Quien con niño se levanta….

EFE

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Despertador a una hora infame. Arriba a desayunar y vestirse con prisas, preparar mochilas escolares (lo de dejarlas listas la noche anterior siempre es un propósito de año nuevo), despertar a algún niño zombie (pueden ser uno, dos, tres…), darle/s de desayunar, vestirle/s o insistirle/s para que se vista, coger el tupper con tu comida, abrigos, ir al coche, la parada de bus, al tren o a pata y dejar niño/s ahora despejadísimo/s en su colegio o en su ruta. Y corriendo, en coche o transporte público, al trabajo. Tal vez para meterse de cabeza en un atasco.

Seguro que hasta aquí a muchos padres recientes os suena la película. Con pequeñas diferencias, es la manera en la que muchos arrancamos nuestros días. Lo siguiente que os voy a contar probablemente también.

Reunión casi a primera hora de la mañana. Recibo a las personas que tenía que ver, las conduzco a una sala que había reservado, apoyo los brazos sobre la mesa y me doy cuenta de que uno se queda pegado. Despego con todo el disimulo que puedo la manga de la blusa y la inspecciono con la discreción de un espía de la época de la Guerra Fría en territorio enemigo. Chicle, un resto de chicle de Jaime recién adquirido. Continua la reunión conmigo procurando no volver a apoyar ese brazo en la mesa y mantenerlo recogido bajo ella. Termina la reunión, me despido y me lanzo corriendo al baño a intentar solucionar el desaguisado porque queda mucho día por delante.

No es la primera vez, ya tuve hace años, cuando Julia era bebé, una mancha de cereales en un pantalón que me tiré toda la mañana rascando con la uña.

¡Qué se le va a hacer! Los niños manchan. He oído a alguna madre reciente contar de jornadas de trabajo con mocos en la chaqueta de los que no se había dado cuenta, o chocolate en el jersey.

Y no son solo las manchas. También me ha pasado sacar el iPad en plena reunión y encontrarme un juego infantil a todo trapo. O meter la mano en el bolso en busca del móvil o las llaves teniendo que sortear alguna mandarina o una muñeca (algún día tengo que hablar de la evolución del contenido de los bolsos de las madres).  O llegar casi sin dormir tras una noche toledana con cara de extra de Walking Dead.

¿Pero sabéis una cosa? No pasa nada. Me he dado cuenta de que a nadie le importa. Como debe ser. Y si a alguien le molesta es su problema.

No solo los niños, la vida también mancha.

7 comentarios

  1. Dice ser Mar

    Me he sentido identificada totalmente con tu entrada.
    Yo también tengo dos niños pequeños y trabajo fuera de casa.
    Me ha encantado leerte, me has hecho reir y recordar mi situación.

    Gracia por compartirlo

    06 febrero 2014 | 08:38

  2. Dice ser QUINCOTRINA

    Te comprendo perfectamente, fíjate yo mi bebe con tres meses, y me dicen que tengo parkinson. Hoy tengo 47 años y 18 con el ocupa.

    06 febrero 2014 | 09:39

  3. Dice ser Brisha

    Nosotros (los hombres) tbm nos sentimos identificados.. Sobre todo las carreras mañaneras.

    Me encanta: «No solo los niños, la vida también mancha.»

    06 febrero 2014 | 11:56

  4. Dice ser marian

    ¡Qué gracioso! efectivamente los niños como la vida suelen manchar, en mi caso mancha más mi marido que mi hijo de 9 años; el problema real es cuando la vida te mancha de mas y te deja todo tipo de guarrerías pegadas.

    06 febrero 2014 | 13:30

  5. Dice ser Jonas

    Muy buen blog, me siento identificado totalmente, porque como Padre de mi peque de 1 año y trabajador de oficina, me pasa casi lo mismo que a ti.
    Tengo que decir que al principio el cambio es duro, sobretodo por las mañanas, pero pasado un tiempo cambias y agradezco todos los días poder despertar y dar de desayunar a mi niño, pasar esa hora antes de llegar al trabajo, hacen que arranque el día con mejor cara y alegría

    06 febrero 2014 | 16:12

  6. Dice ser Mami Katabum

    Recuerdo mis primeros meses de madre primeriza cuando llevaba ropa extra. Tres hijos después con manchas dudosas y a veces sin darme cuenta. Que razón tienes, la vida mancha.

    07 febrero 2014 | 02:37

  7. Dice ser BuggyMama

    La verdad es que lo de los mocos me pasa continuamente… el invierno es largo y las camisetas son pocas. Pero que guapos están, con mocos y todo.

    07 febrero 2014 | 12:47

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