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Tampoco Breton Woods es una marca de Whisky. Porque el periodismo internacional no es solo cosa de hombres, ocho mujeres ofrecen un punto de vista diferente sobre lo que pasa en el mundo.

La libertad de expresión y de culto bajo doble amenaza en Bangladesh

La violencia contra intelectuales laicos, blogueros, ateos y minorías religiosas sigue aumentando en Bangladesh sin que el gobierno, liderado por la formación secular “Liga Awami”, haya hecho demasiado para frenar los ataques.

Bangladesh, uno de los países más densamente poblados del planeta, obtuvo la independencia de Pakistán en 1971. El país pasó 15 años bajo régimen militar y, desde la llegada de la democracia en 1990, el poder se ha ido alternando entre la Liga Awami y el Partido Nacionalista de Bangladesh. Grupos de la oposición y sociedad civil han acusado al gobierno de la primera ministra Sheikh Hasina de ignorar el aumento extremismo islámico en el país, hasta que el asesinato de 20 rehenes en un café de Dacca saltó en las portadas de todo el mundo.

“La gente piensa que que el único problema es que nos están matando, que extremistas están asesinando activistas. Pero nadie explica que el gobierno nos está arrestando, haciendo nuevas leyes para silenciarnos y se niega a protegernos cuando denunciamos las amenazas de muerteafirmaba una defensora de los derechos LGBTI en Dacca.

Human Rights Watch denunció en su informe global la presión del gobierno para silenciar voces disidentes. El año pasado se aprobaron diversas leyes para controlar el trabajo de organizaciones no gubernamentales y limitar la libertad de expresión. Editores de dos importantes periódicos fueron acusados con múltiples cargos criminales por sedición y difamación con el objetivo de amedrentar otros medios de comunicación.

«Lady Justice» HRW © Public

Hace unos meses, el gobierno cedió a la presión del grupo Hefazat-e Islam para que retiraran la estatua “Dama de la Justicia” erigida delante del Tribunal Supremo por ser un objeto no-islámico. El gobierno intentaba así contentar grupos conservadores y asegurar su apoyo en las próximas elecciones nacionales previstas para 2019.

Sultana Kamal, prominente abogada, activista de los derechos humanos y presidenta de Transparency International Bangladesh defendió la instalación de la estatua en un debate televisado. Desde su participación en el programa, la abogada ha recibido amenazas de muerte. Líderes del grupo Hefazat han pedido su arresto o exilio y han afirmado que si sale a la calle le romperán “todos los huesos de su cuerpo”.

El gobierno y la policía han condenado los ataques contra intelectuales laicos, defensores de los derechos humanos, minorías religiosas y comunidad LGBTI, pero han recomendado que se evite expresar “opiniones impopulares” para protegerse de dichos ataques, traspasando la culpabilidad de los agresores a las víctimas.

Patricia Gossman, investigadora para Human Rights Watch, afirmó en su último artículo lo peligroso que es este discurso ya que “en su intento de tranquilizar ciertos grupos religiosos extremistas, la autoridades han terminado por poner en riesgo los principios básicos de los derechos humanos”.

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