Archivo de febrero, 2017

Carta a un Ministro de Energía que sería un magnífico Presidente de UNESA

Por Domingo Jiménez Beltrán – Presidente de la Fundación Renovables

minetad

Del credo continuista a las necesidades reales del sistema energético

Señor Ministro de Industria, Turismo y Agenda Digital, ya sabemos lo que quiere ahora y a corto plazo para nosotros y debo decirle que no nos gusta. En los pocos meses que lleva al frente de este ministerio nos ha dejado muy claro lo que quiere en política energética y en particular en el Sistema Eléctrico:

  • Que nada cambie.
  • Que “estamos bien como estamos”.
  • Que con nuestra “sobrecapacidad de generación” tenemos para unos cuantos años.
  • Que los “costes reconocidos”, los impuestos y los precios son los que son.
  • Que las energías de fuentes renovables están bien, pero “que no ha llegado todavía su hora,” que entretanto experimenten otros.
  • Que el autoconsumo está bien pero que no debe afectar a los “intereses del Sistema”.
  • Que el ahorro, la mayor eficiencia y, en general, las reducciones del consumo eléctrico aumentan los costes de infraestructuras para los usuarios y consumidores, reducen los ingresos fiscales y afectan al presupuesto.
  • Etcétera, etcétera, etcétera.

Señor Ministro, ha llegado la hora de que escuche lo que algunos pensamos de lo que usted quiere y que le conminemos a pensar en lo que sería deseable para el Sistema Eléctrico de España, atendiendo simplemente a lo que es inexorablemente parte del futuro de este país si pretende aspirar a tenerlo.

Respecto a lo que usted quiere, es evidente que sería un magnífico Presidente de UNESA pero no lo es tanto como Ministro, ya que confunde los intereses generales con los del sector eléctrico, lo cual nos puede conducir a equívocos importantes, a saber:

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Energía nuclear, una hipoteca de por vida

Por Joan Herrera – Abogado

torres de refrigeración

¿Qué significa que no haya habido cambio en España? Entre otras cosas, la posibilidad que en lo energético se consoliden escenarios que nos hipotecan de por vida.

Hablo del debate energético, del caso concreto de la energía nuclear. En esta ocasión, quien se ha encargado de pulsar el botón para consolidar e incluso cristalizar la situación ha sido, ya no el Gobierno, sino el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).

Una vez más, el CSN ha hecho gala de su tradición de órgano regulador captado por el regulado y, en una decisión sin precedente alguno, ha concedido a Garoña, la central nuclear más antigua y con la tecnología más obsoleta, la posibilidad de continuar operando. Pero no sólo eso, lo ha hecho con una extraordinaria originalidad tratándose de una central nuclear. Por primera vez lo hace sin límite temporal (hasta ahora los permisos se concedían por un periodo de 10 años) y jugando, lo que es a mi entender, un claro rol político – económico. El papel del CSN consiste en blindar jurídicamente a los titulares de la central, de tal manera que si hay un Gobierno que quiera cerrar la planta, esta decisión tenga que dar pie a una extraordinaria indemnización por lucro cesante. La decisión ha contado con un voto en contra, el de Cristina Narbona, como excepción a un CSN acostumbrado a tener entre sus miembros a expertos que siempre coincidían en su posición claramente pronuclear.

En julio del 2009 me atreví a escribir sobre la necesidad de cerrar la central nuclear de Garoña en un artículo titulado “la indecisión de Garoña”. No tenía sentido que prolongásemos la vida de la central, como finalmente haría el Gobierno Zapatero, dado que aportaba una escasa potencia al mix eléctrico y en cambio “gozaba” de la tecnología más obsoleta. Pero el Gobierno con un presidente –epidérmicamente- antinuclear así lo hizo, dio dos años más a la central de Garoña, traspasó el tema al siguiente Gobierno y volvió a no exigir nada a un parque nuclear que, tras amortizarse, continuaba vendiendo la electricidad a un precio muy superior a su coste de generación.

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Suspenso para España en eficiencia energética

Por Fernando Ferrando – Vicepresidente de la Fundación Renovables

Flickr Adriano Agulló

Recientemente se ha publicado el informe RISE (Regulatory Indicators for Sustainable Energy) elaborado por el Banco Mundial donde se refleja de forma jerarquizada el posicionamiento de los distintos países en lo referente al acceso de la energía, la apuesta por las energías renovables y la eficiencia energética. España ocupa el puesto 22, de los 111 países analizados, en cuanto a comportamiento en eficiencia energética, situándose por detrás de los países de nuestro entorno económico y territorial. Esta posición es consecuente con la inexistencia de una política energética y de tener una laxa preocupación por mejorar nuestro comportamiento energético.

