Por José Luis García – Área de Energía y Cambio climático de Greenpeace
Hace ya tiempo que se viene hablando (y constatando) la importante y rápida reducción de precios que ha experimentado la electricidad generada con fuentes renovables. También es una evidencia que, una vez construidas, las instalaciones que utilizan el sol, el viento o el agua son capaces de generar electricidad a un precio muy inferior al de las que hacen lo mismo quemando combustibles.
Pero también es cierto que, para construir esas instalaciones, hace falta una fuerte inversión, y durante mucho tiempo ha hecho falta un apoyo para que la inversión en generación renovable fuese rentable. Cuando una central funciona, tiene que recuperar lo que costó construirla, más lo que le cueste hacerla funcionar, más lo que le cueste el combustible, más lo que le cueste deshacerse de sus residuos o emisiones. Estos dos últimos conceptos solo afectan a las energías sucias, pero aún así, las renovables necesitaron apoyo para poder competir, entre otras cosas, porque contaminar ha sido y es demasiado barato.
Sin embargo, quien quiera invertir ahora en una instalación de producción de energía, se encuentra un panorama bien diferente. Un reciente estudio de Carbon Tracker Initiative (CTI) compara el coste de distintas instalaciones, renovables y no renovables, para valorar la rentabilidad de una inversión que se haga ahora. Para hacer la comparación, no solo hay que mirar todos los costes que hemos citado, sino mirar además del coste presente el coste que tendrá a lo largo de la vida útil de la instalación. Es lo que se llama “coste normalizado de la electricidad producida”.
Y con los datos de hoy y con las tendencias que se proyectan, los resultados muestran que las instalaciones que utilizan el viento o el sol son ya mucho más rentables para quien invierta en ellas que las que utilizan el carbón o el gas. Sin necesidad de introducir ayudas. Y la diferencia se va agrandando con el tiempo. Si además se considera lo que tendrá que ocurrir para poder cumplir lo comprometido en el Acuerdo de París, es decir, que hay que limitar el calentamiento global a bien por debajo de 2ºC (y hacer lo posible para que no supere 1,5 ºC), entonces la diferencia a favor de las renovables es mayor aún. Por ejemplo, en 2020 y contando el efecto de París, producir un megavatio-hora con energía solar costará, según el estudio, unos 50 dólares, con eólica 44, con gas 88 y con carbón 102.
El motivo es que las centrales de carbón o gas van a funcionar cada vez menos horas, lo que las hace cada vez menos rentables, ya que no pueden competir con las renovables más baratas. Y según se apliquen las medidas derivadas de París, las renovables les seguirán restando horas de funcionamiento a las fósiles, haciéndolas menos rentables aún.
En la comparativa no se ha incluido la energía nuclear porque, ya hoy en día, es la forma de generación de electricidad más cara, como muestra la gigantesca subvención (1.100 millones de libras en un contrato blindado de 35 años) que ha aprobado el Reino Unido para que un consorcio franco-chino les construya una única central que como pronto funcionaría en 2023.
En definitiva, los datos de CTI confirman a nivel global lo que ya en 2007 calculó Greenpeace para España en el estudio Renovables 100%: que la inversión en renovables es, y será cada vez más, la opción económicamente más rentable para el inversor, así como para la sociedad que aporta las subvenciones y ayudas y que carga con los impactos ambientales de la energía.
Por último, el lector se puede estar preguntando cómo es posible que, si esto es así, se haya detenido en España la inversión en renovables. Lo cierto es que este país está haciendo lo más tonto que cabía: apoyó las renovables cuando eran caras y, cuando son más económicas, las paraliza. Los demás países que apoyaron las renovables tanto o más que España, están ahora recogiendo los frutos de su inversión y manteniendo el liderazgo económico e industrial en el sector. Y cada vez más países se suman a la carrera renovable, no por motivos altruistas, sino porque les salen las cuentas. Ya va siendo hora de que dejemos de ser espectadores y nos pongamos de nuevo en movimiento, aunque solo sea por lo que nos podemos ahorrar en costes energéticos.
A los políticos las renovables les salen caras durante toda su vida porque ello significa que van a tener menos puestos en energéticas, cobrando 200 mil al año. Por eso se está paralizando la inversión en renovables… De vergüenza, la verdad, que en España, que es uno de los países con mejores condiciones para las renovables, no lleguemos al 15%? En fin.
19 septiembre 2016 | 10:18
Zapatero subió un 200% la luz subvencionando empresarios ladrones amigos suyos.
19 septiembre 2016 | 10:43
Bravo por el PP y por su nada corrupto ex ministro Soria, que no han parado de ponernos trabas al futuro energético de este país. Pudiendo ser uno de los países lideres en renovables en el momento de repartir los trozos de pastel, nosotros lo hemos cocinado pero se lo van a comer otros.
19 septiembre 2016 | 10:46
La producción y gestión de la energía dice mucho de la cultura humana que la desarrolla.
No es de extrañar, por tanto, que en un mundo muy poco dado a satisfacer las necesidades planetarias y sujeto a la conveniencia de unos cuantos atados a ideologías oscuras y extrañas en las que la luz es lo que menos brilla, nos encontremos con un mundo apagado y triste.
19 septiembre 2016 | 10:49