Archivo de agosto, 2014

Dos días en Puy du Fou, entre caballeros, gladiadores y mosqueteros

“¿Pidifú? ¿Eso qué es?”. Esa es la respuesta que recibimos sin excepción cuando contábamos a amigos y familiares nuestros planes para recorrer parte del norte de Francia en agosto. Absolutamente nadie sabía de lo que estábamos hablando.

“Es un parque temático, uno que no tiene atracciones, solo espectáculos inspirados en diferentes momentos históricos. Ha conseguido varios premios internacionales y es el segundo más visitado de Francia, tiene muy buena pinta”, explicábamos nosotros. Y después les poníamos este vídeo de apenas un minuto que promociona uno de sus seis grandes espectáculos y que deja a todo aquel que lo ve por primera vez con la boca abierta:

«Sí que pinta bien, ya nos contaréis a la vuelta», nos decían. Pues a ello voy:

Momento de 'El secreto de la lanza'.

Momento de ‘El secreto de la lanza’.

Puy du Fou fue nuestra penúltima escala, antes de terminar el viaje en La Rochelle. Pasamos allí dos noches y dos días completos, tiempo suficiente para disfrutar de un lugar de entretenimiento original y sorprendente al que no me importaría volver.

Que no se conozca Puy du Fou en España me resulta tan incomprensible como que ciudades tan hermosas como Orleans, con su impresionante catedral, o la mágica Le Mans estén prácticamente desiertas tanto de turismo nacional e internacional, mientras que en París hay colas larguísimas para todo. De verdad, incomprensible. París tiene una belleza y una riqueza artística indiscutible (aunque a mí me deja algo fría, lo confieso), pero muchas otras ciudades francesas también y apenas ves al visitarlas unas pocas almas. París ha fagocitado gran parte de Francia, y da la impresión de que Disneyland ha hecho lo mismo con los varios y recomendables parques temáticos galos.

Volviendo al Puy du Fou, su gran handicap para no tener más visitantes extranjeros imagino que es que no tiene un gran aeropuerto al lado, pero está en una zona muy accesible en coche desde España, dentro de la región del Loira. Otro handicap es el idioma que manejan; en el Puy du Fou se habla bastante y se habla en francés. Hay mucha información en inglés disponible, pero los espectáculos son eminentemente galos en discurso y temática. Eso hace que los de fuera nos perdamos muchas cosas, pero lo cierto es que  son tan espectaculares y cuidados, con una música original tan bien seleccionada (de nuestro Carlos Núñez), que aunque disminuya el disfrute no lo impide. La prueba es que Julia, con cinco años, se divirtió muchísimo y no se cansa ahora de revivirlo viendo los vídeos.

Tienen audioguías en español (creo recordar que eran nueve euros dos) pero no todo está traducido, no todo está bien traducido y, como os contaba en mi visita a Futuroscope, prefiero disfrutar sin trabas del sonido ambiente y no ponerme unos cascos de calidad limitada que me reducen la inmersión en lo que estoy viendo.

El pase emoción para principales espectáculos.

El pase emoción para los grandes espectáculos.

Hay seis grandes espectáculos, imprescindibles todos ellos y aptos para todas las edades. El número de representaciones y su horario varía cada día en función de la afluencia de público prevista.

  •  El signo del triunfo, con bárbaros galos frente a romanos en torno a la historia de amor de la arena.
  • Los mosqueteros de Richelieu, el único en interior y con sabor español.
  • Los vikingos, lleno de trucos sorprendentes.
  • El secreto de la lanza, el favorito de Julia por su protagonismo femenino.
  • El baile de las aves fantasmas (si es que lo estoy traduciendo bien). Una muestra de vuelo de aves rapaces  poco convencional.

No os cuento mucho porque no quiero aguar las sorpresas que encierran. Luego hay otros siete espectáculos de menor calado, pero también recomendables, sobre todo el de Los caballeros de la tabla redonda.  Julia está ahora interesadísima en las aventuras de Arturo, Merlín y Morgana. De hecho lo que más me gustó del parque es que, sin ser riguroso, que el espectáculo es lo que manda y no el academicismo, sí que despierta el interés por conocer la historia y algunos clásicos de la literatura en los niños. Y también en los adultos, que mi santo y yo hemos estado indagando en lo acaecido en la región de La Vendée, gran protagonista de fondo.

Al recorrerlo de una representación a otra también se puede disfrutar de representaciones de pueblos medievales, jardines, un parque infantil hecho en madera, de un rincón urbano de principios de siglo con catres de reclutamiento de la Primera Guerra Mundial, tiendas, animales estabulados y en el exterior o demostraciones del trabajo artesanal de orfebres, herreros u obradores.

En dos días, organizándose bien, se puede ver todo. O al menos dejarse muy poco, nada de lo más relevante. Pero me da la impresión de que con tres días puede ser aún mejor.

Habréis notado tal vez que he enumerado sólo cinco grandes espectáculos. Hay uno más, nocturno, que no vimos. En su lugar disfrutamos de la  Cinéscénie, disponible sólo los viernes y sábados  de los meses más cálidos y para la que es preciso adquirir unas entradas diferentes. De hecho se puede asistir a ella de manera independiente. El parque abrió en el 89, pero lo que primero arrancó una década antes fue esta representación gigantesca, en la que ahora participan unos 3.000 voluntarios, principalmente trabajadores del parque y vecinos de la zona.

Recuerda por su gigantismo a la inauguración de unos Juegos Olímpicos, tal vez a los de Londres con su campiña. Dura dos horas, tiene lugar de noche y es apabullante. Tal vez demasiado larga y demasiado tarde para los niños más pequeños: Julia se durmió al final tras un día lleno de emociones y a Jaime ni nos planteamos llevarle. Y tal vez demasiado en francés para los foráneos. Si yo me enteré de algo era por que me habían contado previamente lo que transmitía, la historia de una saga familiar a lo largo de distintos conflictos que tuvieron lugar en la zona, cuyos protagonistas tienen todos el mismo nombre:  Jacq.

Antes del espectáculo nocturno tuve la ocasión de conversar con algunos trabajadores y voluntarios del parque, comprobando el buen ambiente existente en las casas de actores antes y después de la función. También pude hablar brevemente con su joven director artístico y presidente de la asociación que lleva el nombre del parque, Nicolas de Villiers, que me estuvo confirmando la expansión de este concepto de parque temático por Holanda, Inglaterra y Rusia y su probable desembarco también en el sur de España en un futuro indeterminado, siempre adaptándolo a la historia local. Esperemos que acabe siendo verdad. Si la versión francesa nos encantó, es obvio que ver la toma de Granada en español lo haría aún más especial. Y si viajamos a un país con este concepto de parque temático en su versión autóctona, nos acercaremos a disfrutarlo.

Los horarios y números de pases cambian cada día.

Los horarios y números de pases cambian cada día.