La ineficiencia energética, ni se corresponde con nuestra posición a nivel mundial en Producto Interior Bruto ni por supuesto con la realidad como país, al tener uno de los mayores grados de dependencia energética de la Unión Europea de la que nos separan más de 20 puntos porcentuales, un 73% de España frente a un 53% de media europea, y eso considerando en este cálculo a la energía nuclear como fuente autóctona, que no lo es. Esta dependencia supone que por cada 10$ de subida sobre el precio del barril de petróleo nuestro saldo de la balanza comercial se deteriora en 6.000 MM€.

Ser eficiente en España en materia de consumo de energía debería ser una de las prioridades de la política energética, como lo ha manifestado repetidas veces la Fundación Renovables, no solo para poder competir con los países de nuestro entorno, sino también para poder llevar a cabo políticas más sostenibles con respecto al medioambiente y menos expuestas a la volatilidad de los precios de combustibles que tenemos que importar.

España cuenta con legislación suficiente para tener un comportamiento en eficiencia energética mejor, como consecuencia de la obligada transposición de las distintas Directivas Europeas, fundamentalmente la 2010/31/UE sobre eficiencia energética en edificios y de la 2012/27/UE de eficiencia energética. El problema es que hemos sido incapaces por decisión propia de poner en marcha los instrumentos operativos que el marco legislativo exigía.

Termómetro en un centro comercial de Madrid. En el cartel figura la propia normativa que incumple.

Las líneas de actuación puestas en marcha son insuficientes e ineficientes y están basadas en el desarrollo de campañas de difusión y en la creación de un Fondo para la Eficiencia Energética que no se ha conseguido aplicar a su finalidad, de hecho en la fallida reforma eléctrica del actual Gobierno se utilizaron los fondos acumulados para reducir el déficit de tarifa, y permiten predecir que España no cumplirá el objetivo de reducción de la demanda establecido para los países de la Unión Europea para el 2020.

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La energía, por lo que cuesta

Por Hugo Morán – Exdiputado

pobreza energética

Sobre pobreza energética se ha escrito mucho en nuestro país a lo largo de la última década, aunque tengo la impresión de que se ha debatido mucho más sobre sus efectos que sobre sus causas, y quizás sea esa la razón de que aún hoy sigamos explorando más el terreno de los paliativos coyunturales que de las respuestas estructurales.

Cierto que antes de que una persona, o una familia, alcancen el grado de pobreza extrema, o antes incluso el de pobreza severa, su situación habrá ido deteriorándose progresivamente agotando toda capacidad de ahorro y de privación. Así la pobreza energética no es sino una de las terminales de la pobreza en toda su extensión, de tal forma que la primera encontrará respuesta adecuada en el marco en que se resuelva la segunda, porque ante una situación de riesgo habitacional, sanitario, educativo e incluso alimentario, es seguro que una familia recortará antes sus gastos en electricidad o en gas.

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Soria también mintió cuando hablaba de energía

Por Sergio de Otto – Periodista especializado en energía

El juez ha sido rotundo, muy rotundo, al desestimar la querella que el ex Ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, presentó contra «eldiario.es» y los periodistas que le acusaron de veranear invitado por un importante hotelero. “Consta probado en autos que el señor Soria no pagó la estancia en el hotel” se lee en la sentencia hecha pública hace dos días. Una rotunda afirmación del magistrado que deja en evidencia a quien dijo, por activa y por pasiva, incluso en sede parlamentaria, que él había pagado la cuenta del hotel.

Que un ministro se deje invitar, y más por un agente del sector de su competencia, es un grave error político y sobre todo una inmoralidad, que se haga mil veces el ofendido y mienta hasta la saciedad es ruin, pero que consciente de ello se atreva a acudir a los tribunales es digno.., pues eso, solo de quien se empeña en que el Meridiano de Greenwich pasa por Canarias. Pero lo más grave de la presencia de este señor al frente de un ministerio tan importante no es esa “torpeza” ni su posterior obcecación en negarla, lo peor, lo que más daño ha hecho a este país es el tremendo salto atrás en política energética que supuso su mandato.

