LOS APUNTES DE ECONOMÍA PRÁCTICA Y FAMILIAR de Joan F. Domene

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La deuda pública se come los ahorros

Las valoraciones de derecha a izquierda sobre la subida de impuestos anunciada ayer por el Gobierno y las líneas básicas del Presupuesto del Estado para 2010 coinciden en señalar la insuficiencia y la arbitrariedad de las medidas presentadas por la vicepresidenta económica, Elena Salgado. Y otra lectura coincidente: las clases medias vuelven a pagar el pato.

Se entiende que Zapatero prefiriera no asumir el coste de comunicar un ajuste fiscal tan discutido como de dudosa eficacia y cediera tal ‘honor’ a la titular de Economía.

El misterio, por fin, fue desvelado y supimos lo que durante estos días se nos ocultaba. Nada de impuestos ecológicos y la tributación de las Sicav de las grandes fortunas permanece intacta. Bajo el pomposo epígrafe de «Un esfuerzo fiscal colectivo para garantizar la protección social y la sostenibilidad de las cuentas públicas», el Ejecutivo concretó sus medidas:

– Eliminación de la deducción de 400 euros en el IRPF

– Subida del tipo general del IVA en dos puntos (del 16% al 18%) y del tipo reducido en un punto (del 7% al 8%), a partir del 1 de julio de 2010. El tipo superreducido se mantiene al 4%.

– Subida del tipo de gravamen de las rentas del ahorro del 18% al 19% para los primeros 6.000 euros y el resto al 21%

– Bajada de 5 puntos en el Impuesto de Sociedades para las pymes con menos de 25 trabajadores y ingresos menores a 5 millones de euros, que mantengan o creen empleo (tipo del 25% al 20%). Medida equivalente para los autónomos.

A parte de la escasa oportunidad de un aumento de la presión fiscal cuando aún buscamos la salida de la recesión más profunda que han vivido el mundo y este país en décadas, parece claro que tanto ruido va a traer escasos ingresos adicionales: 10.950 millones de euros, de los cuáles 6.500 en 2010 y el resto en 2011.

De esos 6.500 millones, 4.100 provendrán en 2010 de la retirada de la subvención de los 400 euros, que aportará 1.600 euros adicionales en 2011. Lo que pone en evidencia los efectos muy limitados del ajuste fiscal.

Gastaremos más en deuda que en infraestructuras o servicios públicos

Hay muchos más datos y múltiples interpretaciones sobre los mismos, pero uno de los más sorprendentes es la ambiciosa intención de reducir el déficit público del Estado (la diferencia entre lo que se gasta y lo que se ingresa) del actual casi 10% a un 5,4%.

Si los gastos reales se van a reducir un 3,9% gracias a ese «esfuerzo de austeridad» pregonado por Salgado, ¿de dónde saldrá el resto de los ingresos? Porque ya hemos visto que de la subida de impuestos, pocos.

Pues del crecimiento económico, nos dicen. Vamos a empezar a remontar en el segundo trimestre de 2010 y en el tercero se confirmará la recuperación, anuncia la ‘vice económica’. Derroche de optimismo gubernamental que no sabemos si responde a una previsión real o a la necesidad de cuadrar unos números que, según muchos expertos, no hay por donde cogerlos.

Algo que nos debería procupar, sin embargo, es que a pesar de esa presunta reducción del déficit público, el peso de la deuda pública sobre el total de la economía española va a pasar del 53,4% del PIB en 2009 al 62,5% en 2010. Quizá «es un dato inferior a países de nuestro entorno» e inferior a la media de la zona euro, como dijo Salgado, pero no por ello deja de ser procupante.

Y aún más si nos fijamos en la distribución de los gastos para el año que viene. Si bien el gasto social acapara el 51,6% del total, observamos con preocupación que destinaremos al pago de esa deuda pública más recursos que a las infraestructuras y a inversión en I+D+i juntas. Y también más que al conjunto de los servicios públicos (jueces, policías, Defensa, etc…).

