El Blog sobre la Comunidad Latinoamericana en España

Archivo de agosto, 2008

Un trabajo de Spiderman

«Mi papá trabaja de Spiderman». Esta es la respuesta que me dio un niño de 6 años cuando le pregunté sobre el trabajo de su padre. Me imagino que su progenitor le habrá contado que trepaba paredes y que andada por los techos de las casas. Pues bien, ya cerrando este miniserie de empleos de verano, este viernes quería escribir de esos ‘Spiderman’ que trabajan de cara al sol: los albañiles.

No es un empleo exclusivo de verano, pero es uno de los más duros en la época estival. Al tener más horas de luz, se trabaja más horas extras y en la mayor parte de los casos el trabajo es a la intemperie.

Lógicamente se gana más, pero yo diría que es poco por exponerse al calor más de cuarenta horas a la semana. Los hombres se colocan toallas mojadas sobre sus cabezas y sobre éstas sombreros y gorras para resistir al Astro Rey. La hora de comer les ofrece una tregua; solo entonces los hombres se refugian en esas casetas que parecen una lata de sardinas, pero al menos ahí encuentran sombra.

Lamentablemente el oficio de la construcción no está en auge ahora mismo, y digo lamentable porque ha sido el sector laboral que más ha empleado la mano de obra extranjera. Pero lo bueno de un inmigrante es la adaptabilidad a todo tipo de trabajo, pues para quien no lo sepa muchos de los ‘Spiderman’ que vemos colgados de los edificios no conocían este oficio cuando llegaron a España, pero lo aprendieron para ganarse la vida.

La historia de mis papeles

Mi situación de indocumentada se extendió más allá de lo debido y deseado. Como ya lo conté antes en este blog, un día de marzo perdí mis papeles por el robo de mi cartera. Me convertí automáticamente en una ‘sin papeles’ y no hubo manera de sacar otra tarjeta de identidad de extranjero porque estaba solicitando el cambio de situación migratoria; iba a pasar de portar un permiso de estancia por estudiante a tener un permiso de residencia y trabajo. El trámite no debía durar demasiado, al menos eso me habían dicho. Tenía todos los requisitos necesarios, sobre todo, el contrato de trabajo de la empresa que me había contratado durante mi estancia como estudiante.

Para cuando me robaron mi cartera con todos mis documentos ya habían pasado cinco meses desde que presenté la solicitud en el Ministerio de Trabajo, y todavía tuve que esperar cinco meses más por la resolución favorable. No me quejo solo voy a exponer mi vivencia para demostrar cómo los extranjeros vivimos en un vaivén.

Mi solicitud estuvo “en trámite” (según la información publicada en la web del Ministerio de Administraciones Públicas) hasta que un buen día mi expediente se archivó. Me informaron que me faltaba un papel que probara que no había sido becada y ese papel, que tenía que venir desde mi país de origen, con todos los sellos y rúbricas, tardó más de la cuenta y la Administración (entiéndase los funcionarios que la componen) no entendió razones.

Debo aclarar, en mi defensa, que ese tipo de certificados son sui géneris en mi país y mi madre tuvo que solicitar el papelito en el Ministerio de Educación como cosa rara; luego utilizó los servicios rápidos y costosos de DHL, pero la Administración, como ya he dicho, fue más veloz y archivó mi expediente.

Me quedé en el limbo y la abogada de la empresa donde trabajo interpuso un recurso de reposición y me dijo “paciencia, la Administración tiene tres meses para responder”. Pasadas unas semanas me hablaron del silencio negativo, otra cosa rara que significa que si la Administración del Estado no responde en el plazo de tres meses, significa que me deniegan el recurso. Ahí sí vino la desesperación y tuve que rendirme a los buenos oficios (entiéndase honorarios) de un abogado particular.

Este profesional dio ese empujón que, muchas veces, necesitan los trámites de extranjería y obtuve el sí de la Administración. Pero cuando pensé que todo había pasado, fui a la Brigada de Extranjería de Madrid, para pedir que me documentaran y lo que me ocurrió es realmente insólito. Primero me dieron una cita para febrero, es decir, que tenía que esperar seis meses más para obtener la tarjeta de identidad de extranjero, tomando en cuenta que la misma tiene una validez de un año y que luego hay que volver a cero y renovarla nuevamente. Pero nada de esto me importó mucho porque pensaba que la Policía me iba a extender ese mágico papel llamado autorización de regreso, que nos permite a los extranjeros que no tenemos la tarjeta de identificación salir de España y volver a entrar sin problemas.