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Garoña, la metamorfosis de una vieja cafetera nuclear

Carlos Bravo – Coordinador del Secretariado Técnico de la Alianza Mar Blava

 central nuclear

Vasija del reactor de la central de Garoña en fase de recarga

Gracias a las maniobras de un Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) cada vez más vendido a los intereses de las grandes empresas eléctricas, la vieja cafetera nuclear que es la central atómica de Santa María de Garoña (Burgos) se ha convertido de facto en un activo financiero de primer orden.

Ya desde sus orígenes, surgido en 1980 de las cenizas de la entonces moribunda Junta de Energía Nuclear franquista, de la cual heredó todos sus vicios y defectos, el CSN ha sido un organismo volcado descaradamente en la defensa de los intereses económicos de los propietarios de las centrales nucleares. La seguridad nuclear y la protección radiológica de las personas y del medio ambiente han quedado siempre en un segundo plano en la gestión del CSN. Su legendaria opacidad, obscurantismo y falta de transparencia hacia el público, ha sido objeto de numerosos editoriales y artículos a lo largo de sus más de 30 años de existencia.

Sonoros escándalos como el de la fuga de partículas radiactivas de Ascó en 2008, que la dirección de la central nuclear pudo ocultar durante meses gracias a la connivencia del CSN y que sólo pudo ser conocido por la opinión pública cuando Greenpeace lo destapó; o el de la degradación del sistema de aguas esenciales de la central nuclear de Vandellós-2, a la que el CSN permitió en 2004/2005 funcionar ocho meses sin las medidas preceptivas de seguridad hasta que, de nuevo, se dio a conocer públicamente por las denuncias de Greenpeace; son sólo algunos de los ejemplos más significativos de la actitud permisiva y condescendiente del CSN con los titulares de las instalaciones nucleares.

La decisión del CSN

La deriva del CSN a posturas cada vez menos independientes y neutrales se ha acrecentado en los últimos años y se ha evidenciado en asuntos tan importantes para la seguridad nuclear como el del proyecto del cementerio nuclear de residuos radiactivos de alta actividad (Almacén Temporal Centralizado, ATC) en la localidad conquense de Villar de Cañas – donde el CSN ha insistido en seguir adelante con la tramitación a pesar de las advertencias de los propios técnicos del CSN sobre la falta de idoneidad del terreno desde el punto de vista hidrogeológico-, o en el del alargamiento de vida de la central nuclear de Garoña.

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Un trámite “normal” para Garoña

Por Juan Castro – Gil – Abogado

central nuclear

El Consejo de Inseguridad Nuclear ha decidido así como si tal cosa, que la Central Nuclear de Santa María de Garoña, de 40 años de edad y cerrada desde hace cuatro, pueda volver a abrir. Es gracioso ver en el orden del día del pleno del Consejo como su reapertura es un asunto de “trámite normal”. Sí, ya sé que seguramente sea la forma de hablar de los ilustres consejeros, pero no me pueden negar que semejante decisión es cualquier cosa menos “normal”.

Ahora que esta buena gente ha decidido sacarse el marrón de encima, deja a la siempre impecable voluntad del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital la decisión de reabrir la planta y, por extensión, permitir que sus peligrosas hermanas puedan prorrogar su actividad.

Por su parte, en la trama del vodevil, los dueños del establecimiento (Endesa e Iberdrola), cual canción de Pimpinela, distraen la atención del público con manifestaciones sobre el “sí quiero” y el “no quiero” a razón de pito pito gorgorito, mientras de trasfondo, como dueños de la central de Almaraz, operada por aquellas compañías junto con Gas Natural Fenosa, observan con una sonrisa macabra cómo pronto van a prorrogar la jubilación a sus peligrosos juguetitos un 50% más de tiempo del que les correspondía (verdadero quid de la cuestión).

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#DíaMundialDeLaEnergía: Una energía para todos

Por Mariano Sidrach de Cardona – Catedrático de la Universidad de Málaga

energía

Posiblemente no es el mejor día para hablar de energía. La coincidencia con el día de los enamorados y toda la propaganda comercial asociada, que nos incita, una vez más, a celebrarlo desde una perspectiva consumista, no ayuda nada a visibilizar que hoy celebramos el día mundial de la energía. Una energía que es un derecho básico, a la que se debería acceder en condiciones de igualdad y justicia social y que debería, sobre todo, consumirse con responsabilidad.