Por tanto, austeridad quizá sí, pero menos de la necesaria. Y para aquellos que preconizan menos impuestos y más inversión pública una advertencia: parece claro que con tanta protección social y tanto plan de rescate para salvar bancos y cajas ya no hay margen para más endeudamiento.

Solchaga apoya la subida de impuestos

Si hay que recortar el déficit fiscal (la diferencia entre lo que ingresa y lo que gasta el estado), no más alternativa que la subida de impuestos. Es la opinión que ha manifestado esta mañana el ex ministro socialista Carlos Solchaga durante un encuentro con la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) en Madrid.

A pesar que se ha mostrado más bien optimista sobre la evolución de la economía española -«vamos a salir de la crisis igual que el resto de países, como mucho tres o cuatro meses más tarde», ha dicho convencido- Solchaga ha advertido que, viendo la evolución del gasto público y la extrema rigidez de los Presupuestos del Estado, sólo queda aumentar los impuestos.

Otras medidas como la austeridad que piden los empresarios desde la CEOE o el incremento de la lucha contra el fraude que reclaman los sindicatos son en su opinión «voluntaristas» porque no significarían en ningún caso un aumento importante de los ingresos.

Tampoco está muy convencido que con ese aumento de la presión fiscal el Gobierno sea capaz de ingresar los 15.000 millones de euros que se propone. Pero si a ello se le une la anunciada retirada de la subvención de 400 euros, se acercará más a ese objetivo.

El ex ministro sólo ha lamentado «la falta de decisión» del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero a la hora de plantear la reforma fiscal y la falta de concreción de las medidas. Si no lo tiene claro, que no hablen de ello, ha venido a decir, y que nos lo concreten en su momento en el proyecto de ley de Presupuestos.

Entre los impuestos que se verán afectados por la subida prevista, ve claramente que el IVA -excluyendo el tipo superreducido del 4%- deber ser uno de ellos aunque ni el Gobierno, ni los empresarios ni los sindicatos lo acaban de ver claro. Pero es el único en el que hay un cierto margen, dice Solchaga, porque está por debajo de los niveles de otros países de nuestro entorno.

El ex político, que trabaja ahora en el sector privado desde su despacho Solchaga Recio & asociados, ha basado su optimismo en las pequeñas noticias que van apareciendo diariamente y que dejan entrever «algún brote verde» en el horizonte.

A su vez, ha criticado que la prensa (o una parte de ella) parece empeñada en hacer «titulares gordos» y catastrofismo incluso a partir de informaciones o datos que pueden tener una lectura positiva.

Sólo ha admitido un punto negro en todo el panorama económico: el paro, que crece en España mucho más de lo que lo hace en los países de su entorno que también están sufriendo la crisis.

Por eso reclamó que el pacto social que desde muchos sectores se pide debería centrarse en la reforma del mercado de trabajo, pero «no para hacer el despido libre» ni para llegar a acuerdos superficiales, «o como díria un amigo mío, para cambiar el color del mono de los trabajadores».

Menos subidas de impuestos y más lucha contra el fraude fiscal

La subida de impuestos ha dejado de ser un globo sonda veraniego para convertirse en otro de los ejes de enfrentamiento político entre Gobierno y oposición, como hemos podido comprobar esta mañana durante el debate que han mantenido en el Congreso la vicepresidenta económica, Elena Salgado, y el coordinador económico del PP, Cristóbal Montoro.

No sólo eso, si no que la difusa reforma fiscal dibujada por el Ministro de Fomento, José Blanco, durante sus bolos periodísticos estivales, se perfila como uno de los elementos centrales en la discusión sobre cómo y cuándo España podrá dejar atrás lo peor de la crisis.

El hecho es que, si nos atenemos a las cifras que conocemos hasta ahora, y a falta de mayor concreción sobre el alcance de la subida del IRPF, sus efectos parecen más que limitados y los beneficios escasos para el mucho ruido que genera esa medida.

