrar antes o después. Vivimos en una realidad que también lo es de píxels. Y esa realidad es perfectamente compatible con actividades bajo el cielo.

De hecho J&J tienen un iPad viejo, la primera versión de este dispositivo que ha resultado ser más duro que el esparto, sobreviviendo incluso a un zapateado flamenco sobre su pantalla y a que un tarro de mermelada le impactará justo en el centro. Está en perfecto estado, el único problema (y no es pequeño) es que ninguna de las nuevas aplicaciones funcionan en él y muchas de las viejas van dejando de funcionar. La última en fallar ha sido Youtube, que era la favorita de Jaime, que muchos ya sabéis que tiene autismo, para ver música.
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La preferida de Julia es Tiny Thief, un juego que salió en 2013 y que suelo recomendar a los padres que me preguntan por apps y juegos apropiados para niños. Aunque aún utiliza a veces el tipo de apps y juegos que os recomendé aquí hace algún tiempo, con sus seis años recién cumplidos va pidiendo entretenimientos más complejos. Tiny Thief, de 5ants y distribuido por Rovio (los mismos creadores de Angry Birds), es un ejemplo magnífico. Un juego bonito, bien diseñado y divertido en el que tienes que recorrer distintos niveles pensando cómo interactuar con el escenario y los objetos y personajes que en él aparecen para lograr tus objetivos: liberar a los oprimidos, acabar con los malos y rescatar a la chica de la que te has enamorado. Sí, me temo que hay princesa florero, ningún juego es perfecto y ese es el único fallo que encuentro al pequeño ladronzuelo.
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El juego está clasificado a partir de cuatro años, pero lo suficientemente complejo como para que la primera vez lo juguemos a cuatro manos con nuestros niños. Así de paso lo disfrutamos nosotros. Nadie dijo que este tipo de ocio tenga que ser solitario o un ‘aparcaniños’ y siempre es buena idea conocer bien a qué dedican nuestros hijos su tiempo. Luego seguro que querrán repetir la aventura solos o con ayudas muy puntuales.

Ya veis por lo que acabo de contar que no es un juego de esos interminables, con niveles y más niveles. De hecho una de las críticas quer recibió es que resulta relativamente corto. No la comparto, por 2,69 euros da las horas de diversión de dos o tres películas y puedes repetir para completar todos los logros de los niveles favoritos. En 2014 sacaron varios niveles más por 1,69 euros extra. No sé vosotros, pero yo prefiero eso a esos otros juegos y apps supuestamente gratuitas que luego rebosan publicidad y quieren sacarte los cuartos por más mejoras o ayudas.

¿Cómo hablar con nuestros niños de esos accidentes terribles que rebosan de los medios?

imageEl accidente del Airbus que iba destino a Düsseldorf lleva tres días como protagonista de los medios y muchas conversaciones. Una tragedia del primer mundo como dijo otra madre reciente española que vive en Alemania en su blog recordando otras tragedias mayores y olvidadas en otras partes del mundo, pero una tragedia que por cercanía conmueve especialmente. Es inevitable.

Antes o después llega el momento en que nuestros niños perciben que algo dramático ha pasado, por alguna charla, algún fragmento de telediario, una noticia escrita si saben leer. La edad varía, pero puede llegar antes de lo que pensamos. Recuerdo a una madre contando que su hija de cuatro años la interrogó respecto a lo ocurrido en Japón, en Fukushima.

Nuestros niños no son impermeables al mundo, ni deben serlo. Y nosotros debemos estar preparados para darles respuestas adecuadas.

Hay un texto muy claro y bien estructurado de la Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de Barcelona (UTCCB) en la web del Observatorio FAROS (portal de promoción de la salud de la infancia y la adolescencia del Hospital Sant Joan de Déu), que quiero que recomendar que leáis entero si tenéis niños o trato con ellos y que trata precisamente de cómo abordar esas noticias.

El UTCCB es el centro de prevención y gestión de situaciones críticas de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), que ofrece intervención psicológica especializada a individuos, grupos y organizaciones en el antes, el durante y el después de un evento traumático. De hecho me dieron permiso para compartir aquí este fragmento tras volver de trabajar en El Prat con los afectados.

