El Blog sobre la Comunidad Latinoamericana en España

Archivo de la categoría ‘Argentina’

Nos despedimos pero seguimos

La crisis llega a todos lados, y cómo no, nos ha llegado también a nosotras. Este blog en el 20 Minutos cierra sus puertas, junto con otra serie de blogs. Sin embargo, “Desde este lado del mar” seguirá abierto en WordPress (http://desdeesteladodelmar.wordpress.com). Seguiremos escribiendo, aunque quizá no con la misma frecuencia, porque muchas personas nos han abierto sus corazones y sus historias personales y queremos que lo sigan haciendo. Allí estaremos para seguir recibiendo sus comentarios e iremos mejorando poco a poco y apostando por la convivencia.

Gracias a todos los que nos han seguido y los que han aportado ideas positivas. ¡Los esperamos en el nuevo-viejo blog!

Cartas perdidas de inmigrantes

Hace unas semanas una amiga madrileña me contó una historia increíble, que rozaba la inmigración. Una historia de parientes perdidos en el otro lado del océano. Empezamos hablar de Latinoamérica y me contó que había estado en Argentina con su padre y que sabía que tenía parientes en ese país. ¿Cómo? Resulta que cuando su tía-abuela murió, habían encontrado unas cartas que ella guardaba en su armario. Eran cartas de un primo y su familia que había emigrado en los años treinta. Ni mi amiga, ni sus padres sabían nada de esa historia y ante la muerte de la única que sabía habían perdido la pista de esos parientes que emigraron y que se asentaron en el otro lado. Ella sentía que podía encontrarse con un pariente lejano y perdido cuando estuvo en Argentina y preguntaba a la gente por su apellido, pero no tuvo éxito en su búsqueda. Pero tiene las ganas de buscar a esa parte de su historia, esa parte que emigró y que tiene otra historia. La historia de los que se fueron y se perdieron.

Emigrar sola a los 16 años

Hoy, de casualidad, escuché varias historias de gente que emigró, sin su familia, cuando apenas estaba terminando la adolescencia. Me parecen historias increíbles, de gente que ha actuado a los 16 o 18 años como adultos formados y han obtenido una fuerza descomunal, a través de experiencias lamentablemente muy dolorosas.

La primera fue la de una tía mía que vino a España, sola, a los 18 años, escapando de la dictadura Argentina. Hoy vive en Barcelona y llegó a Madrid para encontrarse con un amigo que le dio cobijo en aquella época y que ahora vive en Londres. Me junté con los dos y, entre café y café, me contaban lo mal que la pasó mi tía, en una historia de esas tan tristes que la gente no las cuenta solamente por no recordar. Me explicaban cómo mi tía fue rondando de casa en casa, a cuestas con su mochilita, y con sus padres diciéndole, cada vez que hablaba por teléfono, que no se le ocurriera volver. Y cómo luego, cuando estaba más asentada, ella misma iba recibiendo gente que venía tanto o más desesperada (hoy sigue recibiendo gente de todos lados).

Lo que le daban a ella, y lo que ella misma da, era más que cobijo. Entre los dos recordaban que ella estaba tan deprimida con el exilio que él la levantaba de la cama como podía (no se enrollaban, él es gay), él mismo le ponía maquillaje en la cara para que se sintiera algo más viva, la vestía y la obligaba a salir a pasear con él para que tomara aire.

En la tarde me encontré con otra chica argentina que vino a España hace siete años, sola y con 18 años, sin escapar de ninguna dictadura pero escapando de un futuro económico incierto, y ayudada por sus padres. Hoy tiene 25 años, está asentada y estudia Derecho mientras trabaja.

Más tarde vi un vídeo que nos enviaron del Centro Hispano-colombiano en Madrid, que me dejó pensando sobre la cantidad de jóvenes que emigraron solos cuando nunca habían vivido más allá de los dos metros de la habitación de sus padres. Es un cortometraje que acaba de ganar un premio, hecho por chicos inmigrantes de entre 16 y 19 años, llamado “Barco de papel”. Narra la historia de unos jóvenes que se vinieron a trabajar aquí. Y es, como dice la nota que acompaña el video enviado, “una carta de desesperación desde España, dirigida a los padres en el país natal”.