Si se mantuviera el concepto de «rentas altas» que se aplicó en el último debate del Estado de la Nación -las que superan los 24.000 euros de ingresos anuales- cuando se habló de suprimir la desgravación por hipoteca a ese tipo de rentas , el aumento de impuestos afectaría a 5,36 millones de contribuyentes.

En cambio, si se aceptan las tesis de los partidos de izquierda y de los sindicatos para que afecte sólo a las rentas anuales de 60.000 euros o más, serían unos 600.000 los afectados, que aportan un 3,7% de la recaudación por IRPF. Con lo que la potencia recaudatoria de la medida sería aún mucho más limitada.

Por todo ello parece lógico tomarse un tiempo para madurar una decisión de tal trascendencia y empezar por plantearse medidas alternativas al anunciado aumento del IRPF, como las que proponen los técnicos del Ministerio de Hacienda asociados a Gestha:

1. Restituir el Impuesto de Patrimonio sobre las grandes fortunas eliminado por el Gobierno y que afecta a 35.000 contribuyentes, que podrían aportar 1.000 millones de euros al erario público.

2. Mejorar la lucha contra el fraude fiscal para reducir la economía sumergida en España a la mitad, y dejarla en el 10%. Se podrían conseguir unos 38.000 millones de euros, si se incluyen 13.000 millones de cuotas impagadas a la Seguridad Social.

3. Introducir nuevos impuestos medioambientales para industrias contaminantes.

Medidas todas ellas lógicas y necesarias incluso si el contexto económico no fuera tan crítico como el que atravesamos, y muy especialmente el de la lucha contra el fraude fiscal. Aunque al parecer se han conseguido algunos progresos -en 2008 se recaudó un 30% más pese a la crisis, tras aumentar un 25% las inspecciones-, queda mucho trabajo por hacer.

Si además les sumamos que el diagnóstico sobre dónde están las principales bolsas de fraude parece bastante claro, como demuestra el último barómetro fiscal de 2008(pdf), sólo se trata de actuar. Y cuanto antes, mejor.


Tres letras para salir de la crisis: U-V-W

Los expertos parecen coincidir en que antes de final de este año veremos algunos indicios serios de que empezamos a salir de la dichosa crisis, aunque ni de lejos la habremos superado totalmente porque -avisan- los escasos e incipientes «brotes verdes» siguen estando rodeados de demasiadas malas hierbas.

La duda que se plantea ahora mismo es cómo será esa salida:

rápida (en forma de V) con un crecimiento alto y sostenido tras haber tocado fondo

lenta (en forma de U) con algunos (o bastantes) meses aún de dificultades económicas y una lenta y progresiva recuperación

con un rebote (en forma de W) que supondría una aparente mejora inmediata de la situación para volver a caer nuevamente al cabo de unos meses y tener que esperar de nuevo para recuperarse

Peridis, en El País del 24-05-2009

Por ahora, la hipótesis que parece tener más defensores es la de la recuperación en forma de U. Hoy mismo, en el Financial Times, publica un artículo recogido por Expansión que ofrece argumentos contundentes sobre ello.

1. El empleo sigue cayendo drásticamente en EEUU y en otros países: en las economías avanzadas, el índice de desempleo superará el 10% en 2010.

2. Las pérdidas de las instituciones financieras se han socializado. Esto limita la capacidad de prestar de los bancos, de gastar de los hogares y de invertir de las empresas.

3. Los consumidores necesitan reducir el gasto y aumentar el ahorro; los endeudados consumidores se enfrentan a la caída del precio de la vivienda y de los mercados de valores, de sus ingresos y del empleo.

4. El sistema financiero, a pesar de las medidas adoptadas, sigue estando sumamente deteriorado. .

5. La baja rentabilidad limitará la disposición de las empresas a producir, contratar personal e invertir.

6. El aumento de los grandes déficit fiscales amenaza con desplazar la recuperación del gasto del sector privado.

7. Si la demanda interna no crece a un ritmo suficientemente rápido, la recuperación del crecimiento global será más débil.