¿Cómo saber si es mejor hablar de lo ocurrido o no hacerlo?

Aunque improbable, puede ocurrir que nuestros hijos no hayan tenido contacto con las imágenes del accidente o no se hayan percatado de su gravedad. En esos casos, realmente sería contraproducente abordar el tema, porque podríamos generar una inquietud innecesaria.

Por tanto, aconsejamos preguntarles a los niños si últimamente han visto alguna cosa en la televisión o en los diarios que les ha llamado la atención. O, en el caso de niños de entre 6 y 8 años, si saben lo que ha ocurrido recientemente en el caso del accidente de avión. En caso afirmativo, continuaremos hablando con ellos sobre lo ocurrido.

De lo contrario, no lo abordaremos directamente. Les diremos que ha habido unos problemas (sin especificar) y que algunos adultos y niños más mayores han estado viendo la televisión e informándose. Pero que estas informaciones a veces confunden a niños de su edad. Y que por ello les aconsejamos que siempre que alguna noticia les llame la atención nos pregunten para que así lo podamos hablar entre todos.

¿Cómo abordar el tema?

Preguntas como las siguientes pueden ayudarnos a guiar la conversación con nuestros hijos:

  • ¿Qué has visto?
  • ¿Qué crees que ha pasado?
  • ¿Qué foto (imagen) te ha llamado la atención?
  • ¿Tú sabes lo que es un accidente?
  • ¿Y qué piensas por qué ocurren los accidentes?
  • ¿Sabes dónde ha ocurrido? ¿Eso está cerca o lejos de aquí?
  • ¿Conoces a alguien que haya tenido un accidente?

La idea que subyace a estas preguntas es evaluar qué información tiene el niño y cómo la ha interpretado. Sólo así podremos tranquilizarle y corregir o complementar su visión sin añadir preocupaciones o informaciones que aún no ha entendido o pensado.

¿Cuál es la mejor forma de responder a las preguntas que nos formulan nuestros hijos?

La mejor manera de dar respuesta  a las preguntas y a los comentarios de nuestros hijos supone respetar los siguientes principios:

  • Responder a todas las inquietudes y comentarios que nos hagan los niños, sin valorar su contenido y con máximo respeto por lo que han pensado y les inquieta.
  • Tratar, siempre que se pueda, de tranquilizar a nuestros hijos, haciéndoles ver que los accidentes no son frecuentes y mucho menos son siempre tan graves como el que nos ocupa. En este sentido, poder referenciar a alguien que tuvo un accidente y que ahora está bien ayuda mucho a reducir los miedos.
  • Subrayar siempre la disponibilidad de ayuda en nuestra sociedad: si nos ocurre algo hay muchas personas que nos ayudan (la policía, los bomberos, las ambulancias, etc.).
  • Ser absolutamente honestos con nuestras respuestas: si hacemos falsas promesas a nuestros hijos, éstos se van a sentir engañados. En el caso de los accidentes, esto supone explicar que los adultos que les llevan en coche van con mucho cuidado y que por eso también es importante llevar los sistemas de retención infantil y los cinturones siempre bien puestos. Pero no les podemos prometer que jamás tendremos un accidente. 
  • Responder sólo a lo que ha preguntado o comentado nuestro hijo, sin ir más allá, ya que con ello podríamos estar generando nuevas dudas o miedos. Pero jamás debemos de dejar preguntas sin contestar.
  • Hay una pregunta que suele presentar dificultades cuando las familias abordan estos temas con sus hijos. Es la referida a la culpa, a la responsabilidad del autor del accidente. Es aconsejable evitar profundizar en esta cuestión. A los niños les preocupa saber si podemos evitar tener un accidente o no podemos. Y tener conocimiento de que hay conductores negligentes e imprudentes es amenazador, incluso para los adultos. Por tanto, sugerimos comentar que para que se produzca un accidente tienen que ocurrir varios errores y todos a la vez y que por eso es complicado saber si se podría haber evitado.

* Foto: EFE

#estamosconvosotros, con los niños con necesidades especiales sin los apoyos educativos adecuados

En Twitter y Facebook hace unos días que un hashtag está cobrando fuerza. Se llama #EstamosconVosotros y nació tras una complicada injusticia que ha tenido lugar en Málaga, en el Rincón de la Victoria. Un caso que voy a intentar resumir de la forma más objetiva y empática posible.

