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Sergi Cámara: «En Lesbos cada día llegaban unas 15 o 20 barcas de refugiados»

Chalecos salvavidas flotando en la playa de Skala Sikaminias (Lesbos). Más de 3.000 muertos en el mar en 2015 / SERGI CÁMARA

Chalecos salvavidas flotando en la playa de Skala Sikaminias (Lesbos). Más de 3.000 muertos en el mar en 2015 / SERGI CÁMARA

Sergi Cámara (Vic, 1970) es un documentalista independiente que ha fotografiado las migraciones en múltiples ocasiones y desde distintos países. En los últimos años y desde 2004 ha seguido de cerca el paso de los inmigrantes que intentan llegar a España por Melilla. En 2015 estuvo en Lesbos y en Kos, dos de las islas griegas que se han convertido en el punto de entrada a Europa de miles de refugiados sirios, y documentó gráficamente la ruta que siguen la mayoría por los Balcanes para seguir hacia el corazón de Europa: Alemania. Ahora algunas de estas imágenes se pueden ver en la exposición «Refugiados, la odisea hacia Europa», en el Palau Robert de Barcelona. Cámara asegura que a los refugiados se les “quita su dignidad” cuando son obligados a cruzar fronteras como ilegales, cuando son maltratados por la policía o cuando deben quedarse a la intemperie a muy bajas temperaturas.

¿Cuál es el motivo que te llevó a ir a Grecia?
Al principio fue por un tema personal. Desde 2004 trabajo en el tema de Melilla y vi que había refugiados sirios que también llegaban a través de Melilla. Son los que no quieren cruzar por mar. A partir de ahí me empecé a interesar por los refugiados sirios y decidí ir a la isla de Kos, en Junio de 2015, para seguir mi trabajo personal. Al llegar ahí me empecé a dar cuenta de cuál era la ruta que seguían así que al cabo de unos meses volví y pude seguir su ruta por Macedonia, Serbia y Hungría.

¿También estuviste en Lesbos verdad?
Sí, ese fue el último viaje, en Noviembre.

Muchos periodistas que han estado en la primera línea señalan que choca mucho ver las dimensiones del drama, el número de refugiados que llegan a diario.
Sí, por ejemplo en la exposición hay una foto en la que se ven cuatro barcas viniendo. Cada día llegaban unas 15 o 20 barcas y el problema es que aunque algunos llegan bien otros llegan destrozados, algunos son víctimas de mafias durante su viaje y cuando tocan tierra se deshacen. Desde fotógrafos hasta voluntarios, todo el mundo intenta ayudar. Hay momentos que dejas la cámara para ayudar.

¿Cuánto puede durar el viaje?
Desde Lesbos se ve la costa turca, son unos nueve kilómetros, como de Tarifa a Tánger. A no ser que les estropee el motor y queden a la deriva, son unas tres horas. Una de las reclamaciones que hago es el pasaje seguro para los refugiados, que van por mar porque no pueden llegar por tierra puesto que hay un muro que les impide el paso terrestre.

Motasin, de 8 años, y su hermano Mutaz, de 11, corren tras pasar la frontera de Serbia con Hungría “ilegalmente”, junto con su madre Lama, en su camino hacia Alemania. / SERGI CÁMARA

Motasin, de 8 años, y su hermano Mutaz, de 11, corren tras pasar la frontera de Serbia con Hungría “ilegalmente”, junto con su madre Lama, en su camino hacia Alemania. / SERGI CÁMARA

¿Cuál fue tu experiencia con las ONGs sobre el terreno?
Al principio las organizaciones internacionales no estaban, no existían, a parte de Médicos Sin Fronteras, algunos de ACNUR pero que hacían más trabajo de control que de ayuda. Muchas veces ayudaba más la gente del pueblo de Lesbos y los voluntarios que las grandes organizaciones. Ahora sí que se han puesto más las pilas pero cuando yo estuve ahí, por ejemplo, tuve que llevar gente que bajaba de las barcas y que al llegar tenían que caminar siete u ocho kilómetros para ir al campo donde les registraban. Y claro había gente muy mayor que casi no podía ni andar y niños pequeños. También había voluntarios de distintas organizaciones, de Holanda, Noruega, Suecia… Mucha solidaridad. Ahora sí que han puesto autobuses y está más bien organizado.

Cuando decides hacer la ruta dejas Grecia y sigues el camino hacia los Balcanes. ¿Lo sigues con algún grupo concreto?
A menudo me quedaba en zonas fronterizas para hacer algunos trabajos pero sí que había grupos que ya había conocido y con los que me encontré más tarde en otro sitio. Por ejemplo en la exposición se ve un grupo con el que estuve: un matrimonio que esperaba un hijo, una madre con dos hijos y unos amigos, que cuando llegaron a la frontera de Serbia con Hungría tuvieron que cruzar ilegalmente la valla que Hungría había puesto con concertinas. También seguí un grupo al que otro grupo había señalado la ruta a seguir a través de Google Maps, señalando un punto en el que la valla estaba chafada y por lo tanto cruzar era seguro. Así consiguieron cruzar la frontera sin que la policía no les viera, pasando por este punto y por campos de maíz, escondiéndose para que nadie los viera. Una vez en Hungría la policía detuvo a todo el grupo y al cabo de dos días ya estaban yendo a Budapest.

¿Con los que tú pudiste hablar, tenían un destino claro?
Sí, la mayoría van a Alemania. Algunos porque tienen familia allí, otros no, pero casi todos van a Alemania. También hay algunos que van más al norte: a Dinamarca o a Suecia.

Mohamed y Raffa con sus hijos e hijas Masoud, Silva, Selma, Inois y Haula, son de la ciudad de Hasakah se dirigen hacia Alemania. / SERGI CÁMARA

En la línea de desmontar mitos, ¿Cuál es la visión de la gente de Lesbos, por ejemplo, sobre los refugiados?
La mayoría de la gente salía con sus barcas a rescatar a los refugiados, se tiraba al agua. Al final es el pueblo quien salva al pueblo. Un mito que intento desmontar con las fotografías es el de que solo llegan hombres solos que nos invadirán, que son terroristas, etc, decidí fotografiar algunas familias enteras al llegar a la isla. Sí que es verdad que al principio, en Agosto, hubo una primera ola de hombres jóvenes solos pero también es cierto que muchos huyen del servicio militar y desertan porque no quieren luchar.

¿De todos los momentos que recuerdas, con cuál te quedas?
Lo que más me chocó fue Lesbos. El agradecimiento de la gente. Recuerdo por ejemplo el abrazo de una mujer de unos ochenta años cuando les ayudé y les llevé hasta el campo de refugiados. Sin embargo también quiero enviar un mensaje: a esta gente se le roba la dignidad por el camino, cuando la dignidad está en la Carta de derechos fundamentales de la Unión Europea. Se le quita cuando son obligados a cruzar fronteras como ilegales, cuando son maltratados por la policía, cuando son obligados a aguantar a la intemperie a muy bajas temperaturas.