Arctic Monkeys | Whatever People Say I Am, That´s What I´m Not

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Revisitemos el Revisitamos. Uno de los principios fundamentales en los que he basado el corto recorrido de esta sección era el de rescatar viejas glorias musicales, aquellas joyas trascendentalmente necesarias para melómanos y, de hecho, cualquier persona que pretenda sentirse decente. Estudiar sus efectos, analizar su repercusión en las bandas que sucederían y el público en general y, por qué no, darme un gusto semanal en analizar discos que yo, personalmente, adoro. Porque son discos que cada vez que los escuchas, más allá de lo estrictamente musical, notas algo en el estómago, logras captar la universalidad de obras maestras que encierran algo especial…

Pero temporada nueva, vida nueva. Seguiré desenterrando a los colosos de antaño, simplemente ahora les acompañarán las nuevas y no tan nuevas generaciones, los que han marcado un antes y un después y aquellos cuya repercusión supere con creces su escueta y aun vigente carrera. Sin lugar a dudas, aun siendo contados, existen hoy en día bandas que han logrado alcanzar tal estatus que su influencia es contemporánea a ellos mismos; y los que han logrado ascender al zenit absoluto son Arctic Monkeys. Dieron el empujón final al cisma entre la antigua y la nueva industria, la desfasada pero romántica forma de llegar a la música frente a la instantaneidad, facilidad y liberalidad que tanto vemos hoy en día.

Sin un nombre y una cara al que asociar esta escisión, Myspace, Napster y demás “revolucionarios” que han tratado de adaptar una industria estancada a los ociosos modernos días ávidos y fugaces, habría sido, tal y como fue, una tarea ardua y maratoniana. Con unas pocas demos y no más seguidores de lo normal, lograron catapultarse como la banda a seguir, por supuesto, con la fundamental ayuda de una monumental maquinaria de marketing a sus espaldas. “Esta es la banda que debes amar y seguir: si le dices eso suficientes veces a la gente, empieza a creérselo”, comenta Caroline Beven de Kerrang Radio en el documental sobre el nacimiento y apogeo inicial de la banda, no sabría descifrar si en una crítica, un mero apunte o un halago.

Aunque la comidilla en aquel momento fuera la inteligente estrategia que usaron con sus descargas, lo importante realmente son las 13 canciones fruto de esta táctica. Seis años después de su lanzamiento, ¿se mantiene todavía aquel furor?, y más importante si cabe, ¿musicalmente tenía una justificación?

Algo que comparten la mayoría de críticos, y yo no voy a ser el que difiera, es la mordaz inteligencia de las letras de Alex Turner como un cristalino ejemplo de la habitual vida y hábitos que observaba a su alrededor. Porque si algo se puede decir de Turner es que es un observador impecable que habla sobre personajes e historias cotidianas en la vida de cualquiera de su edad en aquel momento; fiestas, chicas, peleas y gamberrismo desde un punto de vista perspicaz, que aunque hormonal en ocasiones, siempre escrito con auténtica soltura y agudeza en un resumen de la vida de un joven universal y sin nombre cuya única pretensión es salir de fiesta y sobrevivir el resto de la semana. La clave de su éxito bien puede encontrarse entre los versos de sus temas, pues fácilmente sus seguidores compartían sus vivencias. Versos en los que viendo su trayectoria actual, poco tienen que ver con el adolescente que los escribió. Como ejemplo Fake Tales of San Francisco, donde canta “He talks of San Francisco, he’s from Hunter’s Bar / I don’t quite know the distance / But I’m sure that’s far / Yeah I’m sure that’s pretty far”. Su clara americanización, ya no en estilo que resulta trivial, si no en su sonido, parece estar tan lejos de sus antiguas pretensiones como San Francisco de aquel Hunter´s Bar; quizás su yo pasado no preveía el futuro que a punto estaba de llegar.

Mientras sus letras siempre han gozado de una indiscutible calidad, su música es otro tema. Nadie discutirá que sus temas son pegadizos, dispuestos por una composición simple en la línea del garage rock revival que se vivía a principios de este siglo. Como singles funcionan y la complejidad no significa calidad, aunque la invita más comúnmente. Raramente se separan de progresiones básicas y naturales, estructuras comunes de estrofa/estribillo/estrofa/estribillo/cierre, visto en temas como I Bet You Look Good On The Dancefloor, Dancing Shoes o From the Ritz To The Rubble. Algunos temas simplemente se sostienen en la historia en Riot Van y Mardy Bum, con un escaso y tímido acompañamiento musical.

