LOS APUNTES DE ECONOMÍA PRÁCTICA Y FAMILIAR de Joan F. Domene

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El dinero tiene precio

Hay cosas que no tienen precio, pero el dinero no es una de ellas. Este jueves, cuando el Banco Central Europeo (BCE) decida previsiblemente subir el tipo de interés oficial del dinero en la zona euro del 3,25% actual al 3,50% no estará haciendo otra cosa que aumentar su precio. Se trata de un índice que utiliza la banca europea en sus actividades financieras y que se aplica como referencia en los préstamos que estas entidades se hacen entre ellas. Pero ese es tan sólo uno de los precios que puede tener el dinero. Cualquiera que tenga una hipoteca lo sabe muy bien, especialmente si está contratada al euríbor más algo y es a tipo variable. En cada revisión del crédito, nuestro banco o caja cambia (o sea, sube) el precio del dinero que nos prestaron para comprarnos la casa.

Ese precio es ahora un 45% más caro que hace un año en el caso de los bancos y un 38% más en el de las cajas. Lo dicen los últimos datos del Banco de España. El tipo medio de la hipoteca en los primeros ha pasado del 3,14% al 4,55% en los últimos doce meses. En las segundas, del 3,39% al 4,68%. Y lo más probable es que siga creciendo si, como parece, el BCE sigue aumentando el precio oficial del dinero: el próximo año sus tipos podrían llegar al 4%. Justo el límite a partir del cual los expertos pronostican que muchas familias tendrán dificultades para devolver los préstamos y momento en el cual se espera un aumento notable de la morosidad por impagos, que ahora ya se sitúa en los niveles más elevados desde hace cuatro años.

Eso por lo que respecta a las hipotecas. El dinero de los llamados préstamos al consumo tiene otro precio mucho más elevado: el tipo medio en los bancos está en el 9,29% y en las cajas, en el 9,76%. No es ninguna broma porque no podemos olvidar que son precisamente este tipo de créditos los que más se han incrementado en los últimos años y tienen el índice más elevado de morosidad, con el inconveniente que no están soportados por un bien como la vivienda, que supone una cierta garantía frente a eventuales apuros financieros de las familias.

Hasta aquí el precio del dinero “regulado”. Hay otros “precios” posibles. Como los que aplican las cada vez más numerosas compañías que conceden “créditos rápidos”, sin apenas garantías ni avales por parte del cliente, pero con unos tipos de interés que en algunas ocasiones pueden llegar a rozar la usura. O los que cobran los intermediarios financieros especializados en la reagrupación de créditos. Se trata de actividades que escapan a la supervisión del Banco de España y que deberían estar sometidas a su control para garantizar los derechos de los consumidores, como reclama la Asociación Hipotecaria Española (AHE):

En España, cualquier avance creíble en transparencia pasa necesariamente por regular y supervisar a los intermediarios que intervienen en la distribución de más del 50% del crédito hipotecario a las familias sin ningún tipo de norma ni supervisión. Por ello, consideramos necesario que esta Ley (la Ley Hipotecaria) urja al Gobierno a desarrollar las normas necesarias dado que esta es, posiblemente, la mayor carencia en España en materia de protección de consumidores.

Así al menos nos podríamos evitar sorpresas desagradables tipo Forum o Afinsa, entre otras.

Frenazo hipotecario

La subida de tipos se está empezando a notar en el mercado hipotecario. Ya lo ha detectado el Banco de España, que ha contabilizado un aumento del 21,9% de septiembre de 2005 al mismo mes de 2006, el menor ascenso desde 2003. Aunque no podemos olvidar que esos préstamos se concedieron hace un año con el euribor al 2,219% y los últimos se firmaron con el índice de referencia hipotecario -que en estos días ya roza el 3,90%- en el 3,715%. Y eso pesa en el endeudamiento de las familias: de los 742.625 millones de euros que debían los hogares españoles en septiembre, 545.392 millones corresponden a créditos hipotecarios. Pero ojo, los créditos al consumo acumulan ya 196.015 millones de euros, un 17,1% más que hace un año. Algunos bancos comerciales también han empezado a constatar que se empiezan a conceder menos hipotecas y que además se ha reducido el importe medio del dinero que se presta.