La cosa es así: en un colegio lleva años escolarizada una niña con autismo y sin los apoyos necesarios por falta de recursos. Los problemas de comportamiento de esa niña han ido en aumento y el pasado 19 de marzo 20 niños de cuarto de Primaria, sus compañeros, decidieron dejar de ir a clase durante tres días. Lo recogieron en DiarioSur con estas palabras de la portavoz de las familias.

Las familias afectadas destacaron que «nuestra acción va dirigida en exclusiva a que se garantice la protección de los alumnos por parte de la Junta», insistiendo en que «no responde a un ataque contra la familia de la niña ni contra ésta». «Este parón en las clases lo hacemos con la firme convicción de estar protegiendo a nuestros hijos, que a diario sufren la alteración de su vida escolar».

El día siguiente DiarioSur recogía las declaraciones de la familia de la niña con autismo que también os recomiendo leer.

«La denuncia que el colectivo de familias ha realizado es consecuencia directa de la falta de intervención educativa con nuestra hija. Ahora se atribuye la responsabilidad de estas conductas a la niña obviando que son consecuencia directa de la inaplicación de las medidas que los propios técnicos de orientación establecieron hace ya cuatro años».

Es un caso con más pormenores (una denuncia, una petición de apoyos desde 2011, el reconocimiento del centro de la falta de recursos…), complejo, reflejo de una realidad que no se ajusta al ideal. Es una situación injusta con diferentes personas. Yo os he esbozado simplemente la situación, pero a poco que busquéis encontraréis los detalles y podréis sacar vuestras propias conclusiones.
gtres_a004819¿Qué es lo que creo? Que nunca hay que juzgar a la ligera. Me cuesta sacar conclusiones sin profundizar, y prefiero moverme por el mundo presuponiendo la buena fe en la mayoría de la gente.

Entiendo que para los padres de esos veinte niños y para esos veinte niños, tener una persona con conductas disruptivas en el aula es un problema a tener en cuenta. Hay que pedirles ser empáticos y favorecer la inclusión, pero me niego a cargar culpas en ellos. Obviamente, no hay que culpar en lo más mínimo a la niña con autismo, en Gloria. Tampoco en sus padres. Y probablemente haya profesionales en el centro de enseñanza intentando hacerlo lo mejor posible en una situación difícil y con pocos recursos a su alcance. Porque ahí está la clave, en los recursos que se dedican a cubrir las necesidades de estos niños, que no es ya que sean pocos, es que cada vez son menos.

Y si la culpa es la falta de recursos, me niego a entrar en el juego de crear guerras entre padres. Al que hay que mirar es al que está arriba con la cartera. Porque Gloria es un caso, pero hay miles: niños con escasos apoyos dando bandazos, niños reconducidos a educación especial o específica dando por hecho que la inclusión es solo para los niños que mejor evolución tienen, niños que pierden derechos.

Creo que la culpa es del dinero, siempre es el maldito dinero que hay a carretadas para muchas otras cosas pero no para ofrecer educación de calidad a nuestros hijos, tengan necesidades especiales (los que están en una situación más vulnerable) o no. Y no tiene visos de mejorar.

Ya os contaba el otro día lo que se pretendía hacer incluyendo becarios sin formación especializada para atenderlos y en el día de hoy hay una nueva huelga de la enseñanza

Por el camino se van quedando muchos niños y sus familias, que no reciben una educación, una atención adecuada. Niños para los que no hay marcha atrás, que perderán la oportunidad de mejorar, vivir integrados y felices. Un coste inaceptable. Lo que debería ser una prioridad de primer nivel, no parece preocupar demasiado. Y es inconcebible.

Por eso estoy con Gloria y sus padres, por eso estoy con todos los alumnos con necesidades especiales. Por eso me sumo al hashtag #EstamosconVosotros.