Por si esas razones no fueran suficientes, hay dos más que pueden empeorar las cosas (y cambiar la aparentemente inevitable U por una recesión de doble fondo, en forma de W).

8. Las rebajas de tipos y el aumento del gasto público para salir de la crisis tienen difícil arreglo. Si se aumentan los impuestos (como se ha anunciado en España) y se recorta el gasto y se frenará la recuperación. Pero si los Estados mantienen grandes déficit presupuestarios, tendrán que pagar más a los compradores de esa deuda.

9. Los precios del petróleo, la energía y la alimentación que ya crecen por encima de lo que el mercado aconsejaría podrían subir más por culpa de la especulación.

A pesar de todo, hay que ser optimistas. Aunque no sepamos exactamente cómo será la salida, estamos consiguiendo limitar esa incertidumbre que ha hecho casi tanto daño como la propia crisis.

Claro que las autoridades y los agentes sociales y económicos deberán de ponerse las pilas más de lo que lo han hecho hasta ahora para que eso sea una realidad más pronto que tarde.

¿Quién maneja el timón económico?

Un ex altísimo cargo del Gobierno se preguntaba recientemente quién maneja realmente la política económica de nuestro país. Razón no le falta, pues visto lo visto, parece que la Moncloa va por un lado -con su tozudez por estar en la sobrevaloradísima reunión del G20– y el ministerio de Economía del discreto Pedro Solbes por otro. El hecho es que no parece el mejor panorama para afrontar una recesión como la que tenemos a las puertas, tras confirmarse que el tercer trimestre del año la economía cayó un 0,2%.

Algunos hechos pueden aclararnos esas dudas. Y, como si de un cóctel se tratara, sólo hay que cogerlos y mezclarlos para tener el resultado final:

. las imágenes de los siete grandes banqueros del país departiendo con Zapatero en la Moncloa

. el aviso del primer banquero español, Emilio Botín, advirtiendo que mucho cuidado con pasarse con la regulación de los mercados

. la petición de su ‘segundo’, Alfredo Sáenz, de que el Gobierno debe mantener en secreto qué bancos y cajas reciben fondos del futuro plan de rescate del sistema financiero que prepara el Gobierno

. y la asunción por parte del Ejecutivo, con su secretario de Estado económico –David Vegara– al frente de que así se hará

Parece del todo inaceptable el secretismo y la opacidad que financieros y gobernantes reclaman justo en el momento en que las familias temen por sus ahorros y, más que nunca, lo que necesitan es información y transparencia. Eso por no hablar de que transferir fondos públicos al sistema bancario a escondidas es terreno abonado para la corrupción.

Ciertamente, el sistema bancario español ha sido alabado por la resistencia al contagio de los activos tóxicos derivados de las hipotecas basura estadounidenses, pero eso no le da carta blanca para hacer y deshacer.

El Banco de España, más que nunca, debe implicarse en la vigilancia de ese reparto del dinero que sale de nuestros impuestos y va a los bolsillos de los banqueros, no para su beneficio, sino para evitar un colapso financiero que ponga en peligro los ahorros de millones de familias.

O sea, que la crisis nos viene bien

Pocas novedades en el paquete económico que ha expuesto en su discurso de investidura el aspirante a la presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y un mensaje de fondo que no deja de ser cuanto menos chocante: gracias a la crisis vamos a hacer los deberes que la economía española no ha sido capaz de acometer en épocas de bonanza.

Había que cambiar de un modelo basado en el ladrillazo y el consumo disparado (con inflación elevada y un déficit exterior creciente) a otro más virtuoso donde la clave fuera la competitividad de nuestras empresas. Y no lo hemos hecho. Ahora, dice el candidato a la reelección, ya no es «necesario», sino «más acuciante».