Una fecha importante debido a la fuerte dependencia existente entre desarrollo económico, consumo de energía y cambio climático. Si analizamos los datos disponibles a nivel global, veremos que el consumo de energía en el mundo es profundamente desigual. En grandes números, los países desarrollados, que representan el 25% de la población mundial, consumen aproximadamente el 75% de toda la energía y por lo tanto somos los máximos responsables del cambio climático. Una población mundial que ha alcanzado los 7400 millones de habitantes, de los que todavía un 17% no tiene acceso a la electricidad y un 38% depende de usos tradicionales de la biomasa para cocinar.

Es razonable pensar que la deseable mejora de las condiciones de vida de esta población va a facilitar su legítimo derecho al uso de energía y, por lo tanto, el consumo de energía a nivel mundial va a seguir aumentando en las próximas décadas. Esta encrucijada, motivada por tener que aumentar la producción de energía y a la vez mitigar el cambio climático, sólo se puede resolver si abandonamos el uso de los combustibles fósiles, que son actualmente la principal fuente de energía del planeta y el principal responsable del cambio climático. Los primeros en hacerlo debemos ser los países desarrollados, ya que disponemos de tecnología y recursos económicos suficientes para llevar a cabo la transición a una energía baja en carbono.

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Una legislatura para el pesimismo a pesar de las iniciativas energéticas de posiciones mayoritarias

Por Concha Cánovas – Experta en Energías Renovables

Empieza a ser recurrente que el Gobierno niegue su conformidad para tramitar cualquier proposición de ley que plantee la oposición en el ámbito energético alegando sus implicaciones presupuestarias o fiscales sin ni siquiera entrar a valorar los fundamentos y oportunidad en que se sustentan dichas proposiciones. Este es el caso de la proposición de Ley para el fomento de la electrificación del transporte, igual que anteriormente fue la de medidas urgentes de fomento del autoconsumo.

El informe del Gobierno ante ambas proposiciones contraviene la recomendación que en materia de fiscalidad energética realiza la Comisión Europea  para España en su informe  sobre nuestra tasación medioambiental, al recomendar que  “España opte por un cambio en su estructura fiscal en materia energética para que «los impuestos se paguen en función de las emisiones de CO2», y se eliminen las subvenciones perjudiciales para el medio ambiente, lo que aportaría importantes beneficios económicos”.

Conviene recordar que este informe destaca sobre la situación actual en España lo siguiente:

  • El sistema tributario actual favorece indebidamente las soluciones basadas en los combustibles fósiles.
  • España es uno de los principales Estados miembros que sigue subvencionando los combustibles fósiles y sin embargo no cuenta con una estrategia global para eliminar las subvenciones nocivas para el medio ambiente, por lo que un desafío clave para España sería reducir las subvenciones perjudiciales para el medio ambiente.

Entre estas subvenciones estarían, tal y como acaba de reconocer el Comisario Europeo de Acción por el Clima y Energía, Señor Arias Cañete,  los llamados pagos por capacidad (o garantía de potencia) que incentiva la disponibilidad de generación de las centrales térmicas (carbón y ciclos combinados) para cubrir la demanda en caso de que lo necesite el sistema y por el que han pagado los consumidores en  estos tres últimos años unos 2.880 millones de euros a pesar de que su coste ha sido de prácticamente la mitad de dicho importe.

También existe un amplio consenso desde diferentes ámbitos empresariales y sociales a la hora de presentar alternativas a la propuesta normativa presentada por el Gobierno sobre la subasta de energías renovables, tal y como se ha puesto de manifiesto en el encuentro que ha celebrado la Fundación Renovables la pasada semana. Lo que subyace en el fondo de la propuesta  presentada por el Gobierno es la falta de una estrategia y planificación para el desarrollo de las energías renovables en el medio plazo. Como vino a corroborar el propio Secretario de Estado de Energía el pasado viernes, con ocasión del encuentro sobre Cambio Climático y Energías Renovables organizado por Expansión y Acciona, que  bajo una falsamente  llamada  “política liberal” de dejar actuar al mercado, anunció la renuncia a uno de los principales cometidos de su cargo como es el de  la planificación, en este caso, de las energías renovables .

