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¿Por qué se ha ido Varoufakis y qué pasa ahora?

Yanis Varoufakis / EFE, Orestis Panagiotou

Yanis Varoufakis / EFE, Orestis Panagiotou

El lunes nos despertamos con un dramón: a pesar de la aplastante victoria del NO en el referéndum griego, Yanis Varoufakis, el ministro de Finanzas más rockero del viejo continente, dimitía. Había prometido hacerlo si ganaba el SÍ, porque prefería cortarse la mano antes de firmar un acuerdo sobre el tercer rescate griego que en su opinión era inviable. Pero aún así lo hizo, ¿por qué?

Oficialmente, porque no quería ser un obstáculo a la negociación del gobierno del primer ministro Alexis Tsipras. «algunos participantes en el Eurogrupo y varios ‘socios’ tenían cierta preferencia por mi ausencia en sus reuniones», decía ladinamente en su blog. Añadía que Tsipras estaba de acuerdo con la idea, porque creía que le ayudaría a conseguir un acuerdo. «Y por esta razón, dejo el ministerio de Finanzas». El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, se frotaba las manos. Y probablemente también el propio Varoufakis, que ha admitido en varias entrevistas haber tomado el camino de la política por obligación. El caso es que la troika -Comisión Europea, BCE y FMI- se sale con la suya a medias: antes tumbaba gobiernos, hoy sólo ministros. Lee el resto de la entrada »

La búsqueda ‘in extremis’ de un acuerdo para Grecia

El presidente de la Comisión Europea recibe al primer ministro griego Alexis Tsipras.  (JULIEN WARNAND/ EFE)

El presidente de la Comisión Europea recibe al primer ministro griego Alexis Tsipras. (JULIEN WARNAND/ EFE)

El corresponsal del Financial Times en Bruselas Peter Spiegel bromeaba con el hashtag #Neverendingstory en un tweet sobre el transcurso de las negociaciones entre los altos cargos de la Troika –Christine Lagarde (FMI), Jean Claude Juncker (Comisión Europea) y Mario Draghi (BCE)- y el gobierno de Alexis Tsipras.

A pocos días de la fecha límite para que expire la segunda prórroga del rescate –Grecia tiene que pagar al FMI el próximo martes y al BCE el 20 de julio- y cuando parecía que tras meses de tensión el gobierno heleno y los socios negociadores habían llegado a un acuerdo que permitiría refundar el programa de asistencia –está pendiente el desembolso de 7.200 millones de euros-, algunos puntos han impedido que los distintos documentos presentados en forma de propuesta por parte de Tsipras no hayan visto luz verde.

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‘Esperanza contenida’ en Grecia tras la victoria de Syriza

Seguidores de la coalición de izquierdas Syriza celebran la victoria del partido dirigido por Alexis Tsipras en las elecciones generales de Grecia. (EFE)

Seguidores de la coalición de izquierdas Syriza celebran la victoria del partido dirigido por Alexis Tsipras en las elecciones generales de Grecia. (EFE)

Grecia se ha despertado hoy con resaca tras la larga jornada de ayer, en la que muchos festejaron la imponente victoria de Syriza en las elecciones generales, a pesar de que la formación de Alexis Tsipras se quedara a las puertas de conseguir la anhelada mayoría absoluta –necesitaba 151 diputados y logró 149-. Votantes o no de Syriza, muchos celebraban el triunfo de la izquierda en un país que socialistas y conservadores han llevado a la ruina. Con una esperanza contenida y pies de plomo, los griegos celebran que por primera vez en 92 años no haya más ‘Papandreu’ en su parlamento -su formación no ha conseguido ningún diputado- y que los dos grandes partidos de la historia, Nueva Democracia y PASOK,  paguen en forma de votos el austericidio que vive el pueblo heleno. Sin embargo, en la fiesta de ayer no todo fue motivo para descorchar botellas: el neonazi Aurora Dorada –con su cúpula en prisión- se hizo con el tercer puesto, por detrás de Syriza y Nueva Democracia.

“Desde la guerra civil, la izquierda solo ha ganado tres veces aquí. Había mucha emoción pero también mucha seriedad, una especie de esperanza contenida. Incluso la gente que vota Syriza es consciente que no va a poder cumplir con parte de su programa pero bueno, los griegos están ya acostumbrados al desengaño”, me explica en una llamada pasadas las doce de la noche Andrés Mourenza, que colabora desde hace años con distintos medios españoles en Grecia y en Turquía.

