Lo que un padre quiere oír al final de su vida es que su hijo está ahí

gtres_a00622021_027viejo

La etapa sándwich. Así llama una compañera a ese momento en el que te conviertes en cuidador de tus hijos y también en cuidador de tus padres. Tal vez tus hijos sean adolescentes, que sería lo lógico, tal vez aún niños pequeños. Todo va a depender de la edad a los que los tuvieras, de la salud de los abuelos, de la edad a la que ellos te tuvieran a ti.

Lo lógico en cualquier caso es que antes o después ese momento acabe llegando, pero no es algo repentino, es un devenir gradual que te va preparando a menos que cierres los ojos para no verlo. Mes tras mes en ti irá calando que tus padres ya no están tan lúcidos como antes, que su salud flaquea y las consultas médicas aumentan, que necesitan más ayuda, que hay cosas que deben ir renunciando a hacer, como conducir, vivir lejos de ti, no tener ayuda en casa, ir a discutir con el director de la sucursal bancaria…

Y todo eso en un mundo en el que ya es difícil conciliar cuando tienes hijos. Ser cuidador doble es aún más complicado. Pero más difícil aún es asimilar que los que fueron tu referencia te necesita para lo más básico, que una de tus anclas en el mundo se desvanece.

Mis padres me tuvieron jóvenes, yo tuve a mis hijos siéndolo también. Ha habido problemas de salud, algunos graves, pero son abuelos activos y adultos capaces y espero que lo sigan siendo muchos años. Lo mismo que con mi suegra para mi santo. Espero por encima de todo que el Alzheimer y otras bestias semejantes no les sitien nunca. Pero si lo hacen, allí estaremos. Estaremos porque lo que un padre quiere oír al final de su vida es que su hijo está ahí como narró con las palabras exactas el poeta, periodista y profesor brasileño Fabrício Caspinejar
(traducción de Zorelly Pedroza).

Como están ya otros hijos que son padres recientes y a los que va dedicado este post.

Hay una ruptura en la historia de la familia, donde las edades se acumulan y se superponen y el orden natural no tiene sentido: es cuando el hijo se convierte en el padre de su padre.

Es cuando el padre se hace mayor y comienza a trotar como si estuviera dentro de la niebla. Lento, lento, impreciso.

Es cuando uno de los padres que te tomó con fuerza de la mano cuando eras pequeño ya no quiere estar solo. Es cuando el padre, una vez firme e insuperable, se debilita y toma aliento dos veces antes de levantarse de su lugar.

Es cuando el padre, que en otro tiempo había mandado y ordenado, hoy solo suspira, solo gime, y busca dónde está la puerta y la ventana – todo corredor ahora está lejos.

Es cuando uno de los padres antes dispuesto y trabajador fracasa en ponerse su propia ropa y no recuerda sus medicamentos.

Y nosotros, como hijos, no haremos otra cosa sino aceptar que somos responsables de esa vida. Aquella vida que nos engendró depende de nuestra vida para morir en paz.

Todo hijo es el padre de la muerte de su padre.

Tal vez la vejez del padre y de la madre es curiosamente el último embarazo. Nuestra última enseñanza. Una oportunidad para devolver los cuidados y el amor que nos han dado por décadas.

Y así como adaptamos nuestra casa para cuidar de nuestros bebés, bloqueando tomas de luz y poniendo corralitos, ahora vamos a cambiar la distribución de los muebles para nuestros padres.

La primera transformación ocurre en el cuarto de baño.

Seremos los padres de nuestros padres los que ahora pondremos una barra en la regadera.

La barra es emblemática. La barra es simbólica. La barra es inaugurar el «destemplamiento de las aguas».

Porque la ducha, simple y refrescante, ahora es una tempestad para los viejos pies de nuestros protectores. No podemos dejarlos ningún momento.

La casa de quien cuida de sus padres tendrá abrazaderas por las paredes. Y nuestros brazos se extenderán en forma de barandillas .

Envejecer es caminar sosteniéndose de los objetos, envejecer es incluso subir escaleras sin escalones.

