La UE nos da una sorpresa agradable: la ratificación conjunta del Acuerdo de París.

Por Laura Martín Murillo – Directora de la Fundación Renovables

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Cumbre del Clima (ARCHIVO)

El viernes la UE acordó la ratificación en grupo del Acuerdo de París y aunque esta decisión se venía impulsando en las últimas semanas, no ha dejado de ser una sorpresa agradable.

Me parece siempre que las lecturas sobre el acuerdo de París de cambio climático del año pasado se han movido en general entre la realidad y el deseo: la realidad de unos resultados poco ambiciosos y el deseo de que el acuerdo internacional impulse por fin en los gobiernos el compromiso de actuar sobre un desafío planetario que está modificando nuestro mundo a una velocidad impensable hace solo algunas décadas y cuyos impactos van a ser devastadores.

Aunque parezcan contradictorias, ambas lecturas son necesarias, la que nos recuerda que con lo que hay hoy encima de la mesa en compromisos por parte de los países no hay suficiente, ni de cerca, para salvarnos de un calentamiento peligroso y la que, poniendo un pie en el acuerdo de París, quiere dejar de mirar atrás y comenzar la marcha firme hacia la descarbonización de nuestras economías.

El proceso de ratificación

Para avanzar el acuerdo tiene que entrar en vigor cuanto antes y para eso tienen que estar ratificado por 55 paises que sumen el 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Hasta el viernes, 61 países habían firmado el acuerdo, pero representaban solo un 48% de las emisiones de efecto invernadero.

Lo cierto es que si lo comparamos con otros procesos, la ratificación de este acuerdo se está produciendo de una manera rápida en muchas regiones del mundo. Las razones son varias, una de las principales es el temor a que las elecciones en Estados Unidos lleven a Trump al poder. El que puede ser el peor presidente nunca imaginado cuenta entre sus numerosos defectos con ser negacionista climático. Si Trump gana, puede ser que le resultase más difícil bajarse de un acuerdo que ya está en vigor, por lo que los países están acelerando su consecución. Y hay también por supuesto otras razones: que por fin China se ha decidido a liderar, que los signos de la catástrofe que se nos avecina son más alarmantes cada día y que los compromisos no son lo suficientemente ambiciosos para que en los países se genere mucha oposición interna a la ratificación. En cualquier caso el proceso hasta el viernes iba como un rayo, pero sin Europa.

Sin embargo, el pasado viernes 30 de septiembre, el consejo de Europa acordó acelerar la ratificación, la firma como Unión Europea, lo que son buenas noticias tanto para la entrada en vigor del acuerdo, como para Europa, que si no corría el riesgo de no poder ocupar una silla en las negociaciones de un instrumento que no había ratificado.

Pero además la firma como Unión Europea es una buena noticia porque los europeos y europeas necesitamos que esta región siga liderando la lucha contra la descarbonización y el impulso de las renovables, como región. Lo necesitamos por nuestro futuro, por el futuro de otras regiones más vulnerables del mundo, y porque necesitamos políticas europeas que vuelvan a traer dignidad al seno de la Unión, que nos metan de nuevo en un proyecto común, más allá de intereses nacionales y cortoplacistas. El viernes, al aprobar la ratificación, la Unión fue un poquito más Unión.

Políticas climáticas en el corazón de la construcción de identidad europea

En los últimos años quizás las políticas medioambientales y de cambio climático han sido una de las pocas constructoras de una identidad europea. Han sido años casi completamente perdidos para los proyectos comunes. Vivimos en una Europa constituida por gobiernos que mayoritariamente no creen en Europa ni comparten una mínima base sobre los principios en los que debe asentarse y por una ciudadanía que se ha alejado cada vez más de sus procesos de toma de decisiones. No es extraño que se alejen, cuando los países europeos solo parecen ponerse de acuerdo para impulsar la falta de solidaridad, interna a través de la austeridad, y externa, con los refugiados que huyen de guerras largas y crueles.

Como contrapunto, las políticas contra el cambio climático de las últimas décadas han servido para construir Europa y además una Europa mejor. Más consciente sobre sus responsabilidades y capacidades para construir un futuro de progreso: por ejemplo, la semana pasada, se celebraron los 100 GW de solar instalados en Europa, que se unen a los más de 142 GW eólicos.

Pero ahora que tras París, es justamente necesario acelerar y multiplicar la ambición, la Unión Europea parece haberse quedado atrás y pierde fuelle y duda. No hay ninguna regulación Europea sobre el tema en que se haya sido ambicioso en los dos últimos años y eso a corto plazo resultará en peores resultados. Para liderar una transformación tecnológica y social, hay que ser audaz, para descarbonizar completamente las economías europeas en muy pocas décadas, no se puede ser complaciente con lo conseguido hasta la fecha. Muchísimo más es necesario.

Esperamos que el acuerdo par la ratificación como Unión Europea del acuerdo de París, sea el primer paso para reactivar la ambición en la región, la toma de decisiones conjunta y el refuerzo de una identidad europea en la que podamos mirarnos sin temor ni vergüenza, nosotros, y nuestros hijos e hijas.

Un último apunte, sobre España: que sea bueno que haya una ratificación como Europa, no significa que España no pueda o deba ratificar cuanto antes, tal como lo han hecho Francia, Alemania o Portugal. Un gobierno en funciones, debe funcionar justamente cuando hay una amplia mayoría parlamentaria a su favor.

1 comentario · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser psicopatías egocomplejas

    Los tiburones se han dado cuenta de que sus sardinas van tomando mala fama y ahora ceden.
    El ser humano que manda no cambia el mundo de buen corazón. El mundo arrastra en ciertas parcelas mucha negatividad, mucho vicio de poder nefasto. Si quieren cambiarlo no pueden mandar. Es así de claro. Sólo cambiarán cuando lo suyo lo vean en fracaso, nunca antes, aunque fastidie al resto. Les da exactamente igual.

    03 octubre 2016 | 10:46

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