Los griegos hablan

“Esta noche (ayer) los griegos no hemos elegido un gobierno, les hemos pedido a nuestros políticos defender a nuestro país de la humiliación internacional”, asegura Greg (24), físico que está haciendo el doctorado, algo por lo cual no cobra un duro. También en Salónica se encuentra su amiga Karina (23), que trabaja en la industria cinematográfica en Atenas. Ha venido desde allí para votar. «¿A Syriza?», le pregunto. “No, pero gracias a dios que al fin habrá un cambio, signifique lo que signifique”, dice. Karina, al igual que su amigo Greg, votó por un partido centrista llamado Enosi Kentroon. “Mucha gente con la que he hablado me ha dicho: votaré a Syriza para que Nueva Democracia y PASOK no vuelvan a gobernar nunca más”, explica.

Katerina (25), que trabaja en proyectos de diseño, fue una de las que ayer votó a Syriza aunque admite que no lo hizo con especial emoción: “No tengo muchas expectativas sobre la gente cuando tiene poder…de todos modos es Alemania quien está a cargo”. “Sin embargo, sí creo que la victoria de la izquierda es algo interesante y supone un profundo respiro para toda la gente que sentía que sus voces no eran escuchadas, que sus opiniones no importaban y que sus vidas no contaban”, resalta la joven de Salónica.

Opciones de gobierno sobre la mesa

Le pregunto a Andrés con quién podría pactar Tsipras: “Es dicífil de saber”, dice. “El primer socio que barajaban eran Griegos Independientes, que la única condición que pone es ser duros en el tema de Macedonia, pero es un partido muy nacionalista y no sería muy bien visto por la UE”.

“La siguiente opción son los liberales To Potami”, explica. “A los de Syriza no les gusta un pelo pero es muy bien visto por las instituciones europeas. Y luego, los de Syriza querrían pactar con el partido comunista (KKE) pero estos no quieren pactar con Tsipras. El PASOK sí querría pactar con Syriza pero ellos no quieren oír hablar de esa opción ni en pintura”, asegura.

Pero ahí no termina. “Luego la otra opción es convocar de nuevo elecciones pero eso a la UE no le haría ninguna gracia y creo que va a primar el sentido común: gobernar en minoría o pactar con algún partido”, vaticina.

El verdadero populismo

“Aurora Dorada sigue siendo un problema y un aviso de lo que puede venir a la Unión Europea. Si fracasa Syriza, muchos griegos pueden volcar sus esperanzas en la extrema derecha y eso muestra muy bien el estado de precariedad de la sociedad griega”, advierte Andrés.

“Estoy muy asustada de que estén en parlamento, ¡Dios!”, dice Karina. Por su parte, Katerina comenta que, de haber sabido los resultados, habría votado por To Potami, que se disputaba el tercer puesto con Aurora Dorada. “Están locos y hay un número muy grande de gente que les ha votado…”, dice preocupada.

Dejar atrás la austeridad

Alexis Tsipras, candidato de Syriza, en el momento de depositar su voto, tras el que afirmó que "el pueblo heleno va a dar el último paso para recobrar su dignidad, para vivir un futuro con solidaridad"

Alexis Tsipras, candidato de Syriza, en el momento de depositar su voto, tras el que afirmó que «el pueblo heleno va a dar el último paso para recobrar su dignidad, para vivir un futuro con solidaridad»

Sea cual sea el siguiente paso ahora Syriza debe ponerse a trabajar ya, primero en decidir cuál es la opción de gobierno que quiere, y segundo, negociar con la Troika y sus socios europeos la reestructuración de la deuda. ¿El objetivo? Pasar página y recuperar la dignidad. A día de hoy 300.000 familias se encuentran en el umbral de pobreza en Grecia, donde el paro supera el 27 por ciento.

“Se trata de recuperar la esperanza, algo no muy importante quizás para la economía pero sí para el día a día”, dice Katerina. Aunque no está de acuerdo con muchas de las propuestas de Syriza, Greg se muestra satisfecho: “Si esto sirve para empezar una reacción en cadena que resulta en una Europa más democrática, entonces ya habrá valido la pena”, asegura.