En el parque se anda, pero no en exceso. No es ningún matapadres. Inmerso en un bosque, con caminos labrados respetando arboles y paisaje, andarlo a buen ritmo de un extremo al otro no debe llevar más de veinte minutos. Y como los espectáculos duran hasta tres cuartos de hora y se está sentado, no es agotador. No es preciso llevar carrito a menos que los niños sean muy pequeños, en cualquier caso allí los alquilan.

Uno de los días que nosotros estuvimos fue el récord histórico de asistencia de visitantes, y aún así no se tenía sensación de agobio. Se nota más aglomeración en días que no son de récord en el parque de atracciones de Madrid o en la Warner. Es capaz de  gestionar muy bien un gran número de personas: gradas y asientos tienen capacidad para albergar a mucha gente y aumentaron el número de representaciones. No obstante, en esos días es recomendable el Pase Emoción, que por diez euros más permite acceder a lose espectáculos pocos minutos antes de que empiecen y ocupar una zona reservada con muy buena visibilidad.

Para comer hay restaurantes tematizados con espectáculos y menús que no son baratos, sin ser tampoco prohibitivos. Interesa reservar según se entra en el parque. Nosotros nos despistamos y no pudimos probarlos. Y hay puestos con bocadillos, pasta caliente, ensaladas… También rincones agradables en los que hacer picnic.

A la hora de alojarse hay  distintas opciones cercanas, como un Ibis bastante moderno o campings, pero lo mejor para seguir inmersos en ese viaje temático al pasado es uno de sus hoteles, con precios muy razonables. Nosotros estuvimos en el de inspiración galo romana, tranquilo, con un buffet de desayuno bastante bueno. El acceso desde el hotel al parque está bastante alejado de la entrada principal, por lo que se puede aprovechar a primera hora para entrar en los espectáculos de esa zona y encontrarlos menos concurridos. Y el pase emoción está incluido al dormir en uno de esos preciosos hoteles. De todas formas, como abre a las diez, cualquier alojamiento a una hora u hora y media en coche permite hacer una escapada al parque.

El acceso para personas con discapacidad. Los romanos seguro que no tenían de eso.

El acceso para personas con discapacidad. Los romanos seguro que no tenían de eso.

Para las personas con discapacidad dan todas las facilidades. El acceso en todas las grandes atracciones es el mismo que si tienes el Pase Emoción, por lo que el sitio que ocupas teniendo una discapacidad es el privilegiado, desde el que mejor se disfruta del espectáculo, y no una primera fila casi sin visibilidad o un fondo lejano.

Y para identificarte como discapacitado no se requiere ningún papeleo, no hay que portar ninguna tarjeta o pulsera. En muchos casos la discapacidad es obvia, en el nuestro que no lo era tanto, no necesité mostrar acreditación de la discapacidad de Jaime por su autismo. Simplemente lo decía a la entrada y nos franqueaban amablemente el paso a los cuatro.

Los vikingos en acción.

Los vikingos en acción.

Hay mucho más que contar sobre este peculiar  parque, su espectáculo nocturno, las escuelas que tienen para formar a sus trabajadores y artistas desde niños en la región y su fundador Philippe de Villiers, novelista y ex eurodiputado de derecha católica y monárquica (algo que se percibe en el Puy du Fou, sin molestar a los que no somos de esa cuerda), hay muchas anécdotas y singularidades. Pero este post ya no es el lugar para contarlas, seguro que si tenéis curiosidad no os costará encontrarlas.

Todas las fotos que ilustran el post las hicimos nosotros, algunas con el móvil. Una prueba más de que no hay que esforzarse para mostrar que es espectacular. Si queréis ver las más pequeñas a su tamaño original hacen falta dos golpes de ratón.

Las tarifas que había cuando nosotros fuimos sobre las taquillas.

Las tarifas que había cuando nosotros fuimos sobre las taquillas.

Con este post acaban mis crónicas de este mes pasado en Francia con los niños. Valga como colofón para un viaje de más de veinte días en coche que nos ha animado a intentar recorrer otro país cercano, tal vez de nuevo Francia, el próximo año de manera similar si las circunstancias lo permiten. Ya veremos, no es plan de empezar a planear las vacaciones de 2015 cuando aún tenemos arena de playa en las sandalias.

Una mano para Lola, otro sistema para acceder a las prótesis

Gara es una vieja amiga virtual a la que hace poco pude poner rostro brevemente. Gara está inmersa en dos universos en los que yo también tengo mis intereses: los niños, y más concretamente los niños con discapacidad por un lado y los perros, y especialmente aquellos que ayudan a las personas con discapacidad, por otro.Gara me ha escrito hablándome de una niña preciosa llamada Lola que tiene dos años y que nació sin una mano.

Cualquier persona que necesite prótesis sabe que es algo costoso, que muchas veces el sistema sanitario solo cubre las más básicas, que en otras hay que adelantar el dinero (si se tiene) y luego esperar a ver cuándo se recupera, que a veces tardan demasiado.

Lola está creciendo, lo hace muy rápidamente, y necesita cambiar sus prótesis con frecuencia. Este domingo hay una carrera solidaria y una serie de actividades en Huarte (en la hermosa Navarra) para recabar fondos.

Hoy os he decidido traer a Lola y la información de esa jornada al blog, tanto por si podéis ayudar a la pequeña o asistir si os pilla cerca, como (sobre todo) por concienciar sobre la necesidad de que cambie el sistema por el que se otorgan las prótesis. Hay gente que no recibe el sostén que necesita por no poder adelantar ese dinero y hay prótesis descartadas sin sentido que podrían ser utilizadas por otros.

Un pequeño ejemplo propio: Jaime tuvo que llevar cuando era bebé durante seis meses un arnés de Pavlik que inmovilizaba sus caderas para tratar una breve displasia. Tuvimos que pagar más de cien euros que tardaron casi un año en devolvernos. Hay familias sin recursos que, siendo algo leve como eso, optan por no ponérselo pese a la recomendación médica. Tras esos seis meses el arnés seguía siendo útil pero a nosotros ya no nos resultaba de ninguna utilidad, como la tienda de ortopedia tiene su venta como negocio pregunté en el hospital si se podía donar en algún sitio para que fuera reutilizado. Les pillé con el pie cambiado, no sabía qué decirme, por educación me sugirió entregarlo al especialista que había tratado a Jaime “por si ella sabía de alguien”.

Y ahora sí, aquí os dejo con lo que los padres de Lola cuentan:

la-foto-768x1024Lola nació el día 3 de Julio del 2012. Llevó su primera prótesis estética hecha en una ortopedia de Barcelona con 7 meses, antes tuvo una “casera”  que se me ocurrió fabricar porque tardaban en mandar el expediente a Barcelona. Cogí una muñeca mía de cuando jugaba de pequeña, le quité el brazo y le pegué un calcetín en el que le metía su bracito, así Lola se descubría que tenía lado izquierdo y golpeaba los juguetes con las dos manos.

