Por Hugo Morán – Exdiputado
Hay colectivos que atestiguan, desde su propia experiencia, la dificultad que puede entrañar la lucha por el reconocimiento de determinados derechos. El mundo LGTB, al cual quiero rendir oportuno homenaje desde esta ventana que 20minutos brinda a la Fundación Renovables, ha empeñado mucho sacrificio en su larga travesía, arrancando de un estado de criminalización social hasta llegar a una situación de aceptación normalizada, pasando por la ilegalidad y la alegalidad hasta llegar a culminar su legalización plena.
Podríamos detenernos en algunas otras justas causas que han tenido que enfrentar desigual batalla en la reivindicación de derechos de toda índole y no sé si el derecho ciudadano a la energía pudiese ser catalogado dentro de ese apartado de avances sociales, pero no van estas líneas en clave de reclamación.
Verán. Las transiciones de todo tipo tienen lugar vayan o no precedidas, o tan siquiera acompañadas, de la sensibilidad del poder institucional del momento y ello es así debido a una inercia social que es dinámica y, en consecuencia, permanentemente innovadora. Esas transformaciones, que a la postre conocemos como historia, se producen en no pocas ocasiones incluso contra la voluntad de los gobiernos de turno, pero no ha habido Gobierno, por mayor despliegue de poder que pudiese exhibir, que haya sido capaz de detener el curso de los acontecimientos.
Así en España, y pese al empecinamiento gubernamental, el despliegue de las energías renovables ha adquirido la relevancia de movimiento social. Lo que en principio no debería haber sido más que un normal desarrollo tecnológico que encuentra aplicación en un nicho de mercado como es el de la energía, se ha convertido, por mor de una descabellada politización inédita en cualquier otro país de nuestro entorno, en el revulsivo que está llevando a la gente a dar carta de naturaleza a la constitución de un nuevo derecho de ciudadanía cual es el derecho a la energía, construido sobre dos principios: el de un suministro vital básico garantizado por ley y el de erigirse como autogenerador, más allá del tradicional rol de mero consumidor.
Y así esta doble condición del derecho a la energía va tomando cuerpo a pesar de las continuas trabas que el ejecutivo y el legislativo, e incluso el judicial, van poniendo en el camino. No está siendo fácil la tarea para los pioneros, pero cada vez se hace más evidente que en este recorrido no hay vuelta atrás. Es un auténtico orgullo contribuir modestamente a la causa.
- Imagen: Ludovic Bertron
Y el orgullo del naturismo, el tabooless contra le cuerpo, la evolución de la mentalidad humana pro natura rechazando toda negatividad contra el cuerpo.
Selena Gómez ya enseña un pezón tras un roto en su blusa.
Es inaudito que el ser humano evolucionado mantenga esa cerrazón terrible contra su propia natura y no se eduqeu en la normalización de la arquitectura de su ser.
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30 junio 2016 | 20:05