Me parece increíble la vida de las personas que deciden, a veces inducidas por sus padres, a emigrar cuando apenas han alcanzado la mayoría de edad, buscando un futuro mejor. Increíble, valiente y, a veces, desgarrador. Les dejo con el vídeo.

¿Por qué tanta atención en los Oscar cuando existen los Premios Mastropiero?

Ahora que todo el mundo habla de los Oscar, y de “Pe” ganando estatuillas, aquí tenemos la verdadera primicia. La que verdaderamente importa. Les Luthiers no es menos y por eso, vuelve a España presentando el espectáculo “Los Premios Mastropiero”, un montaje inédito para el público español que parodia una entrega de premios.

El espectáculo está compuesto por los siguientes números: El Desdén de Desdémona (Madrigal Caribeño); Amor a Primera Vista (Bossa Libidinossa); Tienes una mirada… (Rock de Alabanza); Los Milagros de San Dádivo (Cantata opus 0800-DADIVO); Ya no te Amo, Raúl (Bolera); Ella me Engaña con Otro (Dúo de amor para varios intérpretes); Juana Isabel (Canción con forma de merengue); Ya no eres mía (Ex Rock); y Valdemar y el Hechicero (Comedia musical infantil para adultos).

Es verdad que a veces los chistes son viejos, pero yo particularmente no me canso nunca, ni aunque me los repitan cinco veces en el mismo día. La entrada es cara, 40 euros, pero si hay algún lujo en el que vale la pena invertir es dedicar un rato a darse una ducha de risas con estos genios del humor. A quien no los haya visto aun, se los recomiendo; y a quien los haya visto, pues también.

Por ahora hemos sabido que se presentan en Valladolid en marzo, pero también llegarán a Madrid, en octubre y noviembre para actuar en el Palacio Municipal de Congresos de Campo de las Naciones (se pueden sacar las entradas desde ya en www.entradas.com). Es de esos espectáculos que hay que sacar las entradas rápido o se agotan. El que quiera, y pueda, está avisado.

Mientras, les dejamos un adelanto de lo que es el espectáculo, que encontramos en youtube y que emitió en Argentina Canal 7.

Sobre Europa, Israel, los médicos italianos y los inmigrantes

El otro día, cuando leí que los médicos italianos podrán denunciar a sus pacientes inmigrantes sin papeles, no pude dejar de relacionarlo con mi historia, con la historia de mi familia judía, y con la terrible historia de la guerra eterna entre Israel y Palestina… Sí, a mi gusto todo esto está relacionado.

Lo primero que pensé cuando leí la noticia de los italianos (además de que va en la línea de todo lo que hace Italia desde hace tiempo) era que me parecía una barbaridad que la Unión Europea no hiciera nada al respecto. No sólo no hace nada, sino que no lo hará. La tendencia es a endurecer cada vez más las políticas. Miran para otro lado, como si esto no fuera con ellos. Simplemente quieren a los inmigrantes fuera de su territorio. No hay más reflexión.

Lo relacioné, claro, con mi propia historia, porque a los judíos, cuando se los perseguía en Europa, cualquiera, incluso el médico de cabecera, podía mandarlos al frente. Eras diferente y de Europa tenías que escapar. Tenías que irte. Tenías que irte antes, con los Pogroms, como se fueron mis abuelos, en el 1900. Tenías que irte durante la Segunda Guerra porque te mataban… Y también tenías que irte en 1948, cuando Inglaterra y las Naciones Unidas le dieron a los judíos nada menos que una colonia, Palestina, “quitándose” de encima los problemas como si en Palestina no viviera nadie…un gueto de víctimas sobre otras víctimas, y que se mataran entre ellos.

Europa no hizo más que lavarse las manos. Se las lava también ahora, como si ellos no tuvieran nada que ver, tanto en el conflicto de Palestina-Israel, como con el odio a los inmigrantes.