Quizás convenga recordar al Secretario de Estado que precisamente cuando España logró implantar su tecnología renovable por los rincones más recónditos del mundo desde China (baste recordar que el primer aerogenerador que se instaló en ese país en los años noventa lo hizo con tecnología española), pasando por Australia hasta Chile no fue fruto ni de los derroteros por los que nos llevó el mercado, ni de la casualidad ni la improvisación , sino gracias a una planificación en energías renovables que ha sido referente y que ha llevado al desarrollo de estas tecnologías por una senda razonable muy ventajosa para España y que vino a desmoronarse en el momento en que se sobrepasaron los límites de dicha planificación amparándose en el aberrante concepto del déficit de tarifa.

Visto lo que antecede no queda más remedio que ser pesimistas ante lo que puede ofrecernos esta legislatura, difícilmente conseguiremos que este no vuelva a ser otro año perdido en el ámbito regulatorio a pesar de la necesaria y urgente adaptación que reclaman mayoritariamente los diferentes agentes económicos y sociales de este país.

El Estado de la Unión Energética en Europa: España ha ido para atrás

Por Laura Martín Murillo – Directora de la Fundación Renovables

El informe anual del Estado de la Unión de la Energía publicado este mes por la Comisión Europea muestra que la transición de la economía europea hacia las fuentes renovables está en marcha y que se está cerca de cumplir los objetivos climáticos y energéticos que se habían trazado para 2020. Habiendo alcanzado una cuota del 16% de energías renovables en su consumo final de energía en 2014 y una cuota estimada de cerca del 16,4% en 2015, la UE en su conjunto está en el buen camino para alcanzar su objetivo del 20% para 2020.

A pesar de esta buena noticia, hay dos hechos preocupantes detrás de esta cifra: el primero es que debido al fácil cumplimiento de los objetivos a 2020, los objetivos que nos hemos fijado para 2030 (un 27% de renovables) son demasiado bajos. Explicaré esto de manera sencilla, si Europa puede hacer algo que era difícil cuando se planteó, llegar al 20% de fuentes renovables en 2020 (es decir pasar del 6% en 2007 a 20% en 2020), el que en la actualidad se plantee solo un 7% de aumento adicional para 2030 supone ralentizar la tendencia del cambio, sobre todo ahora, cuando las diversas fuentes renovables han alcanzado un nivel de madurez tecnológica y asequibilidad en precio récord. Además, desgraciadamente con este objetivo no contribuiremos a cumplir con el Acuerdo de París en la medida que nos corresponde.

Los objetivos que nos trazamos para 2020 permitieron a la Unión Europea ser líder en el desarrollo de tecnologías limpias, crear más de un millón de empleos en la región y reducir la dependencia energética de toda la UE en una proporción equivalente al consumo energético de toda Polonia (por ejemplo, en 2015 Europa se ahorró 16 billones, con b, de euros en importaciones de combustibles fósiles). Sin embargo, los que se proponen para 2030 desgraciadamente nos van a apear de ese puesto de liderazgo y de sus importantes contribuciones socio económicas.

Pero me gustaría además señalar la necesidad de cambiar el ritmo justamente en nuestro país.  En la presentación de la Comisión se adjunta el cuadro de abajo. En ellas se resume la participación de las renovables en el mix energético en 2013, 2014 y un dato aproximado para 2015. Vemos con pesar que la contribución de las renovables en España en 2015 es inferior a la de 2014 y sólo ligeramente superiora a la de 2013. Los datos demuestran el parón a las renovables sufrido en el país que nos sitúan por debajo de la media Europea y además esta cifra es inferior al objetivo que se había fijado el Gobierno en 2015. ¿De verdad es esto lo que podemos hacer en España cuando muchos de los países de nuestro entorno asumen la transición energética?

La mayor parte de los países presentan trayectorias más serias, con un crecimiento constante y a unas mayores tasas en estos tres años, es el caso de Austria, Alemania, Dinamarca, Finlandia, Italia o Portugal. Hasta países completamente retrasados en renovables y que no van a cumplir sus objetivos como Holanda o Reino Unido, han tenido trayectorias mejores estos tres años.

Si Europa se mantiene en objetivos de renovables insuficientes, perderá su papel de liderazgo en el mundo. Si en España no se produce un verdadero acelerón en los próximos años, nuestro futuro económico quedará comprometido, porque no tenemos fuentes fósiles y nuestra factura eléctrica solo la puede abaratar las renovables. Es difícil esperar del Gobierno un reconocimiento de sus errores en los últimos años en política energética, pero lo que debemos exigir es propósito de enmienda. En este país disponemos del conocimiento, de la tecnología, de las empresas y de una ciudadanía que apuesta por ese cambio, sería una pena seguir desperdiciándolos.