Como decía, la primera se la pusieron a los 7 meses de vida, la siguiente estética, dado el crecimiento de Lola, fue con un añito y el último cambio fue en febrero con 19 meses. En todas estas manos hemos adelantado el dinero y la administración ha pagado a los meses después de presentar los papeles.

La siguiente será la Mio-eléctrica (con movimiento) que se recomienda poner hacia los 2 años. La colocación temprana de la prótesis favorece su correcta adaptación y aprendizaje. Esto será en septiembre, teniendo Lola 26 meses (dos añitos y poco), también adelantaremos el dinero y esperaremos el reembolso,que aquí en Navarra a fecha de hoy es íntegro.

Por el crecimiento de Lola estas manos hay que cambiarlas cada dos años y a lo largo de ese tiempo se cambiarían los encajes y los guantes de esa mano, que suponen unos 2.500 Euros.

Cuando Lola llegue a una edad adulta físicamente, se le pondría una mano mucho mas completa, la llamada Michelangelo, una mano biónica, ESTE ES NUESTRO OBJETIVO, y esta prótesis no tendría subvención, una pena ya que ayudaría a muchísimas personas con esta discapacidad a hacer una vida normal. Esta clase de prótesis ronda los 50.000 euros, una cantidad excesivamente elevada que impide el acceso a mucha gente.

Quien sabe lo que avanzará la ciencia y que cosas habrá. Ahora están investigando prótesis con tacto, una pasada. Lo único que sé, es que esta es nuestra lucha, pero felices de poder dar a nuestra hija lo que se merece.

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Algunas preguntas frecuentes sobre Disneyland París

Son las once de la noche, el espectáculo nocturno está a punto de comenzar.

Son las once de la noche, el espectáculo nocturno está a punto de comenzar.

Cuatro veces hemos estado en Disneyland París. Cuatro veces en cuatro años, en diferentes meses, con distinta compañía y en cuatro hoteles diferentes del parque.

Cuatro veces en las que hemos disfrutado mucho. De no haber sido así no hubiéramos vuelto, es obvio. Aunque lo más probable es que no haya una quinta. Al menos en algún tiempo. Aunque nos queda la curiosidad de verlo en Navidad, ya empiezo a ver las zonas peor conservadas de It’s a Small World (y mira que es difícil encontrar alguna), y eso es un claro síntoma de la magia se está diluyendo. Tal vez, si nada se tuerce, en dos o tres años intentaremos conocer Orlando, pero esa es otra historia.

Un número razonable de personas me ha preguntado al saber de nuestro gusto por frecuentar el universo de Mickey Mouse y las princesas sobre distintos aspectos de los parques. He decidido hacer aquí un pequeño recopilatorio esperando que a alguien le pueda resultar de alguna utilidad y que es complementario al que ya escribí hace año y medio, porque algunas cosas se me quedaron en el tintero, otras han cambiado y nosotros tenemos un poquito más de experiencia.

Lo que voy a contar es simple y llanamente mi opinión, no tiene que ser compartida por otros. Esto es un blog personal, es mi punto de vista y el de los que me rodean, que confío en que pueda entretener o interesar a unos cuantos. Al fin y al cabo Disneyland París está llena de españoles, sobre todo en estas fechas.

El castillo de Aurora desde el la atracción de Buzz Lightyear.

El castillo de Aurora desde la atracción de Buzz Lightyear.

¿Merece la pena ir? Está claro que mi opinión es que sí, sobre todo si se tienen niños pequeños, niños para los que la magia aún está por todas partes, que se emocionan ante princesas y otros personajes de la factoría de Walt. Como a cualquier otro destino hay que ir con la actitud adecuada para disfrutarlo, si se acude repudiando ya de entrada aquello a lo que da sombra el castillo de Aurora o viendo el parque solo como una fábrica de hacer dinero (que también lo es obviamente), probablemente no lo merezca.

¿Cuántos días conviene pasar en los parques? Creo sinceramente que el mínimo es tres días completos, dedicando dos de ellos al principal y uno a Disney Studios. Con tres días puede dar tiempo a mucho si se organiza uno bien, sobre todo si ya ha ido con anterioridad y conoce los parques. Cuatro días es aún mejor, para que sea poco lo que se escape y poder irse con buen sabor de boca. Cinco es lo ideal si se quiere paladear sin prisas, sin estrés, no dejar nada sin ver y no morir de agotamiento. Disneyland puede ser un auténtico matapadres. Se anda una maratón diaria empujando carros  y esperando colas durante largas jornadas: abren a las 8 para los huéspedes de los hoteles, a las 10 para el resto, y el espectáculo nocturno en verano es a las once de la noche.

Por cierto, si podéis llevar carro de casa, no lo dudéis, incluso los niños mayores que lo tienen olvidado lo agradecen y el alquiler de carro allí no es barato. Si se va a necesitar más de dos días compensa acercarse al centro comercial que hay a una parada de metro y comprar una sillita de paseo al precio de dos días de alquiler.

Uno o dos días me parecen insuficientes. Conozco varios casos para los que la visita a los parques ha sido un horror y suele coincidir con gente que ha ido a París y Disney ha sido una escapada de uno o dos días. Para mucho de ellos es una experiencia muy cara, estresante por el agobio de colas, gente y el agotamiento. Con más días y alojándose en los hoteles del parque probablemente la experiencia hubiera sido distinta. Y eso me lleva a:

¿Merece la pena alojarse en uno de sus hoteles? Soy firme defensora de que sí. Por precio, teniendo en cuenta que con la noche de hotel entran las entradas, compensa con creces. La entrada en taquilla a los parques cuesta más o menos lo mismo que el hotel con las entradas incluidas, eso sin contar que las colas para adquirirlas o canjearlas pueden ser enormes. Además, hospedarte en los hoteles te permite entrar dos horas antes al parque principal a disfrutar de algunas atracciones con menos colas, te ahorras la cola de acceso en la que examinan mochilas a los que llegan desde el tren y tienes más fácil regresar a la habitación a reponer fuerzas o organizarte para quedarte hasta el espectáculo final, que merece la pena pero es cuando ya es bien de noche, ahora en agosto a las once. Una sola noche hemos pasado en un apartahotel cercano y no creo que merezca la pena.

El lago en torno al que están la mayoría de hoteles, al fondo se ven New York y Sequoya.

El lago en torno al que están la mayoría de hoteles, al fondo se ven New York y Sequoya.

¿En qué hotel del parque es mejor alojarse? Sólo puedo hablar de los que conozco. Nosotros hemos probado cuatro hoteles: el primer año fuimos al New York, ambientado en la ciudad de los rascacielos; el segundo al Sequoya, que evoca a un bosque; el tercero al Cheyenne, del oeste, y el cuarto al marítimo NewPort Bay Todos ellos son hoteles enormes, agradablemente decorados, con personajes clásicos tipo Mickey, Daisy o Pluto ataviados acorde con la temática del hotel por las mañanas disponibles para hacerse fotos y pedirles autógrafos, hoteles en los que el trato es muy amable pero despersonalizado. Normal teniendo en cuenta el volumen de huéspedes y la duración de la estancia.