 

Syriza: el miedo de la UE al cambio

Alexis Tsipras en la apertura de la campaña electoral griega. Foto: EFE/ Archivo

Alexis Tsipras en la apertura de la campaña electoral griega. Foto: EFE/ Archivo

Por primera vez desde el inicio de la crisis en 2008, existe la posibilidad real de un gobierno europeo liderado por la izquierda radical. Si como vaticinan las encuestas Syriza gana las elecciones anticipadas del próximo 25 de enero, Alexis Tsipras (Atenas, 28 de Julio de 1974) será el primer líder anti-capitalista que llevará conceptos como ‘re-estructuración’ o ‘alivio de la deuda’ a una cumbre europea. La foto de Tsipras y Merkel en la misma mesa, algo que muchos temen, dejaría de ser una ilusión.

A menos de tres semanas y pocos días después que haya arrancado la campaña electoral en Grecia, ha empezado también un sinfín de informaciones que retratan a Tsipras como un revolucionario poco realista. Déjà vu. En 2012, la campaña del miedo ya sobrevoló la Eurozona y la amenaza de una Grecia fuera del euro dio, en parte, la victoria a Samarás. Sin embargo, 2012 no es 2015. Tsipras ha moderado su discurso, acercándose algo más al centro de una izquierda radical de muchos tonos. El líder de Syriza tiene claro que los griegos no quieren ver al dracma ni en sueños, así que la temida ‘Grexit’, como se llama en la jerga comunitaria la posibilidad que Grecia abandone la moneda única, no es más que una parte del discurso que encaja al griego en una obra de tragedia clásica.

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¿Quién dirigirá la Unión Europea?

European elections

Elecciones europeas / Foto de Geert Schneider

Hace unos años, Henry Kissinger preguntaba socarronamente: «¿Cuál es el teléfono para llamar a Europa?». Con esa pregunta evidenciaba la falta de un liderazgo claro en la UE y de una política europea unitaria. Los arquitectos de esta querida casa nuestra empezaron a instalar la línea telefónica en el Tratado de Lisboa de 2009, y dentro de unos meses, el teléfono podría empezar a funcionar a pleno rendimiento.

No se me aburran, vamos a resumir. Desde el Tratado de Lisboa, se supone que los partidos europeos propondrán conjuntamente a un candidato para las elecciones europeas y en casa de ganar, éste se convertirá en el presidente de la Comisión Europea. Digo se supone porque lo que votaremos será una lista -abierta o cerrada en función del país- de candidatos a formar parte del Parlamento Europeo. Después, el Consejo Europeo -la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno de los 28- se compromete a tener en cuenta el resultado de las urnas para nombrar al presidente de la Comisión. (Si se hacen lío con las instituciones, al final de este artículo encontrarán una explicación). Si los europeos votamos el Parlamento y a quien dirigirá la Comisión Europea que es el ejecutivo, habrá en principio más integración, más unión y un número de teléfono más claro al que dirigirse.

¿Y quiénes son esos candidatos a presidir el órgano ejecutivo de la UE? Aquí un mini perfil de algunos de ellos en este primer capítulo:

Jean-Claude Juncker, Partido Popular Europeo (PPE). Es el último que se ha sabido. Lo decidieron los miembros del PPE el pasado viernes en Dublín. Rajoy ha apostado por él en vez de por Michel Barnier, actual comisario de Mercado Interior en la Comisión Barroso. Aunque prefería al francés, ha decidido apoyar a Merkel, que apostaba por Juncker, para posicionarse y ganar después su favor en otros movimientos de fichas (todo indica a que Guindos gustaría de ser el presidente del Eurogrupo, la reunión de los ministros de Economía de la zona euro).  Juncker fue durante 18 años primer ministro de Luxemburgo, lo que lo convierte en el más veterano de Europa. Pero en julio de 2013 se vio obligado a adelantar las elecciones por un escándalo en los servicios de espionaje. Durante años, los servicios secretos del país cometieron irregularidades que el mandatario ocultó a la Cámara, según denunciaron los diputados luxemburgueses. Las más graves fueron las escuchas, que llegaron a afectar al mismísimo Juncker y al jefe del Estado, el gran duque Enrique. Además, se acusó a los servicios de inteligencia de malversación, -por lo visto se dedicaron a comprar vehículos para uso privado-, y sospechas de que aceptaron pagos a cambio de facilidades en el acceso a determinados cargos públicos. Juncker también fue Presidente del Eurogrupo y las malas lenguas dicen que es aficionado a la bebida, incluso durante las largas cumbres en Bruselas.

