Por Cláudia Morán
Tras un gobierno mediocre y cuatro días de caos incontrolado en las principales ciudades egipcias, el gobierno de Mohamed Mursi ha caído bajo un golpe militar. Como ocurrió en Túnez, el derrocamiento del dictador Mubarak en 2011 y la transición democrática no han mejorado la situación del pueblo. Los Hermanos Musulmanes fueron los grandes beneficiados de la primavera árabe, pero ni la inspiraron ni la protagonizaron. La revolución fue del pueblo, quien votó en los comicios fue el pueblo y el protagonista de las últimas protestas fue de nuevo el pueblo. Pero el golpe lo dio el Ejército. Ahora más que nunca los egipcios continúan divididos, insatisfechos y sin democracia. Y los intereses de occidente, bajo amenaza.