El Nueva York es el más cercano a los parques y el que mejores servicios tiene: wifien las habitaciones, piscina climatizada, un buffet de desayuno bastante variado, la mejor zona infantil… También es el más caro de los cuatro en los que estuvimos. El más barato fue el Cheyenne, con un desayuno bastante más limitado, sin wifi, ni piscina y el más alejado. En verano tienen ponys dando paseos a los niños previo pago. Nosotros estuvimos en él divinamente. Los otros dos están en un rango intermedio entre uno y otro.

Por cierto, nada impide estar alejado en uno de los hoteles en torno al lago y asomarse a los otros a cotillear o buscar fotos y autógrafos.

El mejor hotel es Disneyland Hotel, el rosa que está ya justo en el parque, tanto por cercanía como por ambientación, comida y servicios, pero el precio siempre nos ha parecido muy elevado respecto a cualquiera de los otros. No nos importa andar un poco más. Existe la posibilidad de ir a un brunch temático en él (64 euros los adultos y 32 los niños, ojo) en el que los personajes clásicos de Disney pasean por las mesas. Y sí os interesa el brunch, la comida con las princesas (merece la pena si estamos con una pequeña fan de las corizadas familia real de Disney) o cualquier gastroevento similar os conviene reservar cuanto antes).

Santa Fe, también del oeste, está más lejos, aunque también accesible andando. Y luego está el David Crocket Ranch, bastante más alejado y para el que conviene tener coche. No los hemos visitado.

¿Alojamiento y desayuno o algo más? Nosotros tuvimos las cenas el primer año. No nos pareció que nos compensara. No obstante, habrá quién desee coger algo más que alojamiento y desayuno. Es cuestión de gustos y necesidades de cada familia y de hacer bien las cuentas teniendo presente que coger la opción de las comidas también te da vales para comer (o hacerlo más barato) en restaurantes del Village y de los parques.  En nuestro caso no es la opción ideal porque el restaurante era bullicioso y la calidad no sobresalía; teniendo en cuenta que Jaime prefiere más tranquilidad, que somos dados a la improvisación y los cambios de planes y que el dinero no crece en los árboles preferimos organizarnos con bocadillos y comiendo lo que nos ofrecían los parques y, sobre todo, la zona de tiendas y restaurantes del Village que es obligado cruzar entre parques y hoteles y el centro comercial que os comentaba que está a una parada de tren. El primer año vendían cubos de pasta y pretzels en puestos dentro del parque, pero ahora sólo hay manzanas de caramelo, algodón de azúcar, gofres y similares. Nunca hemos tenido problemas introduciendo comida en la mochila.

¿En qué época del año es mejor? El clima en París es un horror. Ese tiempo frío, imprevisible y repleto de lluvia es lo peor de Disneyland París. Tal cual. Hemos estado en marzo con un frío helador, en abril con un sol abrasador para el que no íbamos preparados (raro, raro, no es lo normal), en mayo lloviendo como si no hubiera un mañana y en un agosto que parecía un noviembre madrileño, nublado y con tormentas esporádicas. Entiendo que escogieran París para ubicar el Disneyland europeo por los millones potenciales de visitantes locales, por lo bien comunicado que está con varios países al encontrarse en el corazón de Europa y por el amor que tienen los yanquis a Francia, entre otros motivos más prosaicos, pero os juro que he sentido a veces el impulso de crear una página en Facebook llamada «Para que trasladen Disneyland de París a Almeria». No por nada en Estados Unidos está en el cálido Orlando.

Por mi experiencia, dado que agosto no asegura el buen tiempo pero sí más afluencia de gente y colas y en marzo te quedabas congelado agarrado a las barras del tiovivo y anochecía tan pronto que te veías metido en el hotel a la hora de las gallinas, yo descartaría los meses de invierno posteriores a la Navidad y los de pleno verano y me quedaría con los primaverales abril, mayo o junio, pero cruzando los dedos (o llevando huevos a las clarisas) para esquivar la lluvia.

Amigos y familiares que han estado en Halloween y en Navidad me han asegurado que el parque está precioso en esas festividades y que merece la pena acudir, aunque haya que hacer acopio de ropa interior térmica.

¿En coche o en avión? Los tres primeros años fuimos en avión, en éste ha sido en coche. Para los españoles la opción mayoritaria es la primera por razones obvias, París no está precisamente a una escapada en coche, pero si existe la opción de ir en coche, tal vez como parte de un viaje más largo en el que ver más cosas, realmente tiene sus ventajas. Todos los hoteles tienen parkings vigilados y tener coche te permite mayor movilidad: ese centro comercial queda apenas a cinco minutos conduciendo.

¿Qué facilidades hay para personas con discapacidad? Muchas. Me lo han preguntado con cierta frecuencia y aquí hay un post sólo con ello.

Y si queréis indagar más, hay algún que otro foro muy recomendable con mucha más información.

Marismas, acuarios, islas y ballenas

La Rochelle.

La Rochelle.

En mi anterior post os hablaba de nuestra excursión al chateau de los enigmas. Fuimos allí desde nuestra última base de operaciones: un camping pegado a La Rochelle en el que los niños disfrutaban sobre todo de la existencia de varias cabras, conejos y cerdos, a los que alimentar con las sobras siguiendo las instrucciones que nos daban.

La Rochelle es una ciudad marítima, fortificada y monumental con mucha historia detrás, que merece la pena visitarse. Es inconfundible con sus tres torres, a las que confieso que no nos atrevimos a subir con J&J, su puerto y sus calles con soportales. Con un clima templado, que sobre todo Jaime y mi santo agradecen, se supone que la mayor atracción infantil que tienen es su acuario.

imageHabíamos leído que era una visita obligada con niños, que era el acuario más visitado de Francia, con unos 12.000 animales marinos de unas 600 especies diferentes es también la atracción más visitada de la región. Algo espectacular.

Pues la verdad es que no nos lo pareció en absoluto. Sí, está muy bien, pero está mucho mejor el oceanográfico de Valencia que por lo visto es de los mismos creadores (nota mental: Jaime estuvo con dos años, pero Julia no, hay que volver). Y sin llegar a tanto, cualquiera acostumbrado a recorrer el acuario del zoo de Madrid o incluso el de Faunia o el de Gijón quedará poco impresionado. Y no es barato, aunque es cierto que los acuarios no suelen serlo nunca: nos costó 51 euros, y eso que la entrada de Jaime era reducida por su discapacidad.

Tanto a Julia como a Jaime les gustó, los acuarios siempre lo hacen, pero se les hizo corto. Sabiendo ahora cómo es, probablemente no repetiríamos.

