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Cuando tiemblan los cristales

"El trabajo os hará libres", lema a la entrada de un campo de concentración // Blog Patria Judía

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Hace 75 años de la Noche de los Cristales Rotos. Pero no parece tanto. Al menos, no para los miles de judíos que viven en Europa. Unos 700.000 repartidos en ocho países principalmente, como Alemania, Italia, Reino Unido o Letonia. La mayoría cree que el antisemitismo es un problema importante en sus países y lo que es peor, que en los últimos cinco años la situación ha ido a peor.

El 21% ha sufrido insultos y otros abusos por ser judío. Incluso un 2% ha sido víctima de ataques físicos. No parece mucho un 2%, pero son 14.000 personas. Además en Europa, la cuna de los derechos humanos y de una cultura marcada por el Holocausto y su memoria. Así lo revela una encuesta de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales.

Lo preocupante es que no lo vemos. Tal vez porque en el auge de los partidos extremistas, el odio se ha disuelto de una forma general en despreciar a toda persona que llega de un tercer país extracomunitario. Porque quienes están hoy en el punto de mira son los musulmanes, vengan de países árabes, del este de Europa o del África subsahariana. Y tal vez también porque el 76% de las víctimas de abusos antisemitas no lo denunciaron ni a la policía ni a ninguna organización.

He ahí la clave. Los judíos, que si algo tiene de bueno su estereotipo es que están organizados hasta el último eslabón, no denuncian ni a través de las ONG. Lo que el estudio refleja es que muchos Estados miembros de la UE aún carecen de los mecanismos necesarios para prever y controlar este odio. Porque las estructuras de los Estados están todavía infestadas por un microrracismo, si lo podemos llamar así, que pasa desapercibido por lo integrado que está en nuestros sistemas políticos y administrativos.

La situación en Israel y los Territorios Palestinos Ocupados no ayuda. Creemos superada la masacre del Holocausto y hablamos sin tapujos de lo que ahora la víctima convertida en verdugo reproduce sobre otro pueblo. Pero lo cierto es que en Alemania, que al menos monumentalmente se ha fustigado con sus crímenes a la Humanidad, el 63% de los judíos encuestados ha evitado ocasionalmente llevar en público signos que les distingan.

Ningún pueblo debe ser perseguido. Ni siquiera el que no da ejemplo. Por eso esta Europa de los derechos humanos tiene que hacer gala de su nombre, poner freno a los extremismos que denigran a todos los pueblos y unir esfuerzos para que triunfe el respeto. Para que los cristales no empiecen ni siquiera a temblar.