Nunca se hicieron cargo real de sus propios problemas de odio interno. Después de 1948 muchos judíos que estaban refugiados o que habían sobrevivido a los campos de concentración no quisieron irse a Israel: querían volver a sus casas, en Europa. Pero no podían. Seguían siendo denigrados, maltratados, seguía el odio. Todavía quedan cientos de casas en Polonia, en Lituania, en Portugal, en Italia, que nunca fueron devueltas a sus familias… y si una se acerca a las antiguas casas familiares la gente que hoy las habita (cuando no están clausuradas por el Estado) mira con recelo pensando que se las vienen a sacar.

Casualmente los únicos que hicieron una reflexión un poco más profunda, que se ve actualmente en los programas de educación escolar, fueron los alemanes, a los que todo el mundo acusaba. Pero el odio no estaba sólo en Alemania, y al resto de Europa le faltó bastante de reflexión y le sobró bastante de cinismo.Hoy se vuelve a tropezar con la misma piedra. Entre el odio a los judíos de aquella época y el odio a los inmigrantes de hoy hay muchas similitudes. También a los judíos los acusaban de delincuentes. También de invasores. También querían que se fueran. Y también se endurecía el odio con las economías en crisis.

Cuando comenzó el ataque a Gaza por parte de Israel, en esta guerra estúpida que no hará más que sumar muertos y odio, nadie miró a Inglaterra. Nadie miró a Europa. Y Europa sigue haciéndose la desentendida, en Israel, con los médicos italianos y con los inmigrantes. Aquí no sucede nada, y pareciera que nunca hubiera sucedido nada. Una pena porque esto sólo puede traer más miseria a este mundo.

Latinoamericanos: ojo con los seguros privados de pensiones

Hace no mucho publicamos en este blog un post sobre el tema de las pensiones en Argentina, luego de la estatización de las famosas AFJP, compañías privadas que gestionaban los fondos de pensiones de los ciudadanos. Comentábamos en aquel post que los argentinos que habían cotizado en el sistema privado cobraban menos que los que habían cotizado en el sistema público, y que esa gente prefería la re estatización de las pensiones porque recibirían más dinero.

Estos días, leyendo el Le Monde Diplomatique, encontré un interesante pero bastante alarmante artículo de Manuel Riesco, del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo de Chile, que daba algunos datos que yo desconocía, y que creo sería conveniente que conozcan muchos latinoamericanos si quieren salvar sus ahorros para la vejez. Riesco explicaba que las AFJP argentinas funcionan también actualmente en muchos otros países latinoamericanos, y que los ahorristas están poniendo en riesgo todavía más dinero. “Los chilenos descubren hoy que las AFP no pueden cumplir sus promesas. Millones de afiliados percibirán al momento de jubilarse sumas ínfimas (10 a 20 dólares por mes) cuando el salario mínimo es de 135.000 pesos chilenos (150 dólares)”, decía el artículo. Chile hizo públicas las pérdidas de los fondos de pensiones a finales del pasado octubre. En Argentina la estatización de las AFJP garantizó a los ahorristas “en la mayor parte de los casos un ingreso superior al 60% del salario”.

Algo parecido a lo que pasó en Argentina y pasa en Chile, ocurre también, por lo menos, en Uruguay, Bolivia y Perú. Si yo estuviera en cualquiera de estos países, y he cotizado para mi pensión en una AFP correría a cambiarme, si fuera posible, al sector público, o al menos avisaría a mis compatriotas para que tengan cuidado sobre dónde ponen sus ahorros para la vejez. Según Riesco, de este tipo de sistema privado de pensiones que engaña a los pensionistas sólo le dio la espalda Brasil, cuya población se opuso rotundamente.

Para entender lo que pasa en Argentina con las AFJP (2º capítulo)

En el primer capítulo sobre las AFJP de Argentina hablé un poco de la historia de los pensionistas, y en este segundo capítulo prometido me gustaría contarles algo que también se omite en muchos medios en España. ¿En qué paisaje político las empresas, españolas y de otros países del mundo, se instalaron en un país como Argentina?