La histeria colectiva que crearon sus primeras demos ya a día de hoy deja entrever las deficiencias que había en el momento, sobre todo en materia de producción, pero que, debido al absoluto descontrol de la propaganda musical, se calificó de insuperable. La producción se mantiene adecuada en el álbum, mucho tendríamos que haber avanzado en seis años y los temas logran mantener la frescura que mostraron en su nacimiento, también debido a la bifurcación de su carrera musical desde ese momento. Sin embargo su calidad como instrumentistas, si bien ya en su día estaba claro, hoy, quien estuviera cegado por la desesperada luz mortecina de la industria discográfica en su empeño de rehabilitación, debería darse cuenta de las deficiencias que achacaban como músicos novatos en una escena profesional. Apartemos de esta criba el alentador corte semi-instrumental de Perhaps Vampires Is a Bit Strong But…, el despliegue a la batería de The View From The Afternoon y, por lo general, a Matt Helders, que sin ser ningún virtuoso, conseguía un estilo de ritmo propio, cortante y reconocible, aunque pecando de cierta similitud entre estos, aportando eso sí una contundencia esencial en el sonido de Arctic Monkeys.

De los que no se pueden salvar son sus compañeros, en especial el dúo de guitarras de Turner y Jamie Cook. Quizás su sonido amateur también sirvió de gancho para su generación, pero desde un punto de vista crítico resulta demasiado elemental, sin ofrecer una pizca de la propia personalidad en la sonoridad, dejando la totalidad de dicho trabajo a las composiciones en sí. Entrando en su técnica, decir que era decente, sin más. Cualquiera de los punteos, desde Red Light Indicates Doors Are Secured hasta A Certain Romance pecan de una falta de fluidez y una sensación de agarrotamiento que pega más en una banda recién creada que en los responsables del mayor revuelo musical del que ha disfrutado un álbum debut en la historia británica.

Fue grabado por:

Jim Abbis y Alan Smyth (producción)

Alex Turner (voz, guitarra)

Jamie Cook (guitarra, coros)

Andy Nicholson (bajo, coros)

Matt Helders (batería, voz, coros)

 

– Lanzado por: Domino el 23 de enero de 2006

– Grabación: junio a septiembre de 2005 en Sheffield, Lincolnshire (Reino Unido) y Munich (Alemania)

– Duración: 40:56

– 4 discos de platino en EE.UU., 1 de oro en Japón, Canadá, Dinamarca y Nueva Zelanda y 1 de platino en Argentina y Australia.

Un disco y una banda que supuso el clímax y el declive de Myspace, el afianzamiento de la generación multimedia y un boom mediático nunca visto en esta misma. Nadie era ajeno a la vorágine que supusieron y por ello trataron de probar que no eran una moda pasajera, lo cual han conseguido. Su éxito mundial sigue presente, pero esta vez acompañado de una música más trabajada, con la consecuente pérdida de descaro, naturalidad y frescura de este primer álbum, pero un mayor grado de madurez y personalidad, aunque hayan tenido que salir fuera de ellos mismos para encontrarla. La maquinaria industrial les ha aupado, así como también ha saturado a los más reacios, debido en parte a la predilección de esta y prensa de otorgarles méritos que cualquier otra banda también tiene, aunque no se retransmitan 24 horas al día, como preferir el control creativo al dinero o comenzar en una banda siendo dulces y efebos adolescentes.

Pasado el tiempo necesario, disfruto de este disco más de lo que lo hice en su lanzamiento. Quizás el hype me espanta o quizás no me convenció en su momento. Ahora tampoco, pero la relajación de los medios guarda el silencio que debería para disfrutar de la música sin adulterantes ni interrupciones, dejando ver los detalles que hacían prometedores a esta banda, pero irremediablemente también abriendo el campo de visión a unos errores en un trabajo tan temprano. El trabajo de una banda que merece todo el respeto por la autenticidad con la que afrontaron la súbita fama, pero por el que la industria trató de vendernos un diamante cuando realmente nos encontrábamos ante un huevo, bonito, pero aun por eclosionar y del que aun hoy estamos viendo como emprende el vuelo.

 

“La banda más importante de nuestra generación”

NME, Revista

REVISITAMOS por José Roa

José Roa
José Roa
Músico y periodista, formó parte de HABLATUMÚSICA.com de 2010 a 2014, llegando a ser editor jefe y alcanzando especial repercusión con su columna 'La Guillotina', editada en 2013 y 2014.

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