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El día siguiente estuvimos en la marisma de Poitou, la Venecia Verde. A una hora aproximadamente en coche, la marisma de Poitou es una extensa zona plagada de canales que se pueden recorrer en barca. Una manera diferente de recorrer un espacio natural único.

Los barqueros suelen hacer un demostración durante el paseo que a los niños les encanta: revuelven el fondo para generar gases en la superficie que prenden luego. Fuego sobre el agua. Nosotros no tuvimos la suerte de verlo. Sí vimos garzas, las vacas  blancas y canelas de la región, martines pescadores, gallinas de agua y unos castores la mar de monos que son especie invasora y están intentando controlar.

Llegamos al embarcadero que nos habían recomendado en Magné una mañana en torno a la 13 y aquello estaba hasta la bandera, pero nos sirvió para reservar a primera hora del día siguiente un paseo de una hora con un guía que hablaba español. Acertamos, a las nueve de la mañana recorrimos parte de la marisma casi en soledad, con una tranquilidad mágica. Es un lugar evocador y hermoso al que nos gustaría volver.

De hacerlo sin niños probablemente no cogeríamos guía, pese a que la última vez que intentamos remar juntos hace más de una década hubo amago de divorcio. Con niños mayores también sería una buena opción. Con niños pequeños jamás cogería más de una hora. Respirar tanta paz más tiempo es mucho pedirles. Julia empezó a decir que se aburría a la media hora, por suerte haciendo fotos a lo que veíamos logró entretenerse de nuevo. Los cuatro pagamos 45 euros por esa hora guiada.

Julia y Jaime en Ile de Ré.

Julia y Jaime en la Ile de Ré, no hay que preocuparse por molestar a nadie sacudiendo la arena de la toalla.

Otra de las excursiones que hicimos fue a la Ile de Ré, apenas a media hora (y 16 euros de peaje por cruzar en coche su espectacular puente) de La Rochelle. Un sitio en el que pasar el día entero disfrutando de sus playas enormes y tranquilas en las que no se pasa calor pero los valientes pueden bañarse, Julia lo hizo. El pueblo amurallado en estrella de San Martín de Ré es una delicia y el faro de las ballenas bien merece una excursión, pero creo que lo mejor de la isla es el carril bici que la recorre por completo. Está perfectamente preparada para ir con bici (allí también se alquilan) y disfrutar toda la familia a dos ruedas. Nosotros no hicimos parada para ver los saladeros o para ver y degustar sus cultivos de ostras, pero son otras buenas posibilidades.

Y hay por allí otra opción con niños que nosotros no hicimos y que es el zoo de la Palmyre. Estuvimos a punto, pero no puede ser todo y al final lo descartamos. No obstante, aquí os lo comento por si pasáis por la zona: nacido en los años sesenta, se despliega a lo largo de catorce hectáreas en La Palmyre, un lugar en el que disfrutar además de playas y bosques de pinos. Cuenta con más de 1.600 animales en peligro de extinción.

Y Julia logró su diploma de mosquetera en el ‘chateau’ de los enigmas de Pons

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Una de las excursiones que más le ha gustado a Julia de todas las que hemos hecho por la región de Francia en la que nos hemos movido ha sido también una de las más modestas.

Cerca de Pons hay un chateau pequeño, reconstruido a varios kilómetros del lugar original en el que se levantó en origen. Allí no hay hermosos salones amueblados ricamente ni perfectos jardines en los que perderse, ni falta que hace. Aunque con encanto, no es una construcción que mereciera la pena visitarse de no ser por el juego de la caza del tesoro que han ideado sus actuales propietarios.

Lo que hizo que Le chateau des Enigmes fuera una de las mejores jornadas del viaje y que Julia quedara fascinara fue que al entrar te entregan un mapa con veinticuatro retos a completar inspirados en el clásico de Alejandro Dumas Los tres mosqueteros para poder obtener al final un diploma de mosquetero.

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Por ejemplo, hay que pescar cartas de Athos en una piscina, montar un puzzle con el tatuaje de flor de lys de Milady, acompañar a Dartagnan a las mazmorras para descubrir quién liberó a Rochefort, desentrañar qué cuerda conduce a la Paloma mensajera o recorrer un trozo de bosque para descubrir a todos los guardias del Cardenal Richelieu ocultos en él.

El recorrido completo, sin prisas, puede llevar entre 3 y 4 horas, pero pueden ser más si se aprovecha para comer por allí. Hay varios rincones en los que hacer picnic, que fue lo que nosotros hicimos aunque nos costó bastante convencer a Julia de la necesidad de interrumpir la misión para alimentarnos, la emoción era mucha. Y también, en un lateral del chateau existe la posibilidad de comprar hamburguesas y demás comida rápida a precios e McDonald pero con mejor apariencia o hacer un alto para tomar café, helados y crepes.

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Para Jaime, ajeno a la caza de pistas, fue un agradable paseo al aire libre. Cuando expliqué en la entrada que tenía autismo y no iba a jugar, no cobraron su entrada. Dos adultos y un niño pagamos 39 euros.

Es cierto que algunas construcciones necesitaban una manita de pintura, que todo se ve, por decirlo de alguna manera, casero, pero es absolutamente recomendable. Una pequeña maravilla para los niños que no se fijan en nada de eso, que se quedan con la diversión del juego, que es lo que importa.

Eso sí, es imprescindible el inglés o el francés. E imposible con silla de ruedas. Por cierto, por lo visto la temática del castillo de los enigmas en Pons varía.

Momento picnic.

Momento picnic.

Los bikinis, los bañadores y la maternidad

Ir en verano a la playa o a la piscina con niños no es lo mismo ni parecido a ir sola o con adultos, bien lo sabéis. Se acabó aquello de tumbarte al sol, leer, bañarte, secarte, conversar y luego ir a tomar una clara con limón. En mi caso al menos significa hacer castillos de arena, correr detrás de Jaime mientras juega a entrar y salir del agua en plan Ojo de Halcón para que no se pierda, estar metida en el agua jugando con uno o con otro colgado a ratos al cuello, coger conchas, fingir que el churro de la piscina es un caballo, salpicar…

Es decir, es mucho más divertido ahora. Pero desde luego menos relajado. Al tener Jaime autismo y ser ambos niños activos (aunque tranquilos, no es incompatible) y amantes del agua es imposible hacer como otros padres recientes, que se reparten a ratos la tarea acuático-infantil para tener un rato de sol y paz. De hecho aún no nos hemos atrevido a ir solo uno de nosotros con los dos.

Salvo cuando he ido a la piscina a matronatación con Jaime o con Julia, siempre he llevado bikini. Tengo un buen puñado de dos piezas por casa, casi todos tipo californiano, pero solo un bañador. Deportivo y gastado. El de la matronatación, por supuesto.