Como bien explican en Autismo Diario:

Hace ya más de tres años publicamos el artículo titulado “Un mal modelo de integración escolar es perjudicial para el niño con Autismo”, donde nos hacíamos eco precisamente de que si un alumno con un Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) acudía a un centro educativo ordinario y no disponía de los medios y apoyos adecuados a sus necesidades, se violaba el marco legal, se incumplía el mandato educativo de la Administración y por tanto se perjudicaba directamente a la calidad educativa, a la inclusión social y a su integridad física y emocional. En resumen, se vulneran a sabiendas los derechos fundamentales del niño.

* Foto: GTRES

Elegir no tener hijos no es antinatural, no es de egoístas, no es algo de lo que arrepentirse

Estoy muy sorprendida, mucho, por sentir que es algo que debe ser dicho en voz alta y defendido.

Más de ochocientos ‘me gustas’, un alcance de más de 36.000 personas y un debate de decenas de comentarios ha generado en mi muro de Facebook un artículo de Ana Ramil en La opinión de La Coruña llamado El tabú de no querer tener hijos en el que habla de la enorme presión que reciben muchas parejas que optan por no tener hijos, en la obviedad de que se puede ser igual de feliz siendo padre o no siéndolo. La felicidad no radica ahí, y sólo influye negativamente no ser padres cuando una pareja sí deseaba hijos y no pudo tenerlos, que es otra historia muy diferente.

«Os vais a arrepentir», «sois unos egoístas» y sobre todo «¿por qué?» son algunas de las frases que las parejas que deciden no tener hijos tienen que escuchar una y otra vez a lo largo de su vida. Pese a que el número de hogares formados por parejas sin hijos aumentó un 45% en una década, quienes deciden renunciar siguen siendo minoría. «Hay muchos prejuicios sobre este tema y las parejas sufren la presión de toda la sociedad», reconoce la psicóloga gallega Mercedes Carreño, quien asegura que solo quienes «hacen frente a la norma social» llevan a cabo el modelo de vida que siempre habían deseado. Los expertos niegan además que sean más felices quienes sí tienen descendencia. «Todo depende de los objetivos de vida que tenga la pareja», sostienen

Claro que tener hijos no es obligatorio, que no tenerlos no es de cómodos o egoístas. Una pareja puede ser igual de feliz sin ellos y no arrepentirse nunca. Me sorprende que haya que decirlo y me asombra aún más que los haya que no lo entiendan o que incluso les digan todo eso a los que eligen no ser padres a la cara o a la espalda

Cómo nos gusta juzgar a los demás sin venir a cuento. Eso, por desgracia, no me sorprende.
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Me sorprende el éxito que ha tenido esa publicación en mi muro, porque da la razón a Ana Ramil en que el hecho de que una pareja no tenga hijos, pudiendo hacerlo, es uno de nuestros últimos tabúes.

Me sorprende también el debate que se ha montado, en el que muchos ratifican lo que ella asegura, que hay muchísima gente que juzga a estas personas como egoístas, que creen que se arrepentirán.

¿No es obvio que hay también muchos que tienen hijos por motivos egoístas, sin reflexionar, y que luego se arrepienten aunque no osen reconocerlo?

Otro moderno tabú.

Hay muchas personas que han tenido hijos y no deberían haberlo hecho, las secciones de sucesos de los periódicos están llenos de ejemplos.

Lo inteligente es pararse a pensar en si deseamos recorrer los caminos más trillados o no, lo más sabio que podemos hacer con nuestras vidas es no dejarnos llevar por la corriente. Sobre todo en asuntos tan importantes, que transforman tu vida y, lo que es más trascendente, también tu persona.

Y sigo sorprendida por tener que recalcarlo. Aunque no debería sorprenderme el hecho de que sea una ingenua.

#Papiconcilia: 46 padres hablan de su paternidad en un libro

imageHoy es el Día del Padre, en mi casa lo celebramos dejándole dormir la mañana, haciéndole unos churros caseros para que desayune y comiendo en mi casa con mis padres, que los abuelos también cuentan en esta celebración.

