‘Un gran engaño’ que es un gran ejemplo para otros niños

Cuando tenía unos 14 o 15 años me puse a escribir mi primera novela. «Si la terminas yo te la publico», me dijo mi padre. Aún lo recuerdo. Mejor dicho, nunca lo olvidaré. Fue un buen acicate pero no suficiente para que la terminase. Ojalá conservase los cincuenta o sesenta folios mecanografiados que logré reunir. Nunca nadie los leyó y yo ahora apenas me acuerdo de aquella historia ubicada en una Asturias antigua y mágica, con una pareja de protagonistas que se llamaban Alba y Martín y más caballos de los recomendables. Estoy convencida de que no valía nada, pero hubiera sido un bonito recuerdo de aquel intento adolescente que ahora sí que podría apreciar, igual que miro con cariño fotografías mías de aquellos años que entonces estuve a punto de romper.

Fue mi primer y último intento de escribir una novela hasta que hace tres años, unos veinte años después de aquello, me puse de nuevo manos a la obra. En esas dos décadas previas no tenía historias dentro que necesitaran salir. Ahora sí, ahora bullen en mi interior. Galatea ha sido la primera en ver la luz, En la sala de espera sobre tres padres de niños con discapacidad está terminada. De la tercera llevo la mitad y tengo otras dos esperando su turno.

Probablemente Scott Fitzgerald tenía razón cuando decía que la vida tiene que vapulearte un poco para poder escribir. Al menos así ha sido en mi caso.

No lo es siempre. Hay escritores precoces que logran terminar novelas a una edad en las que otros niños están jugando con muñecos o explorando ese territorio de guerra que muchas veces es la adolescencia. Y esa constancia, ese amor por las letras merece un reconocimiento.

Gracias a la librería asturiana La Buena Letra he descubierto a Claudia Morales de Prado, una niña que apenas está en 2º de la ESO y ha publicado su primera novela.

Claudia tenía un sueño y lo convirtió en realidad. Tiene 13 años y le gusta escribir. Le gusta tanto que ha escrito un libro y con mucho esfuerzo lo ha publicado. Nosotros, con todo el cariño y el respeto del mundo, queremos que conozcáis Un gran engaño, de Claudia Morales de Prado.

Así lo explicaban en la página El mundo de jugar y aprender.

Empezaba el sábado conversando con mamás preocupadas por la calidad del juego de sus hijos, cuando entra una niña con su madre, vienen a contarnos que la pequeña ha escrito un libro, lo trae en la mano.

Su madre nos dice que la niña es una apasionada de la escritura, le han preparado una autoedición como premio al esfuerzo.

Casi emocionada por la casualidad que les ha hecho acercarse a nuestro espacio, me lleva a pensar ¿Cuántas veces escuchamos a los deportistas de élite agradecer a sus padres el apoyo a su afición? Sin ir más lejos, Fernando Alonso, el asturiano más internacional del momento, siempre alude a sus progenitores como clave de su éxito.

Aún sin más que haber ojeado un par de páginas, queremos haceros partícipes de este hallazgo. Qué estupenda la labor de esta familia, dando soporte a su hija en la aventura de escribir.

No sé vosotros, pero yo también lo aplaudo. En eso consiste apoyar a un hijo. Y voy a encargar a La buena letra mi ejemplar de Un gran engaño. A ser posible dedicado. Lo leeré, lo reseñaré y lo guardaré a buen recaudo para que Julia pueda leerlo cuando sea algo mayor, para que sepa lo que es posible conseguir con constancia y un objetivo claro.

Un gran engaño es también un gran ejemplo.

2 comentarios

  1. Que maravilla de descubrimiento. Y si, desde luego que uno a los hijos debe apoyarlos, seguro que tu padre creía en tí y por eso te puso el reto, pero tal vez no era tu momento y Alba tendría que ser reinventada para dar paso a los personajes de tu libro Galatea.

    Lo de la niña Claudia me recuerda el caso del niño fotografo precóz que ganó un premio, y que ahora escapa de mi mente su nombre y edad, si mal no recuerdo eran 12 o 13 años.

    ¿Cómo apoyar y no frustrar esa pasión? ahí está el quid!

    29 enero 2015 | 13:27

  2. Estoy con Cata, al leerte me acordé del niño de Teruel que mencionais y del que tampoco recuerdo el nombre (para eso está san google.. jejeje) pero que con 9 años ha demostrado que lo suyo por la fotografía es más que un simple hobbie.
    Nosotros tenemos muy cerca una ex-compañera del cole de mis hijos, que a los 12 ha sacado su primera novela y anda ya trasteando con la segunda.
    Una niña cargada de fantasía y que sus padres han sabido comprender y apoyar.
    ¡Qué suerte también saber descubrir a tiempo algo más que una afición en tus hijos para poder ayudarles! ¿verdad?
    Bss a las dos.

    29 enero 2015 | 16:15

Los comentarios están cerrados.