Hace unas semanas una amiga madrileña me contó una historia increíble, que rozaba la inmigración. Una historia de parientes perdidos en el otro lado del océano. Empezamos hablar de Latinoamérica y me contó que había estado en Argentina con su padre y que sabía que tenía parientes en ese país. ¿Cómo? Resulta que cuando su tía-abuela murió, habían encontrado unas cartas que ella guardaba en su armario. Eran cartas de un primo y su familia que había emigrado en los años treinta. Ni mi amiga, ni sus padres sabían nada de esa historia y ante la muerte de la única que sabía habían perdido la pista de esos parientes que emigraron y que se asentaron en el otro lado. Ella sentía que podía encontrarse con un pariente lejano y perdido cuando estuvo en Argentina y preguntaba a la gente por su apellido, pero no tuvo éxito en su búsqueda. Pero tiene las ganas de buscar a esa parte de su historia, esa parte que emigró y que tiene otra historia. La historia de los que se fueron y se perdieron.