Lo celebro también desde este blog deseando feliz día del padre a todos aquellos que también felicitaba Cristina A. en Gonzoo hace unos días:

  • Felicidades a los padres que ven crecer a sus hijos.
  • Felicidades a los padres que se involucran emocionalmente con sus hijos y participan en el cuidado y atención de sus necesidades afectivas.
  • Felicidades a los padres que saben que trabajar jornadas infinitas y fines de semana para que no les falte nada es una trampa (porque faltarán ellos).
  • Felicidades a los padres que no desacreditan ni ridiculizan porque saben que tu actitud les da permiso para comportarse de la misma manera.
  • Felicidades a los padres que no etiquetan y corrigen acciones, no personas.
  • Felicidades a los padres que permiten perder, cometer errores y hacen que los veas como un trampolín y no como un hoyo. La sobreprotección genera personas inseguras, incapaces de tomar decisiones y de enfrentar las dificultades y los contratiempos diarios.
  • Felicidades a los padres que aman y no idolatran.
  • Felicidades a los padres que son padres y no amigos por temor a no contar con su aprobación.
  • Felicidades a los padres que asumen que lo son y anteponen las necesidades de sus hijos a las de ellos (sin anularse como personas, obviamente).
  • Felicidades a los padres que transmiten amor pero no sus pensamientos/traumas/miedos.

Y no es la única manera de celebrarlo: hoy se ha publicado una nueva edición del libro #Papiconcilia, con 22 nuevos testimonios sobre conciliación, que se suman a los 24 existentes.

El libro podrá descargarse de forma gratuita como en ocasiones anteriores desde nuestra web, a cambio de compartirlo en redes sociales. Sin embargo, como novedad, la versión completa, con 46 testimonios, también podrá adquirirse tanto en formato papel como electrónico a través de Amazon. En caso de haber beneficios, serán destinados a mantener vivo el movimiento en pro de la conciliación.

#papiconcilia incluye historias de padres que quieren ser actores y no espectadores, padres que piensan y sobre todo sienten que a los hijos hay que dedicarles tiempo y darles amor, padres que se implican de forma corresponsable tanto en la crianza de los hijos como en las tareas del hogar.

Padres que trabajan en el sector Público y desmienten que para ellos sea más fácil conciliar; padres que trabajan en empresas privadas de diferentes sectores y se enfrentan a distintas dificultades para conciliar; padres con diferentes circunstancias familiares (varias familias numerosas y monoparentales, un padre soltero con un hijo adoptado, varios padres separados, partos múltiples, incluso un padre de dobles parejas de gemelos); padres que compartieron la baja con su mujer, pidieron jornada reducida, fueron despreciados e incluso despedidos… Padres que cuando se les cerró la puerta abrieron una ventana y emprendieron, lo que les permite organizar el tiempo como les conviene y pasar más tiempo con sus hijos.

Son padres que quieren cambiar las cosas y han empezado a conseguirlo. En la segunda edición de #papiconcilia dos padres confiesan que a raíz de haber leído la primera edición, reflexionaron y decidieron dar un giro a su vida y pidieron jornada reducida o la posibilidad de teletrabajar a sus respectivas empresas. “Esta iniciativa me ha dado en qué pensar, me ha abierto los ojos y ya estoy en camino de buscar mi propio rinconcito conciliador”, comenta Sem Campón, coautor de la segunda edición de #papiconcilia.

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‘Seguiremos viviendo’: porque los niños no deberían morir, pero si mueren deben hacerlo bien arropados

El tema de hoy no es especialmente festivo, pero es necesario. Mirar a otro lado cuando algo es demasiado doloroso no ayuda a mejorar esa realidad que cuesta tanto afrontar. A veces hay que levantar la alfombra y barrer, por mucho que cueste.

Tengo al menos cuatro cosas en común con Elisabet Pedrosa. Elisabet me cuenta que es guionista de l’Ofici de viure (Cataluña Radio). Es decir, tiene un oficio en el que se dedica a juntar palabras como yo. Elisabet fue madre de una niña con discapacidad, con síndrome de Rett, y ya sabéis que yo tengo un hijo con autismo. Elisabet ha escrito un libro. Bueno, en realidad más de uno. Lo mismo que yo. Y además es una persona con causa, con varias causas, que usa aquello que mejor sabe hacer para intentar ayudar, algo que yo también procuro.