Seremos extraños en nuestra propia casa. Observaremos cada detalle con miedo y desconocimiento, con duda y preocupación. Seremos arquitectos, diseñadores, ingenieros frustrados. ¿Cómo no previmos que nuestros padres se enfermarían y necesitarían de nosotros?

Nos lamentaremos de los sofás, las estatuas y la escalera de caracol. Lamentaremos todos los obstáculos y la alfombra.

Feliz el hijo que es el padre de su padre antes de su muerte, y pobre del hijo que aparece sólo en el funeral y no se despide un poco cada día.

Mi amigo Joseph Klein acompañó a su padre hasta sus últimos minutos.

En el hospital, la enfermera hacía la maniobra para moverlo de la cama a la camilla, tratando de cambiar las sábanas cuando Joe gritó desde su asiento:

– Deja que te ayude .

Reunió fuerzas y tomó por primera a su padre en su regazo.

Colocó la cara de su padre contra su pecho.

Acomodó en sus hombros a su padre consumido por el cáncer: pequeño, arrugado, frágil , tembloroso.

Se quedó abrazándolo por un buen tiempo, el tiempo equivalente a su infancia, el tiempo equivalente a su adolescencia, un buen tiempo, un tiempo interminable.

Meciendo a su padre de un lado al otro.

Acariciando a su padre.

Calmado el su padre.

Y decía en voz baja :

– Estoy aquí, estoy aquí, papá!

Lo que un padre quiere oír al final de su vida es que su hijo está ahí.

* Foto: GTRES

15 comentarios

  1. Dice ser Ma Petite Troll

    Me has hecho llorar como una tonta. Yo viví esa época como nieta, viendo a mi madre cuidar de su suegro y una tía abuela. Y hace años que sé que me llegará el momento, espero que dentro de aún muchos muchos años, pero por si acaso no me planteo vivir en una casa donde no puedan tener su espacio cuando lo necesiten.
    Muchas gracias por la preciosa reflexión por muy dura que sea.
    Un saludo!

    10 julio 2014 | 08:21

  2. Dice ser Lucas

    Es todo así, tal como se ha descrito. Es una sensación extraña, un poco como el anuncio de tu próxima muerte, porque sabes que ya detrás de tus padres te toca a ti.
    Ver a tu padre o madre, hechos un guiñapo físico, totalmente vulnerables, dependientes, indefensos, miedosos… Y coger su cuerpo en volandas, así, como ellos te cogieron cuando eras niño. Y tener que lavarlos y vestirlo y llevarlos a la cama.
    Que ningún hijo renuncie a ese sacrificio, porque estás devolviendo lo que ellos te dieron. Y tal como tú ofreces tu esfuerzo, tus propios hijos te recompensarán el día de mañana. Es una cadena, como sabemos todos, y parece que no llega, pero llega, y más pronto de lo que pensamos.
    Y cuando has cuidado a tus mayores, incluso con angustia e inmensa pena, si has entregado a ellos tu esfuerzo, y llega el momento final, esa angustia da paso a una relajación increíble, el alma se serena porque hiciste lo que debías y queda el bello recuerdo de los que se fueron.
    Aunque nuestro mundo sea una vorágine continua, donde no tenemos tiempo para nada, siempre habrá uno momento al día para atenderlos y cuidarlos, porque ellos, al fin y al cabo, son generosos y se conforman con poco.

    10 julio 2014 | 08:47

  3. Dice ser carmen jimenez del nero

    Desde luego que es asi, y a pesar de que a veces te desesperes con ellos, es nuestra obligación hacerlo y hacerlo llenos de paciencia y tenura, se vuelven niños, niños vulneables y necesitados de nosostros sobre todo de nuestra ternura pero tambien muy agradecidos e recibirla es una bendición poder estar ahi para cuando ellos nos necesitan.