Pues mira qué bien. ¿Para que preocuparse de la alarmante falta de productividad de las empresas cuando todo va viento en popa a toda vela? Mejor esperamos a verle las orejas al lobo (o incluso la dentadura) para ponernos manos a la obra y arreglar el estropicio. O sea, como los buenos aristotélicos, convirtiendo la necesidad en virtud.

Zapatero ha anunciado que va a tirar de superávit para llevar a cabo su plan anticrisis, rozando la cuadratura del círculo cuando ha anunciado un aumento del gasto social no sólo sin aumento de impuestos, sino con un ligero recorte de los mismos.

Ha añadido que el primer consejo de ministros dará luz verde a:

. la deducción de 400 euros en el IRPF para pensionistas, asalariados y autónomos

. adelanto de la devolución del IVA a las empresas

. medidas para compensar la desaceleración de la construcción: impulso a la VPO, fomento del alquiler y reducción de la carga fiscal de la rehabilitación

. plan especial para recolocar los parados de la construcción y proteger a los desempleados en situación de mayor riesgo

. medidas para aumentar el plazo de la hipoteca sin coste para aquellas familias que estén más necesitadas

Además, ha planteado otras medidas -unas generales, otras más concretas- que se desarrollarán durante la legislatura:

. más inversión en I+D para la mejora de la productividad

. desarrollo del plan de infraestructuras

. fomentar la competencia en los servicios con más flexibilidad en campos como el transporte y las telecomunicaciones para reducir la inflación

. reducir un 30% las cargas administrativas sobre las empresas

. supresión del Impuesto de Patrimonio y actualización del de Sucesiones y Donaciones

. y un gran acuerdo económico y social (al estilo del AES de 1984) entre sindicatos y empresarios

. aumento del salario mínimo de 600 a 800 euros

. mejora de pensiones mínimas con cónyuges a cargo y de las de viudedad para mayores de 65 años

Y todo eso, ha comentado, pensando en que las dificultades económicas van a ser pasajeras. Ya veremos si la realidad no desmiente sus más que optimistas previsiones y si esas medidas tienen la eficacia que se pretende.

Diez retos económicos que son veinte

El nuevo Gobierno que volverá a presidir Zapatero tras los resultados electorales de este domingo tendrá la difícil papeleta de lidiar con la desaceleración que poco a poco se deja notar en nuestra economía. Pero ese será sólo uno de los muchos retos del equipo económico del líder socialista que hoy ha recogido el diario económico Cinco días con el título 10 retos económicos del nuevo Gobierno, aunque una lectura detallada de los mismos permite concluir que, de hecho, son bastantes más… al menos veinte. Ahí va la lista:

• 1. Un plan de choque para atajar la desaceleración tirando del superávit, que da margen de maniobra . para reducir desequilibrios.

• 2. Una política fiscal que espolee la actividad económica. Con una reforma tributaria que no perjudique a la recaudación.

• 3. Desarrollo de la Ley de Igualdad.

• 4. Desarrollo de la Ley de Dependencia.

• 5. Reforma de las pensiones en el marco del Pacto de Toledo

• 6. Más suelo para viviendas protegidas. Con una nueva ley estatal y la reforma del plan cuatrienal.

• 7. Mejorar el empleo recortando la temporalidad.

• 8. Impulsar los salarios y aumentar el salario mínimo.

• 9. Incrementar la productividad.

• 10. Nueva hoja de ruta para el diálogo social.

• 11. Regular la inmigración y solventar el problema de la nueva bolsa de inmigrantes sin regularizar (entre 400.000 y un millón)

• 12. Reducir la gran dependencia del petróleo.

• 13. Cumplir los compromisos de Kioto.

• 14. Aumentar la fiscalidad medioambiental.

• 15. Plan de infraestructuras para compensar la caída de la construcción y mejorar la vertebración territorial.

• 16. Hacia un gasto del 2% del PIB en I+D.

• 17. Más participación privada en la financiación de los planes de innovación.

• 18. Mejorar los índices de educación que tan malos resultados dan en los informes internacionales como el célebre PISA.