Elisabet vio morir a su hija Gina hace un año, tras pasar nueve meses en cuidados paliativos
. Y hablando con el corazón en la mano, espero que jamás tengamos eso en común. Pero de su experiencia personal ha nacido un libro, altavoz de su implicación en una campaña del Hospital Sant Joan de Deu «para sensibilizar sobre el papel fundamental de las unidades de paliativos pediátricos y el hecho que son aún una asignatura pendiente de nuestro sistema sanitario».

Nuestros niños no deberían morir. El cáncer, accidentes, enfermedades raras, el síndrome de Rett… nada de eso debería cebarse en ellos si el mundo fuera justo, pero no lo es. La realidad es que 3.000 de nuestros niños mueren cada año en España, aunque nos duela el alma solo imaginándolo, y deben poder hacerlo de la mejor manera posible.
libroPor eso Elisabet ha escrito un libro llamado Seguiremos vivendo (una luminosa reflexión sobre la muerte) que da nombre también a un proyecto de micro mecenazgo para consolidar el equipo de curas paliativas pediátricas del Hospital de Sant Joan de Deu. Hasta la fecha han recogido ya 24.000 euros y el libro va por la tercera edición en catalán y la segunda en castellano y todos los derechos de autor van a ese proyecto. «Este es el compromiso que tomé al día siguiente de la muerte de Gina», asegura.

«Es un privilegio contar con un equipo de servicios paliativos pediátricos para ayudarles en este difícil trance y dar apoyo físico, social, emocional y espiritual a sus familias», explica. Y no sé a vosotros, pero a mí me parece inconcebible que así sea. Y difundir su libro, su lucha, no solo ayuda al hospital Sant Joan de Deu, ayuda a concienciar de la existencia de este problema al que hay que poner solución.

Olvidaba un quinto aspecto que Elisabet y yo compartimos: «Seguiremos viviendo ha sido escrito para no perder el juicio y, sobre todo, para poder seguir adelante». Yo también escribo para poder respirar, no concibo mi vida sin palabras, igual que no la concibo sin aire.

Elisabet Pedrosa (Barcelona, 1969) es escritora y periodista. Durante una estancia en Brasil escribió su primer libro como resultado de su experiencia como cooperante en el norte de Brasil, Fills de la pluja. En 2009 publicó Criaturas de otro planeta, una historia conmovedora que, con más de 10.000 libros vendidos, hizo visible el síndrome de Rett, la segunda causa más frecuente de retraso mental en mujeres y que finalmente llevó a su hija Gina hasta la muerte en enero de 2013. En 2012 publicó El meu amor sikh, donde explica de manera novelada cómo, después de separarse, descubre el amor de su vida: un indio sikh, padre de su tercer hijo, Jan.

Seguiremos viviendo es una emotiva despedida a su hija, y no se trata sólo de un libro sino un proyecto cuya finalidad es divulgar el papel y las necesidades de los cuidados paliativos pediátricos, muy escasos en nuestro país (los únicos centros que existen en España en este momento son: el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, el Hospital Materno Infantil de Las Palmas, Hospital Niño Jesús de Madrid y la Unidad de Paliativos de Son Espases, Mallorca, además de algunas unidades de Oncología Pediátrica que prestan atención paliativa a sus pacientes).

Elisabet explica con naturalidad y lucidez la muerte de la hija, y la desesperación de los últimos años y meses a su lado en un camino de pérdida continuada. Y nos narra también el día a día después de la muerte: el vacío vertiginoso, el dolor profundo y el desconcierto. Y cómo se reinicia poco a poco el hilo de la vida: volver a llenar el carro del supermercado, volver a comer y cocinar, volver a bailar y descubrir la naturaleza, volver a sonreír, volver a hacer el amor… En definitiva, volver a vivir después de la peor experiencia en la vida de una familia. Y hacerlo con alegría y con los vivos, pero también hablando e integrando a los muertos en el presente. Es un texto de despedida, de recuerdo de la hija, de agradecimiento y para compartir una muerte reveladora, desnuda —casi pornográfica—, sin eufemismos y penetrante; y es también un canto a la vida, a la de aquí y quizá a la de más allá. Al principio de la vida, para dar la bienvenida a un ser querido, nos llenamos de amor y de afecto, y para la despedida deberíamos conseguir que también fuera así.