    10 julio 2014 | 09:21

  4. Dice ser EA

    Es muy bonito e idealmente tendría que ser así. Pero, aunque me duela decirlo, lo que veo a mi alrededor en el 99% de los casos es que sea trata de una tarea que asumen de manera casi exclusiva las mujeres de la familia (hijas, nueras…), que ven añadido un nuevo cuidado y una nueva carga (casi siempre asumida en solitario) a las muchas que ya tenían. He visto a mi madre cuidar de su padre, de su suegra, de su suegro y de su madre, en ese orden, y estaba completamente consumida. Por eso tengo claro que lo que quiero es que mi hija sea feliz, no que se consuma y sacrifique su vida durante años por mí. Eso no tendría que ser incompatible con «estar ahí», por supuesto, pero «estar ahí» tendría que ser algo muy diferente de lo que muchas veces es y que convierte las carencias hospitalarias y asistenciales en tristes virtudes femeninas.

    10 julio 2014 | 10:05

  5. Dice ser Stewart Cops

    Nunca sera una obligacion cuidar a tus padres, como lo han hecho contigo cuando lo necesitabas…, el problema viene cuando algunos padres, no han sabido transmitir el cariño necesario para tener esa implicacion, ya sea por egoismo, falta de tiempo o por un traumatico divorcio. Hay muchos hijos que han sufrido los problemas y maltratos de los padres, o tener que vivir con mucha confusion la inestabilidad sentimental de los padres biologicos, (a veces hasta teniendo que vivir con diferentes padrastros y madrastras en tu infancia).
    Hay que tener presente que en algunos casos, cada vez sera más complicado tener ese vinculo emocional entre hijos y padres, en parte consecuencia y fruto de una complicada vida familiar.

    10 julio 2014 | 10:16

  6. Dice ser Almudena

    Yo tuve la suerte de disfrutar de tres de mis abuelos hasta más allá de los 25 años y también de cuidarles. Mi abuela paterna sufrió una embolia que la tuvo ingresada durante dos meses en estado de semicoma. No se podía comunicar, no sabemos si entendía, pero tengo que decir con orgullo que no pasó un sólo minuto sola, a pesar de ser mi padre hijo único. Mi madre se turnaba las noches con tres de sus sobrinas, a las que estaré eternamente agradecida.(era una habitación con cuatro enfermas y no dejaban quedarse hombres por la noche). Durante el día nos turnábamos el resto de la familia, desde mi hermano que tenía 20 años hasta mis otros abuelos que ya tenían 87. Cuando murió nos hicimos cargo de mi abuelo, que vivió en casa de mis padres seis años y los últimos tres o cuatro también tuvimos a mi abuela materna. Mis hermanos y yo tuvimos que renunciar a espacio y compartir habitaciones, pero nunca hubo una queja, era lo que tocaba. Y no lo lamento en absoluto, mis abuelos han sido importantísimos para mi. Mi madre por supuesto era la que llevaba más carga, se hace duro, afortunadamente podía contar con ayuda externa.
    Ahora son mis padres los que se hacen mayores y es verdad que es duro ver que quien hasta hace nada eran tu apoyo ahora te necesitan a ti. No se que hubiera hecho sin ellos cuando nacieron mis mellizos. Mis suegros murieron relativamente jovenes y no los llegué siquiera a conocer. Por suerte mis padres aunque pasan los dos de los ochenta estan bien de salud y sobretodo muy bien de cabeza, y al estar los dos se cuidan mutuamente. Y cuento con un superhermano que además de ser un sol no tiene hijos y es el que está más pendiente.
    El que los hijos tengamos la responsabilidad y la obligación moral de cuidar de nuestros padres por supuesto no quita para que al mismo tiempo defender que tiene que haber más apoyos, más medidas de conciliciación y ayudas sociales. Y por supuesto que no tienen que ser sólo las hijas, los hijos tienen exactamente la misma obligación.

    10 julio 2014 | 10:54

  7. Dice ser mama de parrulin

    Lo más difícil que he hecho en mi vida ha sido acompañar a mi madre en su último viaje, cogerla de la mano hasta el último aliento y abrazarla hasta el último minuto.
    Acompañar a mi madre cuando terminaba su vida, con un bebé de dos meses entre mis brazos y los suyos que recién la iniciaba, ha sido durísimo, pero también he sentido la satisfacción del deber cumplido, de no delegar, de poder devolverle de alguna forma todo el amor que me dio.
    Ella no quería que yo la dejara, yo no quería que me dejara ella…
    Ojalá el día que yo muera mis hijos estén conmigo para poder abandonar este mundo con una sonrisa.