Hice otra fila para pedir la famosa autorización de regreso y cuando estuve frente a la funcionaria de turno, ésta me dijo que mi expediente seguía archivado. Entré en crisis. Repetía mis diálogos, decía una y otra vez «de verdad, de verdad». No podía creer lo que me estaba diciendo. Yo necesitaba ese permiso para viajar, pero como le decía a la funcionaria que tengo un familiar enfermo de cáncer y que preciso verlo. ¿Con quién puedo hablar? ¿Qué hago? Nadie me dio respuestas. La funcionaria se apoyó en el respaldo de su silla, cruzó los brazos y ante mis repetitivas frases dijo “no sabes decir otra cosa, ya te he dicho que no te puedo dar el permiso”. Salí en crisis total y tomé un taxi para ver si los funcionarios del Ministerio de Trabajo, donde mi expediente estuvo represado diez meses, me explicaban el porqué yo tenía una resolución positiva en mi mano y, sin embargo, en la base de datos constaba mi expediente como archivado. Esta historia continuará…

¡Chinga tu madre!

Una parte de la cultura popular mexicana se tomó el municipio madrileño de San Sebastián de los Reyes el día 22 de agosto, y un millar de personas, la mayoría españoles, lo aplaudieron y pagaron entre 40 y 100 euros para sentarse a ver el espectáculo: la lucha libre mexicana.

Veintiocho gladiadores mexicanos aterrizaron en España para ofrecer lo mejor de su show al público español. Estuvieron en Alicante, Marbella y Madrid. La visita coincide con el aniversario número 75 del Consejo Mundial de Lucha Libre. Los que asistimos al evento nos sumergimos en la cultura mexicana durante dos horas. Vimos volar a los enmascarados desde el ring y escuchamos cómo se retaban usando sus frases propias como «chinga tu madre».

Algunos espectadores se fueron a casa con una de las máscaras de los luchadores que se vendían desde 20 euros. Y ¡ojo! que no todos eran niños. En fin, fue una inmersión completa en la cultura mexicana, lo que se agradece y se aplaude porque demuestra que Latinoamérica si vende su cultura en Europa, y a un alto precio.

Les dejo un video que muestra esos dobles y triples saltos mortales que ejecutan los enmascarados mexicanos. Y si usted se quedó con ganas de verlos, le cuento que el Consejo Mundial de Lucha Libre anuncia nuevas giras por España para octubre y diciembre.

Educación libre y gratuita

Paseando estos días por la calle encontré una serie de carteles dirigidos especialmente a los Inmigrantes para acudir a lo que llamaban la “Universidad del Oficio”. Sorprendida, decidí llamar, tuve que dejar todos mis datos y un asesor me llamó al rato para decirme que por un curso de auxiliar de enfermería de 150 horas me cobraba…

Por suerte todavía no siempre es necesario pagar para estudiar, incluso un oficio. En la página Web Todo Cursos Gratis.com todavía es posible encontrar todo tipo de cursos gratuitos, buscando por provincias y áreas. No hay que estar necesariamente desempleado para ir a alguno de los cursos. Están subvencionados por la Fundación Tripartita, el Fondo Social Europeo, el Plan Avanza y el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio del Gobierno Español.

Del Machu Picchu a Ibiza

Pedro Quispe dejó los 3.200 metros de altitud del Cuzco y se vino a vivir al nivel del mar. Su casa es el barco donde trabaja. Allí comparte camerino con tres personas más: el capitán, el cocinero y la camarera, todos españoles. Pedro, que es ingeniero eléctrico, se ocupa de todas las instalaciones eléctricas del barco, y echa una mano a sus compañeros cuando el barco es alquilado para navegar por las aguas del Mediterráneo.

Este peruano, de 35 años, es otro latinoamericano que este verano trabaja de cara al sol. Su trabajo parece divertido, pero en los meses estivales no hay horario ni días de descanso para él, ni para la tripulación. Van recibiendo a grupos de amigos y familias, uno tras otro, y es imposible bajarse del barco.

En el verano su casa-barco está en el Puerto de Ibiza, y cuando llega el invierno alterna entre los puertos de Alicante y Barcelona. La ciudad condal es el sitio donde más tiempo ha estado en tierra firme, porque allí vive su hermano menor y siempre que puede va a visitarlo. Él le consiguió el trabajo en el barco y le ayudó a emigrar de Perú, donde había tenido una mala racha con los negocios de karaoke que tenía.

Allí, en el Cuzco, a 3.200 metros de altura, dejó a sus dos hijos y espera ahorrar algo de dinero para regresar. Pedro apenas lleva un año en España y tiene contrato de trabajo para otro año más. Después, «ya veremos», como dice él, y como ocurre con todas las historias de inmigración que se escriben por partes.

El dolor compartido

El inventario de la última tragedia en España: 153 muertos y 19 heridos. Un cifra que recuerda a los atentados del 11 M. En ambos hechos han llorado familias españolas, y también familias inmigrantes. Estos lutos nos unen y aquí no caben diferencias de ningún tipo.