Seguiremos viviendo es un testigo luminoso, útil, emotivo, transformador y bien escrito sobre la manera de afrontar la muerte de un hijo, la impronunciable (no hay palabra para definir la pérdida de un hijo), y sobre cómo aún hoy vivimos de espaldas a la muerte, el último gran tabú de nuestra sociedad. Un testimonio excepcional para sensibilizar sobre el gran papel que ejerce el acompañamiento a la muerte de las curas paliativas pediátricas, para que sea un derecho lo que aún hoy es un privilegio: que todo niño en situación crítica muera acompañado.

El camino a la inclusión necesita recursos para tener buenos profesionales bien formados

Muchos colegios imparten en España educación inclusiva a pesar de las dificultades, con diferentes criterios e intensidad. Tal vez en muchos casos habría que decir que lo intentan más que lo hacen. Pero ahí están, intentando seguir el camino que es mejor que de valorar.

Estos días me han mandado (gracias Almudena) un vídeo elaborado por el colegio Sagrado Corazón en Chamartín, que es uno de los que más niños en inclusión recibe. De sus 1.500 alumnos, más de un centenar tienen necesidades especiales. Este es y os animo a dedicarle unos minutos:

Por si no lo habéis visto, ya os adelanto que en el vídeo que han elaborado denuncian lo que todos sabemos más o menos en carne propia: la falta de recursos, que al disminuir el apoyo público, este año ya hay menos profesores. «La educación inclusiva es un paso que solo podemos dar contigo», dicen. Es cierto. Como dice al final del vídeo Vicente del Bosque, hace falta gente valiente que alce la voz. Las cosas no van a cambiar solas a mejor, sentarse a esperar no es una buena idea.

También es verdad que, por mucho que alcemos la voz, sin el apoyo institucional la inclusión es una entelequia. Y las cosas no están mejorando precisamente.

Veo el vídeo apenas un par de semanas después de la última ocurrencia del ministro Wert: poner a atender a nuestros niños que necesitan apoyos específicos por becarios de cualquier materia. Da igual las notas que hayan sacado, es una mala idea. Sobre todo porque traerá aún más precariedad al sector de los maestros especializados en apoyar a los niños con discapacidad y también menos manos preparadas dedicadas a ellos.

Lo cuenta muy bien Daniel Sánchez Caballero en El diario. Me permito reproducirlo en gran parte aquí, que ese medio es creative commons igual que el mío y sé que a muchos pedirles entrar en un enlace es mucho esfuerzo:

En un contexto de pérdida continua de profesores durante los últimos años, el Ministerio de Educación planea invertir 22 millones de euros en contratar a unos 2.000 becarios.

Tras reunirse con las Comunidades Autónomas –que tienen las competencias en educación– fuentes del Ministerio anunciaron el programa. «Se trata de un programa piloto de becas de formación de egresados universitarios [con muy buen expediente académico]. El programa tiene como objetivo fundamental propiciar la mejora de los resultados de los alumnos de centros docentes con especiales dificultades, y ofrecerles soluciones a los diferentes problemas que se plantean», reza la nota de Educación.

«No podemos llenar el sistema de precariedad», explica Nicolás Fernández, presidente de Anpe. «La idea, ayudar a los alumnos con necesidades, puede ser loable, pero no realizada por becarios, sobre todo cuando hay muchos especialistas que han perdido su puesto«, añade. «Llevamos tiempo planteando que no se pueden suplir las deficiencias con el profesorado en los centros con contratos en precario o voluntarismos», lamenta Carlos López, secretario general de FETE-UGT. «Ahora se dan cuenta de que rebajar en un 90% la partida de educación compensatoria [lo que ha ocurrido en los Presupuestos de 2015] genera problemas educativos y lo quieren suplir con parches», añade.

En los últimos cursos, el sistema educativo ha perdido entre 20.000 y 30.000 profesores, según los diferentes cálculos, por la práctica desaparición de la tasa de reposición de funcionarios (estuvo varios años al 10%, éste ha subido al 50% y se están empezando a convocar oposiciones de nuevo). Esta pérdida de docentes se ha cebado sobre todo con los apoyos a los alumnos con más dificultades, según explica Augusto Serrano, de STES-i, que antes por ejemplo podían salir de clase en ciertas asignaturas más complicadas para recibir una atención más personalizada. La falta de personal lo impide ahora.