Cuando los bancos que gestionan las AFJP entraron en ese país corría el año 1994 y gobernaba Carlos Menem, junto con su ministro de Economía, Domingo Cavallo, que llevó a cabo las privatizaciones asesorado justamente por banqueros privados. En esa época imperaba la imagen de una política que invitaba a “pizza con champagne”, derroche absoluto y corrupción sin ningún disimulo.

La catedrática de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, Ana Silvia Vilker, explica las privatizaciones: “Durante el gobierno de Menem se privatizaron la mayor parte de las empresas públicas (…) buena parte se compraron con títulos públicos devaluados (se adquirían al 50% de su valor en los mercados bursátiles internacionales y se aplicaban al 100% de su valor nominal en la compra de las empresas)”.

Actualmente Menem está siendo juzgado por tráfico de armas, pero tiene además pendientes varios procesos por corrupción (enriquecimiento ilícito, sobresueldos, Thales Spectrum, Amia y Siemens-DNI). El y no sólo él sino también sus amigos y compañeros de Gobierno (algunos de los miembros de ese Gobierno están hoy en puestos políticos, con los Kirchner), están relacionados con corruptelas durante la privatización de esos servicios públicos. Su ministro de Economía, Domingo Cavallo, también tiene causas abiertas. Se lo acusa de emitir una resolución en la que ordenaba a los bancos en 2001 «incumplir» o «retardar el cumplimiento» de órdenes judiciales. También se lo acusa por supuestos «favores» impositivos a empresas privadas.

Estos días debatiendo con una corresponsal de un medio español en Argentina, ella decía. “Es que el dinero no va a ser utilizado para pagarle a los pensionistas argentinos sino para pagar la deuda que Argentina debe al Club de Paris”. Si ese fuera el caso, que no lo niego, vuelvo a leer el texto de Vilker, que recuerda otro dato de la época de Menem. “A través de las privatizaciones ingresaron 44.000 millones de dólares que desaparecieron entre corrupción y mala gestión y no se aplicaron a la cancelación de deuda como se había prometido”.

Yo me pregunto ¿Es loable que las empresas que entraron en ese contexto en Argentina como las AFJP y otras, reclamen ahora a mano alzada “seguridad jurídica” si no la había cuando entraron (y lo sabían)?

Para entender lo que pasa en Argentina con las AFJP (capítulo I)

Sobre el gran asunto de la re-estatización de las pensiones en Argentina, que hoy comienzan a discutir los diputados, como inmigrante, quisiera agregar algunos apuntes que los medios aquí en España han olvidado contar, y que creo dejan ante los lectores una historia huérfana de contexto (lo contaré, si puedo, en dos capítulos porque esto me ha salido larguísimo).

Estos días, leyendo los periódicos que comparaban la posible estatización con el corralito de 2001-2002 me sorprendía extraordinariamente la comparación. Cuando escuché en las noticias que se avecinaba un conflicto de “la magnitud del corralito” llamé a mi casa desesperada porque ya me imaginaba a la gente reventando los bancos, corriendo a la Plaza de Mayo, y a Cristina Kirchner escapando en helicóptero de la Casa Rosada. Busqué en medios argentinos pero nada de esto ocurrió. Casi había más revuelo en España que en Argentina. Allí no hubo protestas por esto y la gente sigue su vida.

¿Por qué? Hablaré en primer lugar de los principales perjudicados de todo este conflicto: los jubilados argentinos. Y contaré una historia que conozco de dos personas, una a punto de jubilarse y otra recién jubilada.

En los años 90, cuando se hicieron las privatizaciones, durante el gobierno de Carlos S. Menem -marcado y recordado por la corrupción, entre otras cosas, en las privatizaciones-, daban la posibilidad de irse a lo privado y poner el dinero en alguna de las ahora internacionalmente famosas AFJP, o seguir en el sistema público.

En las empresas los jefes te metían por todos lados que había que salirse del sistema público, que no funcionaba, y casi te obligaban a elegir el privado. Pero había trampa en el discurso. Los vendedores del sistema privado ocultaban que si te pasabas a su sistema ya no podrías de ninguna manera volver al público. Tampoco explicaban que una parte de ese dinero se destinaría a jugar en bolsa y que las jubilaciones dependerían del riesgo que tomaran sus jugadores. Sólo te decían que no confíes en el Estado.