Entre los muertos de esta última tragedia hay confirmado por lo menos un fallecido de nacionalidad colombiana. Se trata de Alfredo Acosta, quien emigró hace 25 años a España y tenía su vida hecha en este país. Su esposa, española, lucha por su vida en el Ramón y Cajal y su hijo ha sobrevivido milagrosamente al accidente y se recupera en el hospital Niño Jesús. Qué pena que solo al final del camino nos demos cuenta de que no hay diferencias entre los seres humanos.

Les dejo una frase para pensar:

Diferentes en la vida, los hombres son semejantes en la muerte.

Lao-tsé

La niña ‘sin papeles’

Cuesta creer que una personita de un año y medio haya pasado por las filas de extranjería para obtener un permiso para residir en España y digo que cuesta porque esta personita nació en España, para más señas en el Hospital La Paz de Madrid, pero estuvo ‘sin papeles’ hasta el pasado mes de julio, cuando finalmente le entregaron un permiso de residencia a su nombre, Regina Dávila.

Fue un trámite largo y tortuoso para ella y sus padres, una pareja de mexicanos. Por esos despistes de la administración los mandaron de una oficina a otra para solicitar el permiso de residencia para su hija, como ya lo contamos antes en este blog.

La complicación surgió porque éste no es un trámite usual, ya que la mayor parte de los niños que nacen en este país –hablamos de los hijos de padres foráneos- adquiere la nacionalidad española sin problemas, a menos que sus padres provengan de aquellos países donde se impone el derecho de sangre (el principio ius sanguinis, por el cual se otorga la nacionalidad a los descendientes de sus ciudadanos, independientemente del lugar donde nazcan).

Mala suerte o no, pero México es uno de esos países y la pareja de esta historia lo sabían de antemano, por eso inscribieron a su hija como mexicana y se resignaron a esperar un año para solicitar la nacionalidad española para la pequeña, tal y como les explicaron en el Registro Civil español.

Sin embargo, nada les dijeron sobre la necesidad de obtener un permiso de residencia para la niña. Los padres recibieron ese balde de agua fría cuando retornaron al Registro Civil para iniciar el trámite de la nacionalidad. Volvieron justo al año de haber inscrito a Regina y se encontraron con el requisito inesperado: la tarjeta de residencia de la niña, para probar su estancia legal por un año continuado.

Parece insólito, pero sus padres tuvieron que batallar para legalizar a la pequeña ‘sin papeles’. No sólo porque desfilaron por varias oficinas de extranjería, sino también porque cada vez que llamaban a pedir información los funcionarios no atinaban qué responderles. La administración finalmente resolvió otorgar a Regina un permiso de residencia dependiente de la autorización de residencia de su madre. Y lo último fue llevar a Regina a las largas filas en la Brigada de Extranjería de Aluche, para obtener el documento.

Ahora la niña tiene una tarjeta de residencia, como si fuese un adulto inmigrante y cuando tenga un año de residencia legal podrá tramitar la nacionalidad. El documento de Regina caducará el 30 de abril del próximo año y menos mal que no le autoriza a trabajar, porque en uno de esos despistes de la administración, los permisos de residencia de menores podrían emitirse con una autorización para trabajar. ¿Le parece absurdo? Vuelva a leer esta historia.

Una encuesta mágica

¿Alguna vez se ha puesto a pensar cuál es el estereotipo que pesa sobre sus hombros? A los españoles se les conoce en el mundo por las tapas, los toros, la fiesta y ¡olé! Un estereotipo que no tiene carga negativa, a menos que mañana apareciera una encuesta mágica que indicara que los españoles dedican más horas a la fiesta que al trabajo. ¿Quiénes serían los encuestados? Podría ser cualquier europeo del norte, que es la antítesis del mediterráneo en muchos aspectos. ¿Qué dirían los titulares de prensa un día después? Imaginémoslos: el 70% de los europeos piensa que los españoles son vagos o los vecinos europeos critican a los españoles por su baja productividad o simplemente mucha fiesta y poco trabajo.

¿Cómo se sentiría usted? ¿No diría que se quiere dar una carga negativa al estereotipo español? Yo lo haría y diría «no todos son así». Por eso expreso mi descontento por una encuesta mágica que se publicó este fin de semana en un periódico de circulación nacional. Los titulares de portada decían: un 68% opina que hay demasiados inmigrantes y que traen delincuencia.

En el despliegue en páginas interiores se explicaba que eran los resultados de una encuesta encargada por el medio de comunicación a una empresa privada. Pero en el cuerpo de la noticia no se indicaba ni el detalle de la muestra, ni la fecha de las entrevistas, ni el lugar donde se las hizo, ni nada de nada. Solo aparecían los mágicos porcentajes que empobrecen la imagen del inmigrante.