Pues os voy a decir una cosa, pocos bikinis de los que tenía son compatibles con tener a una niña agarrada en el mar a ti como un mono, un niño con autismo obsesionado por tirar de los cordeles, una niña empeñada en jugar a recolectar “algas pompón” para alimentar a sus imaginarios caballitos de mar o un niño tras el que hay que salir corriendo en plan sprint olímpico para no perderle de vista.

De hecho estoy planteándome volver a ponerme un bañador este verano. Y sería la primera vez desde que era una niña.

Tener niños supone un retorno a la infancia a veces inimaginado.

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Por cierto, quiero un bañador como el de la foto (GTRES). Lo digo completamente en serio. No me va a quedar ni parecido, pero lo quiero. Si veis alguno semejante me podéis avisar en los comentarios de dónde y por cuánto. Y también lo digo en serio. Lo lleva una modelo australiana de 23 años llamada Shanina Shayk, no va a ser igual que en una madre (ya no tan) reciente.  Claro que habría que comprobar la idóneidad de ese escote… El bikini de su amiga es justo el tipo que no podría llevar con niños. Son consideraciones que antes no tenía 😉

Ratatouille y otras novedades que nos hemos encontrado este verano en Disneyland París

imageJulia tiene una nueva atracción favorita este año: Ratatouille. A poco que tengáis alguno de los canales Disney puesto de vez en cuando en la tele seguro que algo habréis visto. Se trata de la nueva atracción de Disneyland París, inaugurada hace poco más de un mes en Disneyland Studios, el parque más pequeño de los dos que se pueden visitar y cada vez más interesante.

Es una simulación con gafas 3D en la que te conviertes en una rata que recorre a velocidad endiablada la cocina, restaurante y recovecos de Gusteau’s. Para ello pasas por una zona de espera decorada al estilo de la película hasta llegar a los vehículos, en forma de ratas y en los que caben hasta seis personas, que se mueven bastante más de lo que este tipo de simuladores nos tienen acostumbrados. No se limitan a balancearse o desplazarse en línea, sino que giran, se cruzan y parecen bailar al son de la acción.

La atracción es al mismo tiempo un pequeño corto, a modo de extensión de aquella preciosa película en la que se defendía que todos podemos cocinar. Un mensaje que esconde más de lo que parece. La pena tal vez es que todo pasa tan deprisa que apenas podemos apreciar muchos de sus detalles.

Está ubicada en una nueva esquina de Studios, junto al pequeño universo de Toy’s Story. En la plaza francesa-roedora que han creado también hay un restaurante estilo galo. De hecho nada más acabar la atracción es ahí donde te dejan.

Parece ser que han tenido a trescientas personas trabajando durante cinco años para parirla, y me lo creo.

Como os decía, a Julia le entusiasmó y decidió que era su nueva atracción favorita. Quería volver a subir nada más bajar, algo obviamente imposible. Las colas para acceder a Ratatouille son de vértigo. Nosotros hicimos cuatro intentos hasta lograr entrar. Y eso que íbamos con Jaime, que por su autismo tiene una tarjeta verde que le facilita acceder, y a nosotros con él, ahorrándonos la mayoría de las colas. En la mayoría de las atracciones se entra por la salida sin esperar o con muy poca espera. En Ratatouille no es así, sino que te pones directamente en la cola del FastPass. Afortunadamente dan esa facilidad, porque Jaime no toleraría las larguísimas colas existentes. Aún así, como os decía, hubo cuatro intentos: en dos ocasiones porque las colas del FastPass eran también importantes, en otras dos (a última hora y a la primera hora del día siguiente) por problemas técnicos con la atracción.

Diría que era una de las atracciones más solicitadas de ambos parques, si no la que más. Es lógico dado que es la novedad.

Me gustaría poder dar algún consejo de la mejor hora para intentarlo, pero no vimos pautas la verdad. Ni en esa, ni en otras atracciones. A veces ves colas muy razonables y en otras ocasiones están agobiantemente llenas siendo las mismas horas de días semejantes.

imagePero nos hemos encontrado alguna que otra novedad más respecto a viajes previos. Una es la posibilidad de conocer a Spiderman. También en Studios, frente a la montaña rusa de Aerosmith, hay un punto de encuentro con este personaje. Obtener firmas, fotos e intercambiar unas palabras con sus ídolos es algo que les encanta a los niños. Spiderman fue uno de nuestros encuentros más divertidos. El tipo (yanqui por su acento, por cierto) dentro del traje era un encanto, totalmente metido en su papel. Nos ganó a toda la familia, aunque Jaime se vio un poco abrumado al encontrarse frente a frente con espiterman como le pasó con los chicos de Cantajuego.

Algo semejante han hecho en el parque principal con Rapunzel. Nada más pasar MainStreet a la izquierda, antes de llegar al castillo, han escondido a la princesa descalza tras unos setos. Está allí todas las mañanas. Es una buena idea. Tiene todo el sentido que haya distintos rincones para distintas princesas, decorados acorde con cada una de ellas. De hecho así creo que es en Orlando.

Hasta ahora, excluyendo el restaurante de Cenicienta en el que sale caro comer pero es posible interactuar en poco tiempo con al menos tres princesas diferente y un príncipe, la única manera de conocer una princesa Disney de primera fila era solicitar audiencia en el pabellón de las princesas por la mañana, volver a la hora indicada y que te atendiera la que tocase (si hay una niña con un disfraz de una princesa que está ahí dentro, es más probable que la conduzcan con ella).

Con ambos personajes, Rapunzel y Spiderman, hablamos de colas de en torno a una hora, al menos ahora en verano.

Otra novedad que hemos visto respecto a viajes previos y también relacionada con esa ‘caza de personajes’ es que se conoce de manera más ordenada a los que aparecen en las distintas zonas de los parque a lo largo de la mañana. Antes aparecían de repente acompañados de alguna persona de apoyo que intentaba poner algo de orden, la gente se echaba encima en masa en plan fans de Justin Bieber y era una locura que daba lugar incluso a malos rollos. Afortunadamente este año en Disneyland Park hay puntos fijos y colas organizadas y en Walt Disney Studios han eliminado la parada, pero han puesto una zona acordonada por la que personajes cambiantes van dando vueltas saludando, firmando y haciéndose fotos. En Studios hay otras princesas menos solicitadas como Yasmín o Mulán, más accesibles.

Bueno, algo más hemos notado respecto a viajes previos: desde Navidad Elsa y Ana están en la parada ocupando un lugar predominante, Frozen ha sido obviamente un éxito. Mérida no existe más que en la venta de disfraces y el disfraz de Tiana está a mitad de precio, mientras que los vestidos de Ana y Elsa están por todas partes. Me apuesto algo a que pronto escucharemos Let it go en el espectáculo nocturno proyectado en el castillo, tal vez en lugar de la canción de Brave.

