Fernando Ferrando – Vicepresidente de Fundación Renovables
Vivimos con la sensación de que se avecinan cambios en materia energética, percepción que no se corresponde ni con las señales que el sector energético nos manda en su oferta de productos ni con las medidas que el gobierno actual ha adoptado para que la cobertura de nuestras necesidades energéticas se produzca en calidad y sobre todo en precio.
La realidad es que nuestro modelo actual de suministro energético se tambalea. Las exigencias sociales y la madurez que han alcanzado las tecnologías de generación de electricidad con fuentes renovables introducen las bases para un profundo cambio en las prácticas de suministro hasta ahora utilizadas.
El principal causante de este cambio es la demanda social por un mayor compromiso en la puesta en marcha de un modelo de suministro energético sostenible medioambientalmente y que garantice el acceso a la energía en condiciones transparentes y con precio asumible. Este movimiento social ha ido realimentándose de forma continua con posicionamientos favorables de líderes mundiales que han recogido como propias las peticiones a favor de un compromiso social y medioambiental diferente al actual.
Iniciativas como la llevada a cabo por el Papa Francisco en 2015 con la Carta Encíclica “Laudato sí “: El cuidado de la casa común , en la que promulga la necesidad, por criterios de equidad y de justica social, de un compromiso con el medioambiente y con las personas, es un fiel reflejo de la exigencia de cambio y de la revisión de los parámetros actuales de comportamiento.
“Es urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años se reduzcan drásticamente las emisiones de gases contaminantes reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovables” Papa Francisco.
La demanda social ha obtenido respuesta de un número creciente de grupos empresariales, líderes a nivel mundial, asumiendo y llevando a la práctica un compromiso de cobertura de sus necesidades energéticas 100% con renovables. Casos como el de Google, con una extensiva actividad inversora, o los de Apple, Facebook, Microsoft, Amazon, Adobe, Nestlé, IKEA, Nike, Coca Cola, Johnson & Johnson, Starbucks, Wal-Mart…, marcan un futuro distinto al del modelo centralizado y dependiente de los combustibles fósiles con la apuesta por la generación de energía en puntos de consumo con fuentes de energía renovables.
Fruto de la presión social y del compromiso de algunos gobiernos se alcanzó de forma unánime un acuerdo en la pasada Cumbre de Paris, COP21, que reconoce por primera vez el problema del cambio climático y la necesidad del abandono de los combustibles fósiles y la apuesta por las energías renovables.
Que la presión social está siendo uno de los pilares del cambio es innegable, pero su visibilidad no sería tan cierta si esta presión no estuviera acompañada de una realidad tecnológica e industrial que permitiera generar energía eléctrica con fuentes renovables de forma segura y más competitiva que las utilizadas hasta ahora con combustibles fósiles.
Los contratos de suministro a largo plazo que se han realizado mediante procedimientos de subasta abierta en distintos países como Estados Unidos, Chile, Perú, Brasil, Marruecos… que han fijado precios de la energía muy por debajo de los producidos con fuentes como el carbón o el gas natural, demuestran la sustitución real de estos combustibles por energías renovables.
A la oportunidad de sustituir las centrales tradicionales de generación de energía eléctrica por otras con fuentes renovables hay que añadir que hoy en día es más barato, en términos generales, producir la electricidad en el punto de consumo que consumirla de la red. El desarrollo del autoconsumo es práctica habitual ya en la mayoría de los países, fruto de un marco legal adecuado. En España la legislación aprobada a finales del 2015 pretende lo contrario, impedir que esta práctica se desarrolle.
Aunque el coste de la generación de electricidad con renovables se irá reduciendo en el futuro por la evolución tecnológica e industrial, no deberíamos adoptar el criterio de esperar, de no actuar y olvidar que lo que hay que combatir, cuanto antes, es un presente ineficiente y no sostenible.
El futuro energético, tanto por presión social como por avances tecnológicos, va a situar a los consumidores en el centro del sistema, con un papel activo, frente a un modelo como el actual en el que la contratación del suministro energético carece de grados de libertad reales y transparentes.
Los logros alcanzados no han sido una tarea fácil y el camino pendiente no está exento de dificultades, pero nadie nos puede hacer olvidar que esta vez lo conseguido ha sido fruto de la firme voluntad de cambio de la sociedad.
- Foto: GTRES