En lo público y en lo privado

La primera persona que conozco proviene de una “familia bien”, es una alto cargo de una multinacional estadounidense y está a punto de jubilarse. Siempre quiso asegurarse una jubilación acorde con la buena vida de su salario como gerente. La otra persona es un pobre comerciante de baja alcurnia, sin estudios, que siempre pagó el mínimo de jubilación y nunca se preocupó por su vejez. Porque ni siquiera se interesó en hacer ningún trámite, jamás se pasó a la jubilación privada. La gerente sí, y pagó dinerales mes a mes a la AFJP.

El comerciante, naturalmente, cobra el mínimo y no le alcanza para vivir. Lo curioso es que ella cobrará prácticamente lo mismo que él, porque las AFJP se jugaron una parte importante de su dinero en bolsa, y lo perdieron.

“Al principio, cuando entré a trabajar en la multinacional me dijeron que tenía que pasarme a una AFJP. Yo confié en la empresa y me pasé. Luego, cuando me di cuenta de lo que hacía la AFJP ya era tarde, y no podía volver al sistema público”, me explicaba la gerente por teléfono.

El año pasado Cristina Kirchner dio por primera vez la opción a los argentinos que quisieran de que se pasaran al sistema público. El abogado de la gerente le recomendó que se pasara, y lo hizo. Dejó de perder, pero ya había perdido mucho. “En mi caso, si re estatizaran, no ganaría lo que invertí pero subiría bastante más que si lo dejan en manos privadas”, explicaba.

Me decían el otro día que el 80% de los argentinos sigue estando en el sistema privado, a pesar de que pueden pasarse al sistema público. ¿Por qué? No lo sé. Quizá porque ya les da lo mismo, están cansados y piensan que perderán de una u otra manera. ¿Perderán las empresas españolas? Tampoco lo sé, pero sé que los pobres jubilados argentinos ya han perdido.

En el próximo capítulo hablaré del contexto en que las empresas entraron a Argentina, un contexto de una peligrosidad jurídica por lo menos tan peligrosa como la actual.

Cómete un verdadero helado argentino en España

Una de las buenas noticias que ha traído la inmigración es que nos ha acercado sabores y colores del mundo a la vuelta de casa. Hemos pensado que en este blog sería interesante comenzar a poner una serie de recomendaciones de los propios inmigrantes sobre los lugares donde está lo mejor de su país aquí.

Nosotras intentaremos dar el punto de partida y les pedimos que si pasan por este blog y conocen más lugares, nos lo hagan saber.

Comenzaremos con nuestros países. Soraya contará cuales son, según ella, los mejores restaurantes ecuatorianos en Madrid y averiguará con amigos en otros lugares. Y yo comenzaré con un producto argentino. Les hablaré del helado ¿Por qué? Además del típico asado, después de tantos inmigrantes italianos, nos lo hemos hecho un poco nuestro, le hemos puesto nuestros gustos y muchos argentinos podrán decir que no hay como el helado de allí.

Soy una fanática del helado. De hecho, muchas veces, cuando visito mi país no voy directo a casa. Paso primero por Freddo… o por Pérsicco. El helado argentino tiene un gusto especial. No tengo idea de lo que es, pero es distinto y no se encuentra en cualquier lugar (ojo: no me pondré a discutir aquí si es mejor o peor que otros, sólo diré que es distinto, y claro, que vale la pena probarlo).

Los mejores helados argentinos los encontré, por ahora, en Barcelona, exactamente en el paseo Joan de Borbó 15, en la Barceloneta. Es una pequeña heladería que tiene el típico helado de dulce de leche granizado o chocolate con almendras enteras. Muy buena. Además tienen revistas de argentina que una se puede sentar a mirar mientras come. Antes había otra, Arlequín, en el mismo paseo, pero la última vez que fui lo encontré cerrado.

