Cocinar, regar las plantas, darte la ropa para tender… con un poco de azúcar

Mary Poppins«Dentro de nada vas a empezar a cantar lo de con un poco de azúcar«, me dijo este domingo una persona de mi familia al verme regar las plantas de la terraza en compañía de mi hija y la suya. Y me puse a cantarla, por supuesto.

Yo iba llenando la regadera y ellas iban regando por turnos. Antes de eso me habían ayudado a sacar el agua sucia del fondo del acuario. Ellas aguantaban un extremo de la manguera mientras yo sifonaba a la arena. Y antes habíamos estado limpiando la jaula de Sven, nuestro hámster. Una de ellas sostenía a Sven mientras la otra me ayudaba a retirar los retos de alfalfa y algodón sucios.

El plan había sido ir a un parque de bolas, pero Julia estaba encantanda ayudándome y estuvo dudando finalmente si bajar o no.

Hace ya mucho descubrí que les gusta mucho ayudarnos a cocinar, a cepillar al perro, a sacar la ropa de la lavadora, recoger las pinzas e incluso a barrer si tienen su propia escoba de juguete. En muchas ocasiones irán y vendrán, según les apetezca. Y bien está.

Es cierto que eso supone para nosotros tardar más en hacer esas tareas o no hacerlas igual de bien, que hay que tener paciencia y plantearlo como algo divertido, pero es perfectamente posible y recomendable.

Todo puede ser juego. Todo puede ser aprendizaje.

Hoy no os estoy descubriendo nada nuevo. De hecho probablemente muy pocas veces he hecho tal cosa en este blog, pero es que me he recordado no hace mucho hablando con otra madre reciente y primeriza y sorprendiéndome al ver que no había caído en involucrar a su pequeña en las tareas domésticas.

Se quejaba de que por las tarde su hija no la dejaba hacer nada, que volvía de trabajar y se encontraba con un montón de tareas pendientes, pero su niña no quería más que jugar con ella, algo completamente lógico teniendo en cuenta que llevaba todo el día sin disfrutar de su mamá. No había pensado en esa estrategia más vieja que la tos que es involucrarlos para que colaboren con nosotros en algunas tareas de la casa tomándoselo como un juego.

Es posible que no todos los niños se diviertan ayudándonos a ordenar un cajón, regar las plantas, recoger la ropa o sacudir los cojines del sofá. Tampoco hay que luchar por ello contra viento y marea. Pero mi experiencia me dice que pocos se resisten, si no es a una tarea es a otra.

Por otro lado, tampoco para mí es vital tener la casa impoluta. Yo también prefiero pasar tiempo con mis hijos. Vivir con alguna arruga, algunas migas, unos platos pendientes de fregar o polvo en la lámpara no me va a hacer menos feliz.

Por cierto, en mi bolso también hay de todo como en el de todas las madres. Pero de eso ya habláremos otro día.

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