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Tampoco Breton Woods es una marca de Whisky. Porque el periodismo internacional no es solo cosa de hombres, ocho mujeres ofrecen un punto de vista diferente sobre lo que pasa en el mundo.

Diario de una refugiada kurda iraquí: atrapada en Serbia

Refugiados caminando hacia la frontera serbia con Croacia en Sid / Zoltan Balogh (EFE)

Refugiados caminando hacia la frontera serbia con Croacia en Sid / Zoltan Balogh (EFE)

Como muchos ya sabéis, la Unión Europea ha decidido encargarle a Turquía la humana tarea de dar aliento y asilo a los refugiados que quieren llegar a Europa. A cambio de 3.000 millones de euros más, claro. Además de suponer una decisión denigrante que cava aún más honda la tumba de la UE, olvida un problema fundamental: qué pasa ahora con los refugiados que ya están en la ruta de los Balcanes. Entre ellos está Hanasay Sard, una joven kurda de la parte iraquí.

Su familia está atrapada en el campo de refugiados de Sid, en Serbia, junto a la frontera con Croacia, desde hace 17 días. En su situación hay 1.100 personas más, según Médicos Sin Fronteras. La primera vez que rechazaron su entrada a Croacia, fue porque en sus pasaportes tenían el sello de haber pasado un mes en Turquía. Hace dos semanas, la ley era así. Quien hubiera pasado un mes en Turquía no podía continuar el viaje porque las autoridades croatas estaban considerando que Turquía era ya un país seguro y en él deberían estar pidiendo asilo los refugiados.

El problema es que Hanasay es kurda, y ya sabéis cómo se las gasta Turquía con los kurdos. El país está lejos de ser un lugar seguro para ella y su familia. Además, está el hecho de que donde Hanasay y su familia quieren pedir asilo es en Alemania, no en Turquía. Su familia no está recibiendo ningún tipo de información sobre cuál será su futuro; si podrán volver a intentar entrar en la UE o serán devueltos a Macedonia. Maja Znika, portavoz de la ONG HSUST, que se dedica a recoger ropa y zapatos para los refugiados en Croacia, no quiere arriesgarse pero apuesta por que cada «administración local hará su interpretación de la postura oficial», con todas las variaciones que ello supone. De nuevo, la arbitrariedad será la ley.

Después de haber pasado una semana en los campos de refugiados de Serbia, Croacia, Eslovenia y Austria, puedo asegurar que los criterios para dejar pasar o no a los demandantes de asilo en cada país son completamente aleatroios. Distintas fuentes de autoridades como Protección Civil o los Comités para los Refugiados en los distintos países cuentan que en muchas ocasiones todo depende del humor del policía y el traductor encargados del registro.

Seguiremos la pista de Hanasay de cerca. A sus 17 años quiere llegar a Alemania para retomar las riendas de su vida, estudiar e ir a la Universidad. Hoy está enferma, después de dos semanas de incesante frío, en la frontera serbia, a las puertas de la Unión Europea. No pierde el humor y aprovecha nuestra conversación para quejarse de que odia el sabor del jarabe. Mejor reír, porque en la realidad, no sabe qué será de ella mañana. Sólo que, si todo sigue así, volverá a comer la lata de atún y el trozo de pan que cada día proporciona ACNUR. Nada más.

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