Los detalles de la encuesta aparecen en letra pequeña al final de una infografía e indican que se hicieron entrevistas telefónicas a un millar de personas a nivel nacional. Y yo me pregunto si esas mil personas representan a los 45 millones de españoles.

Otra pregunta: ¿cuál es el objetivo de publicar algo así? Para mi ese tipo de informaciones, que aparecen sin son ni ton, solo refuerzan el recelo de ciertos sectores radicales hacia la inmigración. Si les falta temas para llenar las páginas de los periódicos, improvisen mejor o dejen de circular durante el verano. ¡Qué bueno que falta poco para que termine la temporada estival! Pronto la agenda obligará a los medios a hablar de la cuesta de septiembre y del retorno al cole. Espero que así sea y no despierte un domingo para leer un titular de prensa que alimente la xenofobia.

Regalo nevera, ¿quién la quiere?

Todos los que hemos armado la casa gracias a las donaciones de amigos y herencias varias experimentamos cierta expectación en el cuerpo cuando se aproxima el día en el que el Ayuntamiento de Madrid pasa a recoger los muebles y enseres viejos en el portal de nuestra casa.

Pensamos que quizás algún vecino va a tirar esa silla plegable que nos hace falta o el espejo que quedaría excelente en el pasillo de la casa. Y no hablo del Síndrome de Diógenes ni nada parecido, pero es una forma de amueblar la casa, ahorrando un poco.

Pero esta práctica no es la única opción para amueblar la casa. Hace poco una amiga me comentó que casi se hace acreedora a un wok, ese fantástico utensilio de cocina procedente de la China, que es a la vez sartén y olla, y que sirve para hacer de todo. Pensé que se había ganado alguna rifa o algo así, pero enseguida me explicó que se unió a un grupo de yahoo que se llama Madrid Recicla, en el cual las personas cuelgan anuncios para regalar cosas, en lugar de tirarlas a la basura. La única condición es ir a recogerlas en la dirección que indiquen sus dueños.

Mi amiga casi se convierte en la propietaria de ese fantástico wok, de no ser porque otro usuario fue más rápido que ella y se quedó con el wok. Sin embargo, ella sigue consultando la página a ver si alguien necesita deshacerse de algo útil para ella. Es una buena iniciativa y así evitamos la ida al IKEA ¿no les parece?

Esta práctica que está extendida por toda España, busque su ciudad en este enlace y únase al reciclaje en tiempos de crisis.

Trabajar en la playa de Madrid

Alex Paixáo trajo la playa hasta Madrid. Las olas de la mañana lo llevan a la Plaza Mayor y por la tarde lo empujan hasta la Puerta del Sol. En estos dos sitios del centro de Madrid, él hace surfing, ante la mirada atónita de los transeúntes. Los que se paran en su pedacito de playa brasileña a veces le sacan una fotografía, se ríen cuando parece que va a caer de la tabla de surf, y, cuando pasa el peligro, se acercan y le dejan unas monedas.

Así se gana la vida este brasileño, de 32 años, que es otro latinoamericano que este agosto trabaja de cara al sol. La idea de trabajar como estatua la tenía antes de emigrar, bueno en realidad estaba entre esto y ser bailarín. Pero al llegar a Europa, a Portugal concretamente, se empleó en la construcción.

Llegó a España al inicio del pasado invierno y aunque seguía empleado en el sector del ladrillo, empezó a montar la playa en Alcalá de Henares. Lo hacía únicamente los fines de semana. No ganaba mucho, unos 25 a 30 euros, más era el frío que soportaba.

Lo de ser una estatua surfista le surgió casi de carambola, un día que entró a una tienda deportiva y vio el traje de surf, entonces pensó que quedaría bien que un brasileño reprodujera la playa en Madrid.

Es un trabajo duro, las estatuas humanas tienen que controlar cada mínimo músculo de su cuerpo y petrificarse hasta que alguien arroje una moneda en su cesta. Sólo entonces se descongelan, hacen su gracia particular y aprovechan esos escasos minutos para colocarse en una mejor posición.

En verano se ven muchas estatuas humanas en todas las ciudades turísticas, sobre todo, en las ramblas de Barcelona. Alex probó suerte por allá, pero reconoce que hay mucha competencia, por eso volvió con su playa a Madrid. Aquí, en un día generoso, gana entre 40 y 50 euros.

Para el invierno, Alex está preparando un nuevo personaje que le ayude a soportar él descenso del termómetro. Se propone ser Shrek; ese ogro que es la antítesis del príncipe azul de los cuentos de hadas. Si eso ocurre, la próxima crónica que leeremos de él empezará así: érase una vez un brasileño que se disfrazaba de ogro para ganarse la vida en invierno.