Hay una gran cadena de heladerías, llamadas Giangrossi, cuyo dueño es argentino, y que ha intentado traer el modelo… sin embargo, por lo menos en mi opinión, están muy lejos de ser buenos (va por gustos).

En Madrid todavía no pude encontrar nada que se le parezca… ni el Giangrossi ni otra cadena que se llama prácticamente igual que la de allí “Freddo, Freddo”, pero que no tiene absolutamente nada que ver. Dicen que también son argentinos los de la cadena Giussepe Ricci, pero tampoco se parecen a los nuestros. Me comentaron que hay una apenas saliendo del metro Ibiza, y otra llamada Mazzana (C/ Costa Rica, 28) espero tener un rato para acercarme prontito. Si lo hago, ya les comentaré qué me parece, y en el próximo post sobre Argentina en España les daré mis recomendaciones para los mejores asaditos…

Y ahora no me queda más que preguntar: ¿Conocen ustedes alguna otra heladería argentina recomendable en España?

«Me llamo como vos quieras»

Esta es la historia de cómo un funcionario de extranjería descubrió una equivocación administrativa en una tarjeta de extranjero y procedió a subsanar el error, sin tener en cuenta el perjuicio que su acción podría generar en la persona supuestamente beneficiada.

El dueño de la tarjeta es de nacionalidad argentina y ha vivido cuatro años en España con el error impreso en su tarjeta de residencia. Hasta ahora no había tenido ningún problema, pero se topó con el funcionario de extranjería esta semana, en la Brigada de Extranjería de la Policía de Madrid.

Tenía cita para colocar las huellas en la que sería su tercera tarjeta de residencia y trabajo. Tenía todos los papeles requeridos y uno más, su partida de nacimiento, por si acaso. El funcionario que lo atendió recibió todos los documentos y sus fotocopias, revisó todo, y luego miró en su pantalla del ordenador y de repente dijo: «aquí hay un problema». Reproduzco el diálogo que se dio a continuación y que pude escuchar porque estaba allí acompañando al protagonista de esta historia:

Funcionario: Aquí (mostrando la pantalla del ordenador) me aparecen dos apellidos, pero en tu pasaporte sólo hay un apellido

Extranjero: Es que en Argentina sólo usamos un apellido

F: Pues entonces tu tarjeta de residencia tendría que tener solo un apellido

E: Pero es que acá se usan los dos apellidos y siempre me han pedido mis dos apellidos

F: Pero si tu sólo tienes uno, hay que poner sólo uno. ¿Cómo te llamas tú?

E: Me llamo como vos quieras

F: Yo tengo que colocar en tu tarjeta el nombre que consta en tu pasaporte

E: No hay problema, yo solamente te digo que no quiero presentar más papeles de los que tengo aca. Pero me sorprende lo que me dices porque es mi tercera tarjeta y hasta ahora no me habían hecho problema. En todo caso no es un error mío.

F: Si lo sé, pero hay que corregirlo. Déjame ver tu partida de nacimiento

El funcionario revisó la partida de nacimiento que mi amigo había llevado por las dudas, la fotocopió y procedió a subsanar el error, digitando el nombre correcto de mi amigo. El silencio se extendió por unos minutos y al final el funcionario le explicó a mi amigo que había corregido la equivocación, pero que tenía que comunicar el cambio al Ministerio de Trabajo. ¿Y mientras tanto qué? Sólo esperar.

Mi amigo tendrá que esperar hasta que lo llamen para colocar las huellas o volver en un mes a la Brigada de Extranjería para averiguar qué ha pasado con la rectificación de su nombre. Esto es volver a pedir permiso en el trabajo, repetir la fila, y tener que estar un mes más sin un documento de identificación. Y todo por un error que no fue de él y que tampoco le había generado problemas hasta ahora. Más bien, de ahora en adelante, cuando le pidan su segundo apellido, él tendrá que explicar que en Argentina no se usa y que no lo tiene, tal como constará en su tercera tarjeta de residencia. Por eso mi amigo frente al funcionario dijo «me llamo como vos quieras», para evitar tener contratiempos.

Y tú ¿has escuchado casos similares? ¡Cuéntanoslo!