También hay que perseguir la inclusión en los lugares de ocio

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Jaime tiene autismo, bien sabéis las personas que me leéis. Antes que una persona con autismo, Jaime es un niño atlético y feliz de ocho años recién cumplidos, con sus gustos y sus disgustos como cualquier niño de su edad. Pero es cierto que el autismo supone ciertos impedimentos para él, muchos muy importantes. Aún no es capaz de decirnos si le duele algo y donde por ejemplo, así que mi santo y yo hemos desarrollado dotes de observación y deducción dignas de Sherlock Holmes.

Otra característica asociada al autismo es que los tiempos de espera no son lo suyo. Si hay que hacer una cola, sencillamente no podemos contar con él. Apenas habla, no tiene casi juego, no se le puede pedir avanzar de pie poco a poco. Y aunque es muy flexible en ese sentido, hacerlo en sitios en los que la cantidad de gente es agobiante y que están decorados de manera extraña, puede que casi en la oscuridad, es inviable.

Podéis imaginar que estando así las cosas ir con él a un parque temático como Disneyland sería imposible si no dieran bastantes facilidades. Por mucho que le gusten las atracciones (y algunas le gustan realmente mucho como Autopia, It’s a Small World, Orbitron, el tren de Dumbo o los coches de Cars), no podría subir a ninguna.

En muchos parques temáticos, no en todos aún, suelen tenerlo en cuenta y te dan algún tipo de acreditación que te permite acceder por la salida de las atracciones sin espera o con muy poca. Pero muchos se limitan a cuidar en mayor medida los accesos en silla de ruedas. De todos los que he estado el que mejor organizado lo tiene es Disneyland París, y en gran parte por eso hemos ido varias veces.

Nada más entrar al parque nuestra primera visita es al City Hall de Disneyland Park, nada más entrar a la izquierda (en Walt Disney Studios es un sitio más pequeño a la derecha). Mostrando allí el carné de discapacidad de Jaime o la tarjeta de movilidad el coche acompañada de su DNI te dan una tarjeta verde que te permite acceder a las atracciones, ver las paradas o espectáculos en sitios especialmente designados y conocer a los personajes que hay por el parque sin esperas. Y es válida en casi todos los casos para los cuatro miembros de la familia, para no tener que dividirnos. Algo que se agradece mucho y que otros parques no tienen en cuenta, permitiendo sólo un acompañante. ¿Imagináis a Julia con sus cinco años viendo subir a su hermano conmigo en las atracciones mientras ella hace cola con su padre? Acabaríamos recorriendo el parque completamente divididos.

image Lo acompañan además de una guía extensa muy completa en la que te indican todas esas facilidades con mapa incluido teniendo en cuenta los diferentes tipos de discapacidad, porque hay muchos tipos con diferente singularidades. No tiene nada que ver el autismo de mi hijo con, por poner un ejemplo, las discapacidades de los autores de De retrones y hombres. Tal vez a mí no me importe saber si para subir a determinada atracción hay que salir obligatoriamente de la silla de ruedas, pero habrá muchos a los que sí.

Es un parque muy bien pensado para personas con todo tipo de discapacidad. Lleno de accesos acondicionados, ascensores y atracciones diseñadas desde el primer momento para ellos. Un ejemplo es la novísima Ratatouille, que tiene al fondo una autorata especial, con un recorrido diferente y completamente accesible.

Y de verdad que se agradece. Si no fuera así, sería territorio vedado para muchos de nosotros.

Así pasa, que se ven muchísimas personas con discapacidad disfrutando del parque con sus familias. En ningún otro lugar he visto tantas. Inclusión de verdad, que supone esfuerzo y dinero, pero que es a lo que hay que tender en todas partes. En colegios, en hospitales,en puestos de trabajo y, por supuesto, también en los lugares a los que vamos a pasarlo bien.

Os recuerdo el post que escribí hace tiempo como invitada para De retrones y hombres sobre mi charla allí con otra madre de una niña con otro tipo de discapacidad.

Los niños ante las picaduras de abejas y avispas

A00620302_005Solo una vez me picó una avispa. Fue hace apenas tres años en una piscina. Se quedó enganchada en las tiras con las que tenía atado el biquini al cuello, y en el cuello me picó. No me pareció que fuera para tanto, aunque tengo una tolerancia al dolor bastante alta. Y comprobé que no era alérgica a su veneno. Ahora sé que uno es alérgico tras varias exposiciones a esas picaduras.

A Jaime y a Julia nunca les han picado ni abejas ni avispas. Tocaré madera con patas para que sea así por mucho tiempo. Un amigo seisañero de la familia ya lleva varios picotazos por pura mala suerte. Ya sabéis lo que dicen de la estadística: si tú te comes un pollo y yo ninguno, ambos hemos comido medio pollo. Pues a este pobre niño le han picado abejas suficientes para cubrir estadísticamente a todo un buen puñado de amiguitos.

La Sociedad Española de Inmunología Clínica, Asma y Alergia Pediátrica (SEICAP) ha elaborado un texto que me parece realmente interesante para informar sobre estas picaduras, cómo evitarlas, cómo actuar e incluso habla del tratamiento que se da a las personas alérgicas, todo enfocado en los niños.

Tan completo e interesante me ha parecido, que aquí os lo dejo íntegro:

“Es preferible evitar lugares con mucha vegetación y aguas estancadas, donde este tipo de insectos son más abundantes, sobre todo al atardecer, que es cuando tienen mayor actividad, y si es posible, no andar descalzos sobre el césped, no realizar comidas en el campo al aire libre y no utilizar ropas de colores llamativos, ni perfumes, para no atraer a los insectos”, indica el doctor Juan Carlos Cerdá, miembro del Grupo de Trabajo de Educación Sanitaria de la SEICAP. Además, advierte, “es importante acudir de inmediato a un pediatra alergólogo en caso de reacción generalizada”.

Una de las reacciones alérgicas a picaduras más habituales es al veneno de himenópteros (avispas o abejas). “Aparecen rápidamente, a los pocos minutos después de la picadura y pueden ser de dos tipos, locales y sistémicas o generalizadas”, comenta el doctor Cerdá. Las locales se manifiestan con enrojecimiento, hinchazón y dolor de la zona afectada. “Aunque pueden ser muy intensas, si la inflamación no sobrepasa dos articulaciones, no son peligrosas y lo único que requieren es limpieza de la zona con agua y jabón, se puede aplicar amoniaco y frío local, además de tomar por boca, antihistamínicos y corticoides”, añade. A veces estas reacciones locales intensas dependen de una gran sensibilidad de la piel del niño que se llama dermografismo y no de una reacción alérgica.

Por su parte, las reacciones sistémicas implican gravedad y síntomas más allá de la zona afectada con la aparición de urticaria generalizada con habones y mucho picor, con inflamación de los ojos y la boca, estornudos y mucosidad, lagrimeo, dificultad para tragar y respirar, mareos, bajada de tensión y pérdida de conocimiento. Esto es lo que se conoce como “reacción anafiláctica que puede ser muy peligrosa para la vida. Si un niño sufre esta reacción hay que administrarle rápidamente adrenalina intramuscular, si se dispone de ella, además de corticoides y antihistamínicos y se debe acudir de inmediato a urgencias para valoración por el equipo médico y completar el tratamiento si fuera necesario”, explica el doctor Cerdá. “Después debe ser remitido al Servicio de Alergia Pediátrica que le corresponda, para que pueda ser estudiado”, aconseja.