Martin Schulz, Partido Socialista Europeo (PSE). Ahora mismo es el presidente del Parlamento Europeo. Es el que más tiempo lleva sonando como futurible presidente de la Comisión. Tiene posibilidades: las últimas encuestas apuntan a una victoria muy ajustada de los socialistas y además es alemán. Merkel podría apostar por él en el Consejo Europeo que tomará la decisión final. Su apoyo habría que entenderlo en clave interna, porque Merkel gobierna en Alemania en coalición con el partido del que procede Schulz. Nació en Helhrath, una ciudad alemana cerca de la frontera entre su país, Bélgica y Países Bajos. La vida entre líneas fronterizas ha marcado la carrera política de este creyente de Europa. Con 31 se convirtió en el alcalde más joven de Renania del Norte-Westfalia, en el municipio de Würselen. Es un apasionado de la lectura. Fue aprendiz de librero al terminar secundaria y en 1982 abrió su primera librería en el municipio del que fue alcalde durante 11 años.

Alexis Tsipras, Izquierda Unitaria Europea (GUE/NGL). Algunos lo llaman el Kennedy europeo. Es el único de los candidatos que se declara abiertamente anti-troika. Su partido propone un nuevo modelo de crecimiento económico que pase por “abandonar los planes de austeridad” para evitar una “catástrofe humanitaria”. También quiere reformar la política agrícola común para garantizar la “soberanía alimentaria”. A su favor, es joven. En su contra, no tiene experiencia en las instituciones europeas. Tiene pocas oportunidades de lograr la presidencia de la CE porque su partido difícilmente logrará ganar las elecciones. Pero cosas más raras se han visto.

En el próximo capítulo, liberales y verdes.

¿Cómo funciona la UE?

Versión resumida. La UE la forma un triángulo de instituciones: Comisión Europea, Parlamento Europeo y Consejo de la UE. A estas se añade el Consejo Europeo. La Comisión es el poder ejecutivo, tiene la iniciativa legislativa, es la guardiana de los Tratados y la que puede retirar una propuesta si no le gusta lo que las otras dos instituciones acaban modificando de ella. La preside Barroso y cuenta con 28 comisarios, uno por país. El español es Joaquín Almunia, que ocupa la cartera de Competencia.

El Parlamento Europeo es la única de las tres que eligen directamente los ciudadanos en unas elecciones que se celebran del 22 al 25 de mayo. Tiene capacidad de decisión sobre el 90% de las propuestas legislativas que impulsa la CE, menos política fiscal y política exterior (sobre esta última, en realidad, la UE no tiene competencias). Las iniciativas de la CE llegan en primera lectura aquí, el Parlamento las aprueba o introduce cambios y la pasa al Consejo. En segunda lectura hace lo mismo, y si se aprueba la ley pasa ya definitivamente a los ordenamientos nacionales. España aporta 54 de los 750 eurodiputados.

El Consejo de la UE es el Consejo de Ministros. Reúne a los responsables de cada materia. Ana Mato acude -o debería, porque por Bruselas se le ve poco el pelo- al Consejo de la UE de Salud, como Cañete acude al de Medio Ambiente o de Guindos al Ecofin, que es el nombre que recibe el Consejo de Economía y Finanzas. Decide sobre las iniciativas de la CE. Sobre todas, incluidas política fiscal y exterior, no el 90% como el PE. Tiene que negociar las leyes con esa institución. En la práctica, es la institución que acaba teniendo más poder.

El Consejo Europeo es la reunión de jefes de Estado y de Gobierno de los 28. Con el Tratado de Lisboa pasa de reunión a institución. Toma las grandes decisiones, económicas y de exteriores, y ha sido decisivo durante las crisis del euro. En la práctica, es quien orienta el timón de la UE.

ESPERANZA ESCRIBANO, Bruselas

@eeclaramunt