    10 julio 2014 | 11:14

  8. Dice ser Sofía

    Cuando fallecen unos padres duele en el alma, pero es ley de vida. Sin embargo, si fallece un hijo va contra natura y es lo peor que te puede pasar en la vida. Quedas muerto en vida http://goo.gl/WmyCGV

    10 julio 2014 | 11:22

  9. Dice ser marian

    A mi también me han dado ganas de llorar, qué verdad más grande y que bien descrito; en el fondo no somos mas que una de esas antiguas cintas de video que cuando llega a su final, rebobina y muere.
    Yo tuve mi etapa sandwich con mi padre, al que daba de merendar por sonda y limpiaba la traqueo(cáncer terminal en casa), mientras mi peque de dos años, merendaba sentado en la cama a los pies de su querido abuelo.

    10 julio 2014 | 11:59

  10. Dice ser mari mar

    Escribo éstas palabras, sabiendo que es imposible expresar con palabras lo que siento en éstos momentos.
    Absolutamente enternecida, y con vestigios en el alma, del duelo que aún elaboro por el fallecimiento, del hombre que sin duda, más me ha amado ……..mi padre. Sólo indicar, que reconozco en mí, como si fueran mías, todas y cada una de las tristes, pero preciosas palabras de éste escrito.

    Cuando se van, sólo te queda el consuelo, de haberlos amado y cuidado…..de haberlos ayudado a despedirse, y por supuesto de haberles dado las gracias.

    Por último, recordad……….»la muerte no llega con la vejez, si no con el olvido».

    10 julio 2014 | 12:25

  11. Dice ser mari mar

    los ojos bañados en lágrimas, y varias interrupciones, no son buen aliado para escribir o expresar sentimientos como los que tengo en éstos momentos.

    10 julio 2014 | 12:27

  12. Dice ser albitaguapa2

    es complicado, desde luego lo lógico es cuidar a los padres, pero ojo que tabién hay padres que no se lo merecen y no siempre es posible si tienes hijos y tienes que darles de comer no puedes dejar de trabajar y si trabajas 11 horas pues complicado lo tienes, yo espero no ser una carga para nadie

    10 julio 2014 | 13:13

  13. Dice ser GUILLERMO

    desde que nací solo mi madre y yo .
    trabajo como nana – niñera hasta que no pudo mas o sea 80 años
    era su mundo y su felicidad trabajar siempre en su única y gran casa que también me acogió hasta que me forme profesionalmente o sea 22 años
    mi madre ahora vuelve a mi pero muy acabada en todo sentido , se le vino el mundo mas difícil …demencia senil..puffff , mas bien pena de tener que abandonar su casa por mas de 50 años.
    yo ahora con 56 años conteniendo a toda mi familia para que me ayuden, es difícil con esta enfermedad
    debo seguir velando por ellos pero mas aun cuidad a mama lila
    es demasiado lo que dio por mi y muy poco lo que daré por ella , ya no tiene fuerzas para ser como antes
    …no puedo seguir…..mis lagrimas no son nada con lo que veo dia a dia en la carita de mi vieja….

    01 agosto 2014 | 01:07

  14. Dice ser Alegre Yanez

    Nuestros mayores nos has dado mucho a lo largo de sus vidas, por eso cuando están llegando a la recta final es nuestro deber proporcionarles los mejores cuidados que podamos. En mi caso conté con la ayuda de una enfermera a domicilio. Por si os interesa yo la encontré en hellogivers.es

    04 mayo 2016 | 13:05

  15. Dice ser Gabriela

    Excelente artículo. Muy emotivo. Gracias por compartir algo tan lindo y magnífico trabajo.

    19 junio 2019 | 15:49

Los comentarios están cerrados.