Por Cláudia Morán
En el tercer aniversario de las revueltas árabes, para los egipcios reina la impotencia. La revolución egipcia se ha convertido en un pequeño fragmento de la historia entre dos dictaduras con el beneplácito internacional. Porque legitimar una dictadura no es solo apoyarla, sino también observarla y guardar silencio. Como ocurrió en su momento con Hosni Mubarak y como está ocurriendo ahora con el militar Abdel Fatah al Sisi. Periodistas y simpatizantes de los Hermanos Musulmanes están siendo detenidos y procesados, por no hablar de los 528 condenados a muerte por su simpatía con los Hermanos.