Tiene menos animales en exposición y los que están no lo habitarán de forma permanente. Hay un cupo limitado para 2000 personas y abre sólo de miércoles a domingo. Cómo funciona el proyecto que acaba de abrir sus puertas y pretende reemplazar a uno de los zoológicos más polémicos del mundo.
Concluye una era. Es el final de una institución que tenía un fin educativo, pero fue víctima de la desidia y el paso del tiempo. El Zoológico de Buenos Aires, emblema del barrio de Palermo, no existe más.
En su lugar, el Gobierno de la Ciudad propone un proyecto colectivo para que los vecinos decidan cómo será el «Ecoparque» que ocupará su sitio.
El parque ya abrió sus puertas pero la idea aún está en plena ebullición: la colecta de propuestas terminará el primero de agosto.
En principio, se sabe que será un espacio dedicado a la educación ambiental, a través de experiencias recreativas basadas en la tecnología y enfocado en la familia, que no habrá animales habitándolo en forma permanente y que tendrá gradualmente menos animales exóticos.
Los primeros en ser liberados con esta metodología serán cuatro «lechuzones orejudos» de entre tres y ocho años que nacieron en cautiverio. Después de ser trasladados a la Reserva Ecológica de Costanera Sur, comenzarán un proceso de rehabilitación. Entre otras cosas, se les va a enseñar a conseguir comida por sus propios medios. Una vez que superen todas las instancias, serán liberados.
«Se trabajará en la recuperación y liberación de animales silvestres heridos o rescatados del tráfico ilegal, y se continuará trabajando en los proyectos de conservación de fauna autóctona», prometen en la web del GCBA.
Se trata de un proyecto prometedor para uno de los zoológicos más polémicos del mundo.
El Zoológico de Buenos Aires recibió diversas denuncias a lo largo de los años, la más reciente en junio de este año por la situación de dos elefantas. Los abogados que llevan el caso dicen que el recinto que ocupaban tres elefantes no estaba preparado para alojar ni a uno. En 2015 un fallo judicial obligó a la institución a trasladar a Sandra, la orangutana, a una reserva ecológica. Los jueces interpretaron que mantenerla tras las rejas vulneraba sus derechos como «persona no humana».
Cierren el eco parque, no se dan cuenta que los animales sufren, encerrados sin ser libres.
21 julio 2016 | 02:05