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Hoy deberíamos haber conocido el nombre del presidente somalí; sin embargo, las disputas internas de poder, la corrupción y los problemas de seguridad han dificultado la designación de los diputados y senadores a los que les corresponderían haber votado al nuevo presidente. La elección del presidente del país fue fijada inicialmente para agosto, pero se ha ido posponiendo y esta ya es la cuarta vez.
Aunque ayer, más de 300 parlamentarios y senadores juraron su cargo en la primera sesión del nuevo Parlamento de Somalia. Mientras tanto, se siguen celebrando, en varias regiones del país, elecciones para designar a los legisladores restantes de las cámaras según anunciaba la agencia EFE.
Serán 275 diputados y 72 senadores los que finalmente conformen las cámaras. Éstos no son elegidos por sufragio universal, sino que son 14.025 delegados de diferentes clanes, y con diferentes cuotas de poder, los que se encargan de votarlos.
Y es que según la Oficina de Información Diplomática la pertenencia clánica está muy presente en la forma de Estado de Somalia, que se caracteriza por la existencia de un Presidente con amplios poderes ejecutivos, un Primer Ministro que dirige el Gobierno y un Parlamento, muy influido por los clanes y las regiones.
Los comicios parlamentarios han estado marcados por las irregularidades y la corrupción. De hecho, el auditor general del país, Nur Jimale Fará, afirmó recientemente en una entrevista concedida a la emisora estadounidense Voice of America que algunos escaños habían sido comprados por el mejor postor.
Otras irregularidades denunciadas durante este proceso han sido la intimidación, el secuestro, la manipulación de listas de delegados y el incumplimiento de los escaños reservados para las mujeres candidatas, ya que se habían fijado cuotas para ellas.
Habrá que esperar al año que viene para ver si finalmente se erige el nuevo Gobierno.