Por Joan Herrera – Abogado
Tenemos una de las energías más caras de Europa. Nuestras empresas, especialmente pequeñas y medianas, tienen serios problemas por el precio de la electricidad. Pero de energía casi ni se habla en esta campaña.
El primer Informe sobre el Estado de la Unión de la Energía (State of the Energy Union) deja a España en un lugar muy negativo. Sacamos mala nota en materia de dependencia energética: nuestra dependencia de las importaciones de combustibles fósiles está diecisiete puntos por encima de la media de la UE-28. Suspendemos también en materia de cumplimiento de los objetivos de energías renovables y además tenemos una pésima nota en materia de precios de la electricidad. Por poner algún ejemplo: la oficina de estadísticas de la Unión Europea, Eurostat, revela que España es, a día de hoy, el país de la Unión Europea en el que más cara es la electricidad que pagan las pymes del sector industrial. Solo en los últimos tres años (entre 2011 y junio de 2014) ese precio ha subido más de un 30%. Pero de energía casi no se habla en esta campaña.
Es en el sector eléctrico donde se ha producido, en volumen, el que, a mi entender, es el mayor caso de corrupción en la historia de este país. Nunca se aclaró por qué se perdonó a las eléctricas una deuda de entre 2.500 y 3.500 millones de euros por lo cobrado de más por los Costes de Transición a la Competencia (CTC) pese a que un informe de la Abogacía del Estado de marzo de 2008 así lo avalaba. Pero de energía casi no se habla en esta campaña.
La propuesta es simple: hablen de energía, porque el debate sobre la cuestión energética no es solo (que también) un debate ambiental, es un debate económico, social, y sobre todo, un debate democrático.
En la energía y su marco normativo nos encontramos el ejemplo paradigmático de que unos pocos influyen en una legislación a su favor en detrimento del interés general. Y es, por ese comportamiento de una élite extractiva que capta la voluntad del legislador, por el que España y el conjunto de su economía se resiente profundamente. Las derivadas significan no solo una energía más cara, sino también la pérdida de oportunidades: la ocasión de generar consumo propio y autosuficiente, la oportunidad de crear ocupación no deslocalizable, la conveniencia de modernizar el tejido productivo y el momento de que nuestras empresas no tengan un sobrecoste en la factura energética.
Mientras aquí se ponen puertas al campo, la penetración de las renovables en el conjunto del planeta se ha disparado. La madurez tecnológica de la energía solar ha cruzado el punto de paridad de red, es decir, esa línea, ese umbral, por debajo del cual la electricidad renovable es más barata que la electricidad procedente de la quema de combustibles fósiles. Y esa no es solo una gran noticia, sino que permite la democratización de la energía, una materia que siempre se ha basado en el control –pocas veces democrático– de las fuentes.
No les pediré un imposible. Rajoy no quiere hablar de ello y no me extraña. Su política se ha destacado por paralizar todo desarrollo de las energías renovables y por hacer una política que ha permitido mantener un modelo opaco en el que unos pocos –las grandes compañías– ganan mucho mientras el conjunto de la sociedad pierde oportunidades.
Pero al resto sí les pediría que hablen de energía porque el problema que tenemos no es ausencia de sol o de viento ni la falta de buenos profesionales. Nuestro problema es político, el de un sistema que funciona contra el interés general. Pueden hablar de eficiencia y ahorro, de autoconsumo, de retroactividad, de fijación de precios, de costes del transporte y del modelo energético. Si hablan de ello, quizás sepamos quién sirve a quién y determinemos quién quiere un país más verde, más sostenible, más renovable y, por tanto, un país más libre.
Si la solución es fácil, quitarnos del medio a estos políticos que solo están retrasando lo inevitable, y el problema no es que llegue sino en que estado, porque no es lo mismo ser los pioneros marcar las reglas y estar en la cresta, que ser los recoge balizas , que es lo que va a pasar, cuando llegue si nos siguen gobernando esta panda de interesados, lo harán de tal forma que en vez de aportar por ello, lo harán pensando solo en el máximo beneficio, o como lo pagará el consumidor y ellos evitarlo.
16 junio 2016 | 11:22
Sólo con el primer párrafo está todo dicho, ojalá los políticos tomaran cartas en el asunto y se dejaran de puertas giratorias.
16 junio 2016 | 22:02