LOS APUNTES DE ECONOMÍA PRÁCTICA Y FAMILIAR de Joan F. Domene

Archivo de febrero, 2009

Para reírse de la crisis (2)

Con la que está cayendo, y con los bancos españoles en el ojo del huracán de las iras empresariales por la falta de sensibilidad hacia el crédito, me parece oportuno recuperar un nuevo pasaje de la antológica puesta en escena sobre la crisis financiera de dos conocidos cómicos británicos.

Si en una entrega anterior nos ofrecían un análisis hilarante sobre los orígenes del terremoto que ha sacudido las finanzas mundiales, en esta ocasión John Bird y John Fortune -que arrasan en Youtube– ofrecen un interesante punto de vista sobre la supuesta fortaleza de la banca española y las (pocas) lecciones que los inversores han sacado de este desastre económico que ellos mismos han provocado.

Sólo unas pequeñas indicaciones para entender mejor la amigable charla de estos dos excelentes cómicos. Cuando hablan de CDO o SVI se refieren a los productos tóxicos que la gran banca de inversión puso en circulación con una única finalidad especulativa y que nos ha traído esta dichosa crisis, primero financiera y luego, total.

Y ahora, que disfrutéis del video.

(P.D.: Quiero agradecer a Dan Feist su supervisión de la traducción).

El crédito está cada vez más difícil

Más allá de las proclamas autosatisfactorias de la patronal bancaria o de los mensajes apocalípticos del Gobierno, hay una realidad económica cruda y dura de la que tenemos constancia día a día.

Unos días, con hechos contundentes como los datos macroeconómicos que nos confirman lo rematadamente mal que están las cosas. Otros, con encuestas como la que presentaron ayer las Cámaras de Comercio(ver pdf), que ayudan a poner las cosas en el lugar de donde banqueros y gobernantes las quieren sacar.

El resultado es contundente: bancos y cajas han aumentado los gastos y las comisiones que se exigen para conceder los préstamos, también las garantías y los avales que necesitan empresarios y autónomos para acceder a la financiación, y se ha encarecido el coste de la financiación. Además, cada vez es más largo el periodo de tiempo que pasa entre la solicitud de la financiación y la respuesta de la entidad financiera. Lo único que se reduce, para desgracia de los solicitantes, es el plazo para devolver el crédito y el volumen de dinero que pueden solicitar.

Y habrá quien pueda seguir diciendo que no se dan créditos porque dudan de la solvencia de los demandantes, pero ya nadie podrá creerlo. Muchos pequeños y medianos empresarios ya no saben cómo convencer a su banco de que su negocio es rentable, que tiene futuro, pero para ello necesitan esa financiación mínima que les permita sobrevivir.

Me temo que poca cosa puede hacer el Gobierno para obligar a bancos y cajas a que hagan algo que no quieren (o algunos, directamente, no pueden) hacer. Bueno sí, se me ocurre que en vez de entregarle el dinero a ellos, podría ponerlo directamente en manos de los que de verdad lo necesitan para sostener la economía real de nuestro país.