Los futuros becarios tendrán que ser recién licenciados del ámbito de la educación, y de otras ramas de ciencias y ciencias sociales y tener un expediente académico con una nota media igual o superior al 8,5 para los maestros y un 8 para el resto. Su labor será apoyar «la enseñanza en horario escolar y extraescolar para centros sostenidos con fondos públicos con especiales dificultades, mediante atención especializada (adaptaciones curriculares, diseño e implantación de metodología específica, y otras medidas adecuadas a las necesidades del alumnado) a los siguientes grupos de alumnado de Educación Primaria: grupos de Educación Primaria con alumnado con necesidad específica de apoyo educativo, grupos de Educación Primaria con baja tasa de idoneidad, grupos de Educación Primaria cuyo alumnado promocione con áreas suspensas, grupos de Educación Primaria con tasas de absentismo superior a la media nacional».

Cobrarán unos 1.000 euros al mes. «Entre 400 o 500 euros menos que un interino», señalan desde STES.

 

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Leed con vuestros hijos ‘Camioneros’ de Terry Pratchett, leed también vosotros a Terry Pratchett

imageEra una niña cuando descubrí la trilogía de los gnomos camioneros de Terry Pratchett, que ha muerto hoy. Pocas veces en toda mi infancia disfruté tanto como inmersa en esas páginas, que me supieron a poco. No recuerdo cómo llegaron esos cuentos a mis manos, tampoco me fije entonces en el nombre de su autor. Con doce años me limitaba a centrarme en las historias y los personajes, no me importaba mucho quiénes las habían escrito.

Con unos veinte años leí Guardias, guardias. Ahí sí recuerdo perfectamente que fue husmeando entre los estantes de La casa del libro, al salir de la universidad y que me llamó poderosamente la atención que describían que se narraba con sentido del humor el punto de vista de esos guardias que salen en los libros de fantasía épica al uso solo para obedecer órdenes y no perdurar en la memoria del lector. Me apeteció tenerles como protagonistas. También me marcó esa descripción del autor como periodista, la carrera que yo había estudiado, y su pasión por las plantas carnívoras «que no son tan interesantes como parecen».

Lo mío con Terry fue un flechazo. Algo raro y precioso igual que los flechazos que nos conducen a entregarnos a la carne ajena. Desde aquel día me lancé a devorar su extensa obra, libros que se devoran en dos suspiros y tres risas y que nos dejan reflexionando y con pena por verlos acabado.

Terry hacía fácil lo difícil, algo que yo intento. Se notaba que escribía con las tripas y del tirón. Era prolífico y por eso muchos no le han dado el valor que merece. Craso error. Inventó un mundo propio relacionado con la ciencia ficción y la fantasía, algo que también pesa en la consideración de muchos amantes de la literatura que van por la vida con armadura y un renglón metido por el culo. Lo hizo para reírse de nuestro propio mundo, de nosotros mismos. Y lo hizo condenádamente bien.

Sus guardias, sus brujas y magos, sus vendedores ambulantes, una Muerte que no es cruel (sólo se le da condenádamente bien su trabajo), sus dioses mayores y menores, Tiffany, Yaya, Vimes, el baúl de peral sabio… todos ellos forman parte de mí y lo seguirán haciendo. Soy como una fan quinceañera de Auryn en lo que respecta a este señor, lo confieso.

image Noli timere messorem. «No temas al segador» era el lema en el escudo de Terry Pratchett cuando fue nombrado Sir hace cinco años, aunque tendría que haber sido nombrado guardia. Sé que se ha ido sin miedo y a partir de ahora lo hago mío.

En mi casa tiene el mejor altar que puede tener un hombre: un par de estantes llenos de sus libros. Y colgado al cuello llevo hoy el ankh de esa ciudad en la que vernos reflejados.

Pero olvidaba que este es un blog de una madre que habla de cosas relacionadas con su maternidad y con sus hijos, así que os ánimo a leer Camioneros a vuestros niños y regalarles así uno de los cuentos más divertidos que jamás se han escrito. Creedme.