Por Cláudia Morán
Desde tiempos inmemoriales, los regímenes más o menos autoritarios de todo el mundo han intentado reprimir, mediante la fuerza o mediante la ley, todo tipo de manifestaciones críticas con sus gobernantes y sus formas de gobernar. Siempre se ha estilado que cuando uno quiere afianzarse en el poder a toda costa, más le vale no acumular detractores, a pesar de que éstos representen el símbolo más que evidente de la democracia de un país. Siglos después, la historia se repite. Arabia Saudí ha aprobado una ley antiterrorista que servirá como instrumento de represión para las protestas pacíficas y las críticas al régimen, según denuncian varias ONG internacionales. Bajo la baza del terrorismo, el monarca Abdullah Al Saud criminaliza las protestas de los disidentes y da vía libre a la violación sistemática de los Derechos Humanos.