La vida está llena de olores, la maternidad especialmente

Me gusta mucho John Irving, he disfrutado muchísimo con muchos de sus libros. ‘Principes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra’ (inspiradora de la película Las normas de la casa de la sidra que se queda a años luz de la novela), es una reflexión respetuosa y exquisita sobre el aborto y la paternidad altamente recomendable. Realmente las relaciones entre padres e hijos están muy presentens en casi todas sus obras.

En otro de sus libros más conocidos, El mundo según Garp, recuerdo perfectamente un pasaje en el que el padre notaba que su hijo ya tenía, mientras dormía pacíficamente, el aliento acre. Ya no notaba ese olor dulce a niño dormido y, para Garp, eso suponía una pista de la proximidad de la adolescencia, del fin próximo de la infancia.

Jaime, con siete años recién cumplidos, aún huele agradablemente a nueces mientras duerme. Sí, a nueces. No me preguntéis por qué, pero es lo que me evoca. En cambio han empezado a olerle los pies. A veces mucho. Algo más típico de los varones que de las niñas, por cierto. Hasta este momento no había sido preciso, pero ahora hemos tenido que comprar unas plantillas, airear zapatos y rotar más los calcetines. Es algo muy prosáico, pero como a Garp ha alejado un poco en mí la percepción de que Jaime es un niño pequeño. Ya es un niño. Sin más ni más. Por mucho que su discapacidad a veces nos haga pensar que es más pequeño (eso de considerar eternamente niños a las personas con discapacidad es algo que conscientemente quiero evitar). Y antes de lo que creo tendré un adolescente.

Cuando arranqué este blog Jaime tenía apenas un año. Y poco después escribí aquí: «De hecho el olor que desprende mi peque es para mí la mejor fragancia del mundo. Es una pena que no se pueda guardar en un frasco. Cuando pienso en ello comprendo perfectamente al protagonista de El Perfume«.

Y en otro post: «Nunca me ha gustado ponerle colonia al peque. No existe colonia infantil que mejore su olor propio y único de bebé.»

Y más tarde en otro: «No hay olor como el de tu bebé cuanto eres madre reciente. No he encontrado a una sola mujer que no identifique ala prefección y prefiera ese aroma por encima de cualquier otro».

La vida está llena de olores. La maternidad especialmente. ¿No creéis?

6 comentarios

  1. Dice ser Jaimito.

    A mi me gusta olerles el pelo. Los olores forman nuestro recuerdo.

    18 septiembre 2013 | 10:25

  2. Dice ser Lorct

    Lo cierto es que si, poco uso la colonia para poder olerla, es una experiencia única, a mi me relaja eso y esa mirada de bebé, esa alegría que le entra cuando te ve, como si fueras lo mas importante del mundo.
    Es una pena no poder guardar ese olor para siempre.

    18 septiembre 2013 | 11:00

  3. Dice ser Yomimi

    «La vida está llena de olores, la maternidad especialmente»

    Sip. En primer lugar, a pañales usados.

    18 septiembre 2013 | 12:04

  4. Dice ser Brisha

    «Por mucho que su discapacidad a veces nos haga pensar que es más pequeño»

    Bueno, creo que nuestros pequeños seran siempre nuestros pequeño aunque tengan 30 años, tengan discapacidad o no.

    A mi me esta sucediendo lo mismo: la mayor (6 años) ya empieza a perder ese perfume de pequeña. La pequeña (1 año) lo tiene e impregna la casa con el.

    Y si, a pañales usados tambien huele. Pero no molestan si son tu progenie (o no?)

    18 septiembre 2013 | 17:33

  5. Dice ser moni

    Es cierto, que pena no poderlos guardar todos esos olores. Aún recuerdo que fue lo primero que adecuando me pusieron a mi hija encima. Ese olor no lo olvidate nunca. Incluso ahora que va a cumplir dos años, cuando se me duerme encima me pongo a olerla .

    19 septiembre 2013 | 04:07

  6. Dice ser moni

    Es cierto, que pena no poderlos guardar todos esos olores. Aún recuerdo que fue lo primero que adecuando me pusieron a mi hija encima. Ese olor no lo olvidate nunca. Incluso ahora que va a cumplir dos años, cuando se me duerme encima me pongo a olerla .

    19 septiembre 2013 | 04:07

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