• 19. Nueva reforma del modelo de financiación autonómica.

• 20. Internacionalización de nuestras empresas, con la vista puesta en dos mercados muy potentes que hasta ahora se resisten: China y Estados Unidos.

Y podemos seguir, pero no se trata de abrumar a los que a partir de ahora han de guiar nuestro destino económico. Eso sí, ya fuera de la campaña electoral, cabe esperar mayores dosis de realismo gubernamental, menos actitudes triunfalistas, y una voluntad firme y clara de afrontar los problemas de cara y de una forma decidida. Como mínimo. Zapatero ha advertido hoy mismo que la economía será una de sus prioridades. Veremos.

ZP bate a Rajoy en economía

Zapatero ha dejado a Rajoy en fuera de juego en la primera parte del debate, dedicada a la economía. El aspirante a la reelección le ha echado en cara que, contrariamente a lo que viene diciendo insistentemente el candidato del PP durante la campaña electoral, no le han interesado las dificultades económicas de los ciudadanos hasta hace unas semanas.

El líder del PSOE se ha presentado a esta segunda cita con la lección aprendida en el anterior cara a cara y con la firme voluntad de hablar del futuro, mientras su oponente seguía echándole en cara lo mal que lo había hecho el Gobierno en el terreno económico.

Tras el golpe de efecto del Libro Blanco, con sus compromisos electorales, ha lanzado la propuesta de alcanzar un gran pacto con sindicatos y empresarios para luchar contra «la desaceleración» (creo que es la primera vez que le oigo pronunciar esa palabreja). ¿Con qué medidas? Estas son:

. Adelanto del plan de infraestructuras

. Construcción de 150.000 viviendas de protección oficial (VPO) este año

. Planes de reciclaje para la recolocación de los parados de la construcción

. Devolución de 400 euros en el IRPF

. Extensión gratuita de los plazos para el pago de las hipotecas

. Acuerdo con las empresas de distribución para controlar el margen de beneficio en el precio de los alimentos

Además, ha planteado la creación de un observatorio dedicado a la comparativa de los precios para estimular la competencia, siguiendo el ejemplo francés. Aunque Rajoy, que ha vuelto a la carga con las subidas de precios, de la inflación, de las hipotecas y del paro, le ha recordado que ya existe uno en el ministerio de Industria (y tiene razón).

El líder del PP ha insistido en acusar a Zapatero y a su Gobierno de malgastar la herencia económica recibida del PP y sólo al final parece haber caído en la cuenta de que debía plantear algunas propuestas de futuro:

. Reducir el gasto público

. Introducir más competencia en los mercados (telecomunicaciones, transporte aéreo,…)

. Reformas económicas

. Control de los precios regulados (luz, gas,…)

Ahí, el dirigente socialista ha respondido con otra batería de promesas: dos millones de empleos (1,2 millones para mujeres) y subidas de pensiones de jubilación y de viudedad y del salario mínimo. «Creo en la creación de la riqueza y en la distribución de la riqueza. Y ustedes no» le ha espetado Zapatero a Rajoy, que ha intentado reforzar sus críticas -sin demasiado éxito, todo sea dicho- con unos espléndidos gráficos.

Las dificultades económicas eran un terreno propicio para el lucimiento de Rajoy, pero Zapatero se le ha escapado vivo.

¿Tienes claro quién fue el ganador? Vota aquí.

Solbes se impone a golpe de gráfico

La prueba más evidente de que la economía es uno de los temas estrellas de esta campaña electoral es que Pedro Solbes y Manuel Pizarro, los hombres fuertes del PSOE y el PP en esa área, se han convertido en teloneros de los debates entre sus jefes respectivos.

Este jueves se han visto las caras en Antena 3, antes de que lo hagan Zapatero y Rajoy con una desaceleración -que no recesión (por ahora)- echándonos el aliento en el cogote. Era el momento de comprobar si la experiencia reposada de Solbes podía superar el fulgurante magnetismo que muchos atribuyen a Pizarro.

