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[2012][8,4]

Aquella figura fuerte, vestida por el mismo sastre que Johnny Cash y sentada sobre una silla andaluza mientras acariciaba sus manos desapareció el 13 de diciembre de 2010. Los genios mueren antes de tiempo, incluso cuando han vivido demasiado. Una cultura nunca está preparada para dejarles marchar, mucho menos la musical, escasa de ellos en los últimos tiempos. En el caso de Enrique Morente, ese tiempo fue infinitamente más corto que el que se esperaba.

Para aquellos que somos completamente ignorantes de un género tan rico, cerrado y complejo como el flamenco, Morente transmitía esa fuerza por la apertura que sólo los genios son capaces de crear. Y es que en esta cultura de lo moderno, de la pasión por lo de fuera y el desapego por lo propio, el maestro de Granada decidió acabar con todo, como hizo Camarón una vez con aquella joya llamada La leyenda del tiempo. Desde sus primeros pasos para adaptar valientemente a grandes poetas como Antonio Machado, San Juan de la Cruz o Rafael Alberti, apareció en 1996 para crear Omega junto a Lagartija Nick. Aquel disco supuso el derribo de todo muro. Flamenco, rock, Leonard Cohen y García Lorca. De ahí hasta entonces el artista llevó su música a límites que siempre quedarán por indeterminar por culpa de esa maldita muerte. Ahí quedó ese Pablo de Málaga que roza la perfección.

Entre tanta tristeza y nostalgia aparecen Los Evangelistas o el tributo que Enrique Morente mejor merece. La banda, compuesta por Antonio Arias, J, Florent y Eric, repasa 12 cortes de la discografía del cantaor con la misma soltura que la amistad que ambas bandas –Lagartija Nick y Los Planetas– habían generado con él. Buena culpa de la reinvención planetaria recae sobre el llorado artista.

Fue el 18 de junio del pasado año cuando, con motivo de la Noche Blanca del Flamenco de Córdoba se gestó el comienzo del proyecto. Lo que pareció una aparición eventual acabó como formación que hay que celebrar, dentro de unos Planetas que no sólo han dado una vuelta de tuerca muy lograda en sus dos últimos largos sino que no dejan de crear sorprendentes proyectos que quitan la razón constantemente a sus detractores, acabó siendo un largo que esperemos tenga continuaciones. Seguro que el cantaor lo habría querido así.

En el álbum la voz de Arias y la de J se entrecruzan de tal modo que aparecen luchando a favor con el ambiente creado por un sonido y atmósfera ya escuchados desde La Leyenda del Espacio pero que, por único, se degusta con interés. Atrapa. El Loco, uno de los cantes que mejor definieron a la eterna figura –“A mí me llaman el loco porque vivo equivocao”-, es uno de los mejores ejemplos. Acoge aquí una vertiente más pop en la que las voces de los dos granadinos se ajustan y forman una versión suprema.

El álbum se inicia con Gloria, donde aparecen esos ritmos que recuerdan a Omega con sus toques atmosféricos heredados en parte por las experimentaciones de Sonic Youth, otros en la lista de músicos a los pies del recordado. Serrana de Pepe de la Matrona es una adaptación pop de una de las canciones con más alma dentro de la figura fallecida. En un sueño viniste queda marcada por unos ecos de la voz del cantante de Lagartija Nick que se funden con guitarras flamencas. Las voces pasan durante todo el álbum como susurros en una obra producida por Pablo Sánchez, que colaboró durante años con Morente y que deja otro poso más en los 12 que el cantaor habría firmado sin dudar.

Pero no todo es escuchar a Arias y J. En Delante de mi madre la que pone la voz en recuerdo del cantaor es Carmen Linares, que consigue ajustarse con una soltura pasmosa a la propuesta de Los Evangelistas, como si el género único que creó Morente en 1996 fuera algo común.  Soleá Morente, hija menor del artista, aparece como figura determinante por su emergencia, emotividad y descubrimiento en La Estrella. Una dulce voz cargada de nostalgia y oscuridad contraria a la batería de Eric, que se muestra pesada y determinante para formar una de las mejores publicaciones del álbum. Los 12 cortes exigen ser escuchados concienzudamente, sin prisa. Una obra que podría entrar perfectamente en la discografía del de Granada y que crecerá con el tiempo, incluso posiblemente recordado como uno de los mejores álbumes creados en este país, como la propia figura de un genio al que cada día se echa más en falta. No hay mejor homenaje posible, nunca habrá otro Morente. “Hasta los raíles del tren me hacen llorar”.

por J. Castellanos