A00626809_027La alergia al veneno de los himenópteros se desarrolla con el tiempo, “es poco frecuente en los más pequeños ya que para que ocurra hace falta ser una persona atópica, genéticamente predispuesta, y haber recibido varias picaduras de abeja o avispa para quedar sensibilizado a su veneno”, afirma el doctor Cerdá. Así, una vez sensibilizado, en el siguiente mordisco “es cuando aparecerán los síntomas de la alergia por lo que es importante estar pendientes de los niños, ya que a veces en ellos una picadura de avispa o abeja puede pasar desapercibida”, asegura.

Un estudio reciente publicado en Immunology and Allergy clinics of North America afirma cómo la alergia al veneno de los himenópteros puede representar hasta el 34% de los casos de anafilaxia. Todos los niños con alergia al veneno de estos insectos “deben llevar un botiquín donde tengan adrenalina autoinyectable en pluma precargada, corticoides orales y antihistamínicos orales”, recomienda este especialista. Asimismo, “deben saber autoadministrase la adrenalina si su edad lo permite y sus padres tienen que estar adiestrados en el manejo de estos dispositivos, así como el personal de campamentos donde el niño pasa gran parte del verano”, añade.

Una vez que el pediatra alergólogo ha diagnosticado la alergia, “hay que reconocer que el mejor tratamiento es la inmunoterapia específica con el veneno de estos himenópteros”, asegura el doctor Cerdá. Sin embargo, durante la infancia “no es habitual salvo en casos de reacciones graves y en pacientes de mucho riesgo”, comenta.

El tratamiento, cuya duración es de entre 5 y 7 años, consigue una protección frente a nuevas picaduras durante más de 10 años. Un estudio publicado en la edición online de la revista Current Opinion in Allergy and Clinical Immunology concluye como la inmunoterapia con veneno de himenópteros “es el tratamiento estándar de oro para prevenir futuras reacciones alérgicas sistémicas tanto en niños como en adultos”.

En España, el 3% de la población tiene riesgo de padecer una reacción sistémica por una picadura de este tipo de insectos, según datos de la SEICAP. Por las consecuencias que esto puede tener, ya que puede suponer incluso la muerte, los pediatras alergólogos recomiendan una serie de consejos a tener en cuenta como:

  • No intentar espantar los insectos con la mano.
  • Sacudir ropa y zapatillas antes de ponérselas.
  • El uso de repelentes para la piel cuando se sale a la calle, en especial en sitios con vegetación.
  • No usar cremas ni colonias demasiado perfumadas, vestir ropas poco coloridas y a ser posible con manga larga y pantalón largo.
  • Evitar comidas al aire libre.

Existen varias especies de avispas. Entre las más comunes se encuentran “la polistes, que anida en pequeñas colmenas de varios miembros, situadas debajo de las tejas de la vivienda o sitios similares, y son las que se acercan cuando estamos comiendo al aire libre”, afirma el doctor Cerdá. Por otro lado, está la avispa véspula, que anida en nidos individuales de barro, cerca de sitios húmedos como piscinas y en el campo. “Estas tienen un aguijón muy afilado al final del abdomen y pueden picar varias veces y seguir viviendo”, comenta. Por su parte, las abejas tienen un aguijón en forma de arpón que se queda clavado en la piel junto con el saco del veneno y parte de los intestinos, por lo que mueren poco después de la picadura. “Es necesario quitar el aguijón de la piel para que no se siga inyectando veneno”, aconseja.

Y apunte sobre las picaduras de los mosquitos:

Alrededor del 3% de la población reacciona de forma exagerada frente a la picadura de un mosquito, según datos de SEICAP. “Aunque estas pueden provocar reacciones muy molestas e irritantes, se pueden tratar con antihistamínicos y no resultan graves, lo que sí puede ocurrir es que el niño se rasque demasiado y acabe extendiendo la infección”, asegura el doctor Cerdá.

Sin embargo, este especialista asegura que “la alergia al veneno tanto de mosquitos como de hormigas, tábanos y moscas suele ser excepcional y se encuentran muy pocos casos”. Un estudio francés publicado en la edición online de la revista Archives de Pédiatrie advierte de que las manifestaciones más frecuentes debidas a picaduras de mosquitos “se deben al contacto con la saliva”. Además, los signos clínicos varían “desde ronchas pruriginosas simples a reacciones alérgicas inmediatas y retardadas que suelen evolucionar a tolerancia”.

 

En el valle de los simios

imageEl valle de los simios ‘La vallée des singes‘, está a media hora aproximadamente de Poitiers, muy poco más del pequeño pueblo en el que estuvimos alojados. Era una de las excursiones que teníamos previsto hacer con los peques y una de las primeras que hicimos.

Se trata de una gran extensión de terreno inaugurada en 1998 en la que hay más de 350 ejemplares de más de 30 especies diferentes de simios en semilibertad. En total son unas 16 hectáreas dividas en diferentes territorios por ríos y puentes ocupados por bonobos, chimpancés (cuidado con ellos que han aprendido a lanzar piedras a los que observan), lémures, monas de Gibraltar, titís, gibones, gorilas…

Recorrerlo supone un agradable paseo por zonas cuidadas y boscosas que procuran imitar sus hábitats en las que se ve que los animales están bien atendidos y relajados. Es así en gran parte porque la gente es muy respetuosa y obedece las indicaciones de no dar alimentos a los animales, no comer en las zonas en las que se prohíbe, no intentar tocarlos ni salir de los caminos establecidos para el tránsito bípedo. A ver si aprendemos en España.

Se tarda como poco cuatro o cinco horas en recorrerlo, pero si se quiere ir con calma, parar a comer sin prisa (se puede meter comida y hay muchas zonas que invitan al picnic), a jugar en el parque, entrar en el mini zoo (las cabras se han convertido en la principal atracción de cualquier zoo, destronando a pandas y leones, ¡quién lo iba a decir!) o ver cómo alimentan a alguno de los simios, se te va fácilmente el día entero.

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Como se anda mucho hay alquiler de carros por un par de euros. Los mismos carritos de Disneyland en los que entran cómodamente niños mayores y considerablemente más baratos que en el parque de Mickey Mouse.

También hay un horario de alimentación con charlas de los cuidadores. La pena (para los que no hablamos ese idioma, que allí somos minoría) es que es únicamente en francés. Por cierto, que pese a ser temporada alta no hay ningún agobio de gente.

Cuesta 16,50 euros, 10 euros a los que tienen entre 5 y 12 años. Y desde luego merece la pena si se anda por la zona. No tiene nada que ver con un zoo convencional.

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