El resultado ha sido que en el toma y daca de datos, gráficos y estadísticas, el vicepresidente económico ha estado más convincente que su oponente, que ha llegado a recurrir a la ilegalilzación de ANV al ser interrogado por Solbes sobre cómo pensaba pagar los 30.000 millones que puede costar la reforma fiscal del PP.

Además ha puesto en un aprieto al ex presidente de Endesa al recordarle los ataques de sus compañeros de partido a la solvencia de la banca española o cuando le ha recordado que cierto día defendió algo parecido a la privatización de las pensiones.

Solbes ha tenido que hacer frente a una retaila de reproches por la sucesión de malos datos económicos que se ha encontrado sobre la mesa el Gobierno (paro, inflación, afiliación a la seguridad social, confianza de los consumidores, endeudamiento familiar…). Pero ha apabullado a Pizarro, más nervioso que su contrincante, con datos que demuestran que nuestra economía está mejor ahora que cuando los populares dejaron el Gobierno.

Aunque el dato del crecimiento del PIB en 2007 conocido este miércoles podía haber sido un alivio, la revisión a la baja de la previsión para 2008 que hoy ha anunciado la Comisión Europea no le ha hecho ningún favor. Lo cierto es que ese 2,7% está en la línea de otros pronósticos más realistas que los del siempre optimista Solbes y Pizarro ha tirado de hemeroteca para recordarle otras predicciones parecidas.

Datos en campaña

Para compensar, horas antes del debate, se había dado el gusto de presentar su tercer superávit consecutivo en las cuentas públicas, que fue de 23.368 millones de euros (2,23% del PIB). No era un dato nuevo, puesto que ya lo anunció la vicepresidenta del Gobierno hace unas semanas, pero sin duda convenia recordarlo antes de enfrentarse a Pizarro.

Pero otros datos irán apareciendo a lo largo de la campaña electoral, que acabamos de estrenar. Sin ir más lejos, el próximo viernes, dia 29, el IPC adelantado de febrero. Y el 4 de marzo, al día siguiente del segundo debate ZP-Rajoy, la cifra de afiliados a la Seguridad Social de febrero.

Habrá que ver durante esta campaña electoral cuáles son esos resultados y qué habilidad tienen Pizarro y Solbes para convencer al electorado de que pueden gestionar la actual marejadilla económica mejor que su oponente. O que incluso están preparados para hacer frente a un temporal como el que algunos agoreros se empeñan en anunciarnos.

El subidón de Año Nuevo

El 1 de enero se ha convertido ya por derecho propio en el Día Mundial del Subidón de Precios, al menos en nuestro país. Al ya tradicional encarecimiento automático de cambio de año que registran servicios básicos como el agua, la luz, el teléfono o el gas, los transportes públicos y algunos impuestos, hay que añadir en esta ocasión novedades como la penalización para los coches contaminantes en el impuesto de circulación o el dichoso cánon teoricamente antipiratería sobre móviles, MP3 y PDA. Y todo eso, por supuesto, nos pilla con la guardia baja, por la resaca de las uvas y las campanadas y el ambiente festivo postnavideño. O sea, que casi ni nos enteramos

Además, a lo que nos sube «por decreto» hay que añadir lo que se encarece por otras causas, como las hipotecas con un euribor disparado, o los alimentos, que siguen descontrolados.

Lo peor de todo es que esos incrementos de precios, los unos y los otros, estarán muy por encima de la inflación prevista por el Gobierno para 2008, que es del 2%. En la mayoría de casos los aumentos son como mínimo del doble.

A cambio nos ofrecen una discretísima mejora del salario mínimo, todavía de los más bajos de Europa, una subidita de pensiones y un pequeño retoque en el IRPF. Eso sí, cuando negociemos aumentos salariales en los convenios no debemos pasarnos de ese más que improbable 2%. En definitiva, muy poca cosa para tanto subidón como nos espera.